miércoles, 20 de noviembre de 2024

Los palmeros de la Moncloa

Este sugestivo título, que bien podría ilustrar el nombre de un grupo folklórico al uso, como tantos campean por la geografía de nuestro país, da nombre y  carácter al grupo de aduladores zalameros y lisonjeros varios, que dedican su tiempo a mantener en su puesto, y de paso a ellos mismos, al florero en el que se ha convertido el ínclito presidente de un gobierno, para quien la única, indispensable y suprema consigna, es mantenerse en el poder a toda costa, caiga quien caiga, salvo él, atendiendo los pagos que haga falta, que sea menester observar, que exijan los proveedores de votos, ya sea sobre la marcha, ya comprometidos en el pasado inmediato, que le permitan así disfrutar de una temporada más en un cargo que tanto anhela y disfruta.

Y así, con la inestimable ayuda de sus palmeros, a la sazón ministros y ministras, se enfrenta a un día a día cada vez más complicado, con problemas de todo orden y naturaleza, que los susodichos halagadores se encargan de edulcorar, desviar, minorar, tergiversar, manipular o suavizar a conveniencia y discreción, con la manita de pintura oportuna, que disimule los efectos perniciosos que pueda causar en la cuidada y sacrosanta imagen de su jefe de filas, con la elevada misión de mantener impoluta una apariencia formal que en tan alta estima tienen, y que es santo y seña de este gobierno y de su presidente, convertida en obsesión fundamental  de su incalificable  gestión.

Un gobierno diseñado al milímetro para lograr los objetivos que se ha propuesto lograr, como es el caso de una vicepresidenta hooligan, extasiada ante la sola presencia de su presidente, al que se somete hasta extremos que ruborizan al más estoico, capaz de, a voz en grito pedir a su jefe que no se vaya, que no dimita, que se quede, como hizo durante la comedia del falso retiro monacal, hasta cubrirlo en el Congreso, exhibiendo uñas y garras para, en una defensa a ultranza, mostrarse como fiel y radical seguidora de su jefe de filas, al que de ninguna manera piensa defraudar, con una agresividad tal, que sorprende a propios y extraños.

El caso del ministro con tres carteras, algo inaudito en un gobierno, un chico para todo en ministerios clave desde dónde controla Justicia, Relaciones con las Cortes y Presidencia del gobierno. Intrigante y resolutivo, es una fuente continua de una valiosa información al servicio del Presidente.

Dispone además de un auténtico bulldog que no duda en ejercer como tal, a nada que se le presente ocasión propicia, que suelen ser muchas y variadas, una vez actuando de aguijón contra la oposición y otras de escudo defensivo, siempre tensando la situación, según convenga, como la bochornosa y vergonzante intervención en la moción de censura que presentó la oposición contra el presidente, sustituyéndolo por expreso deseo de éste, en una maniobra de absoluto desprecio y de una total falta de respeto hacia el oponente, que no tiene justificación alguna.

Aunque podríamos citar algún caso más de palmeros ineptos e ineficaces, pero fieles servidores de su señor, no puede olvidarse la incalificable defensa que el conjunto de palmeros ministeriales llevan a cabo, unidos como una piña, incluyendo a la Abogacía del Estado, en defensa de la esposa del presidente, como si la misma formase parte del gobierno, como si se tratase de una figura institucional que de ninguna manera ostenta, pero que llevan a cabo de una forma intolerable, cuando ante la justicia no es ni más ni menos que  una ciudadana más, con derecho a defenderse en privado, y con los mismos derechos que el resto de las personas, sin discriminación de ningún tipo, pero sin ningún privilegio por ser la esposa del presidente del país.

Muy callados están, sin embargo, ante la espantosa catástrofe humana y material que ha sufrido la Comunidad Valenciana, salvo para cubrir y proteger a su jefe de una responsabilidad que intenta eludir, pero que de ninguna forma puede rehuir cuando de un desastre nacional de tales dimensiones se trata, constituyendo esta acción una evasiva más de sus responsabilidades, que los ciudadanos víctimas del desastre le recordaron en directo cuando  en justa y airada ira, le obligaron a huir en una patética escapada que demuestra sobre la marcha lo lejos que este gobierno está de sus ciudadanos.


La moral de los mezquinos.

 La espantosa catástrofe humana y material que ha devastado amplias zonas de Valencia y Albacete, que ha supuesto un inmenso dolor y sufrimiento para las gentes de estas poblaciones arrasadas por la imparable fuerza destructiva de los elementos desatados de la naturaleza, ha puesto de manifiesto, una vez más, la bajeza humana y moral de un gobierno desprovisto por completo de una mínima capacidad para asumir con dignidad unos hechos de los que intenta por todos los medios evadirse, cuando su responsabilidad es absolutamente ineludible, dada la magnitud de un gigantesco desastre natural que se ha cobrado cientos de vidas y unos inmensos daños materiales.

