domingo, 23 de diciembre de 2012

EL PARADO INVISIBLE


Asombra cómo últimamente, una y otra vez, nos adelantan que la economía está mejorando, cómo la balanza comercial nos es favorable, cómo los objetivos de déficit se van consiguiendo, el consumo, la fiscalidad, los ingresos por diversos conceptos, todo va viento en popa, y continúan con las previsiones asegurando que el año que viene será mucho mejor, que alcanzaremos múltiples objetivos económicos hoy sumamente deteriorados, la actividad económica mejorará notablemente y así llegan incluso a hacer previsiones para dentro de dos años, asegurándonos para entonces un futuro tan prometedor, que resulta envidiable para un País hoy en la ruina,  ya que habremos salido con creces de la recesión y creceremos hasta nadar en la abundancia.
Ni una palabra sobre el desempleo, ni una cita sobre los seis millones de parados que sabemos que seguirán creciendo los próximos años, ni una mención a los sin trabajo, ni una sola alusión a quienes no tienen ni encontrarán empleo en mucho tiempo, quizás en precario o posiblemente jamás. Nada, sencillamente no existen, se han hecho invisibles, etéreos, se han esfumado, los ignoran, no desean citarlos, han desaparecido de la escena y no cuentan en absoluto en los cálculos a futuro – a presente ya se les da suficientemente de lado - para relanzar una economía para la que no cuentan con su concurso, como si no pensaran ya en ellos, como si los descartaran definitivamente de la población activa del País.
Entonces, me pregunto cómo piensan relanzar una economía que necesita que se active el consumo, que se aumente la productividad a la par que se crean nuevas empresas, si para ello es fundamental que los ciudadanos sean contratados, salgan del desempleo encontrando un trabajo, con el consiguiente aumento de la productividad, disfrutando en consecuencia de unos ingresos que reactivarán el consumo y dinamizarán la economía logrando al mismo tiempo que la lacra del paro disminuya progresivamente.
Pero no, a ellos no los citan, no entran a formar parte de un juego que sin ellos no puede acabar sino perdiendo la partida, pues continuar no ya con la cifra actual de desempleo, sino con un número que irá creciendo en los próximos años, constituye un auténtico despropósito que nadie puede entender. Sencillamente parece que ignorándolos se lograría partir de cero, evitar un engorroso problema que liberaría la economía y facilitaría la salida de la crisis. Pero no es así, el problema está ahí y sin su resolución no hay salida posible ni crecimiento ni se puede alcanzar objetivo alguno, ni económico ni social.
Cualquiera que esté al tanto de la situación de los parados en este País no debería sorprenderse de la consideración que les merece a los presentes gobernantes y que como consecuencia hagan sus planes, cálculos y previsiones sin tenerlos en cuenta. Pongo por ejemplo – hablo de la Comunidad de Madrid, pero sé positivamente que lo mismo ocurre en otras – cómo han reducido prácticamente a cero la formación que mantenía en el aula durante varios meses al año a un elevado número de desempleados formándose en diversas especialidades con vistas a poder incorporarse al mundo laboral con una mejor preparación que facilitase dicha incorporación con mayores garantías, a la par que suponía una auténtica cura psicológica al estar ocupados durante varias horas al día en lugar de ver pasar las horas y los días en blanco, con la mente dándole vueltas a la remota posibilidad de encontrar un trabajo.
Si a esto unimos que muchos de ellos no se han estrenado aún en el mundo laboral, como los jóvenes, que otros no cobran prestación alguna, otros que la han agotado y todos sumidos en la desesperación más absoluta, su futuro es tan poco halagador y su destino tan sumamente incierto, que parece preferible no contar con ellos, como si se hubiesen extinguido, para de esta forma hacer previsiones que no consideren la formidable carga que suponen. Está claro, sin ellos, dejándolos a un lado, haciéndolos invisibles, las cuentas cuadran mucho mejor.
Pero están ahí, y si así los tratan, se debe en gran parte a que es un colectivo que no les crea problemas, que no se organizan, que no salen a la calle como tantos otros, que no protestan. Pero a este paso, necesaria y forzosamente se harán oír y crearán los problemas sociales que muchos se preguntan cómo aún no han tenido lugar. A lo mejor entonces los tienen en cuenta y vuelven a contar con ellos, cuando quizás ya sea demasiado tarde y la solución se complique hasta extremos en los que preferimos no pensar.

jueves, 20 de diciembre de 2012

MI MUY MEJORABLE GOBIERNO


Cada vez es más difícil señalar los elementos característicos diferenciadores de los partidos políticos, de sus idearios, ideologías y demás peculiaridades, singularidades y propiedades varias que los determinan y que deberían constituir el conjunto de características a ofrecer a la opinión pública en general y a sus afines en particular, las cuales se van difuminando de tal manera que a la hora de la verdad, una vez llegados al poder, todos parecen comportarse igual, todos presentan las mismas maneras y todos se olvidan por igual de quienes los auparon a sus puestos actuales, es decir, sus votantes.
No obstante, al menos formalmente, la izquierda – no sé si aún debería llamarla así –  mantiene unas posiciones éticas y estéticas que denotan una sensibilidad y una sutil delicadeza que la derecha ni tiene ni parece querer poseerla, sobre todo ahora, que ostenta un poder omnímodo, absoluto y total, que ejerce con altanera osadía y con una suficiencia insultante, que de todas formas en poco se diferencia de cuando el partido que ahora está en la oposición se encontraba en similares circunstancias, aplicando ambos, cada uno en su momento, el conocido y muy recurrido y socorrido rodillo que todo lo arrasa.
Estos con su altiva arrogancia y aquellos con su insoportable talante, ofrecen y ofrecían un penoso y lamentable espectáculo que ni se molestan en disimular. Supongo que la soberbia del poder les domina y cambia hasta tal punto de que olvidándose de quienes les situaron hasta adonde ahora están, se dedican a gobernar hacia adentro, para ellos y por ellos, haciendo oídos sordos de todo cuanto se mueve a su alrededor, que parece no existir, como si se hubieran quedado solos, ciegos y sordos de tanto mirarse y escucharse a sí mismos, con una complacencia tal que no están más que para contemplarse el ombligo.
Más que sorpresa, extrañeza y confusión, es la que ofrece la actual respuesta del presente gobierno a los acontecimientos que diariamente tienen lugar en la calle, causan desconcierto, pasmo y estupefacción, pues a las críticas diarias que surgen por doquier hacia su actuación en todos los terrenos, se unen las manifestaciones diarias y algaradas varias por parte de numerosos colectivos y sectores, léase sanidad, educación, investigación – sólo faltan los desempleados - bien en la calle, bien en los mismos hospitales, colegios, universidades, centros de investigación etc.
Y sin embargo, no se dan por aludidos, no pasa nada, dan la impresión de que no va con ellos, por lo que mantienen su altanera actitud sin un ápice de tímido desconcierto o de una mínima preocupación que denote una receptividad consciente ante lo que está sucediendo, lo cual se traduce en un renovado cabreo por parte de una ciudadanía que no se siente representada por ellos, sino más bien burlada y estafada por quienes no parecen mostrar la más mínima sensibilidad ante los sufrimientos de quienes han de soportar las duras medidas por parte de un gobierno que no se da por enterado de cuando tiene lugar a su alrededor.
Con todo, lo más ridículo y mezquino es la omnipresente y sempiterna justificación basada en que ellos no tienen responsabilidad alguna ni de la situación actual ni de las consecuencias que necesariamente han de surtir sus decisiones. La culpa recae enteramente en el gobierno anterior y en la famosa herencia recibida. ¿Pero es que jamás van a aceptar la responsabilidad que les corresponda por las decisiones tomadas después de un año en el gobierno? ¿Pasarán los cuatro años de legislatura y continuarán con la misma canción? Resulta inconcebible e insoportable, que desde el presidente hasta el último responsable del gobierno, eludan una y otra vez las consecuencias de sus actos. Yo no he sido, han sido ellos, dicen una y otra vez, en un discurso que ya aburre hasta las ovejas y que deberían obviar de una vez.
Mientras tanto la oposición continúa desaparecida, cabizbaja y sin capacidad alguna de reacción. Menos mal que ya llevo muchos años sin votar, pero el cabreo que comparto con el resto de los ciudadanos de este País es el mismo.
Y no creo aquello de que tenemos los políticos que nos merecemos. O sí.

