Este sugestivo título, que bien podría ilustrar el nombre de un grupo folklórico al uso, como tantos campean por la geografía de nuestro país, da nombre y carácter al grupo de aduladores zalameros y lisonjeros varios, que dedican su tiempo a mantener en su puesto, y de paso a ellos mismos, al florero en el que se ha convertido el ínclito presidente de un gobierno, para quien la única, indispensable y suprema consigna, es mantenerse en el poder a toda costa, caiga quien caiga, salvo él, atendiendo los pagos que haga falta, que sea menester observar, que exijan los proveedores de votos, ya sea sobre la marcha, ya comprometidos en el pasado inmediato, que le permitan así disfrutar de una temporada más en un cargo que tanto anhela y disfruta.
Y así, con la inestimable ayuda de sus palmeros, a la sazón ministros y ministras, se enfrenta a un día a día cada vez más complicado, con problemas de todo orden y naturaleza, que los susodichos halagadores se encargan de edulcorar, desviar, minorar, tergiversar, manipular o suavizar a conveniencia y discreción, con la manita de pintura oportuna, que disimule los efectos perniciosos que pueda causar en la cuidada y sacrosanta imagen de su jefe de filas, con la elevada misión de mantener impoluta una apariencia formal que en tan alta estima tienen, y que es santo y seña de este gobierno y de su presidente, convertida en obsesión fundamental de su incalificable gestión.
Un gobierno diseñado al milímetro para lograr los objetivos que se ha propuesto lograr, como es el caso de una vicepresidenta hooligan, extasiada ante la sola presencia de su presidente, al que se somete hasta extremos que ruborizan al más estoico, capaz de, a voz en grito pedir a su jefe que no se vaya, que no dimita, que se quede, como hizo durante la comedia del falso retiro monacal, hasta cubrirlo en el Congreso, exhibiendo uñas y garras para, en una defensa a ultranza, mostrarse como fiel y radical seguidora de su jefe de filas, al que de ninguna manera piensa defraudar, con una agresividad tal, que sorprende a propios y extraños.
El caso del ministro con tres carteras, algo inaudito en un gobierno, un chico para todo en ministerios clave desde dónde controla Justicia, Relaciones con las Cortes y Presidencia del gobierno. Intrigante y resolutivo, es una fuente continua de una valiosa información al servicio del Presidente.
Dispone además de un auténtico bulldog que no duda en ejercer como tal, a nada que se le presente ocasión propicia, que suelen ser muchas y variadas, una vez actuando de aguijón contra la oposición y otras de escudo defensivo, siempre tensando la situación, según convenga, como la bochornosa y vergonzante intervención en la moción de censura que presentó la oposición contra el presidente, sustituyéndolo por expreso deseo de éste, en una maniobra de absoluto desprecio y de una total falta de respeto hacia el oponente, que no tiene justificación alguna.
Aunque podríamos citar algún caso más de palmeros ineptos e ineficaces, pero fieles servidores de su señor, no puede olvidarse la incalificable defensa que el conjunto de palmeros ministeriales llevan a cabo, unidos como una piña, incluyendo a la Abogacía del Estado, en defensa de la esposa del presidente, como si la misma formase parte del gobierno, como si se tratase de una figura institucional que de ninguna manera ostenta, pero que llevan a cabo de una forma intolerable, cuando ante la justicia no es ni más ni menos que una ciudadana más, con derecho a defenderse en privado, y con los mismos derechos que el resto de las personas, sin discriminación de ningún tipo, pero sin ningún privilegio por ser la esposa del presidente del país.
Muy callados están, sin embargo, ante la espantosa catástrofe humana y material que ha sufrido la Comunidad Valenciana, salvo para cubrir y proteger a su jefe de una responsabilidad que intenta eludir, pero que de ninguna forma puede rehuir cuando de un desastre nacional de tales dimensiones se trata, constituyendo esta acción una evasiva más de sus responsabilidades, que los ciudadanos víctimas del desastre le recordaron en directo cuando en justa y airada ira, le obligaron a huir en una patética escapada que demuestra sobre la marcha lo lejos que este gobierno está de sus ciudadanos.