Una tragedia humana a nivel nacional, que una Comunidad Autónoma no puede gestionar ni afrontar por sí sola, y que el Estado, a través del gobierno que lo representa, no puede de ninguna manera tratar de rehuir, esquivando, eludiendo y sorteando todo tipo de obligaciones responsables, descargando todas las culpas, carencias y errores habidos, en los gobernantes autonómicos de los territorios afectados por la catástrofe, en una mezquina maniobra que los deshonra y los convierte en una mísera y cobarde legión de gobernantes sin pudor,  sin vergüenza, y sobre todo, sin escrúpulos de ningún tipo, algo que no nos sorprende a estas alturas de un ejecutivo que no conoce más empatía que la de eternizarse en el poder al precio que sea necesario, tal como nos viene demostrando desde sus orígenes, con un presidente cuya soberbia y desmedida ambición, no conoce límites.

Al margen de las consideraciones que pudiéramos llevar a cabo sobre los fallos, errores y estudio de las competencias que pudieran entrar en colisión entre las administraciones central y autonómica, la colosal magnitud del desastre, debería haber movido al gobierno a actuar de inmediato,  sin esperar a la estúpida y absurda alegación de petición de ayuda, que aducen, deberían haber solicitado, algo que no se sostiene, ya que el Estado no puede cruzarse de brazos ante una espantosa tragedia de nivel nacional, y no puede utilizar esos subterfugios evasivos de una responsabilidad que le atañe poderosa y directamente, sin posibilidad alguna de sustraerse a unas ineludibles obligaciones como garante de la seguridad de todos los ciudadanos del país.

No debemos olvidarnos de que en todas las Comunidades Autonómicas existe un delegado del gobierno que tiene la potestad y la facilidad de poner en contacto ambas administraciones, por lo que aunque hubiera habido déficit de contactos entre ellas, el delegado puede solventarlo con la inmediatez precisa, declarando de inmediato el estado de emergencia nacional y actuando en consecuencia con la rapidez necesaria.

El retraso en el envío del ejército, es algo que no tiene justificación alguna. Tiene todos los medios materiales, técnicos y humanos para luchar contra estos desastres, como ha demostrado en multitud de ocasiones, y sólo el gobierno central puede movilizarlo, sin necesidad alguna de que sea solicitada su intervención, algo absurdo ante la magnitud de la tragedia, que debería haber motivado y bastado para su envío e intervención inmediata.

Y sin embargo, se pospuso demasiado tiempo, lo que no tiene explicación alguna, y que motiva que tantos ciudadanos de este país se pregunten por la inexplicable tardanza de una decisión inexcusable, que no se llevó a cabo hasta pasado demasiado tiempo, y que estuvo en la mente de muchos ciudadanos que se preguntaban por qué no se enviaba a un ejército absolutamente necesario ante lo que contemplaban sus atónitos ojos a través de los medios de comunicación, que en directo nos mostraban las espantosas imágenes de la tragedia material y humana que estaban sufriendo las gentes de las poblaciones afectadas por la catástrofe.

Ciudadanos, que indignados, recibieron con una hostilidad comprensible a los gobernantes que se dignaron aparecer por allí, una vez consumada la catástrofe, y que como el presidente del gobierno, responsable primero, tuvo que huir ante la ira de las sufridas gentes que le reprochaban su inacción y su falta de empatía ante tanto dolor y tanto abandono por parte de un gobierno inepto, incapaz y profundamente mezquino, mostrándole abiertamente, que quien siembra vientos recoge tempestades.


martes, 24 de septiembre de 2024

No sin mi Lamborghini

 

No se trataba de un bulo contra el que pudiera pleitear con la última, reciente y genial ocurrencia del presidente, que desafiando toda inteligencia, toda sensatez, y toda capacidad para intentar hacerse notar al precio que fuere, despertóse una mañana con la portentosa e insolente idea de que en este país todo ciudadano de a pie, habría de desplazarse observando al pie de la letra la siguiente línea de pensamiento y acción por él brillantemente diseñada: menos Lamborghini y más transporte público.

En ese fatídico y trascendental momento, cantidades ingentes de ciudadanos de este país pudieron ver en ese instante cómo sus sueños de lucir su flamante Lamborghini de camino al trabajo se vieron reducidos a la nada tras la sugerencia presidencial, que en realidad no era tal, ya que en dicha sentencia, y entre invisibles líneas se escondía la letra pequeña, una velada amenaza que convertía en obligado cumplimiento lo que en principio parecía una mera y simple recomendación.