martes, 18 de diciembre de 2012

QUE EL MUNDO SE ACABA

Y lo lleva haciendo desde donde alcanzan mis más tiernos recuerdos infantiles, cuando los agoreros y profetas diversos, vaticinaban que ese año sí, que con toda seguridad, el mundo tenía los días contados y tocaba arrepentirse de los pecados cometidos a lo largo de nuestra perversa vida, plena de transgresiones, flaquezas y maldades sin cuento, y eso que apenas nuestro estancia en este mundo se remontaba a lo sumo a una edad tal que podía contarse con los dedos de las manos, por lo que a confesarse tocan y a quedar inmaculado y sin mancha para pasar al otro mundo más limpio que cuando a él llegamos, algo nada difícil si tenemos en cuenta que ya lo hicimos con el pecado original a cuestas, que vaya usted a saber dónde, cómo y cuando lo cometimos.
Al título que aquí figura, considero que habría que anteponerle la correspondiente leyenda en función de la forma y manera en que cada uno piensa despedirse de este atribulado mundo. Y así, podría quedar: Rezad, que el mundo se acaba, o de esta otra: Haced el amor que el mundo se acaba, o disfrutad, cantad, dormid, comed, bebed, soñad, o simple y llanamente, no vayáis a trabajar o no paguéis más impuestos ni abonéis más cuotas ni os preocupéis por nada de nada, que el mundo se acaba,
Pues bien, en esta ocasión se han remontado ni más ni menos que a la civilización Maya, a la que hacen responsable de la profecía que cifra en el día veintiuno del mes doce del año dos mil doce, cuando una vez más llegará el final de este Planeta, que ya debe de estar harto de tanta fantasía inmisericorde. Y es que según el calendario Maya, en dicha fecha el planeta Nibiru se estrellará contra la Tierra, aunque otros auguran otros finales tales como llamaradas solares que arrasarán nuestro mundo y otras sandeces, que alimentadas por las Redes Sociales, han logrado extenderse con suma facilidad entre las asombradas gentes que no salen de su asombro ante tanta sandez social.
Seguro que el día veintiuno seguiremos aquí, pero imaginemos por un momento, que por una vez, y claro está, ya para siempre, efectivamente se acaba todo. Las posibles lecturas que yo haría serían variadas y algunas incluso muy sabrosas y gratificantes, aunque inevitablemente todos quedaríamos afectados por ese final. Mi lectura favorita reflejaría cómo disfrutaría llevando a cabo un portentoso y glorioso corte de mangas a esos poderes económicos – léase bancos y otros usureros varios -  a los que les debemos créditos, préstamos e hipotecas sin cuento y que se van a quedar con las ganas de cobrar.
Esto, al que más o al que menos, le produciría una honda satisfacción que colmaría con creces el obligado abandono de este puñetero mundo, por lo que nos iríamos con una sonrisa en los labios y un ahí te quedas con tus millones, tus comisiones, tus intereses y tu letra pequeña, que de nada te van a servir, pues todo quedaría reducido a la nada, y nada por lo tanto podrían requerirnos si volvemos a encontrarnos en otro mundo, lo cual razonablemente dudo aunque ya me gustaría verlos venir a reclamar sin papeles ni pólizas ni contratos ni órdenes de desahucio con los que poder justificarse. Merecería la pena verlo.
Y qué me dicen de los que han ido acumulando inmensas fortunas y propiedades, fruto de corruptelas y desmanes sin cuento en paraísos fiscales, en bolsas de basura o bajo las losetas del garaje. Poco van a disfrutar y mucho van a lamentar poseer tanto y disfrutarlo tan poco. Los veo tirándose de los pelos y comiéndose los billetes de quinientos euros mientras la bola de fuego que ha de arrasar la Tierra destruye sus posesiones repartidas por todo el mundo, ese mundo que, fatídicamente y sin que sirva de precedente, seguirá aquí, tal como lo vemos hoy, el día veintidós de diciembre, por lo que no podremos darnos el sumo placer de mandar al carajo a quienes seguiremos abonando las cuotas.
Claro que en una segunda lectura, podríamos contemplar el caso en el que el mundo se acabe el día siguiente del vencimiento final del maldito crédito, cuando ya lo habríamos pagado después de años de sufrimientos y penurias que por fin terminan para nuestra honda satisfacción.
Sería una cruel e irreparable ironía del destino, por lo que dejaremos las cosas como están, y el veintidós de diciembre seguiremos pagando las cuotas del crédito, los numerosos impuestos directos e indirectos, las variadas tasas y las numerosas facturas que nos persiguen cada día, iremos a trabajar cada mañana, si procede, claro está, y a ver si el año que viene los agoreros afinan un poco más y poniéndole un poco más de imaginación auguran el fin del mundo sólo y exclusivamente para los bancos.
Seguro que el resto del mundo saldría a la calle a celebrarlo.

viernes, 14 de diciembre de 2012

UN PAÍS ADOLORIDO

Los sufridos ciudadanos contemplan cómo transcurren cada uno de sus días con una certeza y asombrosa continuidad que no defrauda a nadie, sucediéndose los unos a los otros con una admirable parsimonia y con una sutil suavidad casi transparente que los hace más llevaderos, más agradecidos, más comprensibles, pero no por ello menos tozudos, sabedores de su incierto contenido que los convierte en caballo de batalla diaria para tanta gente doliente, afligida y quejumbrosa, para quienes los días poseen una carga excesiva en horas, durante las cuales no pueden evitar oír y ver cuanto sucede en un lugar donde les ha tocado vivir su destierro en unos casos, su abandono en otros y siempre, casi siempre, la marginación y el extrañamiento dentro de su propio País.
Hablo de esa cuarta parte de la población que no tiene trabajo y que contempla su futuro con angustiosa ansiedad. De quienes aún en una edad laboral aceptable, desesperan al mirar hacia adelante y no ver perspectiva alguna, y ello con aún muchos años por delante para llegar a una jubilación a la que quizás incluso lleguen demasiado tarde. De quienes aún no han tenido ni una oportunidad de entrar en ese mundo del trabajo y no tienen otra alternativa, siempre y cuando tengan la cualificación solicitada, que salir de un País que no los quiere ni valora. De quienes se les considera ya ancianos laborales, por el hecho de no cumplir ya los cuarenta, aberración donde las haya, y que verán cómo sale el sol uno y otro día sin nada nuevo que les aporte ilusión y esperanza alguna.
De esas espantosas cifras de familias desahuciadas, expulsadas de sus casas por no poder llevar a cabo unos pagos a los que sus precarias condiciones económicas no pueden hacer frente, con el agravante de verse obligados a seguir pagando al banco que se queda con el piso, mientras el gobierno y la oposición se reúnen, por una  vez, para sacar a la luz una chapuza de moratoria, insuficiente, irrelevante y ridícula que no resuelve nada, que sólo es una tímida respuesta obligada por una sociedad que se lanza a la calle ante una injusticia manifiesta que ya ha costado varias vidas y que ha dejado en la calle a cientos de miles de ciudadanos indefensos ante una ley injusta y una posición abusiva de los bancos que no dejan de recibir inmensas cantidades de dinero tanto público como privado, como de una Comunidad Europea tan insolidaria como inútil ante los problemas que acucian a sus ciudadanos, ocupados como están en resolver sus propios problemas al margen de los demás.
 Y qué decir de una justicia que da la espalda, como siempre, pero ahora de una despótica forma, al implantar unas tasas que dejan fuera del alcance de las posibilidades del ciudadano de a pie a la hora de plantear cualquier pleito, por elemental que sea, al que tendrá que renunciar por no poder afrontar su pago, como ocurre con la atención sanitaria, que abandona a una gran parte de los ciudadanos, desamparándolos con continuos y diversos gastos a la hora de afrontar los pagos de las recetas, de utilizar una ambulancia, y, sobre todo, de necesitar un tratamiento que exija una operación, lo cual puede llevarle meses de espera, empeñados además, en privatizar una sanidad pública que nunca debería constituirse en un negocio.
Y así, llegamos a la educación, a la formación y la investigación, con unos recortes que van a conllevar un formidable atraso en un País que ya ocupa los últimos lugares en cuanto a nivel educativo, formativo y de investigación, como demuestran las estadísticas que sonrojan a cualquiera y que van a hacer retroceder a España hasta niveles desconocidos en una sociedad moderna.
No podemos olvidarnos de las Comunidades Autónomas, derrochadoras e insolidarias, cada una a su aire, con el aporte de algunos dirigentes insensatos y de una necedad tal que raya en la estupidez y en la insumisión que se aprestan a publicar a viva voz ante la irracionalidad y el fanatismo radical de quienes les aplauden de forma irreflexiva sin ser conscientes de adonde pueden conducirles sus pretendidos líderes en su alocada huída hacia adelante.
Y a todo esto, sufrimos de un gobierno que parece empeñado en llevar la contraria a sus ciudadanos, los cuales contemplan con estupor cómo cada día toman nuevas y desatinadas medidas que están logrando que la gente salga a la calle día sí y día también, de todos los sectores, donde ya sólo faltan los jubilados, también lesionados en sus intereses, que a este paso se unirán también a las manifestaciones con lo que pronto veremos al País entero ocupando las avenidas, las plazas y las calles constituyendo una masa tal, que confiamos en que por fin el gobierno abandone su autosuficiente sonrisa y su chulesco talante, y reconozca por fin que este País no se queja de vicio, sino que está sincera y enérgicamente adolorido.

