lunes, 22 de septiembre de 2008

GARCIA LORCA Y LA RECUPERACIÓN DE LA VERDAD

¿Para qué sirven los versos sino es para esa noche / en que un puñal amargo nos averigua, para ese día / para ese crepúsculo, para ese rincón roto / donde el golpeado corazón del hombre se dispone a morir?.
Con estos versos tan premonitorios de la tragedia que sobre García Lorca se cernía, su buen amigo, el poeta Pablo Neruda parece adelantar, sin saberlo aún, sin certeza alguna, sin el menor atisbo de realidad, la próxima muerte de nuestro gran poeta.
Federico, que tanto amaba la vida y tanto temía a la muerte, ve reflejada su obsesión más vital en esta oda que le dedicó su entrañable amigo y que hoy, golpean con fuerza la sierra de Granada ante la inmediata recuperación de sus restos que según todos los indicios reposan en el barranco de Víznar.
Allí, presuntamente, yace junto a un maestro de escuela y dos banderilleros, víctimas del odio, la barbarie y la intolerancia de una época, que aunque superada, la transición pasó por encima de puntillas, dejando un hueco que es preciso cerrar.
García Lorca, se erige en estos momentos en representante de una memoria histórica que ni este país ni ninguno – ahí tenemos el ejemplo de Argentina - puede permitirse obviar. Es preciso cerrar este episodio, doloroso como ninguno, y que hiere la sensibilidad de todo ser humano que se precie de serlo.
Pero sobre todo es necesario para que tantas familias descansen después de todos estos años, durante los cuales se ha aplicado la ley del silencio sobre un capítulo de la historia de España que no puede continuar indefinidamente sin resolver, que siempre permanecerá latente y que no puede permanecer en el olvido como si nunca hubiera tenido lugar.
En cualquier caso no se trata, como algunos piensan, de reabrir procesos y remover antiguas heridas que puedan ocasionar enfrentamientos legales, rencores y odios ya desterrados. Sólo desean saber dónde están y recuperarlos.
Ya ni siquiera importa, aunque tienen pleno derecho, a saber cómo y por qué de aquella atrocidad. Se trata de elaborar unas listas, un inventario de todos los desaparecidos, localizar sus restos y entregarlos a sus familias, para que así todos puedan descansar.
Como lo harán los restos de Federico García Lorca setenta y dos años después de su vil asesinato. Federico pertenece a Granada, a su Andalucía, a sus gitanos que tanto quería. Es patrimonio de toda la humanidad. Federico representa la sensibilidad, la alegría, la devoción por la libertad.
Federico García Lorca, Antonio Machado, Miguel Hernández, tres poetas del pueblo víctimas de la intolerancia y la injusticia. Sólo nos queda recuperar a Federico y con él a los miles de represaliados desaparecidos que yacen repartidos por el territorio de esta España que necesita cerrar esta herida abierta aún por cicatrizar.
Violeta Parra dedicó a Federico estos sentidos versos, que resumen todo el dolor de la tragedia: Así el mundo quedó en vela / y está llorando a porfía / por Federico García / con un doliente pañuelo.

