No
fue precisamente el Latín, la asignatura preferida durante mis estudios de
bachiller, cuando aún está lengua, que admiro y respeto, formaba parte del plan
de estudios de entonces – léase hace un buen puñado de décadas –que me hizo
sudar tinta china, permítaseme tan curiosa expresión, aún hoy en vigor, que me
destrozaba los nervios, cada vez que me sumergía en las entrañas de la
farragosa y larga oración, tratando de encontrar el dichoso sujeto, que podía
encontrarse en cualquier intrincado rincón de la misma, y que necesariamente, no
se disponía al principio, cómo podría esperarse, sino que hallábase oculta, ora
en el centro, ora antes, ora después, con lo que su búsqueda se convertía en
una auténtica aventura sintáctica, que casi siempre se tornaba imposible para
el bachiller empeñado en desentrañar tamaño desafío lingüístico.
In
Albis, es una expresión latina – latinajo propiamente dicho – que tiene varias
acepciones, muy similares entre ellas, que se traduce, como estar o quedarse en
blanco, quedarse sin conseguir lo pretendido, no lograr o captar lo que se
expone, entre otras que podríamos citar, y que se ajustan a la perfección en la
simple y llana locución, “en blanco”, o sea, de no haber entendido nada,
perplejo y sorprendido ante una situación que no asume ni entiende, en
definitiva, que le supera y le sume en un vacilante desconcierto, que encuentra
siniestro e incierto a partes iguales, que es lo que a mí me sucedía cada vez
que me disponía a analizar la dichosa oración, cuyo núcleo fundamental, era sin
duda, el hallazgo del misterioso y oculto sujeto.
No
consigo recordar si el Latín se estudiaba en un solo curso o en varios, si sólo
en el bachillerato, o si también lo contemplaba el plan de estudios de
magisterio – aunque esto último, lo dudo – pero si permanece en mi memoria lo
mucho que me hizo sufrir esta hermosa y fundamental lengua, que tanto estimo y
respeto, origen de tantas otras, y que sobra aquí tratar de explayarnos en su
vital importancia, tanto en las ciencias
como en las letras y el arte en general, y que por desgracia hoy se encuentra
tan denostada y cuestionada, por quienes no poseen la necesaria cultura,
conocimiento y sensibilidad para concederle la enorme importancia que para la
civilización humana ha supuesto a través de la historia.
Lengua viva, que no muerta como algunos le
suponen, que yo tanto defraudé, con mis continuos suspensos, que apenas logré
superar con justos y nimios aprobados, que en algún caso logré, recuerdo ahora,
gracias a la inestimable ayuda de algún compañero que, en el examen, me pasó la
salvadora chuleta, para conseguir superar la inevitable prueba, nada que ver
con la asignatura de religión, que en la Escuela Normal de Magisterio de
Segovia, aprobaba sin problemas – el profesor era un sacerdote – y yo para
entonces un completo descreído, ya que existía una leyenda, que afirmaba que bastaba con hablar bien de la
virgen, para aprobar, algo que seguí al pie de la letra, y que me dio excelentes
resultados.
In
Albis llevamos los dos últimos años, inmersos en una pandemia que pese a la
vacunación, y gracias a ella más debilitada, sigue golpeando este País, y el
resto del Mundo, con alarmantes cifras de contagios, cuando finalizamos este
oprobioso año 2021, que nos ha dejado en blanco una memoria demasiada cargada
de esperanzas defraudadas una vez más, después de pasar el terrible 2020, que
creíamos supondría el final de todas las desdichas que se prolongan ya dos años
en pleno siglo XXI, con un País que pese a las euforias gubernamentales, sigue
con unas cifras económicas, sociales y laborales, que no permiten lanzar las
campanas al vuelo, con una clase política nefasta en todo su arco
parlamentario.
Y es que desde la izquierda más extrema, hasta la derecha más cavernaria, pasando por un centro izquierda y otro orientado a la derecha, ambos irrelevantes, o más bien inexistentes, dónde todos se caracterizan por las mismas malas formas, la misma ineptitud, y la misma obsesión por aferrarse a la poltrona, al poder, en definitiva, ajenos a su labor en pro de unos ciudadanos, cada vez más frustrados y cansados de ellos, de todos, sin distinción ideológica, si es que la tuvieren, que nos están dejando la mente en blanco, in albis, a fuerza de olvidarnos de ellos, que es lo único positivo que están consiguiendo entre tanta indignación, tanto cansancio y tanto sufrimiento como están causando a una población, harta de su ineficacia, de su soberbia, y de su falta de sensibilidad ante tanto desamparo.
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