lunes, 24 de junio de 2013

LOS ARBOTANTES DEL ACUEDUCTO

Gracias al interés y a la dedicación de un profesor de historia del arte medieval de la universidad de Girona, Gerardo Boto, especializado en el análisis de la plástica románica, se ha podido establecer, que el hermoso claustro románico hallado en la finca Mas del Vent de esa ciudad catalana, no se trata de una falsificación, de una imitación, de un falso histórico, como aseguraban tajantemente los técnicos de la Generalitat Catalana cuando afirmaban que las galerías de estilo románico eran una simple recreación actual con algunos elementos del siglo XII.
Este profesor, ha podido determinar que cada uno de sus sillares, en perfecto estado de conservación, proceden del claustro de la catedral vieja de Salamanca, derruida a causa del terremoto de Lisboa de 1755. Afortunadamente el Cabildo Catedralicio decidió desmontar los pilares y cada uno de los sillares, dado su excelente estado de conservación, con el objeto de montarlos posteriormente, lo cual resulta absolutamente loable y sumamente de agradecer a aquellas gentes que tomaron semejante decisión, si tenemos en cuenta que nos encontrábamos en el siglo XVIII.
En 1785 se decidió reconstruir el claustro de la catedral, pero dadas las preferencias de entonces, se llevó a cabo en el estilo Neoclásico que imperaba en el momento, por lo que se tomó la decisión de numerar y almacenar los elementos del antiguo claustro románico con la intención de venderlos. Posteriormente acabaron en Madrid en 1931, en Ciudad Lineal, para finalmente ser adquiridas por un alemán que las instaló definitivamente en su finca de Mas del Vent de Girona, acabando un periplo que comenzó ocho siglos atrás.
Me congratulo sinceramente por el hecho de tener la certeza de que estos valiosísimos restos que conforman un claustro casi completo, son auténticos y no una vulgar imitación como aseguraban los técnicos de la Generalitat Catalana. Acuden a mi mente los recuerdos de la ingente cantidad de edificios históricos, de pequeño tamaño como tantas preciosas ermitas, iglesias y otras reliquias del pasado, que han sido abandonadas a su suerte, vendidas por inaprensivos sin escrúpulos, olvidadas o desvalijadas, tanto en Castilla, donde resulta descorazonador la pérdida de un numeroso patrimonio, como en otros lugares de España, reflejando de esta manera un penoso interés por la cultura por parte de quienes tenían la obligación de defender a toda costa el legado de nuestros antepasados.
En lugar de mostrar una honda preocupación por la recuperación y mantenimiento del rico patrimonio histórico de este País y de dedicar ímprobos esfuerzos y medios económicos para este fin, en los últimos años se han llevado a cabo faraónicas obras pretendidamente culturales, como tantas ciudades de la cultura, ciudades de las ciencias y las letras y  centros de arte que han supuesto unas colosales inversiones que no han repercutido en los ciudadanos a quienes deberían ir dirigidos, bien porque han quedado inacabadas, o porque han supuesto un sonoro fracaso, como es el caso de la ciudad donde vivo, cuyo gigantesco centro de arte, de majestuoso diseño y que ha supuesto unos gastos monumentales e inasumibles para una ciudad de dimensiones contenidas, siempre está vacío, cuando el anterior sobre el que se edificó el actual, mucho más pequeño, pero más que suficiente siempre tenía visitantes. Baste decir que la anterior casa de la cultura, cabía en el vestíbulo del impresionante Centro de Arte actual.
Durante muchos años, sobre todo en mi tiempo de estudiante, he tenido la fortuna de visitar Segovia con suma asiduidad. Durante un curso entero me alojé en una deliciosa pensión de la plaza Diaz Sanz y recuerdo que desde el balcón de mi habitación casi podía tocar con mis manos el imponente y majestuoso Acueducto, obra milenaria y única en el mundo que nos legaron los Romanos hace casi dos mil años. He paseado a su lado en paralelo centenares de veces, lo he cruzado una y otra vez, lo he contemplado y continúo disfrutándolo extasiado, maravillado y agradecido al mismo tiempo a aquellas gentes que fueron capaces de levantar tan excelsa, sublime y singular obra, que solemne, elegante y señorial, cruza nuestra afortunada ciudad.
Pero no puedo evitar un sentimiento de zozobra, de intranquilidad, temor e incertidumbre, ante la mínima sospecha de que un día pueda sufrir algún daño en su estructura, de que sólo una de sus arcadas pueda llegar a ceder, de que algún desplome pueda afectar a esta obra tan universal y excepcional, tan impar y notable, a causa de los estragos del tiempo que no perdona ni siquiera a estos mensajeros del pasado, que ha contemplado durante dos milenios, incontables personajes, sucesos y acontecimientos históricos.
Lo veo tan sólo, tan indefenso, tan frágil en su prodigiosa verticalidad, que lo imagino a veces ceñido a unos delicados y esbeltos arbotantes, remedo de los bellos contrafuertes que abrazan las paredes exteriores de las naves de la bellísima catedral, y protegido por una cubierta transparente, cristalina, que lo mantuviera intacto durante otros dos mil años, a salvo de las inclemencias meteorológicas y de otros perversos agentes que día a día se empeñan en dañar tan magistral obra.
Pensarán que es una ilusión, una absurda e ingenua fruslería, una frivolidad. Pero para mí es una necesidad, un sueño recurrente, es amor dedicado e inquieto hacia una obra única, hermosa e irrepetible.

