jueves, 27 de febrero de 2014

PREGUNTAS SIN RESPUESTA

Tuve ocasión recientemente de comprobar en vivo y en directo, cómo en una oficina de empleo, se le ofrecía un mal denominado contrato de formación a una persona muy próxima a mí, de veintisiete años de edad, con experiencia en el puesto ofrecido, con un excelente currículum, con carrera superior, con idiomas, con experiencia previa laboral, en fin, con una cualificación muy superior a la necesaria para dicho puesto de trabajo – se trataba de un puesto de recepcionista, telefonista, cajero – es decir, chica/chico para todo, en un alarde de una absoluta desconsideración hacia el trabajador, que percibiría por dicho trabajo un total bruto de quinientos cincuenta euros, es decir, un líquido de aproximado de tres euros por cada hora trabajada, una miseria, una ofensa, una bofetada laboral permitida por la ley laboral actual que debemos a un gobierno que se pavonea continua y cínicamente, proclamando a los cuatro vientos que dicha ley ha proporcionado ingente cantidad de contratos y que ha conseguido que no se destruyeran muchos más puestos de los que se hubieran logrado eliminar si dicha ley laboral no se hubiera promulgado.
Dicho puesto de trabajo lo ofertaba una empresa del sector de la automoción en el ramo de los concesionarios y talleres de una conocida marca automovilística, dentro de uno de los múltiples tipos de contrato existentes, en este caso del llamado contrato de formación, que tiene por objeto, fíjense bien, y traslado aquí literalmente el correspondiente texto legal: “el contrato para la formación, tendrá por objeto a adquisición de la formación teórica y práctica necesaria para el desempeño adecuado de un oficio o de un puesto de trabajo que requiera un determinado nivel de cualificación profesional”.
Ni que decir tiene, que resulta como mínimo risible, el hecho de que para un puesto de trabajo de telefonista, se requiera una formación exhaustiva - que por supuesto no va a recibir de ninguna manera – y menos a una persona a la que se le ofrecía ese puesto, que ya tenía experiencia demostrable en ese trabajo, con una capacitación académica y profesional que superaba y desvirtuaba completamente las expectativas ofrecidas, que no eran sino una máscara para llevar a cabo un contrato con una remuneración ruin y cicatera, que sólo una ley como la actual podía permitir.
He de añadir que el funcionario que atendió a la persona a la que se le ofrecía el puesto de trabajo mencionado, visible y sinceramente contrariada, y ante mis preguntas relativas al tipo de contrato, mostró una perplejidad absoluta, no sólo traducible a través de sus gestos, sino de las palabras con las que expresó lo que le sugería dicha oferta, que ella se limitaba a ofrecer a quién quisiera aceptarla, pues era su obligación, y que mostraba una sorpresa y un desconcierto totales ante la misma, para la que más o menos dijo, no encontraba cómo encuadrarla, ya que el término contrato de formación le parecía como mínimo, un tanto abstracto y surrealista, que es lo que más o menos vino a decir, en un arranque de agradecida sinceridad.
Es éste uno de los múltiples y variados casos de sumisión laboral – y sin duda los hay muchos más lamentables y deplorables – que se dan hoy en día en un País, sobre cuya clase trabajadora está recayendo toda la brutal fuerza de una crisis que no ha provocado, pero que está sobrellevando sobre sus hombros, con unos recortes en todos los órdenes que están sumiendo a una gran parte de la población en la pobreza, en la desesperación y en el desamparo más absolutos.
¿Cómo se ha podido llegar a este estado de cosas? ¿Cómo es posible que un gobierno como el actual se muestre tan insensible ante la miseria en la que se encuentra tanta gente? ¿Quién les ha autorizado a cometer tantas tropelías? ¿Cómo es posible que hablen del final de la crisis y del comienzo de la recuperación, con cinco millones de parados, sueldos de miseria y congelación en los que tienen la suerte de tener un empleo? ¿Quién les ha permitido recortar de semejante forma todos los derechos sociales conquistados por los ciudadanos, cebándose en la sanidad, la educación y la vivienda? ¿Qué será de este País dentro de veinte años, con una clase media empobrecida y unas infraestructuras de todo orden abandonadas a su suerte?
Las respuestas deberían tenerlas quienes pusieron en sus manos y a través  de sus votos, todo el formidable poder que ahora derrochan a manos llenas, sin pudor, sin sensibilidad y sin sentido de una responsabilidad que además evitan y marginan, con la inevitable e inadmisible excusa de la herencia recibida, que no es creíble y que les descalifica una vez más, pues son ellos los causante de las necesidades por las que está pasando tanta gente que se ve incluso obligada a buscar alimento en los comedores sociales, que quizás ha perdido su vivienda, su trabajo y con ello la ilusión y la esperanza de un futuro mejor.

