De incalificables, oprobiosos y
rechazables, sin ambages ni reservas de
ningún tipo, cabe calificar los insultos proferidos contra el PSOE, a cargo del
diputado de Ezquerra Republicana, cuya intervención, apoyándose en su condición
de aforado, hace honor a su apellido, a la sazón, Rufián, cuyo significado, si
nos molestamos en consultarlo, se corresponde con "persona vil y
despreciable, que vive del engaño y de la estafa.
Entre otros epítetos, los tildó
de traidores, caciques y sinvergüenzas, que ha proferido desde la tribuna de
oradores, sin inmutarse, en un tono agresivo, que es un rasgo peculiar de este
individuo, que ha logrado unir a casi todos los demás grupos a la hora de
rechazar tamaños improperios.
Este portavoz de ERC, sin
experiencia política alguna, que fue captado hace muy poco tiempo por sus
cualidades de hombre bulldog, para lanzarlo como arma arrojadiza contra todos
los que no piensan como él y su partido, no pierde ocasión de destilar odio por
todos los poros de su cuerpo, cada vez que hace uso de la palabra.
Panfleteo experimentado, y con
una violencia verbal exacerbada, disfruta exaltando los ánimos de quienes de
una irracional forma, lanzan indiscriminadamente todo tipo de improperios e
insultos, en un alarde de populismo absurdo y radical, que no deja lugar alguno
a la reflexión y a la lógica humanas, que debe acompañar siempre a toda
manifestación de una opinión contraria.
La indignada respuesta del
portavoz del PSOE, que no se hizo esperar, habló de la sangre, sudor y lágrimas
derramadas en el pasado reciente por su partido y otros, para que este
individuo pudiera hoy estar ahí, expresándose libremente.
Se refería, sin lugar a dudas,
a los políticos asesinados por el terrorismo etarra. Debió añadir dicho portavoz,
que mientras esto sucedía, el secretario general de su partido, en un acto muy
criticado entonces, se entrevistó con los terroristas para que no asesinaran en
Cataluña.
Lo más preocupante de todo
esto, es la cantidad de gente, joven y no tan joven, que creen a estos
individuos que se creen en posesión de la verdad. Da miedo pensar, que puedan
justificarlos, en un alarde de ingenua y peligrosa aceptación de una violencia
verbal, que como otros que podríamos citar, acaparan hoy el panorama político de
este país.
Populistas sin escrúpulos,
explotan la vena rebelde e inconformista de mucha gente, que ven en ellos a
unos salva patrias, que con su verbo fácil y agresivo, proclaman a los cuatro
vientos lo que ellos quieren oír, aplaudiendo a rabiar sus improperios,
despropósitos y demás verborrea, que saben que enerva y satisface a las masas a
las que se dirigen, en un acto de injustificable manejo de las mentes de
quienes no se detiene a analizar, razonar y discriminar cuanto a sus oídos
llega.
Son muchos ya lo que utilizan
estas sucias artimañas para ganarse a una ciudadanía donde reina el descontento
y la apatía por el comportamiento de una clase política que ha hecho méritos
más que suficientes para su completo descrédito.
Rufianes, pícaros y malandrines,
poblaban la novela picaresca de nuestro Siglo de Oro. Cuatrocientos años
después, siguen por estos lares. Han cambiado sus objetivos y métodos, pero en
esencia, son los mismos.
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