jueves, 29 de julio de 2010

LA CULTURA DE LOS INCULTOS

Con la ministra hemos topado, y nada menos que con la de Cultura, que en recientes declaraciones a propósito de la medida del Parlamento Catalán de prohibir las corridas de toros, y ante la pregunta de si las corridas forman parte de la cultura, afirma clara y rotundamente, sin el menor pudor, lo siguiente: “por supuesto que son cultura, son un ritual que nos enfrenta a dilemas de las existencias muy profundas que tienen mucho sentido en pleno 2010, mucha vigencia, tras lo cual ha explicado, que “éstas se incluyen en las artes de representación de la vida”. Para echarse a llorar.
Admite no solamente que son cultura, sino que forman parte de las artes, de las bellas artes, equiparando el ritual sangriento que se lleva a cabo – se escenifica, diría ella posiblemente - en las plazas de toros, con la música, la escultura, la literatura, etc. Menos mal que nadie le ha hecho esta observación, porque en ese caso, muy probablemente hubiera salido con aquello de que este espectáculo se ha visto representado en multitud de pinturas, esculturas y otras artes, olvidando que dicha reflexión es absurda, no merece ningún comentario y se anula por sí misma, ya que un cuadro, como tal, con motivos taurinos puede ser una obra de arte, como lo puede ser una batalla entre ejércitos o una pelea brutal entre seres humanos, pero de ninguna forma lo es el motivo que representa.
El término cultura, tan manejado, ninguneado e infrautilizado hoy en día, se aplica a cualquier manifestación popular, sea cual sea su origen y procedencia. Igual se utiliza para designar al folklore popular, a la gastronomía o a las fiestas populares, que a la celebración de un descomunal botellón, al lanzamiento de una cabra desde la torre del pueblo o a la persecución, martirio y muerte de un toro por los campos de los alrededores de una población que aún se divierte con este anacronismo bárbaro y cruel.
La Sra. Ministra en cuestión, procede, precisamente, de una de las artes reconocidas como tales, que es el cine. Está claro que el hábito no hace al monje, pues si bien, allí ha destacado por su labor, en las tareas ministeriales no parece sobresalir en demasía, y así, la hemos visto metida en faena – valga el símil taurino – con el famoso canon, que defiende a capa y espada – es curioso cómo aparecen una y otra vez los términos taurinos – y que tan impopular la han hecho ante los usuarios de los soportes informáticos de grabación en particular y ante el mundo de Internet en general.
Es éste un País donde se lee poco, se habla muy alto y donde la educación suele brillar por su ausencia. Es más que nada, triste, que se mantengan aún tradiciones bárbaras y anacrónicas, como los toros, que es preciso erradicar por el bien de esa cultura que, no solamente la ministra, sino, sorprendentemente, personajes importantes sobre todo del mundo de las artes y las letras, y que causan mi asombro, se empeñan en defender alegando diferentes razones, que suelen basarse en la defensa de la tradición, en establecer comparaciones con otras costumbres, o, lo que es más injustificable en su caso, aduciendo que se trata de un arte que hay que proteger.
El arte tiene por objeto la expresión de la belleza, a través de la música, la pintura, la escultura, la arquitectura, la literatura y la danza. Les pido, que hagan un pequeño alto en la lectura de este último párrafo y vuelvan a leerlo. Después añadan a estas artes clásicas, la del toreo. Seguramente experimentarán un escalofrío estremecedor fruto del instintivo rechazo ante semejante disparate. Si es así, le felicito, ama usted el arte.