viernes, 7 de diciembre de 2012

LA PAZ DE LOS CAMPOS


           Recorrer los numerosos pueblos, pueblecitos y aldeas, durante los duros y largos meses del invierno que salpican y soportan las llanuras de la antigua Castilla la Vieja, hoy Castilla y León, supone una experiencia a la vez gratificante y triste, hermosa y desoladora que proporciona una sensación de fría soledad y de nostálgica ausencia que inunda el espíritu de una mezcla de angustia vital y de cálida y contenida emoción, que contrasta con el frío ambiente que nos acompaña, mientras recorremos sus calles, callejuelas, plazas y plazoletas, desiertas, gélidas, sin más aparente vida que la que surge en los leves espacios verdes que salpican de vez en cuando la idílica estampa invernal.
            Las montañas siempre próximas, aledañas, lo parecen así, por el manto blanco que las recubre durante el invierno y que las hace destacar intensamente en el horizonte. La nieve alfombrando los campos llega hasta sus límites cubriendo los tejados de los pueblos, que asentados a los pies de la sierra, parecen,  postrados en sus laderas, como si estuvieran esperando la oportunidad de escalar el gigante nevado o  quizás más bien de acompañarlo en su casi eterna soledad.
      El aire parece cortar como invisible y afilado cuchillo, y el silencio atronadoramente perceptible que todo lo envuelve, se torna en paciente compañía, sensual y sugerente que nos acaricia tibiamente con una sutileza tal que nos complace, nos agrada y nos colma de una paz indescriptible, inenarrable, desconocida para el habitante de la gran ciudad cuyos sentidos son cruelmente castigados por las inclemencias propias de una sociedad de vértigo, que ha dejado desiertos los campos y las zonas rurales, para alojarse en gigantescas aglomeraciones donde la vida se ha trocado en una completa locura inhumana donde no cabe el sosiego ni la serenidad necesarias que todo ser humano necesita.
            Tan sólo el humo de las chimeneas permite adivinar que la vida continúa latente en el interior de unas casas de recios muros que preservan del tórrido frío a sus moradores, sentados al amor de la lumbre o del cálido y acogedor brasero que crean una atmósfera de serena paz y reposada tranquilidad que se refleja en los semblantes de las gentes y que tiene su traducción diaria en sus quehaceres que desarrollan sin prisa, sin urgencia alguna, con una parsimonia tal que les permite vivir de tal manera que todo se desenvuelve a su alrededor a una velocidad reducida a la mínima expresión, sobre todo en esta estación invernal en el que los campos reposan a la par que sus moradores a los que apenas requieren para su mantenimiento.
            Es la paz de los campos, el sosiego relajante y vivificador, envidia de quienes vivimos con una presteza continua y una celeridad agobiantes que choca frontalmente con los principios que rigen la unión con una naturaleza a la que pertenecemos y de donde al fin y al cabo surgimos y que hace tiempo dimos de lado en una decisión absurdamente esquiva y equivocadamente tozuda que se vuelve diariamente contra nosotros recordándonos con ello que no debemos volverle la espalda, que es nuestra aliada, que la agresión permanente a la que la sometemos es un tremendo error que pagamos muy caro.
            Es una lucha perdida de antemano. Las fuerzas de la naturaleza son sabias y poderosas, y contra ellas estamos absolutamente indefensos. ¿Por qué entonces nos obstinamos en agredirla? Contaminamos las ciudades haciéndolas insoportables con insufribles niveles acústicos, ensuciamos su aire y la hacemos inviable para una vida soportable. Contaminamos los ríos y los mares, y llevamos los inmundos desperdicios hasta los lugares más recónditos donde reposan en paz las montañas que ahora quieren ser remontadas por multitud, sin el menor respeto hacia ellas, que heridas en su dignidad de milenios, se cobran de vez en cuando,  en forma de vidas humanas, tamaño desafío.
            Quizás debiéramos volver la vista atrás, hacia las zonas rurales abandonadas hace tanto tiempo. La vida allí es agradecida, sencilla y de  una tranquilidad inquietante para quien no está acostumbrado a su ritmo relajante y sosegado. Yo visito con frecuencia mi pequeño pueblo, donde me siento plenamente afortunado de poseer una hermosa y sencilla casa que me legaron mis queridos padres. Recorro entonces sus silenciosas y desérticas calles, subo hasta las verdes eras, bajo hasta el próximo río y camino por las praderas que lo bordean, llego hasta el monte, paseo junto al viejo molino, la fuente de los berros, las alamedas, los huertos, siempre con la vista de mi viejo pueblecito Segoviano, a los pies de Somosierra, que sigue ahí, vigilante y generosa de nieves como siempre. Tal como la recuerdo desde mi más tierna infancia.

lunes, 3 de diciembre de 2012

ACOSO EN LA RED

                 Según un reciente informe, devastador donde los haya, determinados estudiantes utilizan las enormes facilidades que les brindan las denominadas Redes Sociales para insultar de formas diversas a sus profesores, en una triste, deplorable y miserable demostración de una total falta de respeto que les sitúa a la altura de quienes carecen de la sensibilidad mínima necesaria para apreciar y valorar a las personas que dedican su tiempo y su vida a transmitirles sus conocimientos, en un acto de servicio y dedicación que no tiene parangón en una sociedad que nunca los ha valorado como debiera hacerlo, que no los ha reconocido nunca como uno de los pilares de la misma y que los ha reducido en demasiadas ocasiones a meros actores de reparto de segunda fila encargados de entretener a los hijos en el horario escolar.
            Utilizando los medios tecnológicos a su alcance, se dedican estos desagradecidos a fotografiarlos en las aulas, o en situaciones deliberadamente comprometidas acompañando las mismas con comentarios ofensivos y relatos varios con la pretensión de desacreditarlos en un intento de incalificable maldad que no encuentra justificación alguna, con el agravante de hacerlo de forma anónima y cobarde valiéndose de instrumentos que les permiten alterar y tergiversar la realidad y los hechos que presentan con la única intención de ofender a quien cada día dedica su tiempo a abrir su mente al conocimiento.
          He dedicado casi toda mi vida a la enseñanza. He amado profundamente mi profesión y me ha correspondido siempre con la inmensa satisfacción de contemplar cómo día a día mis alumnos ampliaban sus conocimientos en las diferentes áreas que tuve la suerte de impartirles. Más adelante, pasados los años, he seguido en contacto con ellos, precisamente a través de esas Redes Sociales que nos han permitido reencontrarnos y recordar aquellos hermosos tiempos en los que yo enseñaba y ellos aprendían.
          Pensar que ahora utilizan esas tecnologías para insultar a sus maestros, me infunde una tristeza, una profunda indignación que no logro entender, una injusticia que no tiene justificación alguna y una dolorosa incredulidad hacia una situación que pone en evidencia a una sociedad que alberga en su seno a estos insensatos de los cuales poco se puede esperar, ya que con estas actitudes están poniendo de manifiesto un total desprecio por la cultura, por su formación y, sobre todo, por las personas que se volcaron en ellos y en su formación.
          Pese a las innumerables consideraciones que podríamos contemplar y que se dan en esta enloquecida sociedad y que podrían alegarse como vacuas justificaciones o inútiles eximentes para tratar de disculpar estos comportamientos, no encuentro, de ninguna manera, que cualquiera de ellos que puedan hallarse, les sirvan de disculpa, descargo o alegato alguno a su favor. Son la mayoría de ellos personas en pleno uso de su razón con la suficiente capacidad para distinguir el bien del mal, para discernir entre el respeto y el insulto y para discriminar la libertad del libertinaje que conllevan sus actuaciones profundamente reprobables, que buscan ofender, zaherir y causar dolor y sufrimiento a sabiendas de que lo van a lograr con el perverso añadido de que lo hacen sin dar la cara, utilizando para ello unos medios tecnológicos que no merecen tener a su alcance.
          Hay cualidades humanas que nunca cambiarán por mucho que el tiempo pase y evolucione la sociedad donde se ponen de manifiesto. El respeto es una de ellas, la educación bien entendida es otra y la capacidad de sentir el agradecimiento debido hacia otras personas es una más, entre las muchas que podrían citarse y de las que carecen estos individuos carentes de la sensibilidad necesaria para mostrar sentimientos como los citados. Yo como tanta gente de mi generación, después de tantos años, recuerdo con respeto, admiración y agradecimiento a los maestros que tuve en mi niñez, el mismo respeto que siento y que agradezco infinitamente a mis antiguos alumnos que después de todo el tiempo que ha pasado siguen recordándome con afecto. Gracias les doy por ello y por permitirme compartir entonces no sólo mis conocimientos, sino unos hermosos tiempos que siempre recordaré. Por todo ello les quedo eternamente agradecido.

jueves, 29 de noviembre de 2012

VOLVER A LAS ANDADAS


Después de casi un mes de ausencia, vuelvo a mi querido y abandonado blog que se ha mantenido en la más estricta y silenciosa soledad desde que lo abandoné allá por principios del mes en curso, hecho nada frecuente en mí, desde que lo inicié hace más de cinco años durante los cuales he vertido en él, semana sí, semana también, al menos un pequeño vestigio de cuanto me rodea, más o menos próximo, más o menos lejano, más o menos familiar o extraño, de la visión que del mundo tengo, de los hechos y sucesos cotidianos, tanto de aquí como de cualquier parte de este errante Planeta que pese a nuestra inconsciencia cósmica, vaga por un infinito mar de estrellas y cuerpos celestes que nos recuerdan constantemente que no somos nada ante su soberbia magnificencia, encerrados en nuestro pequeño y atribulado mundo, como si la Tierra constituyese de por sí misma el Universo, al que pertenecemos y al que deberíamos volver los ojos con frecuencia para reconocer humildes y sumisos que no somos más que una insignificante y minúscula parte de él, que como dijera mi admirado y respetado Carl Sagan, somos hijos de las estrellas.
Y así, después de un mes pleno de acontecimientos diversos que me han mantenido en una constante y frenética actividad al margen de la habitual cotidianidad que el ritmo diario suele deparar, lejos de la rutina acostumbrada, retorno de nuevo a este mi espacio virtual donde encuentro acomodo a las inquietudes diarias que la observación de los acontecimientos mundanos me procura y que me permiten verter aquí la opinión que me merecen con la intención de crear un estado de debate permanente y una discriminación continua conmigo mismo y con el posible lector que ocasionalmente pueda transitar por estos lares.
Después de estas consideraciones, sin duda un poco vagas, un tanto abstractas y hasta posiblemente fuera de lugar, trataré de centrarme en algo más concreto e inteligible con el objeto de ponerme al día, para lo cual nada mejor que ojear la actualidad nacional y tratar de captar lo más jugoso y sobresaliente que nos pueda deparar, a ser posible al margen de la omnipresente crisis que todo lo domina, teniendo en cuenta, que en cualquier caso, cualquier acontecimiento estará inmerso en ella sin posibilidad alguna de darle de lado, de obviarla, de ignorarla.
Parece que lo último sigue siendo el silencio del inefable Arturo Más, que después de golpearnos en un permanente y machacón discurso independentista y después del bochorno sufrido tras el formidable revolcón sufrido en las urnas – batacazo donde los haya y que será recordado por mucho tiempo en los anales de las elecciones democráticas de este País – ha decidió callar, haciendo mutis por el foro, y se ha echado al monte de donde esperemos no salga hasta que después de reflexionar concienzudamente, retorne a los brazos de la lógica, la razón y el sentido común que tanto le han faltado últimamente.
La banca continúa a la deriva, llevándose con ella – a la par que sus blindados dirigentes – los restos del naufragio – está claro que los náufragos somos nosotros - en forma de comisiones varias, intereses desmedidos e inconfesables desahucios sin cuento, que pese a las tímidas medidas tomadas por un gobierno que dista una eternidad de poseer la sensibilidad necesaria para resolver un angustioso problema que acucia cada vez más a una ciudadanía que contempla con honda preocupación cómo puede llegar a verse en esa tesitura, a la vista del panorama laboral que se le presenta, en un País que sigue sumando más parados al final de cada mes, sin que se vea una salida al negro túnel por el que atraviesa desde hace ya demasiado tiempo.
Leo que la Justicia deja en libertad a los componentes de una red mafiosa por un incomprensible defecto de forma – resulta inconcebible que se les pasaran las setenta y dos horas de detención preventiva – mientras el Yernísimo con multitud de pleitos a sus espaldas visita en el hospital a Su Majestad, que a este paso y con tantas operaciones va a colapsar por sí sólo un Sistema Nacional de Salud que obliga al ciudadano de a pie a esperar al menos cien días para que le echen un rápido vistazo y poder así darle fecha para la posible intervención para dentro de otros tantos.
Por último, los obispos han despegado tenuemente los labios, como siempre tarde y mal, a favor de los desahuciados. Les habrá dado vergüenza, aunque dudo que sean poseedores de semejante cualidad, mientras que el Jefe Benedicto, después de mandar al carajo al infierno, el purgatorio y demás zarandajas, ahora afirma que ni el buey ni la estrella del pesebre existieron jamás. Menuda preocupación. Pienso que no son sino maniobras de distracción para no pagar el IBI, aunque la verdad es que no deberían preocuparse por ello en exceso, por lo menos en este País de gobiernos, tanto unos como otros, de una tendencia cortesana y religiosa tales que aburren hasta las ovejas, que por cierto sí parecen que por ahora pueden seguir en el belén junto con el correspondiente pastorcito y demás componentes.
Lo que no me explico, y me preocupa hondamente, es como llegaron los reyes magos, si según Su Santidad dice ahora que la estrella nunca existió, pues se trató de una Supernova – si se llega a enterar Galileo, le da algo al pobre hombre – y según nos contaron siempre, fue esa estrella la que les guió hasta el portal. Seguro que se inventan algo, porque si no, a este paso y tacita a tacita, la Navidad se va al carajo y no está el País para semejantes aventuras. Faltaría más.