 Algo que obligaba a los felices y agradecidos propietarios del potente deportivo, léase trabajadores, jubilados, y desempleados, a resguardarlo en el garaje, bien a salvo del más leve y destructivo arañazo que pudiera afectarlo en la calle, y desempolvar el bono transporte para subir al autobús, al metro o al tren, con destino al trabajo, como antes lo hiciera en el Lamborghini, Ferrari o Maserati, entre otros, ya que imaginamos que el presidente haría referencia a cualquier bólido, entre otros, de los aquí citados.

Y no, efectivamente no era un bulo, una farsa, una mentira, una audaz y perversa maniobra tramada con aviesa maldad por el fango transgresor y maledicente que sólo perseguía desacreditar al jefe del ejecutivo, dejarlo en el más espantoso de los ridículos ante tamaña y ridícula salida de tono, sino que era cierto, respondía a una incontrovertible verdad que afectaba a cientos de miles, quizás a millones de usuarios, que tendrían que relegar su Lamborghini a un vergonzoso y humillante segundo plano, y tomar un transporte que casi habían olvidado.

Era por lo tanto real. No cabía, entonces, aplicar la enésima y por ahora última norma acerca de la ya famosa regeneración democrática, aprobada por un gobierno obsesionado con los medios de comunicación, que están en estado de alerta ante la que se les puede venir encima, y que no persigue sino controlarlos, evitar, según el paranoico ejecutivo, que se extiendan bulos y falsedades contra ellos, que aquellos a los que continuamente insultan con el despectivo calificativo de fango, puedan desacreditarlos y apartarlos de un poder que cada día utilizan más artera y cicateramente, inmersos en una escalada autoritaria que los desautoriza y aleja cada día más de unas posiciones democráticas de las que se alejan continuamente.

Resulta devastador el uso que de las instituciones llevan a cabo los integrantes de un gobierno, que parece sentirse acosado por los medios de comunicación, sin los cuales, sin una absoluta libertad de movimientos y de la información que precisan para llevar a cabo su imprescindible labor, la democracia quedaría seriamente tocada, limitada y reducida a la mínima expresión, que de ninguna forma puede, ni podemos permitir. Nos va la libertad en ello, y sin duda, la del usi uso, si me place, de mi querido y muy apreciado Lamborghini.

martes, 10 de septiembre de 2024

Ni galgos ni podencos

 

En la brillante y amplia historia de la literatura española, disponemos de títulos suficientes para poder tomar alguno de ellos con la misión de utilizar algún párrafo de su contenido, alguna expresión destacada, un pasaje conocido o una sentencia popular, con el fin de ilustrar un hecho destacable que deseemos recalcar a la hora de expresarlo públicamente en el papel, con la carga del correspondiente prestigio y respetabilidad que conlleva para el lector que lo lea, inclinado quizás a ello por la curiosidad y el interés que en él despierta la susodicha cita.

En el capítulo del Quijote dónde el heroico caballero emprende feroz batalla contra los gigantes que le desafían con su sola presencia, su fiel escudero Sancho le advierte que no son tales gigantes, sino molinos de viento: “mire vuestra merced que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento” a lo que el bravo caballero responde: “bien parece que no estás cursado en esto de las aventuras, y si tienes miedo, ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla”.

En la fábula de los dos conejos de Tomás de Iriarte, en un momento de la persecución de ambos animales por una jauría de perros, ambos conejos se detienen a discutir si sus enemigos, que los siguen de cerca, son galgos o podencos, entreteniéndose en un acalorado y enconado debate con las fatales consecuencias que ello conlleva para ambos.

En el Lazarillo de Tormes, el ciego decide compartir el racimo de uvas y acuerdan tomarlas por turnos de una en una. En un momento determinado el ciego las toma de dos en dos, sin que el Lazarillo proteste, por lo que deduce que el Lazarillo las está tomando de tres en tres, como realmente sucede.

Sirvan éstos ejemplos para ilustrar la burla de la inexplicable explicación a la que se ha entregado el gobierno a través de su presidente y de algunos de sus integrantes, acerca del “no concierto catalán” de la singularidad fiscal acordada a cambio, en este caso, de la presidencia del Govern, que nadie consigue entender porque ni ellos mismos lo tienen claro, ya lo haga el jefe del ejecutivo, al que no se le entiende nada, o a su hooligan principal, léase la vicepresidenta primera, en su comparecencia obligada en El Senado, dónde no hizo sino salirse por las ramas y echando balones fuera, evadir toda explicación clara y transparente acerca del infame acuerdo que discrimina al resto de las Comunidades, y por ende a sus ciudadanos, que supone un agravio comparativo intolerable, y por lo tanto, absolutamente rechazable.

