El
tema es demasiado serio para tomárselo a broma, pero sin embargo, no teniendo alternativa,
es preferible exhibir una mal disimulada sonrisa que mostrar una preocupación
que ni nos ayuda, ni nos favorece, ya que éste gabinete, léase camarote, no va
a cambiar su rumbo por mucho que pongamos cara de póker, ya que se ha escorado
tanto a fuerza de bogar constantemente a la deriva, que ya no va a haber forma
de sacarlo a flote por mucho empeño que pongamos en ello.
Son
tantos los integrantes, tan diversos sus componentes, tan estridentes sus disparatados
menesteres, sus traspiés a bordo, sus frecuentes zancadillas, que
es imposible que puedan desenvolverse en tan reducido espacio, cual los
hermanos Marx en el cuarto de la limpieza pugnando por hallar un lugar dónde
colocar un brazo, una pierna, una escoba, que acaba finalmente con todos ellos cayendo
en tropel unos de encima de otros, como en este camarote gubernamental, dónde
tantos y tan dispares, dan la impresión de que de un momento a otro, saldrán a
empujones a fuerza de meterse los dedos en los ojos, o a escobazos si la
elegancia obligada se pierde.
Y es
que las controversias entre ellos, tan poco avenidos, pese a lo que
machaconamente digan, no les da para
tanto, ya que a las continuas peleas - no
suelen lavar los trapos sucios en casa – suelen sucederles las contradictorias
declaraciones, para terminar, como ahora ha sucedido, con votaciones opuestas,
que les ha conducido a perder alguna importante resolución en el Congreso, que
no tiene más explicación que el de una anarquía gubernamental impropia de un
ejecutivo serio, sino más bien de una jaula de grillos dónde el entendimiento y
el acuerdo brillan por su ausencia.
Si a
todo esto unimos los recientes enfrentamientos entre el presidente de nuestro
país con el de Argentina, sin duda iniciado y motivado por el impresentable
bulldog del gobierno, encarnado en el inefable ministro Puente, y que nadie
intentó parar con la presentación de las excusas oportunas, y detener así un
impensable conflicto que aún no sabemos cómo va a terminar, el relato de este
desgobierno resulta, como mínimo desalentador, y en cualquier caso, digno de
figurar entre los anales de los mayores despropósitos que se han dado en un
gobierno democrático en este país.
Pero
no caerá esa breva, ya que aquí no ha pasado nada, dicen, están unidos como una
piña, conformando un ejecutivo ejemplar que tiene por delante muchos años de
ejercicio, un gobierno progresista, cuyo jefe se permite el lujo de tomarse
cinco días de retiro conventual, ignoramos si con suspensión de empleo y sueldo,
que le ha servido para autoafirmarse en el cargo, algo que muchos ya sabíamos,
y que en Europa se lo han tomado a broma del showman, que así lo califican, que
deseoso de un baño de masas, que sin duda lo ha disfrutado con el auxilio, la
ayuda y el beneplácito de sus hooligans más cercanos, léase sus ministros con
la excesiva y excéntrica viceministra primera, que como siempre se ha distinguido
especialmente en estos acostumbrados menesteres.
Así
que abandonemos toda esperanza. Los integrantes de este camarote van a soportar cuántas inclemencias
haya de soportar el barco dónde se halla, y aunque tuvieran que abandonarlo por
los avatares de todo tipo que tuvieran que soportar, su capitán al mando
recurrirá a cualquier estrategia, a cualquier puerto, o en último extremo, a
cualquier nuevo retiro, para que al cabo de otro periodo de profunda reflexión,
comunique a la tripulación, y por ende a la afición, entregada o no, que este
barco va como un tiro, como una moto, como un cohete, por lo que, a su pesar, y
siempre pensando en el país, ha decidido continuar. Nada nuevo bajo el sol.
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