domingo, 4 de noviembre de 2012

EN FLORENCIA


Cruzar el Ponte Vecchio sobre el caudaloso y milenario Arno, entre una multitud multicolor, envuelta en una sonoridad de acentos, tonalidades y giros lingüísticos de una riqueza y variedad infinitas, dotados todos de una misma curiosidad y una admiración difícilmente disimulables y contemplar con emoción difícilmente contenida las increíbles y aparentemente inestables casitas colgantes sobre el río que a ambos lados del puente parecen navegar sobre él o quizá contemplarse en las aguas que tuvieron el honor y el privilegio de verse acompañadas en sus márgenes por Miguel Ángel, Leonardo, Boticcelli y por tantos otros grandes maestros Florentinos del irrepetible y creativo Renacimiento.
 Desde el Palazzo Pitti y a través del viejo puente, llegamos a la gallería degli Ufizzi, donde después de dos horas de espera en una fila donde todas las lenguas imaginables convergen y retrocediendo cinco siglos en el tiempo, a través de un invisible y mágico agujero temporal se inicia un recorrido por los siglos XV y XVI que durará varias horas durante las cuales la belleza, el esplendor y la más grandiosa e insoportable perfección creativa que el ser humano haya creado jamás, se revelará a nuestros ojos con una fuerza y una intensidad que desborda toda la imaginación del amante del arte que ansía contemplar la belleza en estado puro, original y sublime, que le espera en una inmensidad de salas que no parecen acabar nunca, como si quisieran atrapar al viajero del tiempo que en ellas se ha internado procedente de una era que le ha tocado vivir, carente de una creatividad y de una imaginación que en Florencia se derrochó a raudales en aquella portentosa y prodigiosa época.
 Salir de los Ufizzi y entrar en la Piazza della Signoria, produce una indescriptible conmoción que logra detener al viajero en su lugar, impidiéndole avanzar un paso más, mudo, boquiabierto, con los ojos inmensamente abiertos, girando la cabeza a izquierda y derecha una y otra vez por un espacio hermoso, mágico y de una grandeza plástica incomparable, de una sutileza hermosamente sugerente, que embruja, hechiza y atrapa hasta límites que se hacen difícilmente soportables por una angustia vital que ya describió Sthendal en el síndrome que lleva su nombre y que se manifiesta ante la contemplación de una masiva exposición artística como tiene lugar en esta maravillosa Piazza Florentina.
   El palazzio Vecchio con su esbelta y majestuosa torre medieval del siglo XIV, preside la Piazza, con unos impresionantes salones y salas de una belleza incomparable. La Logia dei Lanzi, preciosa galería repleta de estatuas hermosísimas como el rapto de las sabinas de Giambologna o el Perseo de Cellini, que le dan el aspecto de una maravillosa exposición, de una galería de arte al aire libre que el viajero no puede dejar de contemplar una y otra vez por muchas veces que vuelva a visitarla, como lo hará con el David de Miguel Ángel, aunque sea una copia del original que en principio se instaló allí y que después se trasladaría a su definitivo destino donde se encuentra ahora y adonde el viajero dirigirá sus pasos más adelante.
   Desde la Piazza della Signoria dirige sus pasos el viajero por una amplia vía a la Piazza del Duomo, donde de improviso, sin respiro, sin tiempo para poder asimilar las maravillas que le esperan, aparece la radiante y espléndida Santa María dei Fiore, Il Duomo, la impresionante, inmensa y originalísima catedral que despierta la más sorprendente admiración, rematada por una impresionante cúpula diseñada por Brunelleschi y a su lado el esbelto y hermosísimo Campanile, de unas proporcionas increíblemente hermosas, comenzado por Giotto y a unos pasos, frente al Duomo, se erige el Baptisterio, de planta octogonal, con unas puertas de  bronce primorosamente labradas que causan asombro y admiración por su hermoso diseño.
   Callejeando por el casco histórico de esta hermosa ciudad de Firenze, decide el viajero entrar en la Chiesa Ognissanti, iglesia iniciada en el siglo XIII, donde está la tumba de Boticcelli y el Cristo de Giotto, hermosa, increíblemente tapizada toda ella, techos y paredes están repletos de frescos de grandes maestros, como Boticcelli o Ghirlandaio, autor del inmenso y bellísimo fresco de la Sagrada Cena, el Cenácolo de Ognissanti que encontraremos no lejos aquí, en el antiguo convento de los humillados.
  No podía faltar la visita al David de Miguel Ángel en la Galería de la Academia de Florencia. Indescriptible, hermosa y singular como pocas, esta escultura de más de cinco metros de altura, posee unas proporciones perfectas que consiguen que el viajero no pueda apartar su mirada, que la contemple con arrobo y deleite ante una magnífica obra del genio del Renacimiento.   Han sido solamente dos días y medio, irrepetibles, intensos, plenos de una contemplación continua de una belleza que desconcierta, extasía y exalta al sorprendido viajero que no esperaba quizás ver tanto esplendor en tan poco tiempo.
  Yo y mi esposa, los viajeros de este hermoso periplo, hemos de dar las más emocionadas gracias a mi hija Laura, nuestra cicerone, que se encuentra en Florencia con una Beca Leonardo restaurando libros, códices, bulas y otros hermosos documentos de remotos siglos bajo la dirección del Maestro Restaurador Angelo, sabio como pocos en su trabajo, al que mi hija tanto admira: cosi, cosi, Laura, brava, bravísima, le dice Angelo, animándola en su trabajo de aprendiz de restauradora.
   Gracias a mi hija Sara, que organizó el viaje, y a Laura que nos acompañó, gracias a Florencia, gracias al arte, y a los artistas que crearon tanta belleza para deleite y  disfrute de las generaciones futuras.