Hasta tal punto son incapaces de explicarlo, incluso el nuevo y flamante presidente del Govern – la otra parte del intercambio - que parte  de los barones del partido más reticentes, han solicitado la redacción del documento original, para poder llegar a la conclusión de si son galgos o podencos, o si gigantes o molinos de viento, algo que ha llegado incluso hasta los propios catalanes, que tampoco lo tienen suficientemente claro, pues comienzan a pensar si no los estarán engañando, si no harán con ellos lo que el Lazarillo al ciego, tomando las uvas de tres en tres.

No es asunto baladí este desaguisado, uno más de los llevados a cabo por este mercantilizado gobierno que parece haber tomado el Estado como si de un Luis XIV se tratara, declarando de facto que el Estado son ellos, y han decidido sacarlo a subasta pública, para entregarlo por lotes al mejor postor, con lo que nos queda claro que no son ni galgos ni podencos quienes así manejan los asuntos públicos, los nuestros, nuestros asuntos, sino una SL, que se ha constituido para defender sus intereses, los suyos, mercadeando lo que sea menester desde su sede social establecida en La Moncloa, dónde reside su administrador que no entiende de las bondades, la nobleza y la honestidad de nuestro caballero Don Quijote, ni arriesga su vida y hacienda deshaciendo entuertos. Él es más práctico. Sólo ambiciona el poder, y de paso, la gloria, que ni en el caso del caballero andante ni en el del Lazarillo se contemplaban. Quizás debiera pensar en retirarse, y leer los libros aquí recomendados. Todos saldríamos ganando.

Amado líder

 

Encantados nos tienes a cuantos entregados e incondicionales admiradores te seguimos día a día, siempre tan lustroso e impecable como acostumbras, con tu inseparable asesor de imagen, tu estilista y tu gabinete asesor, que jamás se separan de ti, con el fin de cuidar tu pose ante las cámaras,  corregir ese rizo rebelde, maquillar esa arruga incipiente e informarte de la audiencia de la que disfrutas en cada momento, para de este modo, modificar si procede, y sobre la marcha, lo que sea menester.

Todo con el fin de que tu impoluta imagen no pierda un ápice del encanto que con tanto afán y dedicación cultivas cada día, y que atesoras como uno de tus mejores trofeos, que exhibes con auténtica fruición, junto con tu ambición por el poder, que te domina y subyuga hasta extremos que solamente tus admiradores valoramos en su justa medida, y que otros utilizan para tratar de removerte de esa tu amada poltrona, lo que no puede entenderse sino como un resentimiento celoso de tus innumerables encantos personales, políticos y sociales, al alcance de muy pocos, reservado solamente a líderes como tú.

Obnubilados nos tienes derrochando esa sólida seguridad, esas maneras de expresarte, esa capacidad para atraer la atención del personal, que tus enemigos confunden con una robotización del personaje que dicen es incapaz de salirse del papel que juegas cada día, fuera del cual pierdes todo el encanto que te atribuyen tus fans, que son legión y que no ven defecto alguno en ti, salvo que te prodigas poco en los medios que tanto te gusta elogiar, que tanto mimas y cuidas, y que tanto se desvelan por ti.

Lamentamos los problemas que con la justicia mantienen algunos de tus familiares, que de alguna manera te afectan y te enfrentan con una institución que siempre te has señalado por respetar, pese a que las malas lenguas se empeñen en afirmar lo contrario, y que están alterando tu ritmo político, hasta el punto de recurrir a ciertas maniobras judiciales que muchos consideran fuera de lugar, porque afirman que utilizas medios oficiales de Estado para resolver problemas personales, como cuando recurres a la Abogacía del Estado para resolver dichos problemas, lo que te provoca unas reacciones lógicas que se manifiestan en unas actitudes que tus contrincantes critican, calificándolas de maneras autoritarias, impropias de un presidente del gobierno.

No son, sin duda, más que berrinches descontrolados de quienes no poseen ni el hechizo personal, ni tu capacidad de embrujar a las masas, que manejas como nadie, y que tú, consciente de ello, utilizas magistralmente, ya que explicaría el hecho, de que sin ganar elección alguna, hayas alcanzado la cima, dónde piensas mantenerte hasta que ese prodigioso cuerpo aguante, que según ya has adelantado, para regocijo de cuántos te veneran, y espanto de cuántos te aborrecen, le quedan varios lustros por delante.

Adoramos tu impoluta, cuidada y esmerada imagen, amado líder, que sabes rentabilizar como nadie en beneficio propio y de cuantos te seguimos en tu periplo político por éstos lares. Es por ello, que te rogamos no descuides tu imagen, ya que el paso del tiempo  no perdona, y los primeros planos ante las cámaras, tampoco, ya que los pequeños surcos, léanse arrugas, las canas y los claros, léanse espacios en blanco que visibilizan en tu cabeza las crueles tomas cenitales de las perversos cámaras de tus medios opositores, no cejan en el empeño de desacreditarte al nivel que más daño pueden infligirte, léase, tú inmaculada y pulcra imagen, que tantas satisfacciones, léase votos, te ha proporcionado.