sábado, 22 de febrero de 2014

HISTORIAS DE LA RADIO

Nada como despertarse con la radio, medio de comunicación por excelencia, tan próximo, tan inmediato, acogedor, generoso, amable y agradecido como pocos, que logra retrotraernos a nuestra infancia, cuando el aparato de radio, como se le llamaba, cubierto él por el pañito de blanco de ganchillo primorosamente tejido por nuestras adorables madres, llenando con sus familiares sones la cocina de la casa donde con toda seguridad se encontraba, alojado en lugar privilegiado, probablemente en una repisa comprada a tal fin, alejado de nuestras manos, lejos de nuestro alcance, de los niños, deseosos de manipular el botón que milagrosamente, de una forma mágica para nosotros, permitía que los diminutos seres que lo poblaban, cambiasen de una manera fascinante y asombrosa, variando sus melódicas  y almibaradas voces, sus melodías, sus canciones, con sólo girar un botón, logrando con ello satisfacer una seducción que atraía poderosamente a nuestras ingenuas, pueriles y cándidas mentes.
Mucho ha cambiado este medio desde entonces en lo que se refiere a su programación y a sus gentes, aunque no tanto en cuanto a su concepción como el medio de comunicación más cercano y cálido a unos oyentes que siguen valorándolo en términos muy altos, y que ha llegado a prestar servicios muy importantes para una sociedad que pasó por momentos críticos de diversa índole, gracias a su capacidad de estar allí donde se la necesita, por mor de su facilidad y adaptación a las más diversas y contrarias circunstancias, que nunca han sido impedimento para llevar a cabo su labor inmediata y siempre eficaz, como ha demostrado a lo largo de nuestra historia inmediata, hasta el punto de llegar a dar nombre a la famosa noche de los transistores, con todo un País pendiente de un acontecimiento político y social clave en la reciente historia de España.
Aquella radio de entonces, de hace varias décadas, cuando no existía la televisión, llenaba las casas de las gentes con sus novelas radiadas, que eran multitudinariamente seguidas por la una inmensidad de oyentes a los que tenía pegados a su dial cada día de la semana, precursoras de las series televisivas que hoy abarrotan la programación de todas las cadenas, con cientos de capítulos inacabables que mantenían en vilo a los radioyentes, como las series radiofónicas, los programas de deportes, el omnipresente y obligado diario hablado de las dos y media, con el que todas las emisoras tenían que conectar, que emitía Radio Nacional de España, precedida del himno nacional, que también cerraba la programación y con el ángelus, a las doce del mediodía, que se escuchaba, como no podía ser de otra manera, religiosamente.
Esa misma radio continúa despertándome cada mañana, con otros programas, con otras gentes, que pese a todo sigue siendo la misma, aunque con unos contenidos que nada tienen que ver con aquellos, en unos tiempos de plomo y silencios obligados tan diferentes a los actuales, que no obstante tienen la peculiaridad, no compartida con aquellos, de sobresaltarnos con cierta frecuencia, como en la mañana de hoy, cuando escucho a la inefable alcaldesa de Madrid, celebrando estrepitosamente el hecho de que los atascos de la circulación parecen haber vuelto a las calles de Madrid, lo cual supone, según ella, que la gente ha vuelto a salir de sus casas, han retornado a las mismas con el maletero del coche vacío, dispuestos para llenarlos con la compra, para volver a consumir compulsiva y alegremente, lo cual celebra sin disimulo alguno, pese a la contaminación, al ruido y al resto de los trastornos que ocasiona. Todo en aras de un consumismo que le permite afirmar con rotundidad que la crisis ha finalizado.
Celebrémoslo pues con su peculiar estilo: hagámoslo con un relaxing cup of café con leche.

