¿Por dónde está esto? Expresión
literal de uno de los nuevos diputados que se estrenaba en el nuevo Congreso y
que preguntaba a quién supiera y quisiera responderle, acerca de cómo moverse
por los pasillos y despachos de un edificio para él desconocido, lo cual
mostraba con la susodicha expresión, gráfica donde las haya, de una manera tan
espontánea como informal, que no era sino una pequeña muestra del comienzo de
la once legislatura, donde se pudo ver una muestra completa e inimaginable de
todo tipo de anécdotas, situaciones y hechos más allá de lo que podríamos
calificar de curiosos, y que rayan en la incredulidad.
Si alguien pudo llegar a pensar
que la apertura de la nueva legislatura iba a estar presidida por el boato, el
riguroso protocolo y la solemnidad, se equivocaba soberanamente, pues nada más
alejado de ello fue lo que protagonizaron los nuevos diputados, que eran la
inmensa mayoría, dado el resultado tan fragmentado que resultó de las últimas
elecciones generales, y que dio un jugoso y agradecido espectáculo a todos los allí
presentes, a los ciudadanos que no quisieron perdérselo, y sobre todo, a los
medios de comunicación, que tuvieron motivo más que suficiente para llenar
páginas enteras de todo tipo de inusitadas situaciones antes nunca vividas en
dicho escenario.
Si algo faltó, fue quizás ver
como algunas de Sus Señorías entraban en el Congreso con sus bicicletas, a modo
y manera como la gente lo hace en el tren, el metro y otros medios de
transporte dónde estos vehículos son aceptados. Es algo que perfectamente pudo
haberse llevado a cabo – y que quizás alguien intentó – pues fueron muchos los
que de este modo se trasladaron hasta allí, haciendo alarde de una loable
disposición en defensa de la sostenibilidad y cuidado de un medio ambiente,
particularmente deteriorado en una capital de España, que no salía de su
asombro ante lo que sus ojos veían.
Así llegó el Sr. Monedero, que
casi se estampa contra una valla de pilotes de piedra, que los medios gráficos
pudieron recoger para regodeo de los presentes que pudieron verlo, posiblemente
al precipitarse al ver a su compañero de partido, el Sr. Iglesias, con el que protagonizó
un encuentro digno de figurar en los anales de los abrazos efusivamente
intensos y duraderos, que para sí quisiera haber reflejado Juan Genovés en su
cuadro El Abrazo, ahora expuesto en los pasillos del Congreso.
Inenarrables e indefinibles las
escenas protagonizadas por los nuevos ocupantes del Hemiciclo, al no encontrar
sus escaños, como el caso de un grupo que tuvo que situarse en el gallinero por
no encontrar acomodo dónde le correspondía, ya que sus lugares estaban
previamente ocupados por vaya usted a saber quién, que lógicamente a su vez, había
errado en su ubicación.
Y qué decir del aspecto de
muchos de los diputados: los había que iban en jersey, en camisa, con corbata,
con bufanda, con la mochila al hombro, y con múltiples, coloridos y variados
aspectos tan diversos y variopintos como grupos han hallado acomodo en un
Congreso de los Diputados, que en sus muchos años de existencia, no daba
crédito a cuanto se le venía encima.
Despertó especial atención, la
diputada por Podemos, la Sra. Bescansa, que acudió con su pequeño hijo, algo
tan inusual como desconcertante para tantos ojos como se posaron en ella y su
pequeño, que pasó de unos brazos a otros entre los compañeros de grupo. La
madre, sorprendida, alcanzó a decir que no entendía por qué había despertado
tanta extrañeza e interés entre la gente y los medios de comunicación, el hecho
de que una madre fuese al trabajo con su hijo, al que incluso le dió de mamar,
algo que sólo una madre puede hacer con su pequeño. Quizás lleva razón, y no
debería sorprendernos tanto.
Y por último, la solemne
ceremonia del juramento, se convirtió en un sorprendente galimatías expresivo,
en el que muchos de los presentes, saliéndose de la fórmula habitual, juró,
prometió, advirtió, sugirió o propuso, como su conciencia le obligaba a
proceder.
Este no es sino el relato de
unas espontáneas y divertidas anécdotas que denotan una frescura poco habitual
en una situación que nos merece todo el respeto. De ninguna manera dudamos de
de la seriedad y de la enorme responsabilidad que asumen los representantes
elegidos por los ciudadanos.