Escudado tras la pantalla de
plasma de generosas y lúbricas dimensiones, solía el Presidente del gobierno
atender a una prensa acostumbrada a semejantes desvaríos, a fuerza de dar la
espalda a unos medios de comunicación que una y otra vez se veían relegados a
un segundo plano cuando de entrevistar al líder se trataba, en una ceremonia de
la confusión que nunca fue aceptada.
Solía salirse por los cerros de
Úbeda comentando el estado del tiempo para cobijarse en el presidencial vehículo,
evitando las siempre para él intrincadas requisitorias de los temidos periodistas,
o bien se daba una audaz y estratégica vuelta de ciento ochenta grados,
escabulléndose tácticamente, y haciendo mutis por el foro, dando con ello
esquinazo a los temerarios encargados de la mezquina y voraz prensa.
Imagen que tampoco en nada
mejoraba cuando salía allende nuestras fronteras, con el objeto de reunirse con
sus colegas europeos, donde a menudo se le veía naufragar entre ellos, siempre
con cara de forzado despiste, musitando las cuatro frases que manejaba en
inglés.
Ello le obliga a llevar pegado a
su vera, a su inseparable auxiliar traductor, mientras el resto de sus colegas
charlaba amigablemente, merced al dominio del inglés, ofreciendo de esta manera
una penosa impresión que induce a la
vergüenza ajena, que es la sienten muchos ciudadanos de este País cuando ven a
su Presidente un tanto ninguneado cuando de reunirse con personalidades de
otros países se trata.
No mejora en absoluto cuando lo
vemos hacer deporte en su Galicia natal, exhibiendo un rudimentario porte
atlético, desgreñado por el efecto de la abundante y persistente lluvia
gallega, ofreciendo una imagen alejada de toda elemental estética, que hace
pensar en que quienes de esa misión se encargar, no cumplen adecuadamente con
su cometido de asesores de una imagen presidencial harto descuidada.
En otro orden de cosas, a todo
ello cabe sumar la deteriorada percepción que de él tienen quienes no olvidan
las numerosas corruptelas de su partido, la financiación ilegal del mismo, los
mensajes de ánimo a personajes poco recomendables, los discos duros destruidos
y otras lindeces varias, como los numerosos recortes habidos durante su
mandato, así como la inefable legislación laboral por él impulsada, y que
tantos estragos está causando entre los trabajadores.
Resulta difícil de explicar, de
asimilar y comprender, cómo Rajoy, con estas credenciales continúa ocupando el
puesto de privilegio que ostenta, no sólo a nivel nacional, dónde son ya dos
las legislaturas que acumula como presidente del gobierno, sino dentro de su
propio partido, donde nadie le discute ni mucho menos le pone en cuestión, ni
se le enfrenta en modo alguno, dando la impresión de haberse convertido en el
jefe único, en el incontrovertido e indiscutible primer espada, en el
insustituible y amado líder.
Sin oposición alguna, ejerce su
mandato con suma y absoluta tranquilidad, algo muy habitual en un político
sosegado como él, que tiende a tomar decisiones sin prisas, tomándose su
tiempo, sin arriesgar ni precipitarse, sin sentirse obligado ni presionado por
nada ni por nadie, y que se ha erigido en el único representante de un partido
político que ha cerrado filas en torno a su figura.
Es el amado e incuestionado
líder absoluto de un partido, que como suele ocurrir con de derechas, no suelen
tener opositor ni alternativa alguna dentro del mismo, al punto de que la
renovación, se resuelve generalmente de un plumazo mediante una ley no escrita,
que atribuye al líder resolver quien ha de sucederle, bien a dedo, bien a
través de una hereditaria y sutil costumbre, que viene a ser una variante menos elegante y poco disimulada del dígito
antes citado.
Poco ruido y menos nueces
parecen habitar las entrañas de este partido, dónde nadie parece moverse ni
levantar un solo dedo en aras de buscar entre sus filas a un posible sucesor,
una alternativa al actual líder, que da la impresión de no dejar el bastón de
mando en un futuro inmediato ni propiciar fórmula alguna para que puedan
disputarle su liderato. Y es que todo parece indicar, que nadie quiere tomar la
iniciativa, sino que prefieren mantener prietas las filas, quizás por aquello
de que el que se mueve, no sale en la foto.