jueves, 20 de junio de 2013

ARMAS DE PERSUASIÓN

Una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad. Esta frase atribuida a un dirigente de la Alemania Nazi, continúa aún hoy en día como una aseveración cierta, aplicable a la propaganda en todas sus vertientes, ya se trate de la publicidad comercial como de la divulgación política, de la de Estado y de la difusión de cualquier mensaje con el propósito de conseguir los fines que se persiguen, utilizando para ello a la ciudadanía a quién va dirigido, machacando sus oídos una y otra vez hasta lograr sus objetivos, no siempre veraces, ni correctos, ni ajustados a una ética que suelen dejar al margen, siempre con tal de lograr lo que se proponen, que no es otra cosa que convencer a sus oyentes, vender sus productos o llevar a su redil a las ovejas descarriadas, descontentas o dubitativas, que de todo hay en una ingente masa de población a la que suelen dirigirse estos voceros de la confusión publicitaria.
La sofisticación en este campo, es muy amplia, muy extensa e infinitamente variada. Existe otro principio propagandístico, mediante el cual se transponen los términos, las ideas, el mensaje en definitiva, con la intención de cargar las culpas sobre los otros, sobre el enemigo, sobre el contrincante, atribuyéndole los vicios, las culpas y los errores propios, aumentando así el confusionismo de tal forma que se responde a la agresión con el insulto y al ataque con la embestida, con la injuria si es necesario, llegando a aquello de que si no puedes evitar la negación de las malas noticias, inventa otras como maniobra de distracción que confunda y hunda al adversario, al rival, al competidor, con el que mantienes el enfrentamiento.
Un arma poderosa donde las haya, es aquella de la que disfrutan quienes puedan disponer de medios de comunicación que puedan manejar a su antojo, medios afines que puedan controlar en beneficio propio, mediante los cuales poder silenciar cuestiones sobre las que no se tienen pruebas y razones suficientes, alterando y tergiversando cuanto favorezca al adversario, contraatacando con informaciones propias que puedan favorecerlos, utilizando para ello esos poderosos medios que controlan a su antojo.
Una herramienta muy utilizada, tanto por tirios como por troyanos, es la denominada de los globos sonda, o de informaciones parciales, que se caracteriza por dejar correr una noticia, soltarla, airearla a través de los diferentes medios, con el objeto y la intención mal disimulada la mayoría de las ocasiones, de testear, de tomar el pulso a la opinión pública, para en función de su reacción tomar una u otra medida, o ninguna, según la oportuna respuesta, lo cual asegura una toma de decisiones que no suele acarrear compromiso ni apuro alguna en cuanto a su grado de error, ya que en caso de rechazo, siempre se justificará una marcha atrás a la iniciativa, argumentando que jamás se había tomado en consideración y en caso contrario, se llevaría adelante sin problemas, ya que la opinión pública la habría aceptado.
En este juego andamos, ahora más que nunca y con mayor intensidad, dadas las actuales circunstancias, con una crisis galopante que nos ha conducido a un paro inasumible, a una economía que continúa en recesión y a unos continuos recortes y ajustes que aún no han tocado techo, pese a que el gobierno se empeña en predicar lo contrario.
Y así, vemos ejemplos de cuanto aquí decimos, cuando justifican todos los actuales males echando la culpa al gobierno anterior, cuando afirman que estamos a punto de salir de la recesión y Europa y la economía interna dicen lo contrario o cuando tratan de desviar los problemas internos distrayendo la atención de una forma sutil y solapada, como por ejemplo con los goles de la Selección Española. Hilando fino.