viernes, 26 de octubre de 2012

EL DESAFÍO

Según parece, y así lo he leído y oído en variadas ocasiones, a los niños portugueses les contaban en la escuela, que los españoles pretendíamos invadir su territorio, lo cual no era sino una absoluta maldad propagada vaya usted a saber con qué aviesas intenciones, y que en tiempos de la dictadura era comidilla muy extendida que nunca sabré de dónde ni cómo salió, pero que ahí estaba y era ampliamente comentada entre los estudiantes de aquella época, los cuales no dábamos crédito a semejante fanfarronada ya que ni lo entendíamos ni lo compartíamos, ni sabíamos con certeza si era cierto que los maestros del vecino País se prestaran a ello, pero está claro que de alguien partió el bulo que con tanta facilidad se difundió y que vaya usted a saber si provino de aquí o procedió de allí.
Dudo mucho que estuviéramos capacitados para enfrentar aquella aventura en aquellos tiempos después de salir de una cruel guerra que dejó exhausto a una España destrozada por una contienda cruel y espantosa como pocas, en la que los ciudadanos de una nación se aniquilan mutuamente y cuyas heridas parecen no haber cicatrizado aún pese al largo tiempo pasado desde su final, pero que en cualquier caso hubiera supuesto una intolerable acción contra otro País que no mostraba ninguna agresividad hacia el nuestro.
No eran ni son tiempos en los que los Estados de este Planeta se estaban configurando y las espadas y los cañones, la fuerza en suma, determinaba las fronteras que los delimitaban, de tal manera que cada poco tiempo, nuevos Países surgían, sin apenas tiempo para que los geógrafos de entonces pudieran registrarlos y trasladarlos a los mapas. Eran guerras de agresión, en la que los más fuertes atacaban a los más débiles con el afán de ampliar sus fronteras y mostrar así, desafiantes y soberbios, que el resto del mundo les debía no sólo el temor correspondiente, sino la pleitesía y la subyugación que debían rendirles ante semejante demostración de poder y fuerza.
Llegamos así a finales del siglo XX, a una Europa consolidada y democrática, donde siguen surgiendo nuevos Estados, nuevas naciones que se van desgajando de otras, a veces después de crueles contiendas bélicas de agresión, aunque parezca mentira, aunque nos resulte increíble que pueda suceder a estas alturas, y que con orígenes raciales, religiosos y, en definitiva, debido al fanatismo más radical e intransigente, han asolado el corazón de Europa sembrando su suelo de dolor, destrucción y una desolación insoportable.
Y de improviso, de una forma casi brutal, siempre desafiante, hiriente y extremadamente intolerante, los gobernantes de la Comunidad Catalana, retan de una manera casi pendenciera y chulesca al Estado Español, proclamando a los cuatro vientos que no respetarán las leyes, las reglas establecidas y, por supuesto, la Constitución, llevando a cabo un referéndum ilegal con el objeto de segregarse del País al que pertenecen, y para ello implican al ejército hasta el punto de dirigirse al Parlamente Europeo pidiendo ayuda y amparo ante una eventual intervención armada en su Comunidad por parte de España.
No se trata de de aquel Ibarretxe y su famoso plan que sacaba a relucir cada dos por tres, amenazando continuamente, día sí, día también, con la independencia de Euskadi y que pocos le creímos, como efectivamente así fue, aunque la situación ha cambiado ahora profundamente, hasta el punto de que la mayoría nacionalista ha crecido de tal forma, que casi con toda seguridad van a seguir los mismos pasos que Cataluña.
Esta vez va en serio, no se trata de un machacar continuo y sistemático, con el objeto de conseguir ventajas de todo tipo para su Comunidad, sino que van a por todas y con todo el arsenal de que disponen, arrastrando a la ciudadanía y a las instituciones, inmersas en un caldo de cultivo ideal para lograr sus propósitos con una situación económica y social caóticas, hasta lograr sus propósitos en una aventura absurda y disparatada a la que es difícil presagiar su final.
Pues bien, que se les permita decidir a los Catalanes a los Vascos y a toda aquel que lo solicite, pero que el resto del País intervenga también en dicha decisión. Y a acatar lo que las urnas determinen.

jueves, 18 de octubre de 2012

UN PAÍS DE FORTUNA

En estos difíciles y oscuros tiempos que atravesamos, resulta harto complicado sustraerse al panorama general que se nos presenta y que afecta a una gran mayoría de la población, que no a toda, ya que una parte minoritaria, pero importante, ha encontrado en estas aguas turbulentas un auténtico filón, adjudicando pleno sentido a aquello de a río revuelto ganancia de pescadores – que no de pecadores, puesto que estos son, desde hace tiempo, una raza a extinguir – con lo cual, la omnipresente crisis, les ha convenido en grado sumo, y es que están tan satisfechos, que no pueden dejar de exhibir una ligera sonrisa de cumplida, honda y mal disimulada satisfacción, que se materializa cuando uno lee las estadísticas de ventas de bienes de consumo de lujo, claro está, bien sean coches, casas, propiedades y objetos de valor varios que consiguen en un mercado que a fuerza de adaptarse a las actuales circunstancias, les ha brindado una ventaja adicional a su condición de afortunados, que pese a la pertinaz crisis, se mantienen al margen de sus consecuencias.
Siendo éste un País de envidias, mala leche y otras lindeces que solemos dedicar a quienes tienen éxito, poder o deseos de exhibir sus signos externos de riqueza, sorprende que no se levante voz alguna, que nadie se queje, que ni siquiera a nadie se le deslice un ligero y sutil improperio hacia éstos venturosos del destino, que en tiempos como los que vivimos, se permiten disfrutar de todo aquello que al más común de los mortales, por desdicha los más numerosos, se nos niega en estos tiempos de estrecheces sin cuento.
Y es que el personal está tan deprimido, tan decaído, desmoralizado, tan bajo de moral, y con razón, que no tiene ni ganas ni fuerza para dedicarse a la crítica más o menos insana, a una de las aficiones más populares por estos lares, como es la de poner a caldo a los más afortunados. No hablamos de los sinvergüenzas, caraduras, corruptos, políticos, banqueros y otras malas gentes que asolan este País, a los cuales les dedicamos nuestros peores pensamientos y para los que reservamos los mejores y más sonados vituperios, insultos e invectivas varias, que bien merecidas las tienen.
Con este planteamiento de hecho y con las perspectivas que se vislumbran a medio y largo plazo, este puñetero País se nos va al carajo, llevándonos por delante a la inmensa mayoría que se ve arrastrada sin remisión, no sé bien si a un oscuro túnel del que, aunque maltrecho, logre salir hecho unos zorros, o si nos conducirá directamente al más profundo y siniestro de los precipicios en un caída sin fin, cual si a un agujero negro nos hubiéramos visto impelidos, para no regresar jamás, acabar siendo destrozados a fuerza de ser infinitamente estirados por las poderosas fuerzas que ahí habitan o lo que quizás más nos conviniese, que supondría aparecer en otro universo, en otra dimensión espacial, en otro mundo, lejos de este tan mísero, cruel e ingrato.
Es por ello, que dado el hecho de que aquí no parece existir el futuro, que las perspectivas son francamente negras, que emigrar a otro país en busca de trabajo sin dominar un montón de idiomas, que es lo que piden ahora, no está al alcance de cualquiera, lo mejor es trasladarse a otro universo, dedicando todos los esfuerzos a encontrar la puerta de entrada a esa otro dimensión que nos permita cambiar de mundo.
Ahí queda el reto.

lunes, 1 de octubre de 2012

EL CAPRICHO CATALÁN

La Real Academia, define el término capricho, como la determinación que se toma arbitrariamente, inspirada por un antojo, por humor o por deleite en lo extravagante y original. Es sólo una definición, pero a ella hemos de atenernos para entender y conocer un significado que necesariamente debemos aplicar, tanto en esta lengua en la que escribo, como en cualquier otra que podamos considera, a todos y cada uno de los objetos, seres, entidades tanto físicas como inmateriales, sensaciones y sentimientos que el ser humano puede llegar a experimentar.
Capricho Español y Capricho Italiano, son obras sinfónicas reconocidos internacionalmente, el Capricho de Gaudí, hermoso palacete que el genial arquitecto construyó en Comillas, el bellísimo jardín histórico El Capricho en la Alameda de Osuna, hoteles, restaurantes, obradores, estaciones de metro, recetas de cocina y cómo no, el más común de los mortales, usan, utilizan y recurren a esta palabra tan sugerente, que tiene la particularidad, entre otras, de estar dotada de multitud de sinónimos.
Sinónimos que vamos a desglosar –solamente algunos de ellos - en orden alfabético y uno a uno, aplicándolos a una situación que juzgamos oportuna en estos momentos, que está en sintonía con el título de estas líneas y que creemos que responde a la perfección a la definición primera que dimos comienzo, y que se refiere a las intenciones secesionistas de la región Catalana y a la Vasca y a cualquier otra que se encapriche de semejante delirio, que tiene tanto de aventura como de movimiento insolidario con el resto del País.
Abuso: por tratar de utilizar una privilegiada posición obtenida a costa del resto del País, pese a sus continuas y reiteradas quejas, después de cientos de años de historia durante los que ha construido una región próspera que se ha permitido siempre mirar por encima del hombro al resto de los ciudadanos del País.
Antojo: porque no se puede calificar de otra forma el deseo absurdo y caprichoso de independizarse, cuando una inmensa mayoría de Catalanes no lo desean, siendo los políticos los que se mueven por oscuros intereses con el objeto de llevar a la ciudadanía a la calle y a la locura que supone una segregación cuyo elevadísimo coste en todos los órdenes, desconocen por completo.
Arbitrario: sin lógica, ni argumentos, sin razonamientos suficientemente razonados, sin motivación alguna que lo justifique, sin respeto a las leyes, las cuales ya han manifestado que se las saltarán, lo cual los descalifica de principio.
Atropello: por las formas, los desplantes y las malas artes y maneras con las que se están manifestando, sin respeto por la Constitución, las leyes y el resto de los ciudadanos de un País cuyos ciudadanos han contribuido en gran manera al bienestar del que ahora gozan.
Desvarío: ya que una segregación de España, empobrecería a una región como Cataluña que se vería obligada a pagar unas astronómicas indemnizaciones, y que vería, como ya han anunciado importantes empresas catalanas, cómo muchas de ellas abandonarían la región, lo cual dañaría irremediablemente su ya precaria economía.
Extravagante: ¿cómo podrían sobrevivir los catalanes aislados de la Comunidad Europea a la que no podrían acceder de inmediato, fuera del euro y de unas instituciones sin los cuales sufrirían los efectos de una marginalidad que ellos habrían elegido?
Gratuito: porque en un mundo cada día más globalizado, esta loca aventura no tiene sentido, no conduce a ninguna parte, ya que sin España, jamás lograría alcanzar las cotas de bienestar que ahora disfrutan sus ciudadanos.
Veleidoso: ya que lo que persiguen es disfrutar de unas condiciones económicas, de calidad de vida y de bienestar superiores al resto de los españoles, en un claro gesto de ingratitud hacia el resto de las regiones.
Por todo ello, los ciudadanos del resto de España, manifestamos nuestro desacuerdo con una caprichosa segregación que a todos perjudicaría. En todo caso, si la consulta se autorizase, si fuera legal, el resto del País tendríamos también derecho a decidir y participar en la consulta.
Los caprichos no suelen ser gratuitos, o al menos, tienen su contrapartida, y en este caso va a ser muy alta, ya que Barsa tendría que jugar en una liguilla con el Espanyol, el Sabadell, Granollers, etc., por lo que el Nou Camp se les iba a quedar inmensamente grande. Lo mismo les iba a pasar con el baloncesto y demás deportes. Con estas consideraciones en mente, dudo que la mayoría de los independentistas catalanes continúen adelante, no así los Vascos, que se encontrarían en la misma tesitura con su deporte, pero que considero que no les importaría mucho enrocarse en sí mismos, en su mini espacio deportivo, como si no pasara nada, como si no fuera con ellos. El tiempo, sin lugar a dudas, como siempre, pondrá a cada uno en su sitio.

