jueves, 25 de marzo de 2010

VAMOS A CONTAR MENTIRAS

La historia de la humanidad está plagada de errores: unos intencionados, otros por desconocimiento, falta de documentación o por precipitaciones varias, abundando, asimismo, las falsedades intencionadas, las mentiras interesadas y las invenciones inverosímiles, contribuyendo todas ellas a configurar una historia que dista mucho de la objetividad que todos desearíamos, reduciéndose a una visión subjetiva de quien se encarga de contarla – nunca mejor dicho - supeditando la verdad de los hechos narrados a los oscuros, siniestros e inconfensables intereses de quienes se encargan de relatar los hechos, en demasiadas ocasiones supuestos, o simple y llanamente, intencionadamente tergiversados.
Podríamos citar aquí innumerables casos de cómo la historia se ha falseado en aras de la supuesta dignidad de un personaje, una institución o todo un Estado, pero la lista sería tan larga, tan interminable, tan ominosa, que tendríamos que dedicar varios, prolijos y voluminosos tomos para poder plasmar tanta mentira, falsedad y desvergüenza como la historia nos depara desde el comienzo de la civilización, - y esa es otra historia -, ya que tampoco los historiadores mantienen una posición común en cuanto a los orígenes y antigüedad de la misma.
Y es que sin ser especialista en historia, ni licenciado en el tema, uno lee de vez en cuando, se informa, y siente una irrefrenable pasión por el conocimiento de los hechos, personaje y sucesos que nos precedieron y que tuvieron lugar en el pasado, y en una rápida – y por tanto incompleta – visión de la historia del hombre – y de la mujer, aclarémoslo - desfilan ante los ojos del lector, tantos supuestamente gloriosos y excelsos personajes que se ha demostrado después que no se les podía aplicar ninguno de los adjetivos, ya que en realidad se revelaron como perversos unos, crueles otros, pervertidos, fanáticos y soberbios casi todos y, en general, absolutamente nefastos, pese al aura de grandeza y otras erradas lindezas con que la historia los rodeó y rodea aún en algunos casos.
En cualquier caso, no deja de sorprenderme el hecho de que la documentación que tengamos a nuestro alcance, abarque un espacio de la historia tan reducido, y, que por lo tanto, seamos tan incapaces a veces de reconstruirla con la mayor fidelidad posible – aunque, evidentemente, esto no sería definitivo para preservar la verdad y narrar los hechos tal como sucedieron – y vernos de esta manera obligados, con demasiada frecuencia, a suponer los acontecimientos que pudieron tener lugar, a la imprecisión de las fechas y a otros datos que aparecen sumamente confusos, y me refiero, fundamentalmente, a documentos escritos que podamos manejar, estudiar y conservar y que se remontan a pocos siglos, salvo los que quedaron grabados en piedra y que afortunadamente han llegado hasta nuestros días y que nos hablan desde hace varios milenios.
En cualquier caso, en la historia reciente abundan multitud de episodios oscuros que se remontan a no muchos decenios, que siguen manteniendo la controversia y que varían en función de la fuente origen de los mismos. Sin esa cámara de televisión del Congreso de los Diputados que los golpistas del 23-F creyeron inutilizada y que sin embargo estaba grabando, jamás se hubiera podido demostrar fehacientemente que lo que ocurrió allí fue un golpe de estado en toda regla y no una broma de unos militares desalmados con ganas de juerga; hubiera sido la palabra de los congresistas y senadores contra la de los golpistas y, quizás, la historia que se desarrolló después con el proceso que tuvo lugar, hubiera tenido un desenlace diferente.
Sin lugar a dudas, la historia irrefutable, se escribe, esencialmente, con imágenes –que también se pueden trucar, claro está – y esto ha sido posible desde hace apenas un siglo. Hubiésemos visto entonces al Napoleón soberbio y dictador tan diferente a como le honran los franceses, a muchos Papas de moral distendida, y de reputada crueldad, en lugar de a los santos que ahora veneran en los altares, o a la famosa Armada Invencible dirigida por mandos inexpertos, en lugar de aquello que siempre nos contaron en cuanto a que había sido vencida por los elementos, de tantos reyes y reinas, nobles y virtuosos/as, que carecían por completo de semejantes virtudes, y, como no, de tantos políticos honrados, enfangados hasta el cuello de soberbia, crueldad y corrupción a manos llenas.
En el futuro, cuando corresponda narrar la historia presente, los ciudadanos disfrutarán de una documentación audiovisual exhaustiva como nunca hemos podido disfrutar las generaciones actuales. Tendrán a su alcance una visión que debería de ser plenamente objetiva de nuestra civilización. Me gustaría vivir entonces en un mundo paralelo para poder contemplar los hechos narrados. Seguro que tendría que intervenir más de una vez para desdecir a los historiadores de la época.

