domingo, 18 de febrero de 2007

Promocionar la lectura


Es de dominio público, que España es uno de los países más importantes por el volumen de libros que se editan y venden, y por el contrario resulta curioso a la vez que contradictorio comprobar como se encuentra en una posición deplorable en cuanto a la lectura de los mismos. Ocupamos uno de los últimos lugares, por lo que cabe pensar que el triste final que acabamos dándoles, es el de decorar las estanterías del salón.
La lectura se inculca ó debería inculcar en la escuela en los primeros años, y por supuesto en el seno de la familia. Generalmente los hijos que ven leer a sus padres, toman ejemplo de ellos y se convierten a su vez en lectores. Esto no siempre es posible, porque a su vez los padres no han recibido esa educación, pero las nuevas generaciones no deberían eludir esa obligación.
Alcobendas posee una buena red de bibliotecas, pero sin embargo, no recuerdo que hayan llevado a cabo ninguna iniciativa en cuanto a la promoción de la lectura se refiere, animando a los jóvenes y a los menos jóvenes también, a desarrollar un hábito que supone cultura, diversión y placer a partes iguales.
Imagino que habrá quien diga que la lectura en este país es cara. De ninguna manera. Esa expresión se ha convertido en un tópico y como tal, no se suele racionalizar y se argumenta sin más que los libros son caros y punto.
Un libro es para siempre, nos enseña, nos transporta a exóticos lugares que nunca visitaremos, nos entretiene, nos hace más cultos, más tolerantes, pudiendo además volver a utilizarlo, prestarlo, releerlo y además previene contra la utilización indiscriminada e idiotizante de la caja tonta. Quién da más?. Y todo ello, pongo por ejemplo, por el equivalente a un par de entradas de cine o unas cañitas.
Promocionemos la lectura. Y hagámoslo para todos, no solamente para los más jóvenes. Es un poco triste ver a la gente mayor con una dependencia absoluta de la televisión. En lugar de sentarse horas enteras ante semejante medio deformante, intentemos que disfruten un rato cada día ante un buen libro. los hay para todos, y si hablamos de los jóvenes, en la lectura tienen una maravillosa ventana abierta al mundo. Promocionando la lectura, difundimos la cultura, el conocimiento y la diversión. Nada puede dar tanto por tan poco.

La torre de Babel

La UNESCO estima que el número de lenguas que se hablan en el mundo es de 6.000, de las cuales aproximadamente la mitad corren el peligro de desaparecer.
Resulta curioso resaltar el hecho de que un instrumento surgido como necesidad para la comunicación y el entendimiento entre los seres humanos consiga a veces separarlos hasta el extremo de impedir su entendimiento provocando en ocasiones el recelo, el rechazo y la incomprensión.
Algunas sociedades o grupos, tratan de justificar su entidad diferenciadora con el resto utilizando el idioma como símbolo sagrado que exhiben para afirmar su “elemento diferencial”, llegando incluso a extremos inadmisibles para defenderla.
Si esta barrera desapareciese, el diálogo nos descubriría a otros seres humanos iguales a nosotros, y que como nosotros, sienten, aman y sufren. La desconfianza, las suspicacias y muchos prejuicios que nos hacen estar a la defensiva, desaparecerían.
No se me confunda. Considero la lengua como un instrumento cultural de primer orden digno de preservar. Pero no es menos cierto que muchos de los problemas de este mundo, tienen y han tenido como origen la incomunicación, el desconocimiento de los otros seres, de las otras culturas por la dificultad de entenderse debido a la muralla idiomática que se interpone entre ellos.
No es esta una crítica ligera y caprichosa. Surge al contemplar la sangrante visión de la incomunicación y el recelo existente respecto de un importante sector de la población inmigrante en nuestro país y en otros lugares del mundo. Ciertamente no es el idioma el único origen de estos problemas, pero posiblemente se atenuarían, y muchas tensiones desaparecerían.
La escuela tiene mucho que ver en este aspecto. En ciertos países nórdicos, los niños aprenden desde muy pequeños varias lenguas. Para ellos este aprendizaje es coser y cantar. Tomemos nota.También ellos deben hacer un esfuerzo en este aspecto y con el tiempo la confianza ocuparía el lugar del recelo y la intolerancia dejaría paso a la comprensión, a la amistad y al entendimiento.

