Alguna
vez leí, y convencido quedé con ello, que es propio de países serios y
responsables, aquellos en los que la democracia de hecho, se sustanciaba en un
Estado social y de derecho, dónde las leyes se respetaban y los encargados de su
redacción y ejecución, eran los primeros, no sólo en hacerlas cumplir, si no en
cumplirlas, dando ejemplo de ello, por encima de todo y de todos, el poder
ejecutivo, representado por el gobierno democráticamente elegido en las urnas.
Y aquí, en este singular País, nos encontramos
con el primer obstáculo al encontrarnos con un ejecutivo que lleva en funciones
tres meses, los mismos que lleva enfangado en la negociación con los posibles
aliados de los que depende para formar gobierno, con el Congreso cerrado a cal
y canto, con un irreconocible partido en el poder que parece haberse
transformado en un auténtico camarote de los hermanos Marx, pero con una
disciplina que allí no se contemplaba, obligados a seguir a un secretario
general que lo ha sustituido con mano de hierro, mutándolo a su imagen y
semejanza, y bajo la estricta máxima de que aquel que se mueva, no sale en la
foto.
Atrapados
en sus redes, mantienen un desigual pulso con quienes no tienen reparo en
afirmar que la gobernanza de España no les importa en absoluto, y que sólo
persiguen los objetivos de lo que ellos
denominan su país, que en nada coinciden con los del nuestro, para lo que como
moneda de cambio pretenden alcanzar dos metas fundamentales, que no únicas,
como son la amnistía y la autodeterminación, sin cabida en La Constitución
vigente, después de haberlos allanado el camino previamente, con la derogación
de varias leyes que los penalizaban, y que lejos de satisfacerles, los han envalentonado
lo suficiente como para seguir en sus inacabables reivindicaciones.
Y
mientras tanto, los ciudadanos de este País, contemplan el esperpéntico
espectáculo que se les ofrece con una mezcla de asombro y escepticismo,
preguntándose como se puede mercadear con la formación de un gobierno a cambio
de ceder ante los representantes de una pequeña parte del territorio que exige
unas concesiones inasumibles para el resto, pero que el jefe del ejecutivo no
tiene previsto descartar, ya que asegura que gobernará, pese a los mínimos
avances registrados en tres meses que llevamos soportando este insufrible
tormento, que pese al mal disimulado intento de disfrazarlo de una mejora de la
convivencia, no es sino una moneda de cambio, un trueque para conseguir seguir
en La Moncloa.
Nadie, salvo el jefe del ejecutivo y unos
pocos allegados conocen las oscuras negociaciones que están teniendo lugar a
espaldas de la opinión pública, hasta el
extremo de que ni siquiera los barones del partido dicen conocer, y mucho menos
las bases del mismo, debido a una opacidad permanente, que parece ocupar todo
el tiempo de un presidente que parece haberse olvidado de todo lo que no suponga
su continuación en el cargo al que tanto apega muestra, meta y objetivo único y
obsesivo que desesperadamente persigue.
Un
País que parece narcotizado, que no reacciona ante lo que diariamente se le
presenta que no contempla solución alguna a sus problemas, con cinco millones
de ciudadanos sumidos en la pobreza más severa, con la cesta de la compra por
las nubes, con la mayor tasa de desempleo de la Unión Europea, y que incluso ha de soportar
cómo el presidente del gobierno en
funciones afirma que “el País va como una moto”.
Ocurrencia banal e irresponsable, de un jefe
del ejecutivo obsesionado por continuar a los mandos, dotado de una soberbia sin escrúpulos,
espoleado por una jaula de grillos que se autodenominan “progresistas”, que le
aplauden a coro deseosos también de continuar en sus poltronas, y que están dispuestos
también a llegar adónde sea necesario con tal de conseguir sus objetivos, y que
han contaminado a un desconocido PSOE, que muy pocos reconocen, sin debate
interno, que se permite ningunear a viejas glorias, y que está suponiendo un
lastre para un partido desacreditado hoy, y que siempre ha gozado de una impecable
trayectoria.
Una
situación insostenible que no parece tener solución, salvo que se rompan las
perversas negociaciones con quienes le presionan y chantajean a la vista de la
debilidad que el presidente en funcionas muestra ante sus indisimulados deseos
de poder, y que llevarían a convocar de nuevo unas elecciones, que posiblemente
arrojarían unos resultados similares a las últimas habidas, lo que supondría un
bloqueo institucional sin parangón posible, ya que la oposición, víctima de la
aproximación a unas malas compañías, que sin duda le han perjudicado, pocas
posibilidades tiene.
Tan
perversa situación, podría tener una solución con un gobierno de coalición
entre ambos partidos, algo que se antoja utópico, pero que solucionaría un problema
institucional de primer orden que no podemos perpetuar, ya que en caso de ceder a las intenciones
nacionalistas, el chantaje sería permanente durante toda la legislatura, además
de lesionar la credibilidad constitucional, con los consiguientes riesgos que
ello conlleva, y que de ninguna manera nos podemos permitir.
Lo
que definitivamente resulta inaceptable, es la continuación de una situación a
la que nunca debería haberse llegado, a la vista de las exigencias de quienes
pretender bloquear este País, con la colaboración de un gobierno en funciones
que no se resigna a alejarse dl poder, y que parece haber olvidado que no son
más que los representantes de los ciudadanos, que no les votaron para
permanecer en el gobierno a toda costa, sino para encontrar la mejor solución
posible para que el País y sus ciudadanos, dispongan de un gobierno libre, legal,
justa y democráticamente constituido, que no rinda cuentas, ni se pliegue más
que ante sus ciudadanos, que son los únicos y exclusivos propietarios de la
soberanía popular y del gobierno que en ellos ha delegado.
De no ser así, de no trabajar para todos los ciudadanos de una forma clara, democrática, concisa y cristalina, con equidad y dedicación absolutas, sin mercados políticos ni ambiciones personales desmedidas, desde aquí les decimos que no hablen por nosotros, que no lo hagan por tantos ciudadanos callados que relegados a un segundo plano no pueden mostrar su desacuerdo y su profundo descontento. No en mi nombre y en el de multitud de ciudadanos de este sufrido país.
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