Este
inefable y singular gobierno, parece tener una indudable componente masoquista
que no puede disimular por mucho que lo intente y trate de convencer al personal,
lo que resulta increíble, que la amnistía es por convivencia, por la
pacificación, la normalidad y la estabilidad de Cataluña, cuando todos sabemos
desde hace ya demasiado tiempo que es por conveniencia, es decir, inmunidad por
votos, y no hay más, porque la paz, la normalidad y la estabilidad están más
que aseguradas por aquellos lares, por lo que deberían dejar de lado ya esas
pamplinas que ya nadie cree, y centrarse en gobernar para todos, algo de lo que
se han olvidado con ese fanático y compulsivo afán por favorecer a quienes
manejan de verdad los hilos de esta legislatura.
A cuyo
mando está el titiritero mayor desde sus cómodos aposentos desde dónde gobierna,
no en la sombra, sino a plena y deslumbrante luz del día, mientras contempla
cómo con cuantos más desaires se prodiga hacia sus valedores en La Moncloa, más
los tiene a los pies de los caballos, humillándose otra vez, y las que hagan
falta para que sigan luchando por su auto amnistía, que no abandonen que sigan
reclamando cuanto deseen, pero que no los dejen solos en su batallar por
concederles “su” amnistía.
Y a
eso se dedican, a incordiar continuamente mientras el gobierno ofrece una y
otra vez la otra mejilla, obediente, masoquista en extremo, mientras el
titiritero afirma en sus últimas declaraciones, en modo incendiario, que
conseguirán la amnistía, pero que no crea el ejecutivo que por ello van a dejar
de luchar contra la “ofensiva represora”, hasta lograr la independencia, algo
para lo que están preparándose y a lo que no renunciarán nunca, preparándose,
como ha afirmado, “para la confrontación y la unilateralidad”.
Ya
lo dijeron cuando afirmaron que lo volverían a hacer, algo que ya han puesto en
marcha con la iniciativa popular para declarar la independencia que ya ha
admitido a trámite la mesa del Parlament, en un paso más hacia la declaración
unilateral de independencia, un pulso más a este gobierno imprevisible, que
ignoramos cómo responderá, pero que conocida su trayectoria en estos
menesteres, posiblemente aplicarán una vez más acendrado masoquismo buscarán
alguna mejilla más, y les concederán lo que pidan para que reflexionen un poco,
para que se tranquilicen, o se pondrán de rodillas si es necesario una vez más,
en lugar de actuar de una vez con una firmeza de la que son absoluta y decididamente
incapaces.
Y es
que dada la extrema debilidad que siempre han mostrado ante ellos, los han
acostumbrado a conseguir todo cuanto han querido y eso tiene su coste que no es
otro que una cesión continua ante este niño mimado en que han convertido al
titiritero y su gente, todo por conseguir perpetuarse en el poder un presidente
que ha perdido definitivamente los papeles y que no está dispuesto a renunciar a
sus privilegios a costa de un País que está descubriendo poco a poco a un
personaje soberbio y sin escrúpulos dispuesto a sacrificar lo que sea necesario
para mantenerse en el poder, caiga quién
caiga, salvo él, al que nadie en su silenciado partido osa hacerle frente, tal
es el ninguneo al que lo ha sometido.
En cualquier
caso, no corren vientos favorables para un partido que ve cómo las aguas
turbulentas de los escándalos políticos le están cercando con las corruptelas
de las mascarillas, que le están salpicando, y dónde la presidenta del Congreso,
tan fiel ella a su presidente, está siendo señalada también por este motivo
cuando presidía Las Baleares. Si a todo esto, sumamos la falta de poder
territorial del partido, La Moncloa va ser el último reducto dónde atrincherarse
un presidente, que aún así, no rendirá jamás su fuerte, aunque si para
continuar ha de hacer más concesiones y ofrecer más mejillas al titiritero
jefe, las buscará donde sea preciso. El poder, por encima de todo.
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