lunes, 11 de octubre de 2010

LA ALTERNATIVA AL DESENCANTO

Difíciles tiempos estos en los que a las graves consecuencias de la crisis económica, se unen las inciertas perspectivas de un panorama político oscuro, vacilante e impreciso, con tintes de una provisionalidad que se adivina y se palpa en el ambiente nacional pero que no se traduce en unas actitudes que pudieran indicar un cambio de dirección, una reflexión sobre la base de los destrozos habidos y por haber en la economía y que como siempre han pagado los sectores más débiles, cuyo control no exige de complicadas y arriesgadas negociaciones y cuya única arma, la huelga general, apenas se ha tenido en cuenta a la hora de rectificar unas traumáticas decisiones ya tomadas y que ya advirtieron que no se iban a modificar.
Panorama desolador el que se nos presenta, con un gobierno atenazado y encerrado en sí mismo, incapaz de remodelación alguna que demuestre una intención de mejorar una situación ya de por sí muy degradada o que muestre una actitud conciliadora y dialogante con quienes más sufren las consecuencias de este desastre económico o, simplemente, aportando soluciones que descargasen todo el peso de las terribles medidas en las espaldas de los trabajadores y las repartiesen de una forma lo más equitativa posible con otros sectores que sí han tenido responsabilidad en cuanto está sucediendo y que no han cargado con el peso de las medidas tomadas, que, en justicia, deberían haber asumido.
La impopularidad del gobierno actual, su grado de capacidad para desencantar a sus bases y su rechazo general, es un obstáculo insalvable y que no va a cambiar, salvo que tomen medidas radicales tendentes a mejorar un estado de indignación generalizado que se hace más insoportable cada día y que no presenta perspectivas de de cambio alguno que pudiera traer un rayo de esperanza a tanto desatino.
Ante esta situación, volvemos la vista hacia la posible alternativa política que pudiera tomar las riendas del País y tratar de mejorar un panorama que, sin duda, tiene un estrecho margen de maniobra. Aún así, abrir la ventana para que entre un poco de aire fresco y renovado, es una actitud lógica y razonable que muchos se plantean y desean con la esperanza de que algo cambie, con el ánimo dispuesto a creer que algo puede mejorar por el hecho de que los que deben tomar las decisiones y manejar el timón son nuevos en la plaza y nuevas, por lo tanto, las medidas a tomar por los mismos, así como las esperanzas depositadas en ellos.
Pero el paisaje que podemos divisar a través de las noticias que de la oposición tenemos, es desolador. Un partido cada vez más derechizado, más intransigente y menos dialogante es lo que tenemos en el panorama de un País que no da para más en el plano político. Unos dirigentes con un poder de atracción mínimo, con un discurso que a veces se aproxima al catastrofismo más intransigente y reaccionario, que suele ir de la mano del fanatismo y el integrismo más obsoleto que practica una iglesia católica, de por sí ya bastante desprestigiada, y ante actitudes cada vez más intolerantes y derechistas que no hacen sino desautorizar más aún a una oposición que ha elegido en este caso un mal compañero de viaje que no hará sino poner más obstáculos a una puesta al día modernizadora de un partido que cada vez es más extremo en sus comportamientos, sus actitudes y su discurso belicoso y tremendista que a nada positivo conduce.
Qué queda entonces para quienes no comulgamos con uno porque nos ha defraudado, y al que no podemos respaldar ni aún con ese famoso y tan socorrido voto útil, y del que poco podemos esperar ya, y que mucho menos aún, daríamos la confianza a una oposición que rechazamos de plano por practicar una política que cada vez se aproxima más a una extrema derecha que se caracteriza por una intolerancia y una intransigencia que cada vez le alejan más de una derecha europea moderna y democrática.
No hay tercera vía. Todo está atado y bien atado. Sólo nos queda la frustración, la indignación y la desesperanza. No hay pues, alternativa al desencanto. Sólo una huída hacia adelante o echarnos al monte liándonos de paso una manta a la cabeza para amortiguar nuestro hastío e indiferencia más absolutos.
No es la solución ni constituye amenaza alguna. Pero es mi derecho y a él me acojo.