viernes, 12 de septiembre de 2008

ESTOS DÍAS AZULES Y ESTE SOL DE LA INFANCIA


En Colliure, un pueblecito de Francia, el día veintidós de febrero de mil novecientos treinta y nueve, muere alejado de su patria y sumido en la mayor de la tristeza, la soledad y el abandono, el inmenso poeta nacido sevillano y de adopción universal, Antonio Machado.
En uno de sus bolsillos se encontró un papel arrugado con el verso que da título a este emocionado recuerdo de nuestro poeta y que refleja la profunda nostalgia que invadió en esos momentos a uno de los máximos representantes de la cultura española de entonces, que, como tantos otros, tuvo que sufrir la infamia de tener que abandonar su patria por defender la libertad y la cultura que tanto odiaban quienes durante cuarenta años devastaron social y culturalmente nuestro país, sumiéndolo en la vergüenza, la desolación y la miseria a todos los niveles.
¡Cuanta la tristeza, qué dura la pena, cuanta la soledad!. Antonio Machado y su anciana madre, que moriría pocos días después que él, durmiendo de día y andando de noche huyendo de sus verdugos en su duro camino hacia el exilio en Colliure, donde su tumba siempre rebosante de flores, nos recuerda que allí reside para siempre, en un país extraño, pero que le acogió entonces con los brazos abiertas y que desde entonces le venera como si de un poeta suyo se tratara.
Que lo es, como lo es a nivel universal traspasando las fronteras que no pueden impedir el eco de la inmensa sencillez de su profunda poesía. Lejos quedó su Andalucía – mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla-, sus estancias en Soria y Segovia como profesor, sus Campos de Castilla que tanto amó, Leonor, Guiomar...
No fue Antonio Machado el único represaliado por la infame dictadura que arrasó todo vestigio de cultura en un país cuyo gobierno legítimo luchaba denodadamente por sacar de la ignorancia y la ignominia a una población con decenios de atraso en todos los órdenes.
¡Cuánta belleza decapitada por el verdugo primitivo y bárbaro que en el culmen de su brutal incultura gritaba aquella terrible frase de “muera la inteligencia”!. Estos bárbaros, hicieron retroceder a este país cien años. Cómo olvidar, cómo perdonar tanto espanto, tanto daño causado.
Pablo Neruda, represaliado también en su país, Chile, abrumado por el dolor al enterarse del vil asesinato de Federico García Lorca, escribió: qué vergüenza para España / qué luto para el planeta / haber matado a un poeta / nacido de sus entrañas.
Miguel Hernández: Andaluces de Jaén. Rafael Alberti: A galopar hasta enterrarlos en el mar. Blas de Otero: Me queda la palabra. Gabriel Celaya: La poesía es un arma cargada de futuro. Todos ellos y tanto otros sufrieron la feroz represión de la brutalidad y la incultura de quienes se levantaron contra el gobierno legalmente establecido.
Cito por último a Miguel de Unamuno protagonista y víctima en la Universidad de Salamanca de la humillación y los insultos por parte de uno de los generales fascistas. Ante el grito de “mueran los intelectuales”, Unamuno respondió:
“Este es templo de la inteligencia y yo soy su sumo sacerdote. Vosotros estáis profanando su sagrado recinto. Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta, pero no convenceréis, porque convencer significa persuadir y para persuadir necesitáis algo que os falta: la razón y el derecho en la lucha. Me parece inútil que penséis en España. He dicho”.
La cultura y el amor por la belleza, dignifican al hombre, le humanizan y dan sentido a su vida. Tenemos la responsabilidad de inculcar a las nuevas generaciones inquietudes y actitudes que les conduzcan al cultivo de la sensibilidad, el respeto, la tolerancia y el sentido por la estética.
Caminante no hay camino. Se hace camino al andar.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

AL AMOR DE LA LUMBRE

Esta entrañable expresión, tan evocadora de tiempos pasados, tan olvidada en el cada vez más denostado lenguaje actual, no obstante y pese a todo, no deja de tener sentido en los tiempos actuales donde el frenético y absurdo ritmo de vida que sufrimos no favorece precisamente esta actitud de puesta en común entre las gentes.
Las generaciones más jóvenes, en su mayoría, ignorarán el significado que encierra esta bella y musical expresión, que nos trae a la memoria los más tiernos y queridos recuerdos de nuestra infancia, cuando la familia, los vecinos, los amigos, la buena gente de entonces, se reunía en torno a la lumbre baja de la chimenea o del brasero, que en aquel entonces poseían todas las casas en la principal pieza de la casa: la cocina.
Y lo hacían con motivo de la matanza, de la fiesta del lugar o por cualquier otro motivo que supusiera la juntanza de los elementos de la familia y de los vecinos, incluidos los más pequeños, para disfrutar de los relatos de los padres, de los abuelos, de los tíos y de todo aquel que fuera capaz de deleitarnos con sus historias.
Historias que versaban sobre leyendas que fueron pasando de padres a hijos, sobre hechos sucedidos en los pueblos de alrededor, a veces reales, a veces mezcla de ficción y realidad, sobre vivencias de ellos mismos en sus tiempos mozos, o simplemente para hablar de sus venturas y desventuras del quehacer diario.
Y reían, y compartían y eran felices con lo poco que tenían. Les bastaba con muy poco y como no necesitaban ni ansiaban más, disfrutaban de la vida pese a las privaciones que con frecuencia padecían.
Pero eran solidarios, eran gente de buena voluntad. Se ayudaban los unos a los otros y en los tiempos difíciles se echaban una mano entre ellos. Cuantas veces mi querida madre me lo decía, ella que siempre estaba dispuesta a ayudar a los demás.
Recordaré siempre aquellos fríos pero deliciosos inviernos en el pueblecito de Segovia donde nací, Duruelo, en la falda de Somosierra, al amor de la lumbre que alimentábamos con la leña que traíamos del monte, con la sierra nevada al fondo, y las eras cubiertas de una blanco manto, mientras la familia reunida escuchaba a mi padre y a mi tío contar sus historias y relatos que hacían la delicia de todos.
Nostalgia de tiempos pasados, nunca obsoletos ni anacrónicos, pese al paso del tiempo y que aún hoy hecho de menos. Lamento la ausencia de aquella paz y sosiego que hoy se ha convertido en un ridículo, absurdo y frenético ritmo de vida que no conduce a ninguna parte.