viernes, 16 de febrero de 2007

Querido maestro

Con el alma en una nube
Y el cuerpo como una lamento
Llega el problema del pueblo
Llega el maestro.
Así reza la canción sobre el maestro de escuela en tiempos que afortunadamente ya quedan muy lejanos en el tiempo.
El que vale, vale y el que no para maestro, se decía. Hoy, a lo sumo, la valoración más positiva es lo mucho que aguantan los maestros, o simplemente lo ven como el encargado de la guardería de niños mayores, o lo que es peor responden con la indiferencia.
En cualquier caso, la mayoría no valoran la importantísima función social y humana que desarrollan y más aún en los tiempos que corren en los que su labor se ve tremendamente complicada por los problemas de todo tipo que acucian a esta sociedad y que necesariamente se reflejan en los alumnos y por tanto en el aula.
Yo, usted, y muchos más, recordamos con cariño a aquel maestro de escuela, con la enciclopedia en la mano, a veces también, como no, con la vara en la otra, pero en general, bonachón y algo nostálgico que nos enseñó las primeras letras y nos introdujo con ello en el fascinante mundo del conocimiento.
Hoy, aquel maestro de escuela unitaria, continúa realizando la misma maravillosa labor en los modernos colegios pero con problemas cada vez mayores que deberían justificar la apertura de un debate nacional sobre la enseñanza en este país.
Ahora que se abre el curso escolar, quiero homenajear a todos los profesionales de la enseñanza, y en especial a los de los niveles más bajos que son los que más sufren el olvido y la desconsideración hacia una de las profesiones más maravillosas que existen.
Gracias por enseñarme a leer, a contar, a pensar.
Gracias, querido maestro.

Suplicio mediático-religioso

Llevamos una semana de un auténtico e insoportable viacrucis televisivo, periodístico y radiofónico, que primero fue de fastidio, luego de incredulidad y, ahora, pensando en lo que nos queda, de irritante y santa resignación.
Banderas a media asta, crespones negros por doquier, personajes públicos de todas clases, creencia y condición expresando sus condolencias a la Iglesia Católica por la muerte de Juan Pablo II.
Nunca jamás se había visto un despliegue semejante. Afirman algunos que porque en la muerte del anterior Papa no existían los medios de comunicación que existen hoy. No me vale.
Hasta los programas basura en los que los cantamañanas de turno exhiben sus payasadas, interrumpen su programación para contactar con el Vaticano.
El morbo llegó a límites insospechados, cuando los medios, que acechaban en la plaza de Vaticano, iniciaron sin interrupción una cuenta atrás de las horas de vida que le quedaban al Papa.
Claro está que para la patética e insoportable programación que soportamos, posiblemente nos estén haciendo un favor, piensas. Apagas y pones la radio que ésta sí merece la pena. Pero estamos en las mismas. Los locutores se nos han transformado en corresponsales del Vaticano.
Definitivamente, estamos rodeados, y lo peor es que nos queda todo el mes para aguantar el grandilocuente boato que preparan con auténtica delectación los papables, que por cierto, han de ser católicos, mayores de 18 años y, claro está, varones.
Una oportunidad genial de promoción en todo el mundo para la Iglesia Católica, tan necesitada ella en los tiempos que corren y una genial ocasión para los medios de comunicación que pueden llenar su programación sin dar palo al agua.