domingo, 16 de febrero de 2014

UN PAÍS ILEGAL

No nos cansamos, y ya es triste y desesperanzador, que tantas, tan continuas y tan malas noticias, nos sobresalten con una persistente y morbosa frecuencia, casi semanal, con unos tintes casi siempre malévolos y en todo caso negativos, en los que se vierten todos los peores augurios hacia esta España denostada tanto por propios como por ajenos, por afortunados y desdichados, por izquierdas y derechas y por todo aquel que cree sentirse capaz, en todo caso, de emitir un juicio de valor, tenga o no motivos y razones que considera más o menos poderosas, para criticar, debatir y poner en tela de juicio, un estado de actitudes, valores y situaciones varias, con las que no está de acuerdo, que además le afectan más o menos directamente, algo nada inusual en los tiempos que corren, donde el que más o el que menos, está inmerso en una permanente crisis, que le da pleno derecho a alzar la voz, a levantarla más bien, contra aquello y aquellos que le han trastocado su vida a la par que su hacienda.
Una de esas últimas noticias a las que nos vamos acostumbrando últimamente, es la de que España es el segundo país del mundo tras Siria, en el que la percepción de la corrupción más se ha visto incrementada, constituyendo el segundo lugar en cuanto a preocupación y alarma experimentada por parte de la población, detrás del paro, lo cual supone un salto cualitativo y cuantitativo de elevadas proporciones, pues son ya muchos los años de crisis que arrastramos, y no parece verse el final del túnel, menos aún con este tipo de situaciones que en nada ayudan y favorecen a una relajación de la sociedad, que necesita confiar en sus gobernantes para tratar de sacar adelante a un País enfangado, víctima de sus propios errores y defectos que no son originarios de ahora, sino de siempre, pero acentuados en unos tiempos perversamente complicados, donde parece resurgir y tomar forma, una firme, literal y contundente manera de llevar a cabo aquello tan nuestro, tan de aquí,  de que a río revuelto ganancia de pescadores.
Y lo sorprendente es que pese a todas las alarmas, las evidencias, las quejas y reclamaciones, las múltiples y continuas alarmas sociales, las llamadas al orden procedentes de Europa, todas ellas orquestadas a través de los medios de comunicación, que no hallan descanso alguno a la hora de denunciar estos hechos, a los que se suman las cada vez más influyentes y persistentes redes sociales, todo parece seguir igual, nada parece haber cambiando hacia mejor, ya que se siguen descubriendo nuevas corruptelas, nuevos escándalos, nuevos despilfarros, que dejan perplejo a cualquiera que se moleste en leer estos medios, que día tras día nos asombran con estas noticias que cada vez les ocupan en mayor medida, hasta el extremo de que uno abre el periódico, escucha la radio, ve la televisión o conecta con las redes sociales, en la casi total seguridad de que habrán surgido nuevos escándalos en las últimas horas.
El problema es ya de tal magnitud, que avergüenza a la par que indigna, cuando contempla cómo los procesos seguidos contra los corruptos, defraudadores y delincuentes de guante blanco en general, se eternizan durante años, con tácticas y maniobras dilatorias al alcance sólo de quienes tienen la capacidad económica necesaria para instalarse en una práctica e irritante inmunidad jurídica, que desemboca en la mayoría de las ocasiones en leves condenas, si es que las hubiere, y en cualquiera de los casos, en la ocultación de lo robado, que por supuesto, nunca va a devolver.
 Si a todo ello sumamos los casos en los que no se quiere o no se logra imputar a aquellos que están protegidos, ocultos o sacralizados de alguna manera, bien por su status social o político, bien por sus protectores tentáculos que los convierten en intocables, el panorama es aún más negro, más indignante, más desolador para quién lo contempla desde su posición de espectador sin posibilidad alguna de intervenir, a solas con su desolada desesperación, a sabiendas de que nada puede hacer pese a todas las evidencias.
Pero con todo, para empeorar aún más la situación, el ciudadano se lleva las manos a la cabeza, cuando se pregunta cómo es posible, que los escándalos económicos se instalen incluso en los puestos más altos, que lleguen hasta el partido que tiene la responsabilidad de gobernar a sus ciudadanos y hasta ciertos sindicatos comprometidos con la defensa de los derechos de los trabajadores.
Llegados aquí, a este grado de depravación, sólo queda convenir que este País ha entrado en una ilegalidad que desautoriza a una clase política envilecida y corrupta que no nos merecemos.