martes, 27 de julio de 2010

TIERRA DE AFGANOS

Una deliciosa, intensa y conmovedora película sobre Afganistán, me ha movido una vez más a considerar la situación de este martirizado País, el quinto más pobre del mundo, ocupado una y mil veces a lo largo de su historia, y cuya población sufre hoy, una vez más, los desastres de la guerra y de la miseria más absolutas, provocando en la población civil innumerables víctimas, causadas por los ya tristemente célebres daños colaterales que siempre acaban golpeando a los más débiles y originados por quienes se suponen están allí para protegerlos de los fanáticos integristas Talibanes, que, por su lado, siembran el odio, la muerte y la destrucción, completando así un triste  panorama para este desolado país que jamás se ha rendido ni humillado ante las constantes invasiones que han jalonado su historia.
Afganistán - Tierra de Afganos - a causa de su situación geográfica, ha sido lugar de encuentro de numerosas civilizaciones e imperios que han surcado su suelo, originando importantes rutas históricas y comerciales, como la Ruta de la Seda. Culturas como la Persa, Helena, Budista e Islámica, han influido en la actual sociedad Integrada por numerosas tribus y etnias que dificultan su estudio histórico, caracterizadas por unos rasgos comunes a todos, como son la conservación de sus tradiciones y el cultivo de la hospitalidad.
Desafortunadamente, la negativa influencia de los talibanes – los estudiantes – durante los años que gobernaron el país, contribuyó a la destrucción de la cultura en general, prohibiendo cualquier manifestación artística y cultural, con un ardor fanático tal que declararon ilegales los libros, la música, la televisión, los museos y todo aquello que supusiese un valor que pudiese enriquecer a la población.
El papel de la mujer, quedó relegado al plano más bajo que imaginarse pueda, encerrada en su casa, sin acceso al trabajo ni a la formación, empobreciendo un poco más a un país necesitado de profesionales que pudieran levantar el país con su trabajo y su preparación técnica. Encerradas en el Burka – hoy siguen igual que entonces – y reducidas a la nada, esclavizadas, sumisas y sometidas, han de salir a la calle acompañadas por una varón, sin el cual no pueden salir de casa, enclaustradas en su cárcel de tela, y observando el mundo a través de la pequeña rejilla, a modo de barrotes de la celda que permanentemente llevan a cuestas y que las humilla despojándolas de su condición de seres humanos.
La película a la que hago referencia – Buda explotó por vergüenza - y que motiva estas líneas, está genialmente dirigida por una valiente y joven mujer Afgana y es una maravillosa y a la vez terrible metáfora de la situación de la mujer en su país. Para ello, utiliza como actores a unos encantadores niños, con su protagonista Baktay, una niña de seis años que desea con todas sus fuerzas ir a la escuela. No tiene ni cuaderno ni lápiz, pero animada por su vecino, un niño como ella, y que acostumbra a recitar el alfabeto a la puerta de su cueva, decide utilizar el pintalabios de su madre como lápiz, y se las arregla para conseguir un cuaderno, comerciando por las calles y consiguiendo cambiarlo por un par de huevos que consigue en su casa, provocando todo ello que unos niños, que juegan a ser talibanes, decidan apedrearla.
Los niños de la aldea juegan a la guerra con ramas que hacen pasar por fusiles y cometas que representan cazas de combate. Pero no todo es de pega: en este juego, las piedras son de verdad. Cuando atrapan a Baktay, ya tienen a otras tres niñas encerradas en una cueva. Los motivos de esta retención, aluden los niños, se deben a que las niñas no pueden ir a la escuela, ni siquiera deben enseñar los bonitos ojos que adornan su cara. La consumación de la metáfora es demoledora y refleja la sociedad en la que viven con sus anacrónicas e injustas costumbres arraigadas en la población hacia una mujer afgana, incapaz aún hoy en día y pese a la presencia occidental, de escapar de la prisión en la que ha quedado atrapada.

