¿Para qué sirven los versos sino es para esa noche / en que un puñal amargo nos averigua, para ese día / para ese crepúsculo, para ese rincón roto / donde el golpeado corazón del hombre se dispone a morir?.
Con estos versos tan premonitorios de la tragedia que sobre García Lorca se cernía, s
u buen amigo, el poeta Pablo Neruda parece adelantar, sin saberlo aún, sin certeza alguna, sin el menor atisbo de realidad, la próxima muerte de nuestro gran poeta.
Federico, que tanto amaba la vida y tanto temía a la muerte, ve reflejada su obsesión más vital en esta oda que le dedicó su entrañable amigo y que hoy, golpean con fuerza la sierra de Granada ante la inmediata recuperación de sus restos que según todos los indicios reposan en el barranco de Víznar.
Allí, presuntamente, yace junto a un maestro de escuela y dos banderilleros, víctimas del odio, la barbarie y la intolerancia de una época, que aunque superada, la transición pasó por encima de puntillas, dejando un hueco que es preciso cerrar.
García Lorca, se erige en estos momentos en representante de una memoria histórica que ni este país ni ninguno – ahí tenemos el ejemplo de Argentina - puede permitirse obviar. Es preciso cerrar este episodio, doloroso como ninguno, y que hiere la sensibilidad de todo ser humano que se precie de serlo.
Pero sobre todo es necesario para que tantas familias descansen después de todos estos años, durante los cuales se ha aplicado la ley del silencio sobre un capítulo de la historia de España que no puede continuar indefinidamente sin resolver, que siempre permanecerá latente y que no puede permanecer en el olvido como si nunca hubiera tenido lugar.
En cualquier caso no se trata, como algunos piensan, de reabrir procesos y remover antiguas heridas que puedan ocasionar enfrentamientos legales, rencores y odios ya desterrados. Sólo desean saber dónde están y recuperarlos.
Ya ni siquiera importa, aunque tienen pleno derecho, a saber cómo y por qué de aquella atrocidad. Se trata de elaborar unas listas, un inventario de todos los desaparecidos, localizar sus restos y entregarlos a sus familias, para que así todos puedan descansar.
Como lo harán los restos de Federico García Lorca setenta y dos años después de su vil asesinato. Federico pertenece a Granada, a su Andalucía, a sus gitanos que tanto quería. Es patrimonio de toda la humanidad. Federico representa la sensibilidad, la alegría, la devoción por la libertad.
Federico García Lorca, Antonio Machado, Miguel Hernández, tres poetas del pueblo víctimas de la intolerancia y la injusticia. Sólo nos queda recuperar a Federico y con él a los miles de represaliados desaparecidos que yacen repartidos por el territorio de esta España que necesita cerrar esta herida abierta aún por cicatrizar.
Violeta Parra dedicó a Federico estos sentidos versos, que resumen todo el dolor de la tragedia: Así el mundo quedó en vela / y está llorando a porfía / por Federico García / con un doliente pañuelo.
Con estos versos tan premonitorios de la tragedia que sobre García Lorca se cernía, s

Federico, que tanto amaba la vida y tanto temía a la muerte, ve reflejada su obsesión más vital en esta oda que le dedicó su entrañable amigo y que hoy, golpean con fuerza la sierra de Granada ante la inmediata recuperación de sus restos que según todos los indicios reposan en el barranco de Víznar.
Allí, presuntamente, yace junto a un maestro de escuela y dos banderilleros, víctimas del odio, la barbarie y la intolerancia de una época, que aunque superada, la transición pasó por encima de puntillas, dejando un hueco que es preciso cerrar.
García Lorca, se erige en estos momentos en representante de una memoria histórica que ni este país ni ninguno – ahí tenemos el ejemplo de Argentina - puede permitirse obviar. Es preciso cerrar este episodio, doloroso como ninguno, y que hiere la sensibilidad de todo ser humano que se precie de serlo.
Pero sobre todo es necesario para que tantas familias descansen después de todos estos años, durante los cuales se ha aplicado la ley del silencio sobre un capítulo de la historia de España que no puede continuar indefinidamente sin resolver, que siempre permanecerá latente y que no puede permanecer en el olvido como si nunca hubiera tenido lugar.
En cualquier caso no se trata, como algunos piensan, de reabrir procesos y remover antiguas heridas que puedan ocasionar enfrentamientos legales, rencores y odios ya desterrados. Sólo desean saber dónde están y recuperarlos.
Ya ni siquiera importa, aunque tienen pleno derecho, a saber cómo y por qué de aquella atrocidad. Se trata de elaborar unas listas, un inventario de todos los desaparecidos, localizar sus restos y entregarlos a sus familias, para que así todos puedan descansar.
Como lo harán los restos de Federico García Lorca setenta y dos años después de su vil asesinato. Federico pertenece a Granada, a su Andalucía, a sus gitanos que tanto quería. Es patrimonio de toda la humanidad. Federico representa la sensibilidad, la alegría, la devoción por la libertad.
Federico García Lorca, Antonio Machado, Miguel Hernández, tres poetas del pueblo víctimas de la intolerancia y la injusticia. Sólo nos queda recuperar a Federico y con él a los miles de represaliados desaparecidos que yacen repartidos por el territorio de esta España que necesita cerrar esta herida abierta aún por cicatrizar.
Violeta Parra dedicó a Federico estos sentidos versos, que resumen todo el dolor de la tragedia: Así el mundo quedó en vela / y está llorando a porfía / por Federico García / con un doliente pañuelo.