viernes, 14 de junio de 2013

EN BUSCA DE LA DEMOCRACIA PERDIDA

Siempre me ha resultado desasosegante y profundamente descorazonador, a la par que indignante, la certeza de que los ciudadanos de la mayoría de los países nos encontramos indefensos ante el omnipresente poder de un Estado, en cuyas manos estamos, con las nuestras atadas a la espalda, sin apenas capacidad de maniobra, sometidos a sus dictados, donde no caben consultas, ni preguntas incómodas, urgentes, de rápida respuesta y mucho menos de inmediata resolución, salvo que utilicemos los estrechos, tipificados, interminables y sinuosos cauces burocráticos, con el objeto de que no haya posible escapatoria a las vías marcadas y estrictamente determinadas por aquella sentencia tan conocida y tan socorrida, de que quién hizo la ley hizo la trampa.
Y fíjense bien que no hago extensible esta reflexión a todos los países, ya que soy consciente, al menos creo en ello, de que afortunadamente existen democracias mucho más perfectas que la nuestra, donde la proximidad de los gobernantes a los gobernados, la distancia que los separa, su relación interpersonal, es más corta, menos distante, más sensible a unos ciudadanos que son los que deben decidir, gobernar y administrar, a través de aquellos a quienes hemos elegido.
Pero la realidad nos deja ver con meridiana claridad, que esto está muy lejos de materializarse, que tratan de guardar las formas, como si nos considerasen los auténticos protagonistas, solo y exclusivamente hasta el momento en el depositamos el voto en la urna, es decir, aparentan tomarnos en serio durante las semanas que dura la campaña electoral, cuando las promesas y las buenas intenciones las derrochan por doquier, en un compendio que denominan programa electoral, que no merece la pena tener en cuenta, porque sistemáticamente se incumple, quedándose en un documento vacío, falso e hipócrita en el que ni ellos mismos creen, pero que elaboran una y otra vez, siempre con la intención de incumplirlo.
Se me ocurre por un momento, echar un vistazo al diccionario de la Real Academia de la Lengua, y busco el término “democracia”. No puedo ocultar mi sorpresa cuando leo lo siguiente: “doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno”.
Han leído bien, dice “favorable”, no dice “consistente en” o “que supone que” o “que da por hecho que”, sino que está a favor de o que debería ser, que piensa que lo correcto sería otorgarle el poder y la intervención al pueblo, pero sin afirmar rotunda y claramente que es así o que debe ser así, lo cual no me extraña después de comprobar la forma en que los votos se convierten en escaños, que prima a los partidos grandes y perjudica a los pequeños, o las listas cerradas o la elección de jueces y fiscales por los políticos, lo cual perjudica la imparcialidad de los mismos.
Es sólo una interpretación, como lo es “el poder del pueblo por el pueblo”. El problema reside en que ello supone instaurar una democracia directa, cercana y confiable al individuo, lo cual supondría una continua toma de decisiones por parte de los ciudadanos, ante lo cual, nosotros mismos nos pondríamos límites de inmediato, ante la supuesta imposibilidad de llevarlo a cabo, demasiado ocupados cada día como para ocuparnos de esos menesteres.