jueves, 27 de septiembre de 2012

ASÍ QUE PASEN DIEZ AÑOS

Estoy sorprendido por el hecho de que nadie parece tomar conciencia, o al menos no llega a expresarlo claramente, de las consecuencias tremendamente negativas, devastadoras y absolutamente ruinosas que la política de recortes que a todos los niveles estamos sufriendo, tendrá en un futuro inmediato, no digamos ya a largo plazo, y que supondrá irremisiblemente un penoso atraso de este País en todos los órdenes.
Las numerosas infraestructuras como pueden ser las comunicaciones por carretera y ferrocarril, los diferentes servicios en sanidad, vivienda y educación, los recortes aplicados a la cultura, que presenta unos tintes dramáticos al sufrir unos descensos de altísimos porcentajes de reducción de gastos en museos, teatros y cinematografía, y otros sectores que podemos olvidar en este momento, van a experimentar, más bien van a sufrir tal retroceso, que es imposible predecir cuándo se va a recuperar este País de semejante golpe.
Las consecuencias de todo este frenesí reductor, de este vendaval desbocado, de estas restricciones sin cuento ni fin, son claramente inmediatas, y así lo experimentamos y lo soportamos lo mejor que podemos, pero sus efectos no quedan ahí, sino que nos afectarán en un futuro con una clara pérdida de la calidad de vida como consecuencia del deterioro de las infraestructuras y servicios citados, que a la larga, habremos también de sufragar de un modo u otro.
Sus efectos ya se están notando y así podemos comprobar cómo muchas carreteras llevan años sin mantenimiento – acabo de llegar de un viaje que hago con frecuencia por la N-1, y que por lo tanto conozco a la perfección, y apena contemplar el estado en que se encuentran muchos tramos con el asfalto desgastado, bacheado y en un estado lamentable – al igual que establecimientos, instituciones y otros lugares públicos, que sufren del abandono, la indiferencia y la desidia de una administración que todo lo justifica en aras de una reducción de gastos que de ninguna manera debería ser indiscriminada.
El todo vale siempre y cuando ello suponga un recorte, una disminución, una minoración en el gasto, no puede ser argumento suficiente para desatar una irremediable pérdida de calidad en la vida, la hacienda y los servicios a los que todos los ciudadanos tenemos derecho. No puede aplicarse aquello de que el fin justifica los medios, porque es injusto, bárbaro y cruel y en última instancia retrotrae a una Nación a la época de las cavernas en cuanto a calidad de vida se refiere, consiguiendo con ello que el Estado Social y de Derecho de un paso atrás y renuncie al progreso y el avance en el bienestar de sus ciudadanos.
El deterioro se traslada también al equipamiento individual de cada ciudadano que debido a la pérdida de poder adquisitivo, a los recortes y en última instancia al desempleo, se ve obligado a alargar los plazos de mantenimiento de sus pertenencias, ya sea la vivienda, el automóvil, electrodomésticos, etc., lo cual supondrá a medio plazo el envejecimiento de los mismos por no poder repararlos en unos casos y en otros casos por verse imposibilitado para reponerlos.
Por último, leo en los medios de comunicación los recortes que va a sufrir un sector tan crucial y vital para un País como es el de la investigación, siempre tan denostado y relegado a un segundo plano, cuando debería ser la punta de lanza de un País serio, moderno y avanzado. Ninguna de estas tres premisas cumplimos, por lo que ya sólo nos queda aquello de apaga y vámonos.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

LA APARENTE DIVERSIDAD

El diccionario de la Real Academia, define este término como variedad, desemejanza, diferencia, gran cantidad de varias cosas distintas y si buscamos sinónimos de diversidad, hallaremos multiplicidad, complejidad, heterogeneidad y otros similares que nos ilustran sobre las múltiples acepciones de una palabra tan socorrida últimamente, a la que recurren con demasiado frecuencia determinados políticos para tratar de justificar los elementos diferenciadores que por sí mismos sobran y bastan para justificar la disparidad, desavenencia y disconformidad con una determinada situación con la que están en desacuerdo y a la que el Estado Central y la Nación a la que representa les obliga a mantener en contra de su concepción, en este caso territorial, cuya diversidad materializada en varios y diferentes aspectos, son motivo y justificación suficientes para mostrar su oposición y enfrentamiento.
Conozco la mayoría de las regiones españolas, las he recorrido y he disfrutado de todo cuanto pueden ofrecer al viajero empeñado en disfrutar su estancia en tierras que, en ocasiones, llegó a considerar diferentes, fundamentalmente porque así ha llegado a sus oídos una y otra vez, machaconamente, con cierta pedantería no exenta de ocultas y siniestras intenciones no declaradas abiertamente que no hacen sino confundir al ciudadano que aún no ha tenido oportunidad de visitar los lugares que se acogen y se amparan bajo el paraguas de la tan cacareada diversidad.
Una vez allí, el viajero después de informarse como corresponde, sin problema alguno a la hora de lograr la oportuna comunicación, se desplaza, se mueve, recorre los lugares recomendados y desconocidos, pregunta, indaga, se comunica en definitiva, aclarando las dudas que se le plantean puntualmente y observa la amable y correcta disposición del ciudadano de la desconocida ciudad que está visitando y descubre poco a poco que son gente de este mundo, de este País, que las diversidades tan repetidamente planteadas no son tales, no son ciertas, sencillamente no existen.
Ni la lengua, ni las gentes, me son extrañas, una cultura conocida de antemano como cualquier otra al alcance de mis posibilidades, un paisaje diferente, unos atractivos distintos, como es lógico, natural y previsible y una gastronomía con alguna peculiaridad dentro de la oferta general que puedo encontrar del lugar de donde procedo y nada más que destacar.
¿Dónde está entonces la diversidad, la disparidad, el elemento diferenciador en definitiva que me haga sentir en un mundo distinto, extraño, ajeno al mío? He estado en Londres, y salvo el idioma inglés, tan universal en el resto del mundo – oí tanto español como inglés – y la comida, aunque tampoco es para tanto, no noté una especial diferencia. En los museos pude contemplar el mismo arte que en el Prado, en el de Ciencias o en el Arqueológico – aunque con amplias diferencias con el famoso British – aunque sí disfruté de las peculiaridades lógicas de una ciudad diferente, como puede serlo Segovia, Burgos o Madrid, la primera vez que las visitas. Y poco más.
Deberían los políticos que arrastran a los ciudadanos a semejantes aventuras, hablarles con claridad e informarles de lo inmensamente costoso y caro que les saldría la segregación. Las indemnizaciones que deberían abonar al Estado serían gigantescas, con el consiguiente empobrecimiento general. Claro que en cuanto se enterasen de que tendrían que jugar su mini liga con sus equipos, tanto de fútbol como de baloncesto, seguramente cambiarían de idea. Y es que la pela es la pela.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

NI TRABAJO NI FORMACIÓN

La Comunidad de Madrid ha decidido reducir el importe destinado a la formación para los desempleados en un brutal porcentaje del 90%, que deja absolutamente desamparados a los 530.000 desempleados que arrojan las últimas cifras de paro registrado en el mes de agosto de este año en esta Comunidad.
La medida es tan devastadora, sobrecoge de tal manera, que los profesionales de la formación que llevamos muchos años impartiendo cursos para los desempleados, no salimos de nuestro asombro ante una medida de tal magnitud que impacta por los estragos que va a causar en un gremio tan maltratado como el de los desempleados, que de esta forma ni podrán encontrar trabajo ni tendrán acceso a una formación que les capacite en unos casos y que les actualice en otros.
Paso a dar unas escalofriantes cifras que ilustran a la perfección cuanto vengo afirmando: el año 2011, el importe de las subvenciones para la formación de desempleados fue de 84.500.000 €, que permitieron formar a decenas de miles de parados a través de más de 10.000 cursos de múltiples especialidades.
Pues bien. Este año 2012, la subvención será de 8.500.000 €, es decir, un 10%, respecto al año anterior o lo que es lo mismo, una reducción del 90%, lo cual deja perplejo a los Centros de Formación, pero sobre todo a los trabajadores que deben saber que tienen pleno derecho a esa formación, subvencionada con la aportación que en las nóminas se hace en concepto de formación profesional, de los Agentes Sociales, el Servicio Público de Empleo Estatal y del otro 50%, que aporta la Comunidad Europea, que por cierto desearíamos saber adónde ha ido a parar.
Hasta el año pasado, los parados podían optar a formarse eligiendo entre cientos de especialidades diferentes cuya duración variaba desde las 150 horas de un curso elemental a las 600 horas de un curso especializado, obteniendo a su finalización un diploma que certificaba de esa preparación, y que últimamente estaban siendo sustituidos por Certificados de Profesionalidad, con cierta validez académica, reconocidos por la autoridad laboral Española y por la Comunidad Europea.
Pues se acabó. Todo se reduce a ese 10% que se va a invertir en 1.700 cursos de formación en una única especialidad: Idioma, alemán o inglés y punto. Pero no se confundan, no van a impartir 400 ó 500 horas del idioma que elijan, con el objeto de que la preparación sea la correcta, la oportuna, o sea, para que dominen mínimamente esa lengua: serán cursos de 100 horas. Sin comentarios.
Juegan con ventaja, saben que los desempleados, por desgracia, es un sector que no se organiza, que no protesta, que en definitiva no crea problemas, no va a salir a la calle, no la va a montar ni son alborotadores que puedan complicarles la vida. Por lo tanto, ahí queda eso, ni en las aulas ni en el trabajo. Eso sí, algunos podrán aprender cómo se dice hola y adiós en inglés y en alemán. Ahí queda eso.