La estupidez humana

Resulta curioso resaltar el hecho de que un instrumento como el lenguaje, surgido como necesidad para la comunicación y el entendimiento entre los seres humanos consiga a veces separarlos hasta el extremo de impedir su entendimiento provocando en ocasiones el recelo, el rechazo y la incomprensión.
Algunas sociedades o grupos, tratan de justificar su entidad diferenciadora utilizando el idioma como símbolo sagrado que exhiben para afirmar su "elemento diferencial", llegando incluso hasta extremos inadmisibles para defenderla como el de blindar su espacio laboral poniendo barreras idiomáticas, que en muchas ocasiones resultan obstáculos insuperables para los trabajadores que desean desarrollar su función en esa sociedad.
Surge este comentario al contemplar la absurda intolerancia lingüística que está creando tensiones innecesarias en una población acuciada por otros problemas que sí son reales y no creados. Resulta un tanto patético, el hecho de necesitar traductores para entender el mensaje de los representantes de las naciones/nacionalidades/realidades nacionales, que se empeñan en defender a ultranza su lengua, cuando nadie en su sano y culto juicio puede tratar de ir contra un valor cultural de tanto valor como es una lengua.
Ninguna bandera, ningún himno, ninguna lengua, ninguna verdad, pueden tener la consideración de sagrados. La solidaridad, el entendimiento y la buena voluntad entre los seres humanos, están muy por encima de todos esos signos que fanatizan y nublan la mente de quienes los defienden a capa y espada como valores eternos e inmutables.
Es un sueño, una utopía, pero daría lo que fuera por utilizar una única lengua a nivel universal que permitiera el entendimiento de todos los pueblos y culturas sin que ello supusiese renunciar a mi idioma. Según la UNESCO, en el mundo se hablan seis mil lenguas diferentes. Una auténtica torre de babel, que, pese a su indudable valor cultural, siempre ha creado y continúa creando una barrera idiomática que más que unir ha separado y separa a los seres humanos.

Tensiones Lingüísticas

Resulta curioso resaltar el hecho de que un instrumento como el lenguaje, surgido como necesidad para la comunicación y el entendimiento entre los seres humanos consiga a veces separarlos hasta el extremo de impedir su entendimiento provocando en ocasiones el recelo, el rechazo y la incomprensión.
Algunas sociedades o grupos, tratan de justificar su entidad diferenciadora utilizando el idioma como símbolo sagrado que exhiben para afirmar su "elemento diferencial", llegando incluso hasta extremos inadmisibles para defenderla como el de blindar su espacio laboral poniendo barreras idiomáticas, que en muchas ocasiones resultan obstáculos insuperables para los trabajadores que desean desarrollar su función en esa sociedad.
Surge este comentario al contemplar la absurda intolerancia lingüística que está creando tensiones innecesarias en una población acuciada por otros problemas que sí son reales y no creados. Resulta un tanto patético, el hecho de necesitar traductores para entender el mensaje de los representantes de las naciones/nacionalidades/realidades nacionales, que se empeñan en defender a ultranza su lengua, cuando nadie en su sano y culto juicio puede tratar de ir contra un valor cultural de tanto valor como es una lengua.
Ninguna bandera, ningún himno, ninguna lengua, ninguna verdad, pueden tener la consideración de sagrados. La solidaridad, el entendimiento y la buena voluntad entre los seres humanos, están muy por encima de todos esos signos que fanatizan y nublan la mente de quienes los defienden a capa y espada como valores eternos e inmutables.
Es un sueño, una utopía, pero daría lo que fuera por utilizar una única lengua a nivel universal que permitiera el entendimiento de todos los pueblos y culturas sin que ello supusiese renunciar a mi idioma. Según la UNESCO, en el mundo se hablan seis mil lenguas diferentes. Una auténtica torre de babel, que, pese a su indudable valor cultural, siempre ha creado y continúa creando una barrera idiomática que más que unir ha separado y separa a los seres humanos.