El comunismo resultó una experiencia devastadora por su brutalidad en la privación de las libertades individuales bajo la pretendida máscara de la igualdad y la dictadura del proletariado, donde el ciudadano se convertía en un  objeto propiedad del estado y al servicio del mismo, donde el incentivo, la iniciativa individual, el afán de superación carecían de todo valor para unos ciudadanos sometidos a la dictadura del pensamiento único dirigido por un Estado que era el encargado de reeducar a quién se salía de los límites establecidos.
En España estamos asistiendo a los denominados scratches – literalmente rayar, arañar – como un acto de aproximación de los ciudadanos a sus gobernantes, en aras de reclamar aquello que no podrían llevar a cabo de otra manera, salvo seguir los cauces marcados por la burocracia, lo cual conduce al ostracismo más absoluto, a la papelera y, en todo caso, al paso del tiempo para al final obtener una demorada e intencionada respuesta que a nada conduce.
Escucho en la radio al primer ministro turco, amenazar a los indignados de ese País, que llevan ya unos cuantos días ocupando la plaza Taksim en Estambul, con esa expresión tan impropia de un demócrata de “se nos está acabando la paciencia”.
¿Pero quién se cree este señor que se permite amenazar de esta forma a los ciudadanos? ¿Acaso no se da cuenta de está comportándose como un dictador? ¿Con qué autoridad, con qué permiso se arroga la facultad de poner un límite a su paciencia, concediéndoles la suprema gracia de aguantarles, cuando es él el que debe escuchar a su pueblo que lo ha elegido?
Qué me dicen del imperio por excelencia de los tiempos actuales, Estados Unidos. No ha sido ni es ejemplo alguno para nadie, pese a los méritos que hay que reconocerle. Ha hecho y deshecho gobiernos en el mundo a su antojo, y ahora nos hemos dado por enterados, aunque ya lo sabíamos, que una gran parte de la población mundial somos espiados por ellos, hasta el punto de que podrían leer antes que nosotros los correos electrónicos que recibimos, las intervenciones en las redes sociales y las comunicaciones de todo tipo que podamos establecer.
La corrupción, el derroche y el despilfarro generalizado, la dilapidación de fondos públicos por parte de muchos políticos, la dudosa y poca clara financiación de los partidos políticos, han llevado a la ruina a este País, que ha cargado todo el peso sobre las clases más humildes, los trabajadores, con recortes, subidas de impuestos y una pérdida irreparable e irrecuperable de su capacidad adquisitiva, que conlleva un descrédito no sólo de la clase política, sino de un sistema democrático parcial e injusto.
No sé si las democracias de los países nórdicos se salvan de este desastre democrático. He leído algo sobre el tema y sin duda presentan características a su favor que las distancian del resto del mundo occidental donde nos encontramos. Sólo me queda recurrir a aquello de que la democracia es el menos malo de los sistemas de gobierno, pero yo, sinceramente, ya no sé qué pensar.