martes, 11 de febrero de 2014

LA MECÁNICA DEL PLANO INCLINADO

Dícese de la mecánica, que es la rama principal de la Física, dedicada al estudio de los movimientos y estados en que se encuentran los cuerpos, describiendo y prediciendo las condiciones de reposo y movimiento debido a la acción de las fuerzas. Se divide en tres partes, a saber: cinemática, dinámica y estática, y aunque no siendo el objeto ni el propósito de lo que aquí se expone, ni se van a describir, simplemente se citan escuetamente, porque el título lo exige y porque no es nuestra intención la de desvirtuar, por incompleta, una definición que citamos muy somera, concisa y estricta, con la sobriedad y brevedad que el asunto merece, con la intención de no aburrir al posible lector, al que no deseamos introducir en los principios de la física, objetivo que de ninguna manera persiguen estas líneas, como más adelante se podrá comprobar, aunque no obstante, la relación y la proximidad existentes, por leves que parezcan, existen sin duda entre el texto y la mencionada mecánica, así como con el citado plano inclinado, más conocido, sobre todo en estas fechas, como rampa.
La Física es una ciencia cuyo dominio no está al alcance de cualquiera, como tampoco lo está la economía, aunque no sea preciso ni absolutamente necesario licenciarse en estos últimos conocimientos para fundar una sociedad mercantil, cuyo objeto sea el de crear una sociedad entre dos o más socios, para así desarrollar una actividad determinada con fines lucrativos. Constituir una sociedad mercantil, por ejemplo en un matrimonio, supone que ambos cónyuges no desconocen que de ese acto necesariamente se desprende que de hecho y de derecho, existe una voluntad inequívoca de que los posibles beneficios que se ingresen en esa sociedad, han de corresponder necesariamente a los dos miembros de la misma.
Pues bien, se consiguió que la Infanta, hija de los Reyes, se deslizase por el plano inclinado – la famosa e inefable rampa - que conforma el acceso a los juzgados de Palma de Mallorca, tan traída y llevada desde hace tiempo, con el objeto de declarar como imputada, una vez que el fiscal consintió en ello, en un acto extraño e injustificable que impidió en su momento, pero que al final ha tenido que permitir, en una maniobra impropia de su cargo, que más que beneficiar, ha perjudicado a la protagonista a su pesar de esta historia, que más le hubiera valido entonces haber recorrido la dichosa rampa, cuando los cargos que se le imputaban eran de menor gravedad que los actuales, habiendo podido evitar en gran parte el oprobio y la afrenta que para ella ha de suponer la actual situación, impensable en este País, hace no mucho tiempo, cuando la Monarquía era inexplicablemente intocable, donde el falso respeto, la absurda transigencia y la insoportable actitud cortesana, lo impedían por completo.
Hemos sabido, debido a una filtración, que entre las innumerables respuestas en sentido negativo, del tipo no recuerdo, no me consta, no sé o simplemente no contesta, ante preguntas como si firmaba actas, su negativa respuesta llevó al juez a enseñarle alguna con su firma o, sobre todo, y aquí entroncamos con el título de estas líneas, si conocía el objeto social de las sociedades a las que pertenecía y si entendía que en una sociedad mercantil, los socios se reparten los posible beneficios que puedan generar.
Su respuesta no deja lugar a dudas acerca de la desmemoria de la Infanta: “desconozco la mecánica”. Es decir, tal como afirmábamos, aunque te muevas con frecuencia por ese plano inclinado, no supone que llegues a familiarizarte con su mecánica. Aunque sí con el vértigo que sin duda causa.