lunes, 26 de julio de 2010

EL CORRALITO DEL COMANDANTE

Se acabó la diversión, llegó el comandante y mandó a parar. Y ahí siguen los ciudadanos cubanos, parados, esperando, y desesperando, hasta que Fidel y compañía, amos del corralito cubano, decidan dejar libre a ese pueblo secuestrado, para que puedan tomar el rumbo que elijan, porque desde entonces, desde hace cincuenta y siete años, Fidel y los suyos, después de derrocar al dictador Batista, le tomaron el gusto al poder y en lugar de trasladárselo a los ciudadanos, legítimos propietarios del mismo, se aferraron a él con uñas y dientes y comenzaron una revolución que ha convertido la hermosa Cuba en una dictadura más, que junto con las de Corea del norte y China, son los últimos vestigios del despotismo y la tiranía que aún quedan en el Planeta.
Sigue, no obstante, despertando simpatías la situación del gobierno y el pueblo cubano, resistiendo los embates del imperialismo americano y del resto del mundo que no comulga con sus ideas. Pero esta opinión, cada día más minoritaria, no es sino un espejismo, un sentimiento nostálgico con tintes heroico-románticos, que no responden ni por asomo a una dura realidad que viven los once millones de cubanos, privados, a estas alturas del siglo XXI, de las libertades más elementales y sufriendo una penuria económica objetiva, que provoca un sufrimiento a la población que queda muy lejos del apasionamiento sensiblero que desde aquí podamos sentir por los supuestos héroes revolucionarios que luchan contra los enemigos de la patria, como siguen proclamando los voceros revolucionarios que con mano de hierro no permiten que nada se mueva en Cuba sin su permiso.
Y no dan permiso, por supuesto, pese a que acaban de excarcelar a unas decenas de presos políticos, como gesto de buena voluntad, porque así lo han decidido graciosamente ellos, los dueños de la patria, como regalo a la iglesia cubana, a la Comunidad Europea y a España, y lo han hecho con una altivez insultante, como un intercambio para tratar de aliviar un poco las escasas medidas restrictivas que Europa ha tomado desde hace tiempo, olvidando que mantienen secuestrado al resto de la población cubana encerrados en ese corralito donde solo entran y salen los que ellos se dignen permitir en función de sus oscuros intereses.
España siempre ha mantenido una tradicional relación muy especial con Cuba, que hoy en día resulta absurda y anacrónica, difícil de justificar e imposible de entender, sobre todo contemplando cómo pasan los años y todo sigue igual, cómo Fidel vuelve a salir a la palestra con su revolucionario uniforme verde olivo, símbolo donde los haya, de que aquí nada ha cambiado ni va a cambiar y donde los discursos siguen siendo los mismos que los de hace más de medio siglo.
Leo en un periódico de ámbito nacional un artículo de un conocido escritor sudamericano, en el que analizando la relación del gobierno español con el cubano, extrae la conclusión de que dicha actitud, no es sino un involuntario y lejano reflejo, nostálgico y cuasi culpable del pasado socialismo más o menos puro y duro, que mantuvieron ellos en un pasado remoto, muy alejado del liberalismo social y económico que practican hoy.
En cualquier caso, la dictadura cubana es un anacronismo que nadie debería aplaudir. Yo lo hice en su momento. Ha pasado mucho tiempo y todo sigue igual. Las revoluciones aún tienen cabida hoy en otros muchos campos, pero sean cuales fueren, nunca a costa de la privación de las libertades y de la imposición y la tiranía que unos cuantos ejercen sobre los demás.