lunes, 10 de junio de 2013

MIS VENERADOS ANCIANOS

Hace unos años, en un pequeño pueblo de la provincia de Segovia, donde nací, que apenas llega a los noventa habitantes, se celebró un hermoso acto en el Ayuntamiento, que consistió en un homenaje a los ciudadanos de más de noventa años, con un resultado que se dividió a partes iguales entre hombres y mujeres y que ascendió a la nada sorprendente cifra por estos lares, de una docena de venerables paisanos, a los que se les entregó una placa conmemorativa de dicha efemérides, en un acto al que asistió todo el pueblo, que lo celebró junto a sus saludables vecinos, casi centenarios, entre los cuales estaba mi padre, y que se cerró con un apetitoso ágape que todos disfrutamos en alegre y sana armonía.
Volviendo la vista atrás, recuerdo a una de mis abuelas cosiéndome los calcetines con sus noventa y cinco años, una mujer que trabajó toda su vida en casa criando a los hijos, en las faenas del campo, de sol a sol, segando a mano, acarreando las gavillas de trigo, almacenándolas en la era, para después trillarlas, alventarlas, y posteriormente ensacar el cereal, para llevarla a la cámbara, nombre que por allí se le da al sobrao o desván, al igual que se haría con la paja, destinada al pajar, para alimentar a los animales, tarea ésta que también llevaba a cabo, como tantas otras, día a día, año a año, y así durante toda su vida, sin descanso, sin queja alguna.
Cuando se fue a vivir con nosotros, nunca le oí un lamento que surgiera de sus labios, nunca le oí pedir ni un vaso de agua, salvo que yo se lo ofreciera, yo que siempre estaba pendiente de ella, fascinado por su infinita paciencia y su prodigiosa salud que le permitía coser a sus casi cien años. Así era la abuela Petra, madre de mi madre, que se fue a los ochenta y siete años, a ambas las recuerdo con todo el cariño del mundo, como a mi abuela María, madre de mi padre que se fue a los noventa y cuatro años, de los que guardo el mismo tierno recuerdo, a la que conocí menos, como a mis abuelos, que pese a su duro y ajetreado trabajo, siempre tenían un rato para sus nietos.
Siempre los recordaré con amor y respeto. Nunca olvidaré los ratos que pasaba con ellos al amor de la lumbre, en la cocina, sentados los tres contemplando las llamas que surgían de los leños de encina, extendidas las manos en busca del agradecido calor que desprendía, atizando de vez en cuando las ascuas, entre las cuales y envueltas en papel de periódico yacían enterradas un par de patatas que lentamente se asaban para mi deleite y que me preparaban todos los días que iba a verlos, que eran casi todas las tardes después de las faenas del campo y de atender a los animales.
La escuela, con el venerable maestro que nunca olvidaré, tan pobre que la gente le llevaba una hogaza de pan, un chorizo de la matanza o unas morcillas para que pudiera subsistir, estaba situada en la planta baja del ayuntamiento, justo al lado de la casa de mis abuelos. En el recreo pasaba a verlos y mi abuela siempre me tenía preparada una rebanada de pan de hogaza bañada con aceite de oliva y regada con azúcar. Una auténtica delicia que aún hoy me gusta saborear.
Mi abuela con su pañuelo a la cabeza y su ancha falda negra, mi abuelo con sus pantalones y su chaleco de pana, siempre sonrientes, con sus rostros curtidos por el sol y surcados por las arrugas, fruto del esfuerzo y del trabajo a lo largo de toda una vida de privaciones. Hace muchos años que se fueron. Aún hoy, cuando voy al pequeño cementerio donde yacen mis padres, me acerco también a verlos, pese a que apenas quedan ya huellas, apenas un crucifijo con su nombre. Son tiernos e inolvidables recuerdos que me devuelven a aquellos maravillosos años de la infancia, únicos, irrepetibles, hermosamente humanos.