jueves, 6 de febrero de 2014

LA NATURALEZA DESATADA

Impresionante la poderosa demostración de las fuerzas de la naturaleza desatada que estamos contemplado en este crudo invierno, implacables, soberbias y majestuosas, imprevisibles muchas veces, de las que ya teníamos noticias, que conocemos a la perfección, de las que teníamos constancia desde siempre, desde el principio de los tiempos, en un Planeta que continúa vivo después de casi cinco mil millones de años de existencia, que nos somete a su inexorable y severa dictadura con titánicas e impetuosas demostraciones de unas fuerzas que provienen en ocasiones del interior de sus entrañas, de un núcleo en estado de fusión, que pugna por salir al exterior, consiguiéndolo con frecuencia y provocando el desplazamiento de las placas tectónicas que originan en ocasiones terremotos y volcanes que nos azotan con fiereza y que al originarse en el fondo del mar provocan violentos tsunamis, cuyos efectos son devastadores cuando las gigantescas, imponentes e impetuosas olas se internan en el continente, causando unos brutales destrozos en vidas y bienes materiales, que nada ni nadie puede detener.
Estas sobrecogedoras demostraciones de un planeta que parece quejarse así del maltrato al que está siendo sometido desde que el hombre apareció sobre la Tierra, se están centrando este invierno en unos estremecedores e impresionantes temporales, que están azotando las costas de muchos países como el nuestro, con una impetuosidad que asombra e inquieta, con una brutal y escalofriante acción destructora que no respeta protección humana alguna, llevándose por delante cuantos muros, espigones y defensas de todo tipo encuentra a su paso, dejando boquiabiertos a cuantos de una forma temeraria se acercan a contemplar sus demoledores efectos, que asolan y devastan cuanto encuentran a su paso, incluidas vidas humanas, que el mar arrebata en un demoledor y mortal abrazo, como si reclamase para él sus víctimas como pago y despiadada contribución que la naturaleza exige, como si quisiera cobrarse así las numerosas deudas pendientes que parece reclamarnos con una frecuencia que impertérritamente mantiene.
Nada podemos contra semejante empuje, vigor y sobrecogedora energía que las fuerzas de la naturaleza poseen. Contemplamos absortos y horrorizados cómo impone su firmeza y sólida decisión de azotarnos con sus férreas garras, sin poder contrarrestar ni un ápice unas demoledoras demostraciones que parece tener programadas para llevarlas a cabo de vez en cuando, como si quisiera advertirnos, como si deseara darnos la oportunidad de rectificar y llevar a cabo los oportunos cambios en nuestro comportamiento hacia una naturaleza que nos empeñamos en devastar, destruir y denigrar, hasta extremos que nosotros mismos reconocemos, pero que no somos capaces de rectificar, en unos casos por la imparable, loca y demencial carrera tecnológica, industrial y de progreso en la que nos hallamos sumidos, y en otros casos, sencillamente porque no queremos cambiar nuestros hábitos de vida, no queremos rectificar, no deseamos dar marcha atrás, no queremos perder lo que ya hemos logrado, que seguramente nos llevará a nuestra perdición, a una posible aniquilación a la que parece estamos inexorable e irrevocablemente abocados, por una loca carrera que no consentimos en frenar y que puede conducir al final de una civilización humana que surgió sobre una hermosa, limpia y plácida naturaleza que hemos dejado irreconocible en apenas unos miles de años de existencia del hombre sobre el Planeta.
Quizás el surgimiento de la vida humana fue un error. El único que cometió la naturaleza.