viernes, 12 de marzo de 2010

SEMBLANZA ÚLTIMA DE UN HOMBRE DE CASTILLA

Nos ha dejado Miguel Delibes y sin él han quedado desiertos y tristes sus campos de Castilla, su Valladolid natal, las llanuras de la Tierra de Campos, los Montes Torozos, la tierra de pinares, el Pisuerga, el Duero, sus gentes, sus libros, la escopetilla que de niño le pedía a su padre cuando iban de caza, una de sus grandes pasiones, su bicicleta, y aunque hace ya tiempo sin ella, su adorada esposa, sin la cual, dijo, tanto le costaba seguir adelante.
Un hombre bueno, un escritor para la eternidad, una persona querida y admirada por cuantos le conocen y han tenido el inestimable placer e inmenso honor de disfrutar de sus maravillosos relatos llenos de personajes de la tierra profundamente humanos, sensibles y auténticos como lo es su literatura, abierta a todo el mundo a todos los lectores y sensibilidades, directa, clara, amena y con una capacidad crítica y de denuncia siempre en defensa de los desheredados, que le hacen merecedor de los más sinceros y merecidos elogios.
Con él comenzamos una gran mayoría de españoles a amar la literatura, la pasión por la lectura, el amor por los libros y la cultura, nos descubrió con toda su crudeza el mundo rural de una Castilla donde nos encontrábamos y que nos sirvió de espejo ante el cual veíamos reflejados con sorpresa y asombro el mundo en el que vivíamos, la realidad cercana, y lo hizo en novelas tan celebradas como las ratas, los santos inocentes, el disputado voto del Sr. Cayo y otros que podríamos citar.
Trazó en sus obras de forma magistral las contradicciones de la sociedad en la que vivía, otras contienen un fondo filosófico y crítico, otras existencialista, siempre vital próximo, y así nos encontramos con la sombra del ciprés es alargada, cinco horas con Mario, la hoja roja, el camino, de sus grandes aficiones como diario de un cazador, históricas como el hereje y tantas otras que configuran una obra extensa, prolífica y siempre con el aliciente de su directa y entrañable lectura asequible a todos los lectores que tuvieron la suerte de encontrarse con Delibes.
Comenzó como periodista del Norte de Castilla del que con el tiempo sería director. Tuvo problemas con la omnipresente e intransigente censura de entonces y tuvo que dimitir. Posee múltiples premios y fue nominado en varias ocasiones para el premio Nobel de literatura. Viajó por Iberoamérica y Estados Unidos, donde fue profesor visitante en la universidad de Maryland.
Los defensores de la naturaleza tienen en él a una persona que siempre se erigió en defensor de la integridad del medio y del hombre que lo habita. Su pasión por la caza y la pesca de se integran perfecta y respetuosamente con el respeto por el medio natural y el equilibrio y armonía necesarios para la conservación de la naturaleza que amaba profundamente y que en tantas ocasiones retrata y tan presente está en su obra.
Siempre quise dedicarle unas líneas a Miguel Delibes. Le admiro profundamente, le estoy agradecido de corazón y le deseo lo mejor en éste su último, y estoy seguro, su desde hace ya tiempo ansiado viaje. He tenido la suerte de leer todos sus libros. Su lectura me ha proporcionado siempre alegría, paz, y una agradable sensación de proximidad que me ha hecho vivir más intensamente la hermosa sensación que proporciona el amor por la lectura.