miércoles, 5 de junio de 2013

TODOS AL CONGRESO

La actual coyuntura económica, ha obligado a una gran parte de la población a economizar de cuantas formas sea posible, con objeto de vivir un día a día que cada vez más se complica. Así, las familias se han visto obligadas a rebajar el consumo, tanto más cuanto más apuros económicos sufren a causa del paro, recortes, las subidas de impuestos y los ajustes varios habidos y por haber, hasta el extremo de que hasta los menos afectados por estas medidas, se retraen igualmente a la hora de consumir, pues nunca se sabe, aún teniendo un trabajo fijo, hasta cuándo va a ostentar esa privilegiada condición, dada la situación actual por la que pasamos y que obliga a la gente a ser prudente, a consumir menos y a estar siempre a la expectativa, ante un futuro incierto.
Es por ello, que las llamadas marcas blancas de los supermercados, son las más socorridas, las que más han experimentado un auge en las ventas, las más apreciadas por los clientes, dado su más bajo precio, aunque no siempre van acompañadas de una calidad, de la que suelen adolecer, para hacer verdad aquello de que nadie da duros a pesetas. En esta situación se encuentran los que consiguen llegar a fin de mes, ya que un importante sector de la población, abocado al paro, no se puede permitir ni eso, y debe acudir a los comedores sociales o a la familia para poder subsistir.
Resulta clarificador al tiempo que anecdótico, el fuerte resurgimiento que ha experimentado el plato del día, que ha resucitado con más fuerza y con unos aires nostálgicos y evocadores de tiempos pasados, donde sobre todo en los restaurantes de las capitales de provincia se exponía el contenido de dicho plato, en la puerta del local y en la inefable pizarra de tiza, que consistía en un primero, un segundo, pan, vino y postre, eso sí, sin la posibilidad que existe ahora de la elección múltiple en cada uno de ellos, oferta que en ocasiones llega a poder seleccionar hasta ocho o diez primeros y segundos, no siempre con la calidad que debieran tener, pero es que es muy difícil formular una queja, cuando te dan de comer por ocho euros e incluso por menos.
Nos encontramos así, que incluso restaurantes de cierto postín, ofrecen ya a sus clientes dicho plato del día, incluidos sábados y festivos, por importes que se sitúan alrededor de los doce euros, con una relación calidad precio bastante aceptable, hecho que acabo de comprobar recientemente, en un local de la hermosa y cálida región de La Rioja,  al lado de los Monasterio de Yuso y Suso, cargados de historia y belleza, en un precioso y luminoso valle, donde nacieron el Castellano y el Euskera y donde la Tierra tiene nombre, olor y color del vino que descansa en silencioso reposo en las muchas bodegas que abundan en la Rioja.
Algo positivo puede desprenderse, o más bien quiero ver en esta situación, y es el esfuerzo que nunca agradeceremos lo  suficiente y que están llevando a cabo las madres, a la hora de hacer la compra y, sobre todo, en sus cocinas, azuzando el ingenio hasta extremos inverosímiles, dejando muy pequeño el milagro de los panes y los peces, ya que con menos de la mitad de lo que gastaban antes, ahora comen los mismos, y sobre todo, si me apuran, mejor.
¿Cómo es esto posible? Pues muy sencillo. Dedicando más tiempo, con ingredientes más sencillos, más sanos, más frescos, más mediterráneos y, sobre todo y por encima de todo, con mucha, mucha más imaginación y más aprovechamiento de una despensa más mermada, pero más auténtica lo que está repercutiendo en una cocina más tradicional, más sana y más apetitosa, en lugar de recurrir a productos ya elaborados, más caros y más cocinados  y precocinados y otras zarandajas por el estilo
Acabo de leer, que en el Congreso de los Diputados, han aprobado por unanimidad la eliminación de la subvención al gin tonic, que les suponía a sus Señorías 3,15 euros. La noticia es de una frivolidad y de una mezquindad tal, que causa estupor. Miles de familias comiendo en comedores sociales, miles y miles de desahuciados, millones de parados, recortes, ajustes y estos señores tienen subvencionados hasta sus vicios más recónditos.
Pero esto no es todo. Resulta que el café lo disfrutan a 80 céntimos y el plato del día a 9 euros. Pues bien, como imagino que no nos dejarán entrar, deberíamos acudir al congreso a comer dicho plato de lunes a viernes – los fines de semana, tan mezquinos ellos, seguro que comen en casa con lo que se llevan del restaurante en la fiambrera -  y así, formaremos ordenadas filas y rodearemos el Congreso haciendo sonar las trompetas, hasta que, como En Jericó, derribemos sus muros y accedamos al restaurante de sus Señorías que seguro que por ese importe, comen opíparamente. El que avisa no es traidor.