jueves, 15 de julio de 2010

LA CATARSIS NACIONAL

La Real Academia Española de la Lengua, define catarsis como la purificación, liberación o transformación interior suscitados por una experiencia vital profunda, es decir, el sentimiento experimentado por la mayoría de la población de este país durante lo que llevamos de este intenso y caluroso verano, que nos está deparando una suerte de vivas y profundas emociones, de dispares naturalezas y con desenlaces de índole dispar, que harán de este estío, no uno más de nuestra existencia, sino aquel que recordaremos con intensidad y vehemente pasión, sin duda durante mucho tiempo.
Comenzamos con una crisis con la que un día nos despertamos, como si lo hiciéramos después de un mal sueño. Con incredulidad, de la noche a la mañana nos encontramos con que éramos más pobres, más insolventes, más desdichados, en suma, que las facturas estaban sin pagar, que las cuentas no cuadraban, que la culpa, claro está, era nuestra, o al menos eso creían ellos, los culpables, y por lo tanto debíamos saldar los débitos y ponernos al día con ese papá-estado, al cual nos debemos, nunca mejor dicho, y al que de vez en cuando, obligados nos vemos a rendirle pleitesía.
Y comenzaron de inmediato. Congelaron las pensiones, bajaron el sueldo de los funcionarios – pese a todos sus privilegios, la verdad es que les han dado un grandísimo palo, las cosas como son - , anularon multitud de conquistas sociales - aquellas que nunca se tocarían - eliminaron la consecución de numerosas infraestructuras de todo tipo y el comienzo de otras muchas pendientes de comenzar, subieron el iva, y con ello todos los productos de consumo, y, ahora, estamos esperando que nos suban la luz, el teléfono, la gasolina y tantas otras subidas de las que nos tendremos que hacer cargo, y por último, como penúltima medida disuasoria ciudadana – al paso que va esto, nos obligarán a dimitir como ciudadanos – han decidido que nos jubilemos a los setenta años con el objeto de exprimirnos al máximo, completando así un panorama desolador.
Pero he aquí que llega la Roja, providencial en estos momentos de desasosiego, y como si obrara a impulsos de los oscuros intereses de antaño, cuando nos ponían los goles de la Selección Española, obra el milagro de unir como una piña a una sociedad desalentada y deprimida, para así transformarla en otra optimista y animada, que saca las banderas a la calle, que exhibe su entusiasmo sin rubor y que se siente solidaria y encantada de pertenecer a un País, cuyos deportistas - que se van a embolsar, no lo olvidemos, cien millones de las antiguas pesetas en un mes, cifra que ni un maestro de escuela gana en un año – han logrado la catarsis colectiva de un País a base de meter goles – su mérito tiene, qué duda cabe – logrando así, durante ese período de tiempo, cambiar el estado de shock en el que vivíamos, por la inquietud permanente del pase a la siguiente fase del mundial de fútbol, que para felicidad, tanto de gobierno – dicen que hasta puede subir el Pib - como de gobernados, finalmente se consiguió, y, con ello, el orgullo, la satisfacción y el honor patrios elevados al máximo nivel.
Y a todo esto, con un País enfervorizado, envalentonado, envuelto y arropado en la enseña nacional y a punto de jugar la final del campeonato, los nacionalistas catalanes, deciden airear la suya, pero más, mucho más grande – veremos, con perdón, si definitivamente importa o no el tamaño – y la pasean por el Paseo de Gracia Barcelonés, al grito de somos una nación – Los Segovianos somos una nación, y en su momento pretendimos independizarnos, pero nos lo pensamos mejor después de estudiar pros y contras y decidimos dejarlo ya que nadie nos va a quitar ni el soberbio acueducto, ni la sabrosa gastronomía, ni la hermosa catedral, ni nuestros pueblos, nuestros campos, nuestras gestes, ni nuestra natural condición de castellanos, añadiendo a todo esto, que estamos dispuestos a compartirlo con quienes quieran disfrutarlo- . Al día siguiente, España se proclamó campeona del mundo, arruinándoles, sin duda, su bonita manifestación.
Es inevitable que llegue el día después. Y así ha sido como no podía ser de otra manera. Lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible –fue un torero de los de antaño el autor de semejante perogrullada – pero ahora todo parece más suavizado, más llevadero, menos insoportable. La fe, dicen que obra milagros, pero son los hechos los que dictan sentencia. En este caso estos últimos han confirmado a aquella y quizás por eso reina la satisfacción y el desánimo cede su lugar a la esperanza al pensar, que al menos por una vez, nuestros deseos se han visto satisfechos al contemplar como las cosas, al menos por una vez hayan salido bien aunque nos sean ajenas.
Defender la alegría como una bandera / defenderla del rayo y la melancolía / de los ingenuos y de los canallas / de la retórica y los paros cardíacos / de las endemias y las academias – Mario Benedetti -.