El glamour de los Goya y la soledad de Basta Ya

En menos de veinticuatro horas, he asistido a dos acontecimientos muy distintos en sus contenidos pero con conexiones entre sí.
El sábado asistí al espectáculo que todos los años por estas fechas nos ofrecen los actores de este país. Se esforzaron en tratar de conseguir que fuera ameno. Como casi siempre y pese a que ese es su oficio, no lo consiguieron plenamente.
Sí lograron dejar bien claro, que están con la libertad de expresión, y tal como lo manifestaron, parecían referirse a "Su libertad de expresión", aunque pienso que lo dejaron caer con cierta ambigüedad calculada para así poder contentar a todos.
Presionados por los acontecimientos del año pasado y de este, se hicieron tímidas declaraciones a favor de las víctimas del terrorismo, y solamente, en algunas honrosas excepciones, fueron claros y rotundos a la hora de pronunciarse.
Los actores, como tantos otros personajes públicos de este País, que tienen el privilegio de llegar a la gente e influir por lo tanto en la opinión pública, tienen la obligación moral de denunciar las injusticias de todo tipo y procedencia, pero salvo algunas destacadas y plausibles excepciones, la mayoría, se limita a pedir ambigua y egoístamente, libertad de expresión, como si no disfrutaran de ella.
En la mañana del domingo, en la Campana de la Paz doscientas personas, arropamos con nuestra presencia a la caravana del Colectivo Basta Ya, que recorre el país en un enorme grito, proclamando a los cuatro vientos, la tremenda injusticia que se está cometiendo con ellos.
¿Además de los doscientos, dónde estaban los cien mil restantes habitantes de Alcobendas a las once de la mañana del domingo día 1 de Febrero, que no se dignaron pasar por la Campana de la Paz?.
¿Dónde estaban los jóvenes de Alcobendas que muchas veces y con razón piden instalaciones y servicios para ellos, pero que en esta ocasión brillaron por su ausencia?.
Para el próximo año, propongo que se inviertan los términos de estos dos acontecimientos:
El colectivo basta ya, ocupará el lujoso teatro que utilizan los glamourosos y ostentosos actores, gozando por lo tanto de una audiencia de millones de espectadores.
Los actores, vendrán al arroyo de la vega, y, en la Campana de la Paz, con una audiencia de doscientas personas, podrán lucir sus armani y demás modelitos, mientras piden más libertad de expresión para ellos.
Libertad de expresión, siempre. Pero sobre todo para aquellos cuya utilización supone poner en peligro su vida.

Carta abierta a Leticia

Querida Leticia:
No te imaginas la sorpresa que nos has dado a los muchos españoles/as, que hemos comprobado con estupor, como una periodista, es decir, una española de a pie, ha logrado escalar tan alto.
También con cierta envidia, por qué no confesarlo, aunque pensándolo bien, quizás seamos parte interesada y deberíamos alegrarnos por haber logrado contigo una representación en tan significado lugar.
Esperamos que no te olvides de tus representados, no solamente de los periodistas, que deben estar sumamente agradecidos por el juego que vas dar con la boda, aunque para el resto, me temo que estos meses que nos separan de tan magno acontecimiento, van a ser un suplicio mediático.
Una vez más se demuestra que la igualdad de oportunidades no existe, ya que nadie en este país podía llegar a pensar que una trabajadora pudiera llegar a reina, porque de haberlo sabido, seguro que habrías tenido competencia.
Los monárquicos, escandalizados ellos, aducen que una periodista no puede llegar a ser reina, que es romper la tradición, que se salta todos los esquemas trazados a través de la historia, y llegando más allá, en su airado atrevimiento, afirman que a altos privilegios, corresponden altas obligaciones. Pero esa es otra cuestión que además no va contigo.
Tú, Leticia, has sido, merced a los caprichos del destino, la elegida. Felicidades por ello. Serás adorada, envidiada y odiada. Has salido del pueblo y se supone que vas a representar al pueblo, y aunque muchos no aceptemos esta institución, hay que reconocer que vas a marcar un hito en la historia de la monarquía que quién sabe las consecuencias que pueda tener en el futuro.
Espero que no te llamen la reina proletaria o sandeces por el estilo que no son sino frases hechas que no pueden ilustrar semejante incompatibilidad.
Me atrevo a pedirte, que de vez en cuando nos cuentes algún chascarrillo o chisme de los que transcurran a diario por aquellos selectos lares. Tú, como periodista, sabrás reflejarlo perfectamente.
Suerte Leticia, perdón, Dña Leticia.

