Que
un presidente que representa a todos los españoles, ofenda e insulte a todos los
que no le han votado, a más de medio país, además de vulgar y ordinario, supone
una intolerable y absoluta falta de respeto que le inhabilita y le incapacita
para ejercer el cargo de presidente de un país que no se merece semejante político
que en su huida hacia delante, ha perdido los papeles, víctima de una soberbia
ególatra, que no parece tener fin.
En
unas ofensivas y rechazables declaraciones, y ante las masivas manifestaciones
en contra de la amnistía, un sobrepasado presidente ha tenido la desafortunada
ocurrencia, que quizás se la han dictado los mismos que le escriben los libros,
llamándolos “fachosfera”, es decir, fachas, utilizado neta y escrupulosamente
como un insulto, en un gesto de completo desprecio que ha sorprendido a propios
y extraños, que un político de su rango no puede de ninguna manera permitirse y
que debería suponer motivo suficiente para una fulminante dimisión, que con
toda seguridad no se va a producir.
Que
el presidente del país, primer garante y defensor de la libertad de expresión,
insulte a quienes en el uso de esa libertad opinen de una forma que le molesta,
no tiene más calificativo que el de sumamente rechazable, hasta el extremo de
anularlo totalmente como jefe de un ejecutivo, a cuyos componentes imaginamos
actuando como palmeros, haciendo piña con él, en una clara demostración más que
Indigna, rebela e irrita a la inteligencia más elemental que apenas da crédito a
unos hechos que imaginamos ofenderán la sensibilidad de muchos de sus
partidarios, que de ninguna manera pueden aprobar estas detestables manifestaciones
impropias de quién provienen.
Jamás
se ha contemplado un espectáculo semejante con el presidente del gobierno como
protagonista menospreciando a los ciudadanos de su país con un expresión que a
algunos dirán que no es un insulto,
cuando en cualquier caso está proferido como una descalificación, como una
difamación, siempre inapropiada en boca de un representante político de
cualquier nivel, máxime cuando se trata,
ni más ni menos, de aquel que supuestamente nos ha de representar a
todos, lo que supone un hecho inaudito que difícilmente ha de tener parangón,
salvo, como en este caso, que se trata de un personaje que parece no tener
límite alguno, ni moral ni éticamente considerado.
Algo
a lo que ya nos tiene acostumbrados, y que sobradamente ha demostrado a lo
largo de su mandato, llegando a extremos inauditos, sorprendentes e insólitos
cuando de perpetuarse en el poder se trata, mintiendo (cambiando de opinión),
negociando con quién más le convenga en cada momento, utilizando para ello como
moneda de cambio lo que sea necesario incluyendo recursos de todo tipo,
cediendo y concediendo prebendas varias al mejor postor, y un largo etcétera,
que demuestra que no tiene prejuicio alguno a la hora de apostar por sí mismo y
sus desaforadas ambiciones de poder.
No
es un asunto menor, no se puede considerar como una “ocurrencia” del presidente,
no es un tema baladí, es una demostración palpable de una desconsideración
palmaria, de una falta de respeto intolerable y de un desprecio soez e imperdonable
que de ninguna manera puede quedar como una simple anécdota, ya que ofende la
sensibilidad y la dignidad de un amplio sector de la población a quién afecta.
Sin
duda, muchos le reirán la absurda frase, pretextando que tiene su gracia,
aunque peor es el caso de aquellos que le apoyarán porque están de acuerdo con
él, porque la polarización a la que se está llegando, conduce a los que le
aplauden a considerar que los demás son unos fachas, todos sin exclusión, en
una ceremonia de la confusión inquietantemente ridícula que está llegando a
unos extremos que repudian la mínima inteligencia exigible, pues se basa en
aquello de que si no estás conmigo estás contra mí, es decir, o eres de los
míos, lo que implica pensar como yo, o te aplico el calificativo presidencial,
que, por cierto, de ninguna manera va a retirar, ni mucho menos va a presentar
excusa alguna, salvo que “cambie de opinión”, algo que sólo haría si le
resultase políticamente ventajoso, lo que nos genera serias dudas, por lo que sólo
nos queda esperar la próxima “genialidad” de un personaje que está a años luz
de mostrar la dignidad más elemental exigible a un presidente del gobierno.
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