viernes, 7 de septiembre de 2012

UNIVERSOS PARALELOS

Según la teoría de los Universos Paralelos demostrada matemáticamente y aceptada por la gran mayoría de los más reputados científicos del mundo entero, existen infinitos universos, incontables mundos que se desarrollan paralela y simultáneamente al nuestro, donde tienen lugar cuantos acontecimientos y vivencias tienen lugar en el nuestro, pero con resultados diferentes, con todas las alternativas que puedan darse y con un número de posibilidades tales, que todas las historias que pueden suceder tendrán su lugar, sus infinitos universos.
Imaginemos que un estudiante se presenta a un examen. En nuestro universo llega a realizarlo y consigue aprobar dicho examen, pero en los infinitos universos alternativos, se dará en cada uno de ellos un resultado diferente: que suspenda, que le expulsen del examen por copiar, que copie y apruebe, que lo haga y suspenda, que no llegue a tiempo al examen, que se suspenda el examen, etc.
No es ciencia ficción aunque así se consideró durante un tiempo y así lo aprovecharon los productores de cine para llevar a cabo relatos fantásticos sobre el tema y surgió toda una legión de literatura pseudocientífica que llevó a cabo un tratamiento vulgar y ramplón de este tema, sin el necesario y riguroso conocimiento científico para tratarlo con seriedad.
Esta teoría, se apoya en la mecánica cuántica, que se ocupa de lo infinitamente pequeño, del átomo y las partículas subatómicas, cada una de las cuales pueden encontrarse simultáneamente en diversos lugares, al mismo tiempo. Una partícula no existe hasta que es observada, momento en el cual es forzada a existir, a ser constatada como tal.
Si lo inconmensurablemente pequeño puede existir replicándose a sí mismo, la materia y lo organismos pluricelulares, integrados todos ellos por partículas elementales cuánticas, seguirían el mismo destino, por lo que existirán tantos universos coincidentes con nosotros en el tiempo, como historias diferentes puedan darse en la vida de una persona, en la sucesión de unos hechos o en el transcurrir de un determinado acontecimiento.
Hace sesenta años que se formuló esta teoría y hoy se considera como uno de los más grandes hitos de la ciencia. Hace tan sólo unas décadas, los agujeros negros formaban parte de la ciencia ficción y hoy en día son una realidad admitida comúnmente por la ciencia que ahora se ocupa de ellos como medio para viajar en el tiempo a través de un universo de dimensiones colosales.
No deberíamos sorprendernos, no deberíamos exhibir una sonrisa de suficiencia que sólo denotaría la constatación de una ignorancia que en nada nos avala como seres inteligentes. Formamos parte de un grandioso y formidable universo y sin embargo apenas tomamos conciencia de vivir en un pequeño astro de un sistema solar, y ahí quedamos, ya que ni siquiera somos conscientes de que viajamos en una gigantesca galaxia con miles de millones de mundos con enormes posibilidades de albergar vida como la nuestra.
Nos movemos a velocidad de vértigo junto con cientos de miles de millones de otras galaxias en un inmenso e infinito mar de materia y energía que constituye el majestuoso universo del que formamos parte y de cuya existencia tenemos noticias porque estamos aquí , porque existimos, lo vemos y lo experimentamos cada día de nuestra existencia.
Pero lo desconocemos todo de él. Guarda infinitos y grandiosos secretos que quizás jamás el ser humano descifrará en toda su existencia. Deberíamos de vez en cuando abandonar los lugares donde la contaminación ambiental y sobre todo lumínica oculta a nuestros ojos la portentosa maravilla de una noche estrellada, y contemplar extasiados el bello y sobrecogedor espectáculo que nos regala el más hermoso de los universos posibles donde nos ha tocado vivir.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

LA CONSPIRACIÓN FINAL

Desde mis más tiernos años de infancia he venido oyendo repetidamente con harta y machacona frecuencia aquella cantinela catastrofista del fin del mundo, en el que los cantamañanas aprendices de agoreros anuncian a bombo y platillo con fechas y señales varias, que esto se acaba, que nos vayamos preparando, que el final se acerca, que nos arrepintamos de nuestros desmanes, excesos, tropelías y pecadillos varios, porque esto toca a su fin, porque el mundo se acaba.
Y aquí seguimos, soportando a los actuales augures que siguen campando por sus respetos y que ya nos adelantan con suma gravedad y sibilino convencimiento, que esta vez sí, que este año dos mil doce toca y que de esta no nos escapamos ni aunque nos matemos a rezos, arrepentimientos y mea culpas más o menos interesados, que no son sino recursos hipócritas ante la que se nos viene encima y que de todas formas de nada nos servirán.
Claro que esta cantinela viene de lejos, pues ya los Egipcios aseguraban que se acabaría el mundo exactamente a los treinta y seis mil quinientos años cumplidos, y desde entonces, no han parado las predicciones y así, Cicerón, Virgilio, San Pablo, San Lucas y tantos otros personajes conocidos, cifraron el final del mundo en una fecha concreta o coincidiendo con unos acontecimientos determinados.
En la Edad Media y coincidiendo con fenómenos naturales de toda índole para los que entonces las iletradas gentes no encontraban explicación, los anuncios del final se multiplicaban sin cesar, lo cual resultó harto rentable para los especuladores frailes que recibían en sus conventos las donaciones de los aldeanos con posibles, en forma de tierras u otras posesiones con el fin de evitar la condenación eterna ante la llegada del juicio final.
Y aquí seguimos, en un solitario planeta con cuatro mil quinientos millones de años de antigüedad, que sigue dando tumbos alrededor del Sol, el cual será su verdadero ejecutor, cuando esta majestuosa estrella llegue a su final al convertirse en una gigante roja que devorará literalmente la Tierra, lo cual sucederá dentro de miles de millones de años, si antes no lo hemos conseguido nosotros mismos, lo cual, al paso que llevamos, tampoco sería del todo improbable, pero en cualquier caso, se supone que bastante después de que se haya conseguido terminar con la crisis que nos azota.
Llegados a este punto y tras la introducción llevada a cabo, que al final, como siempre, nos ha conducido al mismo punto de partida, adonde solíamos, a la problemática actual que nos ocupa, y dado el hecho de que lo que expondré a continuación no deja de estar íntimamente relacionado con la susodicha introducción acerca de la llegada del fin del mundo, paso a relatarles los hechos que interpreto como tales y que pudieran, sin pretenderlo expresamente, ser constitutivos de señales más que suficientes para anunciar una vez más el final de nuestros días.
Todo viene a cuento de un artículo del profesor asociado de ciencia política y sociología de la universidad Carlos III de Madrid, Javier Camacho, acerca de la situación actual en Europa, y que ha conseguido que se me pusieran los pelos de punta y que un sentimiento de miedo, espanto y temor a partes iguales, me dominaran por completo hasta el extremo de anularme el ánimo y la esperanza durante un breve espacio de tiempo, situación de la que afortunadamente pude salir, no sin arduo esfuerzo por mi parte.
Relataré brevemente cada uno de los puntos en los que este profesor se apoya – el artículo lo titula el IV Reich, lo cual ya previene al lector - para alumbrar la catastrofista visión que de la situación actual de crisis tiene formada.
Las reformas estructurales, ajustes fiscales y rescate financieros, constituyen una ataque sin precedentes a la democracia y al bienestar de los ciudadanos. Confieso que no anda errado.
Estamos ante una guerra implícita contra las democracias a través de la imposición de unos dogmas neoliberales que consolidada el imperio de los mercados. Aplicación de una política económica orientada a la recuperación de la tasa de beneficios del gran capital. Lo resume como “modelo de acumulación por desposesión”. Verdaderamente asusta, pero creo que dice verdad.
Transferencia de las rentas del trabajo hacia el capital, mediante la reducción de los salarios y otras medidas tendentes a ese objetivo. ¿Exagera quizás? No lo podría asegurar tajantemente.
Privatización de los servicios públicos que supongan un trasvase de los recursos hacia el sector privado. Ya está sucediendo.
Transferencia de la riqueza desde las naciones europeas periféricas, hacia las potencias hegemónicas, en concreto hacia Alemania. Posiblemente exagerado, pero la duda me asalta.
Una consecuencia grave de ese proceso, sería la conversión de los gobiernos en títeres a merced de los grandes lobbys financieros internacionales. Me resisto a creerlo, pero no sé qué pensar.
Defensa de los Intereses de la banca alemana, mediante la financiación a coste cero de su deuda a costa de la destrucción de los tejidos económicos del resto de los países deudores. La actividad frenética de la Merkel, así parece confirmarlo.
Estamos por lo tanto ante el IV Reich alemán, no con los Panzer, sino con los poderes económicos destruyendo los débiles estados del bienestar. Alemania, añade, vuelve a ser, como en los años treinta, el principal peligro para Europa, por lo que hay que reaccionar para evitar que la historia se repita. Comprendan que aquí el espanto me atenazara.
Es necesaria una actitud de denuncia con el objeto de que lo primero ha de ser el bienestar de los ciudadanos amenazado por los grandes poderes económicos. Absolutamente de acuerdo.
Se pregunta qué sentido tiene pertenecer a una estructura política basada en la desigualdad y en la desconfianza y donde se celebra como un triunfo la imposición a los ciudadanos de sacrificios y sufrimientos sin cuento. Sin duda da que pensar.
Termina asegurando que nuestra permanencia nos conduce al empobrecimiento y al sometimiento al IV Reich, imperio neoliberal financiarizado, en la que nuestra pobreza es condición ineludible para la prosperidad de otros. Quizás demasiado fuerte, quizás demasiado trágico y catastrofista, quizás.
Confieso que una vez escritas las líneas que configuran este artículo, mi opinión difiere de la lectura inicial que hice con anterioridad. Me sigue asustando lo mismo que entonces, pero el catastrofismo percibido es de menor cuantía y, en cualquier caso, no considero que sean motivo de alerta sobre un posible final del mundo. Juzguen ustedes.