Censura nupcial

Me asombra el hecho de que en esta sección no haya aparecido ningún comentario sobre la famosa boda que nos ha deleitado/atormentado durante los dos últimos meses.
En este tiempo he enviado al menos dos colaboraciones sobre el tema, de las cuales no se ha publicado ninguna y estoy seguro, que alguien más lo ha intentado y, como yo, no ha encontrado eco en esta revista.
Cabe pensar que el motivo ha sido el de su escasa calidad literaria, aunque no creo que el tema sea tan exigente como para que esta sea la causa o quizás la falta de interés del tema, y estoy absolutamente seguro de que este no ha sido el motivo.
Solamente encuentro una explicación: Se ha tratado por todos los medios de evadir un tema que en caso de ser crítico con la monarquía, podría resultar incómodo a los responsables de esta revista.
Al menos, han tenido la delicadeza de no publicar los comentarios halagadores y zalameros de quienes están encantados con esta boda y de paso con la monarquía y la familia real y que nos han martirizado y machacado hasta extremos insoportables.
No obstante hubiera preferido que se hubieran publicado ambos, tanto los que aplauden y están encantados, como los que como yo tratan de mostrar su total oposición a la monarquía y a los tremendos gastos, que, sobre todo con esta boda han ocasionado.
Siete días es una revista local, que por lo tanto debe tratar sobre todo temas locales, más próximos a los ciudadanos. De acuerdo, ¿pero hay algo más próximo y que más nos afecte que una familia que se ha gastado tres mil millones del tesoro público en una boda?.
Sean estas líneas o sean las de cualquier otro colaborador, espero que en esta revista que siempre han cabido todas las voces, quepa una voz crítica con un tema que por el buen estado de la salud democrática de este país debe estar abierto al debate y a la opinión. Nada ni nadie, en una democracia, pueden ni deben ser intocables.
Todo es cuestionable

Verdades sagradas

Resulta curioso resaltar el hecho de que un instrumento como el lenguaje, surgido como necesidad para la comunicación y el entendimiento entre los seres humanos, consiga a veces separarlos hasta el extremo de conseguir justamente lo contrario, provocando el recelo, el rechazo y la incomprensión.
Existen quienes tratan de justificar su entidad diferenciadora utilizando el idioma como símbolo sagrado que exhiben para afirmar su "elemento diferencial", llegando incluso hasta extremos inadmisibles para defenderla como, entre otros que podríamos citar, el de blindar su espacio laboral poniendo barreras idiomáticas para los trabajadores que proceden de allende sus pretendidas fronteras, obstaculizando y en muchos casos impidiendo el libre ejercicio de su actividad laboral al obligarles a conocer su lengua.
Surge este comentario al contemplar la absurda intolerancia lingüística que se está dando en este país al imponer el uso de una determinada lengua, que está creando tensiones innecesarias en una población acuciada por otros problemas que sí son reales y para los que sí se demandan soluciones.
Resulta patético el hecho de necesitar traductores para entender el mensaje de los políticos de las naciones/nacionalidades/estados-nación, que se empeñan en defender a ultranza su lengua, cuando nadie en su sano y culto juicio puede tratar de impedir el libre uso de un valor cultural de tanta importancia como es una lengua.
Estos representantes, a veces demasiado alejados de la realidad en la que viven sus ciudadanos, se aplauden a sí mismos mientras enarbolan sus banderas, emocionados y enardecidos hasta lo sublime, entonando su himno nacional, que junto con su lengua, exhiben como señas de indentidad diferenciadora, léase insolidadaria.
Ninguna bandera, himno, lengua, ni por supuesto, ninguna verdad, pueden tener la consideración de sagrados. La solidaridad, el entendimiento y la buena voluntad entre los seres humanos, están muy por encima de todos esos signos que en manos de mentes iluminadas se erigen en representantes de naciones cuyos ciudadanos viven en su inmensa mayoría pendientes de sus problemas diarios, al margen de los interesados sueños de grandeza de sus pretendidos salvadores.
No hay verdad sagrada, y esta que yo defiendo, menos aún. Nadie está en posesión de la verdad. Sólo es una opinión de la que deseo dejar constancia en uso de mi libertad de expresión.