viernes, 5 de marzo de 2010

LA VUELTA AL RUEDO DE ESPERANZA

No lo puede evitar, y es que ella es así de impulsiva, exaltada, fogosa y siempre mediática, alguien a quien le gusta destacar, sobresalir y figurar, que se esté hablando de ella continuamente, aunque sea peyorativamente, con su sí pero no, con el por qué no o por qué sí, de vez en cuando con el depende, según o vaya usted a saber. Doña relativa parece según esto, pero doña absoluta cuando se trata de imponer sus criterios y de dejar clara y rotundamente quién manda en sus dominios..
Con su eterna sonrisa y su capacidad camaleónica para desenvolverse en cualquier ambiente, no deja títere con cabeza cuando la ocasión lo requiere, según ella, claro, improperios varios incluidos, para después, rematar la faena con quiebros y requiebros que descolocan al más pintado y todo ello sin inmutarse ni despeinarse lo más mínimo, aunque se trate de salir por la panza de un helicóptero que, en pleno vuelo, después de despegar precisamente de una plaza de toros, se desploma estrepitosamente en el suelo, permitiéndose incluso echar una manita a los compañeros del tremendo susto que ella parece llevar como si de una faena política más se tratara.
La penúltima faena tuvo lugar cuando calificó a – todos nos imaginamos a quién se refería, aunque ella no lo admita – un compañero de partido con uno de los peores calificativos con los que se puede obsequiar a un ciudadano español, cuando se acuerdan de su madre en los términos que ella lo hizo. Con su habitual sonrisa y su mano izquierda – con perdón - señaló al primero que se le pasó por la mente, sabiendo que, de todas formas, nadie la iba a creer.
Y la última, la más inesperada de sus imprevisibles salidas de tono que siempre parece tener controladas, tiene que ver con el mundo de los toros, con la tan traída y llevada y siempre mal llamada fiesta nacional, con una tradición que unos defienden – nunca peor dicho - a capa y espada, como un valor nacional, como un espectáculo con categoría de arte – con perdón por el improperio - .
Para otros, no es más que una demostración más de la barbarie, el mal, gusto, la ordinariez, y la vulgaridad de un sector de la ciudadanía española que sigue anclado en el pasado y con unos valores tales que adjudican el calificativo de arte al espectáculo de dolor y sangre vertida por un animal en una demostración de maltrato y tortura aplaudida por los espectadores que se encuentran en un recinto cerrado, al lado posiblemente de un museo, una hermosa catedral o una biblioteca, templos todos ellos de la belleza, la sensibilidad y la cultura, que contrastan con la demostración de la incultura más profunda que supone el mantenimiento de un espectáculo basado en la crueldad y la violencia.
En el último de sus imprevisibles y vertiginosos arranques, la inefable Esperanza ha declarado “Bien de Interés Cultural” – con mayúsculas – las corridas de toros, para que así queden al mismo nivel que los museos, los teatros, las bibliotecas, etc., argumentando su soberana decisión con los razonamientos siguientes: los toros son una tradición, refrendada además por los testimonios de Goya, Hemingway y otros conocidos personajes de las artes, como reflejaron la crueldad de las guerras, la barbarie de la violencia y el dolor de las miserias humanas en sus cuadros y en sus escritos, y no por ello la guerra, la violencia y la miseria son respetables hasta el punto de declararlas bien cultural.
En cuanto al respeto a la tradición, tradiciones mantenemos en este País, muchas de ellas basadas precisamente en los toros, que nos hacen retroceder en el tiempo a un estado de violencia y primitivismo que no corresponde a una sociedad del siglo XXI.
Menos tradiciones patrias y más cultura. En lugar de declarar bien cultural la denostada fiesta de los toros, propongo una ley de defensa de los animales en general, para que el maltrato sea constitutivo de delito y los proteja contra los energúmenos que no sienten el menor respeto por unos seres que sufren a causa de la violencia desatada contra ellos.
Dé la vuelta al ruedo, Sra. Aguirre, cuando haya solucionado los múltiples problemas que encuentran los ciudadanos a la hora de acceder a una vivienda, a la sanidad, a un trabajo digno, a la ley de dependencia, que miles de madrileños llevan años demandando.
Mientras tanto, recuerde que la tortura de un animal, nada tiene que ver con la cultura y sí con la crueldad.

