Un año
más, el festival de Eurovisión ha vuelto a despertar el interés de una Europa que
vive unos tiempos que cabe calificar como mínimo de confusos, siempre tratando
de evitar el término de traumáticos, posiblemente más adecuado teniendo en
cuenta la situación política que vivimos con conflictos armados que de alguna
manera nos afectan, y ante los cuales no podemos ponernos de perfil para
evitarlos.
Tiempos
aquellos en los que con antelación conocíamos el reparto de los votos, casi con
total independencia de la canción – hoy deberíamos hablar del espectáculo – y
de su mayor o menor calidad, que incluso en determinadas ocasiones, también
llegaba a influir en la susodicha votación, y que se materializaba en un
intercambio de puntos entre España y Portugal, entre los países del Este, algo
que siempre sorprendía, pero que no solía fallar, y que eran los votos que
graciosamente nos concedía Alemania, de los que nos sentíamos orgullosos, y a
los que respondíamos en justa correspondencia, en una curiosa ceremonia que se
repetía un año tras otro.
Y
así se sucedían los festivales que se esperaban con auténtica expectación en
todo un país que lo contemplaba con pasión y lo consideraba como un reto
nacional que lo disfrutaba con absoluto entusiasmo cuando se conseguía una buena clasificación, un puesto
entre los primeros, y que la alcanzaba el éxtasis nacional cuando se conseguía
ganar.
Los
medios impresos de entonces se ocupaban profusamente de tan celebrado
acontecimiento, tanto en caso de fracaso como de éxito, con enardecidas portadas
si era esto último lo sucedido y con lamentos si lo primero, algo que en estos
últimos años ha ido disminuyendo en intensidad, por lo que cabe pensar que el
festival ha perdido apoyo público, y esto, lógicamente se ha trasladado a los
medios que no lo destacan como en un pasado no muy remoto.
Un
festival que se ha ido transformando en profundidad con el paso del tiempo. Ya
no se trata de un espectáculo esencialmente musical, sino de una auténtica
demostración de luz y sonido, un show en toda regla, con una impactante intervención
de una aplastante tecnología que es tan omnipresente, tan impactante, que lo
llena todo, relegando a los artistas, léase cantantes, a un segundo lugar, dónde
la luz y los efectos de todo tipo lo llenan por completo, opacando el auténtico
y principal motivo que debería ser el intérprete, la música y la letra del tema
correspondiente.
Ciñéndonos
al último certamen celebrado y a nuestra representación en el mismo dónde el
resultado no ha sido digno de celebrar, ya que
no ha quedado en un puesto destacable, nada nuevo que resaltar respecto
de los últimos años, salvo que, para no cambiar de registro, seguimos haciendo
el ridículo, como solíamos, con una canción, cuyo título preferimos no reflejar
aquí una vez más, y que supuestamente reflejaba un absurdo empoderamiento
femenino, que muchas representantes de este sexo rechazan, y que no vamos a plantear
aquí, porque no sabríamos cómo enfrentarlo, dado lo surrealista del propósito
de dicha intención, así como del contenido, es decir de la letra del susodicho
tema, algo que desdichadamente cada día tiene menos interés a la hora de
componer, ya que los poetas brillan por su ausencia en estos eventos, dónde lo
que prima es el espectáculo audiovisual, y ni el título, ni la letra cobran
valor alguno.
Otra
lección que extraemos de este festival siempre politizado, es el de la
cuestionada actuación de Israel, que al final compitió entre pitos silbidos y
abucheos, que al final intervino, y que incluso figuró durante unos minutos en
primer lugar, logrando un impensable quinto puesto, que debería obligarnos a
analizar cómo es posible que los votantes europeos de a pie, con su televoto, le
otorgaran semejante puntuación, su confianza, a los representantes de un país, Israel, que está
llevando a cabo una brutal represión
contra Palestina, que ha motivado manifestaciones de rechazo en todo el mundo,
y que contempla cómo le premian en un importante evento a nivel internacional.
Incomprensible, sin duda, e injustificable
a la vista de los acontecimientos expuestos.
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