El abrazo mortal

Alcobendas, como tantas otras ciudades con un considerable desarrollo industrial y comercial, paga un elevado precio que se traduce en una pérdida de calidad ambiental, que repercute negativamente en todos los aspectos de la vida del ciudadano.
Resulta sobrecogedor, la situación de estas ciudades, rodeadas por cinturones de autopistas, variantes, y vías de descongestión, aprisionadas en un abrazo asfixiante de asfalto, humo y ruido que encierra a sus ciudadanos en un círculo infernal en feroz lucha con un enemigo implacable que se ha hecho dueño de su espacio vital: el automóvil.
Este abrazo no se detiene en su imparable avance, sino que crece cada vez más, reduciendo al ciudadano a un mero objeto que actúa a la defensiva ante el tráfico rodado, hasta el extremo de que intentar acceder a pie, desde la ciudad a algunas zonas próximas periféricas próximas a la misma, resulta literalmente imposible.
Intenten, aunque no se lo recomiendo, acceder a pie a alguna de las zonas comerciales e industriales que existen en la salida hacia Madrid, o peor aún, en la carretera de Fuencarral. Es jugarse la vida.
Estas consideraciones y muchas otras que podríamos exponer, ponen de manifiesto la progresiva deshumanización de las ciudades, que unido a un desenfrenado, absurdo e inútil ritmo de vida que llevamos, parece justificar la tan manida aseveración de “El progreso es así y exige su pago”.
Pero, yo me pregunto: ¿Esto es progreso?.

Permítanme que disienta

Ante la Real boda que se avecina, no todos los españoles, aunque parezca mentira, estamos encantados con un acontecimiento que amenaza con acaparar por completo el interés nacional.
Permítanme por lo tanto que muestre mi disconformidad, no con el contenido, cada uno se casa con quien quiere, (aunque muchos acérrimos monárquicos, dirán que con quien debe), sino con la forma.
Los medios de comunicación, tanto oficiales como no oficiales, nos someten a diario y desde que se anunció el Real Compromiso, a un continuo, dulzón e insoportable aluvión de informaciones de todo tipo que rozan en ocasiones el ridículo más espantoso de puro zalamero que son.
Parece como si no hubiera más asuntos de que tratar en este País. Da la impresión de que la Real y tradicional discreción brillara en este caso por su ausencia, esforzándose en mostrar todo el lujo y boato del acontecimiento. Como si esto nos fuera a salir gratis.
Considero que a estas alturas del siglo XXI, la monarquía está un tanto obsoleta, que en este país hay muchos más antimonárquicos de los que figuran y que ya que damos poca guerra, al menos deberían ser más discretos y comedidos.
Yo no me puede creer, como quieren hacernos ver, que el pueblo español está encantado con esta boda, aunque la pareja de jubilados a los que entrevistan de vez en cuando, hablen de lo contentos que están con esta unión, lo guapos que son los novios y lo enamorados que se les ve.
Me parece increíble que no se oiga ni una sola voz crítica, (las hay pero no se publican), y es que al fin y al cabo, esta boda es un asunto de Estado y como tal, a mí, como ciudadano, me afecta y me irrita y por una sana actitud democrática me considero con derecho a disentir.