jueves, 4 de marzo de 2010

PARA LA LIBERTAD

Cien años tendría hoy Miguel Hernández, poeta, nacido en Orihuela, cuyos versos siguen hoy, y para siempre, recordándonos al escritor del compromiso social y político de su tiempo, dotado de una exquisita y profunda sensibilidad, entregado al pueblo y a su causa, a la denuncia de los oprimidos y desheredados de la tierra: “no vayas a ser esclava con todos tus olivares”, le recordaba a la tierra andaluza, como lloraba a su amigo Ramón Sijé en una de las más hondas y sentidas odas que se han escrito jamás, como cantaba a su hijo recién nacido en la bellísima “nanas de la cebolla” o como en “para la libertad”, convertía en un delirante y hermoso himno el más anhelante y elemental de los deseos y aspiraciones del ser humano.
Autodidacta, pronto destacó pos sus aficiones literarias. Sus primeras composiciones estuvieron profundamente influidas por algunos clásicos, con un estilo muy recargado, que fue evolunionando poco a poco, sobre todo con motivo de su traslado a Madrid, donde conoció a los poetas más importantes de su época como Machado, Lorca, Aleixandre, Rubén Darío y Neruda.
En esos momentos y con el triunfo del Frente Popular, sus versos adquieren un destacado signo social, que le hace afrontar un compromiso beligerante de defensa de los más débiles y denuncia de las injusticias que asolaban a un país que se encontraba en una trágica encrucijada que desembocaría en unas tremendas consecuencias para el futuro de España y de Miguel Hernández, que, encarcelado, murió a los treinta y dos años en plena producción literaria.
Dotado de una generosa vitalidad, una vez iniciada la guerra civil, se alista en el ejército republicano y ofrece recitales a los compañeros del frente, y colabora con otros escritores de la época en varias revistas. Su poesía, vital, auténtica y dotada de una profunda sensibilidad, no está exenta de la energía suficiente como para denunciar a quienes dan la espalda a sus compañeros en el frente, y así, en “los cobardes”, grita a los cuatro vientos con una indignación que asombra y conmueve al mismo tiempo: “hombres veo que de hombres / sólo tienen, sólo gastan / el parecer y el cigarro / el pantalón y la barba”.
Escribe fundamentalmente poesía, aunque entre su obra figura también el teatro, como “el labrador de más aire”, “quién te ha visto y quién te ve”, “el torero más valiente”, por citar algunas de ellas, pero es en la poesía donde alcanza su más alto nivel literario hasta el extremo del desconocimiento por gran parte de sus lectores de la obra dramática, menos divulgada y conocida.
Al terminar la guerra civil comienza una penosa y dramática peregrinación por diversas cárceles del país. Consigue primero llegar a Portugal, pero la policía del dictador Salazar lo entrega a España donde lo encarcelan. Consigue ser liberado gracias a la intervención de Pablo Neruda para después, al ser delatado en su Orihuela natal, es detenido para a continuación comenzar un rosario de traslados de una a otra cárcel, hasta llegar a Alicante donde compartió celda con Buero Vallejo que le haría uno de los retratos más conocidos del poeta.
Enfermo, no le quisieron trasladar al hospital. Murió Miguel Hernández, el veintiocho de marzo de mil novecientos cuarenta y dos, a los treinta y dos años, con la mirada vuelta hacia la ventana, hacia la libertad que tanto amaba, con los ojos inmensamente abiertos. No se los pudieron cerrar.
Poseo un ejemplar de sus obras completas que me trajeron de Argentina y que guardo como oro en paño. Aquí las tenían prohibidas los herederos de aquellos que acabaron con su vida porque odiaban y temían la libertad, la cultura y la sensibilidad que a raudales poseía Miguel.
Para la libertad, sangro, lucho, pervivo.