jueves, 30 de agosto de 2012

HISTORIAS PARA NO DORMIR

Curioso, extraño y puede que hasta enigmático título el que encabeza la que puede ser una historia, quizás simple leyenda urbana, o puede que elemental patraña para despistar al lector, intrigarle o simplemente despertar su interés con el objeto de captar su atención en estos tiempos en los que se llenan páginas y más páginas diarias en todos los medios de comunicación, bien sean escritos, hablados o de propósito multimedia, siempre con los mismos contenidos que hablan de la crisis, de la cansina, pedante e insoportable prima de riesgo y, haciendo honor al título, de los temidos y siempre pavorosos recortes a los que desde hace ya tanto tiempo nos tienen acostumbrados.
No se trata, afortunadamente, de una narración que hable sobre los sobresaltos que nos producen semejantes noticias ni del desasosiego que siembran entre los sufridos ciudadanos al conectar cada mañana la radio, la televisión o al hojear el periódico, cuya primera página ya casi adivinamos sin temor a equivocarnos, sino que es una ingenua, inocua e inocente narración que debería haber despertado ya a estas alturas alguna asociación de ideas que condujera a un grupo de lectores de, digamos una cierta edad, a forzar la memoria y buceando en ella encontrarle un sentido con sabor a pasado remoto y noches de infantil insomnio, que en cualquier caso quedará desvelado al final, si lo tuviere, de este insólito relato.
Podría versar sobre las noches en vela de un habitante de una gran ciudad, en pleno verano de asfixiante, insoportable y pegajoso calor, con las ventanas abiertas, soportando los insufribles ruidos, humos, olores y sirenas varias, mezclados con el alboroto, algarabía y bulla característica de los habitantes del patio del edificio donde vives, que habiendo abusado de la siesta, y debido a la calor, deciden no echarse a dormir hasta las tantas, al igual que los vecinos de arriba, ciento y la madre, que tienen claro que los muebles han de recolocarse entre las tres y las cuatro de la mañana, con el correspondiente infernal estrépito que acompaña a semejante baile mobiliario.
Claro que también podría corresponder el susodicho y ya pedante título, a la noche que le espera al obnubilado televidente, que después de recorrerse mando en mano, todas las cadenas de la espantosa programación y habiendo agotado todas las repetidas películas que llevamos viendo desde hace veinte años y comprobado que la oportuna serie que hoy toca, es la misma de ayer con ligerísimos y sutiles cambios, así como los incalificables programas de los repelentes famosillos, los indigestos e insoportables debates con los mal llamados tertulianos gritando todos al mismo tiempo, y la cruel y omnipresente publicidad presidiéndolo todo, decide aburrido, cabreado y hastiado de tanta vacuidad e incultura generalizada, escuchar las interesadas y formativas charlas, que provenientes del patio y a todo volumen le van a amenizar la velada hasta bien entrada la madrugada.
Quizás trate sobre el voluntarioso lector que intenta sin éxito concentrarse en la lectura del libro que sin entusiasmo alguno comenzó al principio del verano, cuya lectura le aburre poderosamente pero que no puede evitar terminarlo, ya que es una cuestión de principios, de orgullo, de no permitir que un autor se le resista por incomible, infumable e insoportable que pueda ser. Pero no es así, ya que una vez más, apenas logra pasar tres o cuatro hojas de mala gana antes de cerrarlo y abrir el portátil para curiosear en Internet las últimas noticias.
Comienza la página, con gran alarde tipográfico, relatando la sorprendente historia de cómo en un pueblo, las buenas gentes deciden con el único afán de divertirse, lanzarse a la cara 120 toneladas de tomates – ciento veinte mil kilogramos – que quedan desparramados por el suelo y los cuerpos de los entusiasmados ciudadanos, mientras unas líneas más abajo, aparecen unas fotos con unas gentes que buscan restos de comida entre los contenedores de basura, por lo que decide cerrar el ordenador con un gesto de repulsa, contrariedad e incredulidad.
Cualquiera de estas historias podrían suponer motivo suficiente para pasar una noche en vela. Pero en absoluto son comparables con las que entonces disfrutábamos después de ver en la inefable Televisión Española – la única que existía entonces – la magnífica serie de Ibáñez Menta, padre de Ibáñez Serrador, cuyo título “historias para no dormir”, - de ahí el misterioso título que muchos ya habrán descifrado a estas alturas – y que hacía las delicias de las gentes de los años sesenta, aunque conseguía aterrorizarnos cada semana, siempre en blanco y negro y que sin duda logra oscurecer, valga la redundancia, a muchas de las insoportables series, sobre todo vespertinas, que asolan hoy las múltiples cadenas televisivas.
Desvelado el misterio, sólo me queda por hacerle una pregunta al posible lector: ¿Es usted el asesino? Tranquilo, no se preocupe, asuste ni incomode. No se tiente la ropa ni busque el arma homicida. No ha sido usted. Es el título de otra entrañable serie de entonces del mismo genial autor que tantas noches de insomnio nos obsequió y que tanto echamos de menos en estos tiempos de tanta ausencia de ingenio, originalidad y en definitiva de una preocupante falta de creatividad.

martes, 28 de agosto de 2012

EL MEJOR CONSEJO QUE JAMÁS OÍ

Según Einstein, el tiempo absoluto no existe, sino que cada uno de nosotros tiene una medida personal del tiempo que junto con el espacio forman una unidad espacio-tiempo, que tiene la propiedad de ser deformado por la materia en él existente, contrayéndose y dilatándose, hasta el extremo de que a velocidades próximas a la de la luz, el tiempo se ralentiza, es decir, se dilata, de tal forma que para un viajero interestelar que viajase a esa velocidad durante años, al regresar a la Tierra encontraría que para a sus allegados el tiempo habría transcurrido más rápidamente, hasta el extremo de que todos ellos habrían envejecido en mayor medida que él mismo.
No es ciencia ficción, ni teoría científica, es una realidad demostrable que debido a la imposibilidad de que los vehículos espaciales logren esa velocidad, los científicos han conseguido reproducirla en laboratorio con partículas subatómicas acelerándolas hasta aproximarse a los trescientos mil kilómetros por segundo, velocidad que la física ha demostrado que no puede ser superada por ningún objeto en movimiento.
El tiempo es por lo tanto una propiedad mutable y maleable, que en la práctica nos afecta en la vida diaria y que luchamos por pausar, detener o al menos ralentizar con el objeto de que avance lo más lentamente posible. No siempre lo conseguimos, aunque demostrado está que para cierta gente el tiempo parece haberse detenido, parece progresar más despacio, dando la impresión de que corre más lentamente que para el resto de sus semejantes que lo contemplan con envidia y admiración a partes iguales.
Claro que el hecho de cuidarse tiene mucho que ver en el tema que nos ocupa, que la buena vida y las buenas costumbres, así como la ausencia de preocupaciones y, sobre todo, la suerte de no pertenecer a un tercer mundo con condiciones de vida miserables, influye poderosamente, pero también es cierto que todos experimentamos esa sensación de que el tiempo pasa más despacio o todo lo contrario, dependiendo de diversos factores que influyen en esa percepción.
No obstante, el paso del tiempo es inexorable y aunque desearíamos demorarlo el máximo posible, día a día, aña a año, contemplamos cómo se nos escapa de entre las manos con las que querríamos atraparlo y congelarlo durante un tiempo que nos permitiera volver la vista atrás sin avanzar hacia delante, y regresar a la añorada infancia donde el tiempo no tenía cabida, donde su paso no tenía sentido, donde simplemente no existía.
Pero podemos soñar, volver la vista atrás y recordar tiempos pasados en un viaje que nos permitirá rememorar épocas y etapas de nuestra vida por las que ya pasamos hace tiempo. Ejercitando esta maravilla de la memoria, me encuentro en mis primeros años de ávido lector de una revista que no he conseguido saber cómo llegaba a mis manos, pero que lo hacía con harta frecuencia, denominada Selecciones del Reader`s Digest, que contenía extractos o resúmenes de artículos de ciencia y temas varios que conseguían atraparme y que devoraba con asiduidad.
Uno de aquellos artículos cuyo título “el mejor consejo que jamás oí”, se me quedó grabado desde entonces y no lo he olvidado, dado que el hecho de seguir dicho consejo que ilustraba con varios ejemplos su contenido, me ha dado un óptimo resulta en la vida. El consejo en cuestión decía lo siguiente: “nunca te adelantes a los acontecimientos”. Gran consejo, que he intentado seguir siempre en la vida y que ha resultado ser una poderosa y gran verdad.
Pues bien, gracias a Internet, y realizando una exhaustiva búsqueda, he conseguido encontrar el artículo en cuestión, así como la portada de la revista donde se incluyó dicho artículo. Pero lo realmente sorprendente, ha sido comprobar con emoción no exenta de una alegre añoranza, que la revista, cuyo precio era de 15 pesetas, tiene fecha de agosto de 1959.
Efectivamente, el tiempo es relativo como afirma Einstein. Yo tenía entonces ocho años.