miércoles, 6 de octubre de 2010

POR QUÉ NOS GRITAN TANTO

Desde el momento en que nacemos, nuestros tiernos oídos se acostumbran ya a los gritos que nuestros padres, familiares y vecinos nos dedican para alabarnos – cuando es bien sabido que recién nacido no hay niño/niña mono/mona, más bien esto último – para dedicarnos los más tiernos piropos, y así, a medida que vamos creciendo, van sumándose también los admiradores que maltratan nuestro órgano auditivo, acompañados de toques, pellizcos y otros signos externos de admiración, que aguantamos como buenamente podemos.
Nos gritan los profesores en el colegio, los cuidadores en el comedor, los compañeros en los juegos y los padres de nuevo al volver a casa. Nos grita nuestra madre porque vamos hechos unos zorros, porque nos hemos manchado, porque no hacemos caso, porque salimos tarde para el cole, porque tardamos en regresar, como lo harán más adelante cuando empecemos a salir y nos retrasamos al no respetar la hora acordada, porque vamos con malas compañías, porque no estudiamos, porque no comemos o comemos demasiado. Siempre nos están gritando.
Nos levantan la voz en el trabajo – en tiempos pretéritos, el empresario acostumbraba a dirigirse a voces al trabajador, a llamarle la atención sin respeto alguno, pues lo consideraban algo así como una posesión suya, lo cual no era sino puro maltrato, que hoy se ha suavizado ya que existen otros métodos más sutiles de relacionarse con los proletarios – nos levanta la voz la chica con la que salimos, los abuelos porque no vamos a verlos, los energúmenos que al utilizar el móvil hablan a voz en grito en el autobús, en la calle, en el trabajo, en la panadería, en cualquier sitio.
Y después de una vida de tantos decibelios soportados, se va acercando ya el descanso definitivo a tanto desenfreno sonoro, y nos gritan entonces porque no oímos, porque nuestros ancianos y cansados oídos han decidido tomarse un respiro definitivo, y entonces, cuando llega el último, definitivo y supremo instante, nos gritarán también, para comprobar que, efectivamente, nos hemos ido al otro barrio, donde cabe esperar que todo se desarrollará en el mayor de los anhelados silencios.
Un caso especial que nos afecta a todos y que merece la pena analizar es el de los políticos. Levantan la voz como posesos, cual personas mal educadas convencidas de que pueden dirigirse así a un auditorio que les pertenece por derecho propio, porque a ellos les van a hacer el favor y sacar las castañas del fuego – aunque es evidente que es al revés - porque cuanto mayor volumen empleen, consideran, ingenuos ellos, que sus oyentes pensarán que están más cargados de razón que un santo – nunca he entendido esta expresión que de sabia nada tiene – cuando en realidad, los vemos y percibimos como engreídos cantamañanas, que, en definitiva, se apoyan en el grito para enmascarar su falta de convicción.
Son así la mayoría, y quiero pensar que no es un comportamiento exclusivo y característico de los políticos que campan por estos lares, ya que aunque no es moneda común en Europa, pues los hay que son comedidos que no siguen estos comportamientos, la verdad es que generalmente suelen observar las mismas actitudes por doquier, con lo que, aunque esto no debe servir para quedarnos más tranquilos, al menos podemos afirmar que los nuestros no son los únicos en desarrollar unos hábitos que son detestables por partida doble, ya que además de personas privadas, son personajes públicos que se dirigen a la sociedad a la que quieren convencer a voces.
Me recuerdan en ocasiones a los caudillos bolivarianos y a tantos otros que abundan no sólo en América Latina sino en otros rincones del Planeta agrediendo y golpeando los cinco sentidos de quienes tienen la osadía de escucharles, que no ya de oírles, pues esto último es absolutamente inevitable ante el torrente de voz amplificado decenas de veces por la megafonía.
Imagino que lo hacen porque es la mejor manera de atraer al personal, de mantenerlo subyugado, con esos cambios de timbre y de intensidad en la entonación, terminando las frases en un in crescendo que enerva y entusiasma al auditorio que ruge de emoción y de una desmedida pasión hacia el líder de masas que disfruta contemplando cómo se le entrega una audiencia cautivada por sus dotes de orador, aunque no diga nada, aunque su vacuo y vano discurso esté vacío de contenido y hayan sido más los ruidos que las nueces.
Las palabras de los profetas / están escritas en las paredes de los metros / y de las chabolas / y susurradas en el sonido del silencio. (Simon & Garfunkel – los sonidos del silencio).