domingo, 2 de junio de 2013

MEGALOMANÍA DEL ABSURDO

Si el índice de lectura de los ciudadanos de un País, refleja fielmente el nivel cultural del mismo, y creo que efectivamente es un buen indicativo que lo así lo registra, nuestra situación en este aspecto es, como mínimo, preocupante, por no aplicar otro adjetivo más contundente, aunque no menos clarificador de unos hechos que nos conducen a las estadísticas que afirman – y cada año son más negativas – que bastante más de la mitad de la población jamás lee un libro, no que no lo coja, lo manosee o lo hojee incluso, para acabar, esos sí, en las estanterías del mueble que preside el salón, dónde servirá de objeto decorativo, haciéndole compañía a la cerámica, a los cuadros y a la vajilla, aportando un sutil toque de una falsa inquietud cultural del que sólo disfruta la madera del mueble que los cobija.
Y sin embargo, nuestra capacidad de editar libros, de producirlos a gran escala y de distribuirlos en librerías, papelerías y grandes almacenes, es enorme, hasta el punto de erigirnos en uno de los primeros países del mundo en la edición de libros, lo cual constituye un contrasentido de tales proporciones, que más que nada, lo que hace es agrandar aún más este contrasentido, esta paradoja  que se nos plantea, cuando, nadando, como literalmente estamos entre un mar de libros, somos incapaces de curiosear en ese líquido elemento tan abundante y utilizarlo para incrementar nuestros conocimientos, y por ende, nuestra cultura.
Acabo de leer un artículo de un reputado escritor español, harto conocido, afamado y respetado por todos, en el que manifiesta su desasosiego ante un País al que considera inculto, sin más, dónde apenas se lee, pese a que como ya adelantábamos, se editan ingentes cantidad de volúmenes al año, libros que una mayoría de la población no lee, sin encontrarle una justificación, que no obstante, tampoco se empeña en buscar, y que aquí podríamos analizar, pero que no es el objeto ni el interés fundamental de quien escribe estas líneas, que pretende ir por otros derroteros con el fin de llegar a otras conclusiones, tal como refleja el título de este artículo.
Hace unos días estuve en el Museo del Prado, admirable templo de la cultura donde los haya, siempre muy visitado, todos los días, a todas las horas, con una proporción de ciudadanos extranjeros, que calculo se sitúa en el cincuenta por ciento. Maravilla ver, pongo como ejemplo, a los visitantes Japoneses, siempre muy numerosos, sumamente respetuosos, extasiados y fascinados ante Las Meninas de Velázquez, Los Fusilamientos de Goya o El Descendimiento del Greco, por exponer algunos ejemplos de pintores españoles, como podríamos citar a Rubens, Tiziano, Rembrandt, Botticelli o Caravaggio, entre los artistas de otros Países presentes en este museo, uno de los mejores del mundo, que alberga miles de obras de arte en un noble edificio, que aunque ampliado recientemente, no presente unas colosales dimensiones, como las absurdas y megalómanas construcciones y ciudades de la cultura como se han llevado a cabo en este País.
La Ciudad de la Cultura de Santiago de Compostela, representa la mastodóntica construcción por excelencia de las aberrantes obras gestadas en la mente de tanto abyecto y estúpido soñador de grandes proyectos destinados a la ruina más absoluta, fruto de una gestión desastrosa, de las corruptelas y de los derroches que han conducido al País a una situación de emergencia.
Vivo en una ciudad de poco más de cien mil habitantes, cerca de Madrid. Durante años, con varias interrupciones, se construyó una casa de la cultura, un centro de arte, de proporciones ciclópeas, que proyectó un famoso arquitecto. Genial el diseño, admirable la estética, original sin duda. Pero siempre vacío, con unos costes inmensos, tanto de construcción como de mantenimiento. En su imponente y fabuloso vestíbulo cabría la antigua casa de la cultura sobre la que se edificó la actual y que siempre estaba llena con gente de toda índole, para la que siempre había alguna actividad, con su pequeño salón de actos donde se proyectaba cine para todos, independiente de su bagaje cultural y otros actos, que se llevaban a cabo en sus pequeñas y prácticas dependencias utilizadas con cierta frecuencia.
Este es el caso en que se encuentran tantos y tantos gigantescos proyectos, unos acabados y otros a medio acabar y, en general, todos mal gestados y peor gestionados. Monumentos a la estupidez humana y al afán de gloria a la que tanto aspiran estos mezquinos e ineptos megalómanos del absurdo, representantes de una cultura basada en las formas grandilocuentes para el supuesto disfrute de unos pocos, y no en los contenidos sabiamente escogidos para el goce y deleite de una mayoría de la población.