Confiamos en ti, en tu impecable imagen, en tus estilistas, y en tu indomable determinación de mantener el poder al precio que sea, algo que sobradamente has demostrado, con una innegable capacidad para mercadear con el poder, con las instituciones, con las personas y con una ausencia total de escrúpulos, que junto a una implacable y soberbia actitud ególatra te ha encumbrado allí dónde te encuentras. Tan pagado de ti mismo te sientes, que has llegado a confundir el Estado con tu mayestática persona, porque en definitiva, amado líder,  el Estado eres tú.

Prodigiosa verticalidad

 

Recorro con mi ávida mente los innumerables tesoros de esta preciosa ciudad, que la convierten en una de las más hermosas del mundo, y que una vez más quiero dejar constancia del hecho de que considero que no está suficientemente reconocida  como tal, hecho que vengo constatando desde hace ya demasiado tiempo, sin que pueda vislumbrar un cambio que constate un renovado impulso por dar a conocer en el mundo esta maravillosa ciudad, en un sentimiento que  puede pecar de excesivo, pero que es sincero y noble, que interiorizo como un lamento y expreso como un pesar, y  que necesito airear a los cuatro vientos, para que ellos lo hagan llegar a cuantos rincones ahora no consigue alcanzar.

Me detengo en casa uno de los tesoros que alberga y los contemplo asentados firmemente en sus   centenarios cimientos, anclados a ellos con una firme determinación de permanecer mil años más, sin inmutarse, sin mostrar duda alguna de ello, como si quisieran dejar constancia de su firme decisión de mostrar al mundo su atractivo incomparable que los siglos no han conseguido borrar, sino ahondar en las mentes de las gentes para profundizar en el amor por el arte y en el disfrute de la belleza en general.

Y así, llego hasta ese incomparable y sublime decano de nuestro inmenso patrimonio y me postro a los pies del acueducto, imponente, majestuoso, soberbia demostración de la capacidad del ser humano por impresionarse a sí mismo, por afirmarse en sus convicciones de lograr lo imposible, lo inalterable en el tiempo, la belleza que la sencillez y la dureza de la piedra manejada por la mente humana puede manifestarse en una obra de titanes con manos y corazón de arquitectos y canteros, con alma de artistas y sueños de poetas.

Lo recorro despacio, saboreando cada piedra, cada arcada, cada huella depositada por el tiempo en sus milenarios sillares, y desciendo a su base, a sus cansados pies, a sus cimientos que soportan su prodigiosa verticalidad, en un alarde de insólita y venerable capacidad de mantenerse así durante dos milenios, asombrando al mundo que no cabe de gozo ante la expectativa de contemplarlo durante mil años más.

Asombro y admiración sin fin la de quién lo contempla tan indefenso, tan falto de unos muros, pilares y arbotantes que lo mantengan firmemente asentado a tierra, como lo hace nuestra espléndida y hermosa catedral con el amplio vuelo de su enorme estampa desplegado sobre el suelo que ocupa y tantas otras maravillas que contemplamos sin temor a que desfallezcan, a que sucumban bajo su inestabilidad y su peso, bajo los efectos de la tiranía del tiempo, porque las vemos menos indefensas, más sólidas, más estables, menos desprotegidas que el grandioso acueducto, icono y emblema primordial y eterno, que no único, de Segovia, que disfruta de su contemplación cada día que despierta, y que confía en su perpetua visión, más allá de la efímera fugacidad de la dictadura del tiempo.

Protegerlo, defenderlo, aislarlo de  quienes con una absoluta y despreciable falta de respeto lo maltratan con una ignorancia y una insolencia culpable que es fruto de la incultura y la necedad, que no debemos tolerar jamás. Se lo debemos a la magna obra, a sus autores, y a la cultura y el arte del que este grandioso acueducto es digno, altivo y orgulloso representante.

viernes, 23 de agosto de 2024

La política del Talión

 

Esperábamos que la falta de escrúpulos de este ejecutivo le llevaría muy lejos en su desmedida ambición por conservar el poder, pero a la vista de los acontecimientos, ha superado con mucho unas expectativas que se han visto absolutamente desbordadas por unos hechos que denotan que su supervivencia justifica plenamente cuantas acciones llevan a cabo, como si se tratasen de una sociedad limitada, comerciando con las instituciones, con las leyes y con cuantos resortes de poder obren a su alcance, para mercadear con ellos, para rentabilizarlos como si de una SL se tratara, como si el Estado les perteneciera y pudieran disponer de él a su antojo.

