Admiración
y respeto hacia las invisibles y longevas
canas de estos guerreros de la buena
música de siempre, que tienen la fuerza y el valor de subirse a un escenario para
transmitirnos su trepidante vigor musical que se muestra aún intacto, llenando
con sus impactantes acordes las vidas de tanta gente que con ellos disfrutó en
su momento en el pasado siglo XX, y que ahora, muchos años después, en pleno
siglo XXI, tienen la oportunidad de seguir vibrando con ellos, cuando los creían
ya fuera de la circulación, alejados definitivamente de los escenarios.
Afortunadamente
continúan en activo, dando guerra, como si el tiempo dejara de avanzar, de condicionar
su existencia, conservando casi intacta la energía y el espíritu necesarios
para gritar a los cuatro vientos, que siguen vivos, con una asombrosa fuerza y
una vitalidad contagiosa que honra y distingue a estos mensajeros de una música
que viene a dar un toque de atención ante tanta y tan penosa falta de
creatividad como sufrimos en un presente anodino y vacío, tanto de contenido
como de forma, en cuanto al panorama musical actual se refiere, todo ello en un
mundo convulso, inmerso en guerras, violencia y profundas desigualdades, que pudieran
hacer pensar que este comentario entra dentro del terreno de la frivolidad,
pero el mundo también necesita de la música como medio de intentar superar
tanto infortunio como azota a este sufrido planeta.
Sin
concesiones a quienes les reprochan su edad, se muestran transgresores y desafiantes
ante una sociedad absurda y harto tediosa, que no los ve como músicos plenamente
vigentes, sino como caducos ochenteros alejados de una realidad que no asumen,
lo que supone una absoluta falta de sensibilidad y, de paso, de ignorancia y de
respeto, ante una falta de vitalidad de la que seguramente esos críticos
caducos carecen, y que envidiarían si de ella pudieran disfrutar, algo que no
se le es dado gratuitamente a cualquiera, ya que se necesita una considerable
dosis de seguir en la brecha, y de unas ganas de vivir sin complejos ni temores,
que puedan suponer un obstáculo insalvable para el desarrollo de una actividad
tan excitante.
Continúan
sonando como sólo ellos son capaces de hacerlo, logrando con ello que los que
siguen creyendo en su música, sigan vibrando al escucharlos y contemplar sus
pasos sobre el escenario, al tiempo que consiguen hablar a sus guitarras,
extrayendo de ellas lo mejor de las notas que contienen, al tiempo que los
contoneos del inefable Yagger, contagia su ritmo a los entusiasmados seguidores
de siempre, que disfrutan satisfechos con una banda que ya pensaban se desharía
con el paso del implacable tiempo, que parece haber cedido ante éstos
desafiantes integrantes de una de las mejores bandas de todos los tiempos.
Grandes
grupos de la historia de la música, bandas y solistas de todos los estilos
posibles, de todas las épocas de todas las razas, sexo, origen y procedencia están
desapareciendo por la tiranía que el tiempo impone, dejando huérfanos a tantos
amantes de la música que con ellos pasamos muchos de nuestros mejores momentos
de nuestra vida, y aunque dispongamos de sus grabaciones, nada sustituye a su
presencia en directo, algo que aún podemos lograr con viejas glorias que como
Rolling Stones, siguen haciéndonos disfrutar, como Paul McCartney, Willie
Nelson, Stevie Wonder, Bruce Springsteen, Neil Young, Bob Dylan, Madonna, lady Gaga,
Eric Clapton, U2, Elton John, Buddy Guy, Sheryl Crow, Mark Knopfler, y tantos
otros, que continúan desafiando al tiempo, y cuya pertinaz presencia, tenemos la
suerte de disfrutar.
Pero
llegará el triste e inevitable momento en que desaparecerán de nuestras vidas,
y más pronto o más tarde, nosotros también, y se dará con ello fin a un ciclo
durante el cual convivimos con ellos, dando cierto sentido a nuestras vidas, formando
parte de ellas, y de alguna manera caminando juntos a la hora de convivir y de
entender una forma de vivir, dónde la música cobra pleno sentido al conseguir
hacerla más plácida, amena y soportable, algo digno de agradecer, ya que la
música en general, y la de los grupos como los Rolling Stones en particular,
tienen la virtud de elevar el ánimo y las ganas de vivir hasta extremos que
deben de tenerse en cuenta, cuando de disfrutar de la vida se refiere
Es
por ello, que los Rolling Stones, supervivientes últimos de estas generaciones musicales,
nos proporcionan una satisfacción y una alegría íntima que deberíamos saber
agradecer por lo que representan para la historia de la música, de nuestra
sociedad, y para cuántos disfrutamos y seguimos valorando esta eternamente
vigente banda y tantas otras quizás no tan famosas, así como de multitud de
viejas glorias musicales de todo el mundo que, pese al paso del tiempo continúan
haciéndonos disfrutar de una de las bellas artes que tiene la agradecida
facultad de elevar el espíritu y la sensibilidad de quienes aman la música en
sus diversas manifestaciones.
Los
amantes de la música clásica, de la llamada música culta – en absoluto
incompatible con la música de la que aquí hablamos – posiblemente renegarán de
estas líneas, pero la vida evoluciona y con ella la música y todas las artes en
todas sus manifestaciones, las cuales han acompañado a los seres humanos a
través de la historia, satisfaciendo a las generaciones con las que han
coincidido, enriqueciéndolas en todos los sentidos, aportando con sus nuevos
ritmos, estilos y concepciones, la transición hacia los inevitables cambios sociales,
políticos y culturales a los que el ser
humano está y ha estado sometido a través de la historia de la humanidad.
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