jueves, 1 de julio de 2010

EL EVANGELIO SEGÚN FACEBOOK

No me lo puedo creer, pero acabo de leerlo, precisamente en un medio que utiliza las modernas tecnologías para divulgar las noticias: La inefable Iglesia Católica, se propone utilizar las redes sociales para difundir su imagen, espantosamente deteriorada a lo largo de estos dos mil años, en los que no ha dejado títere con cabeza a la hora de sentar cátedra cuando de nuevos hallazgos científicos se trataba, dejando bien claro que ella y sólo ella estaba en posesión de la verdad.
Desde Galileo hasta hoy, innumerables ilustres personajes se han visto represaliados por una institución fanática e integrista con una férrea disposición a negar todo cuanto no estuviera dictado, regulado y controlado por ella. Sólo al cabo de los siglos se ha visto obligada a reconocer sus múltiples errores que la han dejado en evidencia de una forma continuada, debido a que el método científico ha demostrado con una objetividad fuera de toda duda, que la fe no basta por sí sola, ni puede para explicar los fenómenos tanto físicos como naturales que rigen nuestro mundo.
Aún hoy, en pleno siglo XXI, persiste en una actitud hermética y anacrónica, absurdamente alejada de una realidad que la va dejando al margen, de una forma cada vez más evidente, de una sociedad que funciona a un ritmo muy diferente, logrando con ello distanciarse cada vez más, incluso de sus seguidores, que ven con asombro cómo toma decisiones cada vez más alejadas del mundo actual, en una continua deriva hacia atrás, incapaz de ponerse al día acorde con un ritmo social que los sobrepasa y los margina y ante el que mantienen una actitud que sorprende a propios y extraños.
Cualquiera que haya leído la noticia de la que me hago eco en estas líneas, podría deducir que, de la noche a la mañana, la Iglesia Católica ha dado un giro de trescientos sesenta grados, y ha decidió ponerse las pilas al proponerse la utilización de los modernos medios tecnológicos con vistas a difundir su mensaje a través de las redes sociales, como son facebook, twitter, MySpace, blogs, Wikis, etc.
Nada más alejado de la realidad. Una institución, tan anclada en el pasado, con un siniestro historial plagado de sombras y de una intolerancia que ha generado una violencia atroz a lo largo de dos milenios, no cambia de la noche a la mañana. Simplemente se ven en la necesidad de seguir difundiendo el mismo discurso de siempre, pero recurriendo a los modernos medios tecnológicos, ya que por los métodos tradicionales de siempre están comprobando que sus fieles se reducen a ojos vista y a ritmos tan preocupantes que se ven obligados a intentarlo por otros medios que les garanticen su continuidad.
Y es que a lo largo de estos dos mil años, han montado la farsa más grande que jamás contemplara la historia de la humanidad. Partiendo de un personaje, Jesús, que pudo haber existido, pero que ni siquiera los anales de la época reflejan, han inventado un Dios, una Trinidad, que ni ellos entienden y una Virgen – no tuvieron más remedio, pero teniendo en cuenta la aversión de la Iglesia hacia las mujeres, pues oiga, sorprende – y con este tinglado y contando con la ignorancia y el miedo existencial de los fácilmente fanatizables, nos encontramos con una institución que llegó a tener un poder inmenso, por supuesto, mucho más terrenal que divino, con un potencial económico astronómico y que, desafortunadamente , todavía mantienen con una gran capacidad de influir en todos los órdenes en el mundo actual.
No son lo que fueron, a Dios gracias – ahí queda la espantosa Inquisición, la vergonzante actitud de los primeros Papas y los millones de muertos habidos en las numerosas guerras de religión, siempre en nombre de su Dios – pero su capacidad de convicción integrista y fanática, aún es considerable.
No obstante, si deciden intentar esta nueva vía evangélica, lo tienen harto complicado. La inmensa mayoría de sus potenciales clientes, a través de las redes sociales, son jóvenes, que en absoluto les interesa el mensaje de una Iglesia Católica que se ha empeñado en desprestigiarse día sí y día también, y que precisamente estos modernos medios se encargan de difundir, por lo que no va a encontrar más que rechazo y una respuesta que en nada va a ser de su agrado.
Quien siembra vientos, recoge tempestades.