Todo ello con una estrategia claramente definida y estudiada al milímetro, con una técnica simple y eficaz, basada en el intercambio de los apoyos necesarios para, por ejemplo, cambiar inmunidad por votos, como en el caso de la amnistía, para sacar adelante una legislatura o una presidencia, como en Cataluña a cambio de un precio infame, léase la singular fiscalidad catalana. En definitiva, mercadear con quien corresponda, para en cada caso, comprar y vender, no importa qué,  no importa con quién, si de mantener el poder se trata.

Jamás se ha visto nada igual en política, nunca se ha contemplado una desesperada y tenaz voluntad por mantener el poder al precio que sea, a cambio siempre de conceder prebendas de todo tipo - que no les pertenecen - por votos, jugando con intereses estatales, con órganos e instituciones de la administración, determinando discriminaciones sin cuento que suponen agravios comparativos entre Comunidades, y por ende, entre ciudadanos.

Lo último que han decidido llevar a cabo en esta guerra sucia para desprestigiar y perjudicar a la oposición, es la investigación de la vida privada y pública de los familiares más allegados de sus opositores políticos principales, con el objeto de cargar sobre ellos cuanto puedan hallar, en una maniobra vil y despreciable, que anuncian a bombo y platillo, pidiendo a sus bases que señalen a cualquier familiar próximo de quién sospechen la mínima irregularidad que pueda llevarles a utilizarlo contra el contrincante político.

Una maniobra, una artimaña, unos manejos impropios de cualquier persona o entidad respetable, y más aún cuando de un gobierno de un país se trata, y que responde a una contraofensiva por la situación legal en la que se encuentran familiares cercanos al presidente, como si esta actuación de urgente búsqueda fuese una respuesta a esa situación, una especie de venganza que los equipare, por lo que ya imaginamos a la hooligan del gobierno,  la ministra de hacienda, buceando en archivos y recónditos rincones de su ministerio, en busca de material sensible para lanzarlo contra sus contrincantes,  a través de hermanos, primos o un familiar lejano que retrasó un pago, allá por la década de los noventa.

Es la aplicación de la ley del talión que establece el “ojo por ojo y diente por diente”, en una demostración más de la desesperada huida hacia delante de este ejecutivo, cuya soberbia no le permite perder un ápice de poder, ni reconocer dar un paso atrás, ni mucho menos ser conscientes de los errores cometidos, ni asumir que el desprestigio les va comiendo terreno frente a sus opositores, algo que les resulta absolutamente insoportable,  acostumbrados como están a ejercer el mando y el control total, sin ataduras ni límites de ningún tipo.

jueves, 15 de agosto de 2024

El perverso encanto del poder

 

Habló – es un decir – el bulldog del gobierno, y hasta las avecillas del bosque dejaron de trinar. Asustadas quedaron por los atronadores improperios del ariete presidencial, que lejos de ocuparse de lo suyo, de los transportes, que están hechos unos zorros desde que llegó, aquejados de continuos sobresaltos de todo tipo, que él trata de evadir, se dedica a aquello para lo que fue diseñado en este gobierno: incordiar, insultar, molestar e incomodar, a la par que faltar el respeto y ningunear al poder judicial, una de sus diversiones favoritas, que resultan inauditas por rechazables y ofensivas, sobre todo cuando proceden de un miembro del gobierno, ejecutivo que por este motivo ya ha sido advertido en varias ocasiones por la institución pertinente de la Unión Europea, sin que ello suponga una rectificación.

En sus últimas declaraciones, se atreve  a censurar al Supremo por no aplicar la amnistía al titiritero catalán – al que han dejado escapar otra vez - algo que ansían con auténtico fervor, y que presumen el Constitucional corregirá, lo que les ha supuesto una llamada de atención de ambos tribunales, algo que no les preocupa en exceso, como en el caso de las llamadas de atención de Europa, ya que ellos se consideran representantes de los tres poderes del estado, y pueden en consecuencia ejercer en cada momento las funciones correspondientes que más les interesen, tal es el grado de la ególatra soberbia en la que se han instalado.

Si además tenemos presente que este comportamiento cada vez más autoritario, más despectivo, lo comparten todos los miembros del gobierno, sin fisuras, con la consigna del todos a una, el bloque se siente cada día más fuerte, y así se permiten el lujo de turnarse a la hora de intervenir, cada uno desde su elevado atril, para defender la acción de conjunto, mejorar la imagen – algo que les ocupa y preocupa en grado extremo – y mostrarse como un sólido y desafiante bloque ante los “perversos” contrincantes que se atreven a desafiarlos, criticando su “inmejorable” labor, algo que no permiten que nadie ponga en cuestión, cuando la única e incuestionable verdad, es que gestionan, que no gobiernan, con el único y obsesivo objetivo de perpetuarse en el poder a toda costa.