viernes, 1 de octubre de 2010

SEGOVIA ES INVENCIBLE

Lo tenemos todo, absolutamente todo para ganar en esta competición, que lo es, aunque queramos disfrazarla con múltiples términos, adjetivos, epítetos y metáforas con el fin de minorar, suavizar y dulcificar esta lucha fratricida entre las seis ciudades que han quedado finalistas para representar a España como Capital Europea de la Cultura.
Burgos, Córdoba, Las Palmas, San Sebastián, Zaragoza y nuestra milenaria y hermosa ciudad, serán las que opten a esa distinción que situará a Segovia en el lugar que le corresponde en Europa y en el mundo como una joya a descubrir por millones de personas que quedarán extasiados ante la contemplación de una bellísima ciudad con una historia singular que se remonta a tres mil años de antigüedad, cuando, según la tradición, Hércules el Egipcio la fundó en el año 1.076 antes de Cristo.
Celtas, Visigodos, Romanos y Musulmanes, dejaron su huella indeleble en estos lares que legaron a la posteridad y que afortunadamente las generaciones que les sucedieron quisieron primero, y supieron después, conservar intactas hasta nuestros tiempos.
Recogemos el testigo ahora, en el siglo XXI, cuando la modernidad con sus medios tecnológicos nos permite abrir una ventana al mundo a través de la cual millones de Europeos pueden contemplar con gozo una ciudad pletórica de arte, cultura y belleza, y con una gastronomía insuperable, que nos ha hecha famosos allende las fronteras. No obstante, no debería bastarnos ni fiarlo todo a la utilización de estos medios para darnos a conocer donde aún no tengan noticias nuestras
Es nuestra obligación intercambiar información directa con ellos, hacerles venir, en definitiva, con el objeto de que recorran nuestras calles, se maravillen ante la contemplación de nuestro grandioso Acueducto, único en el mundo – incomparable, nada que ver con otros acueductos romanos que sin embargo son más conocidos - y del que no me canso de repetir que no se ha divulgado lo suficiente su impresionante imagen, nuestra hermosísima catedral, el espléndido y fastuoso Alcázar, lleno de historia, las bellísimas iglesias, conventos, monasterios, judería, museos, palacios.
Y su deliciosa gastronomía, envidia de quienes viven pensando más en el culto hacia el cuerpo que en el cuidado del alma, la cual, con semejantes manjares como aquí se disfrutan, degustan y paladean, logra el milagro de que su poseedor eleve los ojos al cielo dándole gracias por tan deliciosos y terrenales placeres. No tengo más remedio que, al igual que reivindico una mayor difusión del Acueducto, en esta sección tengo que hacerlo, y en la misma forma, en favor de un maravilloso, dulcísimo y genial postre, muy poco conocido en el resto de nuestro País y que no es otro que el insuperable Ponche Segoviano.
No puedo ni debo obviar las maravillas del resto de las ciudades que compiten con Segovia. Burgos, con su impresionante Catedral, el hermoso monasterio de las Huelgas, la Cartuja de Miraflores, iglesias, palacios y conventos. Córdoba y la Mezquita, todo es uno, maravilla de maravillas, Medina Azahara, la Judería. La Basílica del Zaragoza, La Seo, el palacio de la Aljafería. San Sebastián, Donosti, frente al mar, la bahía de la Concha, la catedral del Buen Pastor, el monte Igueldo y, cómo no, su poderosa gastronomía. El encanto de Las Palmas, donde el mar lo domina todo, con sus bellas playas y su casco antiguo.
Segovia es un cúmulo de todas las demás ciudades, lo resume todo, no le falta nada, salvo quizás, el mar y lo pongo en duda, porque tampoco carecemos de él a escala reducida, ya que tenemos la fortuna de ser regados por dos ríos, el Eresma y el Clamores. No podemos perder, Segovia puede y debe ganar en esta dura pero limpia, culta y reñida competición. Sería un honor y una agradable satisfacción representar a España compitiendo con el resto de las ciudades europeas. Esto ya sería importante, pero podemos llegar más lejos.
D. Antonio Machado, uno de los ilustres huéspedes que como profesor tuvimos el honor de albergar en nuestra ciudad, cantó en un verso que quedó grabado en una piedra de granito al pie del Alcázar:
En Segovia, una tarde, de paseo por la Alameda que el Eresma baña, para leer mi biblia eché mano al estuche de las gafas en busca de ese andamio de mis ojos, mi volado balcón de la mirada.