sábado, 1 de junio de 2013

LA MARCA ESPAÑA

Llevo ya un tiempo tratando de seguir y de paso descifrar, esa expresión tan recurrida por unos y por otros, aunque el peso parecen llevarlos sobre todo los políticos, que pese a lo socorrida que está, ya que no falta en tertulia que se precie de serlo, en debate que aspire a cierto nivel, ni en coloquio o charla que presuma de estar al día, ya sean sus contenidos más o menos serios, trascendentes o incluso frívolos, pero que donde sin duda más puede escucharse, ésta más que presuntuosa, pretenciosa expresión – que no es exactamente lo mismo – es en los corrillos, coloquios y mesas redondas de contenido económico, donde sale a relucir con más fuerza, ya que la utilizan como un arma que estiman sumamente eficaz en estos procelosos tiempos que nos ha tocado vivir, que logrará reducir el déficit, bajar los impuestos y recortar los recortes.
De esta manera, la utilizan como arma arrojadiza contra la recesión que vivimos, pretendiendo ver en ella una ingeniosa y valiosa manera de vender País, de publicitar Patria, de dar a conocer, en suma, los productos, la tecnología y las gentes de esta España, tan en extremo deprimida, que dudo mucho que esté lo suficientemente compuesta, lo necesariamente acicalada y arreglada su faz, como para salir triunfante y satisfecha en la obligada foto, que salvo que le apliquemos el tan socorrido Photoshop con inasequible y pertinaz insistencia, lo antes posible y antes del deterioro definitivo, el resultado me temo que va a ser harto decepcionante, con lo que se conseguiría justo lo contrario de lo que se pretendía en principio.
Y puestas así las cosas, aseguran que se van a reclutar a personajes de todos los ámbitos, conocidos y reconocidos a nivel internacional, en el terreno del deporte, de la gastronomía, de las ciencias, de las letras, y no me extrañaría que hasta algún político sea citado, y cómo no, puestos ya a frivolizar, hasta algún torero, algún famosillo y algún que otro folclórico, que siguen proliferando, para dar la nota cutre, y typical de un País, que en tiempos exhibió el precedente de este intento, con aquel espantoso lema de España es diferente, que causaba entonces y aún hoy al recordarlo, una mezcla de sonrojo y vergüenza ajena, que esperemos no se repita ahora con este intento que ha llegado incluso a institucionalizarse, con un gabinete, un director de orquesta y toda una organización, que esperemos no origine más gastos de lo que es capaz de recaudar, ni ocasione más desastres que hayamos de registrar.
Y así, venderemos, exportaremos y conseguiremos pingües beneficios sin cuento, y todo ello sin tener que recortar, ajustar y rebajar, con lo que nos harán más felices consiguiendo por fin salir de la recesión, aunque soportemos la pesada carga de un paro bochornoso, aunque ya nunca recuperemos la capacidad adquisitiva perdida, aunque no devuelvan las pagas extraordinarias robadas y las reducciones en unas nóminas que resultan irreconocibles de hace cinco años para acá, pérdidas y minoraciones que jamás se recuperarán, y si no que se lo digan a los funcionarios, pensionistas, personas dependientes y trabajadores en general.
Claro que, imagino, tendremos que mostrar otra cara, otra imagen más europea, con lo cual habremos de limar las muchas asperezas que aún soporta la sufrida piel de toro, que mucho me temo que no van a cambiar, ya que algunas costumbres bárbaras han sido elevadas al rango de bienes de interés cultural y otras, como las innumerables fiestas y puentes, los horarios de las comidas, los horarios de cierre de los bares, los botellones y otras lindeces varias, dudo que vayan a sufrir cambio alguno.
A ver quién le va a colgar el cascabel al gato. Nadie. Por lo que la Marca España quedará en otro lucrativo intento para unos y en un fiasco más para los de siempre. Nada nuevo bajo el sol.