Se permiten tomar partido como gobierno a favor de la esposa del presidente, incluido el ministro de justicia, en un ejercicio de una absoluta falta de neutralidad  y de una discriminación rechazable ante un caso en el que la persona investigada es una ciudadana más, como lo es el presidente, cuando ha de prestar declaración ante un juez, aunque ambos no sólo se negaron a declarar, sino que a renglón seguido, lo denunciaron por prevaricación, derecho que los asiste, pero que es muy ilustrativo del talante de ambos.

En este orden de hechos, el presidente tiene aún pendiente la investigación de su hermano, sobre el que la jueza del caso ha solicitado un informe al ministerio de hacienda, dirigido por la hooligan del gobierno, a la sazón viceministra primera, que lo ha emitido en sentido favorable, ante cuya lectura, un exdirector de la Agencia Tributaria, ha afirmado que le parece una infamia, aunque para el conjunto del gobierno, al igual que en los casos del presidente y su esposa, muestren una absoluta unanimidad a la hora de absolverlos de toda responsabilidad: nobleza, lealtad y apego al poder, obligan.

Algo ha de tener el poder que tanto subyuga a quién llega a tocarlo. Sorprende cómo la línea de actuación de este ejecutivo, desde sus comienzos, ha sido siempre la de mantenerlo a toda costa, y así ha cedido, concedido, vendido, amnistiado y legislado, a pesar de todo y pese a todos, cuanto fuera necesario a cambio de los votos precisos con los que mantener esa inapreciable joya, que el presidente y su grupo de fieles, incluyendo a sus socios de gobierno, tanto estiman y valoran.

¡Quién lo iba a decir! tan progres ellos, tan reivindicativos y tan antisistema cuando ni soñaban con tocar poder, y ahora lo disfrutan como el resto, de los que han aprendido todas las malas artes y prácticas del poder, todos los truculentos manejos y todas las arbitrariedades propias que antes criticaban a rabiar  y ante las que ahora callan y guardan silencio. Imaginen cual hubiera sido su actitud ante la detestable fiscalidad singular para Cataluña. Y es que  dónde se encuentran ahora están muy calentitos, y fuera hace mucho frío: el irresistible y perverso encanto del poder.

Un gobierno fallido

 

Mientras el socialista Illa, en su discurso de investidura en el Parlament, proclamaba a los cuatro vientos la petición de la aplicación inmediata de la amnistía, sin subterfugios ni dilación alguna, Puigdemont, después de entrar en el país y soltar su discurso a unos metros de allí, escapaba de nuevo, saltándose todos los controles policiales montados a su alrededor, en una esperpéntica huida, absolutamente inexplicable, salvo que contase con ayudas de todo tipo que se lo hayan facilitado.

Un espantoso ridículo, uno más, que se cierne sobre este fallido gobierno empeñado en seguir al mando al precio que sea, cuyo presidente, cada vez más aislado y contestado, incluso entre los suyos, parece haber decidido elegir la táctica del avestruz, y seguir adelante pase lo que pase, escondiéndose en su palacete después de dar la orden de seguir adelante, cediendo, concediendo y asumiendo cuanto pidan y exijan quienes fueren, y de allá,  no importa, de dónde procedieren sus demandantes.

Lo sucedido en el día de hoy, sobrepasa, una vez más, todas las fechorías imaginables cometidas por un ejecutivo fallido, que no gobierna, que apenas gestiona, y que se halla en un proceso de descomposición tal, que ya no se reconoce ni a sí mismo, con un desprecio absoluto y manifiesto hacia la separación de poderes, como demuestra su continua y vejatoria actitud despectiva hacia el poder judicial, por lo que tantas veces ha sido denunciado por la Unión Europea, ante las numerosas denuncias presentadas ante ella.

La fiscalidad singular concedida a Cataluña, ha supuesto  una felonía más de este ejecutivo hacia la equiparación de las Comunidades y sus ciudadanos, que ha logrado que los barones socialistas se pronuncien en contra de semejante barbaridad discriminatoria.

Lo sucedido hoy en Barcelona es impropio de un país demócrata, y sólo el gobierno central tiene la absoluta responsabilidad de lo sucedido, ya que el control de las fronteras es de su incumbencia, y en cualquier caso, es imposible que desconociera el esperpento y el bochorno que este país sufrirá hoy a causa de unos hechos que se han ido fraguando poco a poco a través de todo este tiempo pasado, durante el cual se ha hecho todo lo posible para no detener a un fugado de la justicia al que se le han dado todas las facilidades para eludir su detención, con el fin de evitar enfrentamientos con quienes han de mantener en la Moncloa a quien preside este impresentable y fallido gobierno, ávido de una ambición sin límites.