sábado, 1 de febrero de 2014

EN VITORIA-GASTEIZ

Siempre he mantenido una especial relación con el País Vasco, en la distancia, desde que comencé a interesarme por lo que allí ocurría, hace ya mucho tiempo, cuando aún era muy joven, casi adolescente, cuando apenas comenzaba a entender lo que sucedía a mi alrededor y empecé a interesarme por las noticias que continuamente procedían de aquella hermosa región, que daban cuenta de la especial situación que allí se vivía y que con el tiempo tuvo una trágica y terrible repercusión en el resto del País, en especial aquí, en Madrid, donde los continuos atentados causaban un permanente estado de tensión y ansiedad, que mantenían en vilo a una población, que continuamente amanecía sobresaltada por un nuevo hecho violento que llenaba de temor y rabia a unos ciudadanos acostumbrados a volver la vista hacia el televisor o el aparato de radio, cada vez que se interrumpía la programación, señal casi inequívoca del anuncio de un nuevo hecho violento, que dejaba las calles de Madrid sembradas de sangre inocente.
Y ahora acabo de volver de Vitoria-Gasteiz, fundada en el siglo XII sobre la originaria aldea de Gasteiz, la capital de Euskadi, a día de hoy aún desconocida para mí, que parecía tan lejana y sin embargo tan próxima, a poco más de trescientos kilómetros, como quien dice aquí al lado, poco más allá de Burgos, apenas unos cuantos kilómetros después de pasar por el angosto y espectacular paso de Pancorbo, valle que tradicionalmente reclamaban como frontera o límite natural entre Euskadi y Castilla y León, pero que de hecho comienza bastante más adelante – hace mucho tiempo que no escucho reivindicación alguna al respecto – donde comienza la verde llanura Alavesa con una bella proliferación de viñedos que salpican los márgenes de la carretera que transcurre a través de la Rioja Alavesa, responsable de los excelentes caldos que en la hermosa ciudad de Vitoria y en el resto del País, pueden degustarse para deleite de los amantes del buen vino y de la buena mesa, de los que hacen gala, y con mucha razón, en esta zona del País, que sabe como nadie disfrutar de los placeres gastronómicos que la vida nos depara, y que no dejan pasar de largo, tal como el viajero podrá apreciar tras su visita a esta tierra.
No lo pude evitar en mis varias visitas a San Sebastián y a Bilbao, como tampoco ahora en Vitoria-Gasteiz. Experimento un sentimiento un tanto especial, que no he sentido nunca en ninguna otra región de España y creo que conozca todas, sin excepción. Es una mezcla de lánguida nostalgia, de extraña melancolía, de un cierto e inexplicable desasosiego, de una atracción incompleta, quizás el resultado de los recuerdos de aquellos años de plomo, de aquellos acontecimientos que nos quedaron grabados, que almacenamos entonces cuando éramos tan jóvenes, que incluso llegamos a confraternizar, a simpatizar peligrosamente con quienes creímos los luchadores que venían a liberarnos de los tiranos que nos tenían sometidos, atrapados en una férrea y tenaz dictadura, hasta que nos dimos cuenta y abrimos los ojos y contemplamos con horror que no era así, que su autodenominada lucha no era por nosotros, sino que siempre lo hicieron por  ellos, por la liberación de su Euskal Herría, de su territorio, de sus gentes y con unos métodos, que pronto reprobamos por bárbaros, injustos y cruelmente inhumanos.
Pero una vez en Vitoria-Gasteiz, recorriendo sus hermosos paseos, calles, callejuelas y plazas, después de entrar en contacto con sus amabilísimas gentes, siempre dispuestas a orientarte, a agradarte, a facilitarte cuanto les pidas, todos nuestros recaudos, nuestros lejanos recelos, se vienen abajo, se olvidan como por encanto. Hermosísima ciudad verde, llena de parques y jardines, con numerosas calles peatonales que facilitan la contemplación de sus limpios espacios, de sus elegantes y bellos edificios, palacios, museos, iglesias, y numerosos centros culturales, que hacen la delicia del viajero que acude allí por primera vez.
Abierto por obras es el original lema de la imprescindible, maravillosa y espectacular visita guiada a la Catedral de Santa María, la catedral vieja. Esta hermosísima catedral gótica, cuyo origen es del siglo XII, está abrazada por dentro, por fuera y en sus cimientos, por un genial entramado de andamios que han logrado salvarla del derrumbe que la amenazaba, y que desde hace casi veinte años, en un gesto que honra a quienes lo promovieron, se han empeñado en una restauración que ya fue visitada, alabada y citada en alguna de las novelas de Ken Follet – Los pilares de la Tierra, Un Mundo sin fin – al que se le ha dedicado una estatua en bronce de tamaño natural en los aledaños de esta catedral, que no es la única, ya que existe otra magnífica de estilo Neo Gótico, de comienzos de siglo XX, que es un soberbio ejemplo de este singular estilo arquitectónico, hermosamente llevado a cabo en nuestros actuales tiempos.
Pasear por las callejuelas de la Almendra – se denomina así a las numerosas calles que configuran el barrio histórico por adoptar en conjunto la forma de una almendra – es una delicia para los ojos, para el espíritu y cómo no, para el paladar. Infinidad de tabernas salpican sus callejuelas perfectamente cuidadas, donde tomar un zurito, un txiquito, un txacolí o un rioja, suponen tanto una alegría gastronómica para el viajero, como una satisfacción para las amantes de la cultura, al girar visita a sus numeras iglesias, museos y centros culturales que encontramos a nuestro paso y que abundan por doquier.
Completo con esta visita la obligada gira que tenía pendiente desde hace años con este magnífico y hermoso País Vasco. Volveré, sin duda, y de paso, recomiendo encarecidamente a cuantos no hayan tenido aún el placer de conocer Euskadi, que no se lo pierdan, que lo disfruten. Se lo recomiendo encarecidamente.