Contemplar las imágenes de Barcelona sometida a la operación jaula, cercada por las fuerzas del orden, en busca del fugitivo, que otra vez se ha dado a la fuga, rodeado de un ejército de policías, causa asombro, enojo y, sobre todo, indignación. Sólo un gobierno como el que sufrimos, sospechoso de colaborar con estos hechos, directamente o a través de otros, o al menos de mostrar una incalificable inacción, puede llegar a esta demostración de una ineptitud  vergonzante que lo descalifica para ejercer su labor.

sábado, 3 de agosto de 2024

Su dimisión, Presidente

 

Ha roto todas las barreras, ha traspasado cuántas líneas rojas ha encontrado a su paso y ha destrozado todas las esperanzas de quienes aún creían en usted, ha llevado a cabo una temeraria huida hacia adelante que inexorablemente le conducirá a un precipicio sin fondo dónde terminará su alocada carrera que comenzó hace ya demasiado tiempo, y adónde pretende arrastrarnos a todos los que hemos tenido la desdichada suerte de compartir su tiempo, y a los que no nos queda otra, como a él, que pedirle una dimisión que en cualquier caso llegaría ya tarde dadas las circunstancias, pero que estaríamos encantados de aceptar.

Y es que sería sumamente deseable, ya que lograría ahorrar a este país, y por ende a sus ciudadanos, mas frustración y desconsuelo, al tiempo que una indignación y un agobio, que resultan insuperables para una población harta ya de la soberbia y la chulería ególatra que destila por todos los poros de su cuerpo, que no se cansa de decorar de un arrogante y pedante progresismo, cuando su vida y obra como político no dan sino para una altiva y acelerada demostración de un autoritarismo galopante del que hace gala constantemente, hasta extremos que ha levantado en los medios de comunicación adjetivos  extremadamente duros que lo sitúan en posiciones muy alejadas del personaje político demócrata que ostenta y representa.

Nada le ha detenido en su desmedida ambición de mantener el poder a toda costa, desde la amnistía, léase inmunidad por votos, hasta cesiones de todo tipo, a quién fuese y cuando fuere, ya sean de tipo político, económico o del signo que sea. Jamás renunciará a negociar su permanencia en el poder. No conoce la honestidad y la honradez en política,  no posee escrúpulos de ningún tipo, la soberbia es su razón de ser, y la ambición por el poder su objetivo absoluto e irrenunciable. Jamás renunciará a una ocasión de afirmar su posición, cueste lo que cueste, no importa lo que ello suponga para el Estado, ya que da la impresión de que le pertenece en exclusiva y sus objetivos coinciden con los suyos.

Si a todo esto sumamos un gobierno compuesto por fieles entregados al cien por cien  a su jefe, que lo ha diseñado a su medida, con una vicepresidenta primera ejerciendo de hooligan permanente, siempre dispuesta a alabar y halagar a su venerado jefe, a gritarle que no se vaya, que se quede, cuando llevó a cabo la bufonada del retiro conventual que le ha desacreditado en Europa, dónde desde entonces lo conocen como el “showman”, dada la excentricidad de su ridículo comportamiento impropio de un presidente del ejecutivo.

Impresentable el ministro de transportes, auténtico bulldog del gobierno, siempre dispuesto a enfrentar y bregar lo que sea menester, y al intrigante e inquietante superministro con tres carteras, entre ellas la de justicia, que se permite el lujo, como los demás, de hacer causa común con la esposa del presidente en su causa judicial, en un ejemplo de discriminación y de una absoluta  imparcialidad que no se pueden permitir, a la par que convierten estos hechos en una asunto de Estado, cuando es un asunto particular de ellos como ciudadanos sujeto a la acción de la justicia. Mención aparte, porque no pertenece al gobierno, es el intrigante fiscal general, fiel siervo de su amo.

Destacar corresponde, porque es de suma relevancia, la falta de respeto de todo el ejecutivo por el poder judicial y los jueces, a los que no desaprovecha  ocasión de ningunearlos y que le ha supuesto reiterados avisos de la Unión Europea, algo que debería sumirlos en la vergüenza más absoluta pero que a ellos no les inmuta. Destacar la declaración del presidente ante el juez, al que no respondió a sus preguntas, y al que a renglón seguido, y de inmediato, soberbia incluida, denunció por prevaricación.

Si a todo lo expuesto sumamos la última algarada del presidente, concediendo unos privilegios fiscales a Cataluña que suponen una insoportable e inadmisible afrenta a la equiparación fiscal entre las comunidades de este sufrido país, que ha levantado airadas protestas entre algunos barones del partido, una concesión más, un pago más, como siempre, para comprar los votos de los catalanes para la consecución de los objetivos, que en última instancia coinciden como de costumbre con los suyos propios, no nos queda más remedio, y es por lo tanto nuestra decisión ineludible, y siempre por nuestro bien y el de nuestro país, pedir la inmediata dimisión del presidente del gobierno.