La magia de la Navidad

Recientemente he escuchado esta frase en boca de quien recordando sus tiempos de infancia, pretendía trasladar esta expresión a los tiempos actuales. Esto provocó en mí un sentimiento de nostalgia ante el encanto y el hechizo que en aquellos tiempos tenía sin duda la navidad y que hoy por mucho que lo busco, no logro encontrarlo por ningún lado.
Y es que esa magia ha perdido todo su valor y hoy esa expresión está vacía de contenido, habiéndose transformado en una desenfrenada fiebre consumista que todo lo devora en aras de una autosatisfacción y culto personal que nada tiene que ver con el supuesto espíritu que debería presidir estas fechas y no me refiero precisamente al religioso que siempre se ha apropiado de estas fechas, sino al que se refiere a la solidaridad entre los seres humanos.
Deberíamos sonrojarnos al contemplar el espectáculo de los centros comerciales superabastecidos más que nunca con todo tipo de productos y alimentos propios ó no de estas fechas, mientras medio mundo que agoniza en medio de la más espantosa de las miserias nos contempla como vivimos y disfrutamos la magia de una navidad impregnada de consumismo y de felicidad a plazo fijo.
La magia de los grandes almacenes comienza, no el día de navidad, sino un mes antes, de tal forma que nos hacen disfrutar de dos meses de navidad, durante los cuales, ya ni se molestan en amenizar las compras con los populares villancicos, sino con sus bien elaborados mensajes publicitarios que incitan a comprar, gastar y consumir a manos llenas.
No considero acertado aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero sí es cierto que las sociedades cuanto más opulentas y acomodadas, más insolidarias y egoístas se tornan, siendo éste un hecho incontrovertible y que nuestros padres, atestiguan cuando les preguntamos sobre los tiempos pasados en los que las gentes se ayudaban los unos a los otros desinteresadamente, mientras que hoy, como suelen decir, cada uno va a lo suyo.
Quizás debiéramos volver a leer Canción de Navidad de Charles Dickens y otras lecturas similares que nos trasportan a otros mundos inmateriales que nada tienen que ver con este en el que vivimos, para recuperar ó descubrir la magia perdida, no solamente de la navidad, sino de tantos otros momentos de nuestras vidas.
Con mis mejores deseos para todos los seres humanos de buena voluntad y en especial para los desheredados de la tierra que sufren a causa de la miseria, el dolor y la injusticia.

El PP suspende en religión

El PP pretende que la religión sea evaluable y computable para la nota media desde primaria hasta el Bachillerato. Afortunadamente en la Universidad aún no, aunque ya les gustaría. Pretenden rizar el rizo tratando de conseguir algo así como evaluar la fe.
Con el PP hemos topado. No es necesario recurrir a argumentos constitucionales como que el Estado Español es aconfesional, ni a argumentos jurídicos que se contraponen a esta medida. Es tan ridícula como para que hasta los creyentes consideran esta decisión una auténtica torpeza.
Basta con utilizar el sentido común, y entender lo absurdo de conceder a la religión la categoría de asignatura evaluable, teniendo en cuenta el enorme fracaso escolar que existe y el rechazo que los alumnos experimentan hacia una materia que de ninguna manera debería impartirse en la escuela por ser la religión una opción personal libre e inalienable.
En su lugar, estos aprendices de profesores que dictan sus normas desde sus despachos y sus iglesias sin pisar en su vida un aula ni consultar con los profesores, deberían preocuparse por mejorar el aprendizaje, como por ejemplo enseñar a estudiar, y eliminar un exceso de contenidos, muchos de ellos superfluos que en nada ayudan al alumno a enfrentarse a lo que les espera.
He sido profesor de EGB durante veinte años. Recuerdo que en una ocasión, aquí en Alcobendas, pretendieron que un cura de una parroquia impartiera la religión a los indefensos alumnos del colegio. Los profesores nos negamos rotundamente. Lo conseguimos, y de esto hace veinte años.
Ahora, los profesores de religión los nombra la conferencia episcopal. A este paso los alumnos acabarán rezando el rosario aunque cometan faltas de ortografía o desconozcan la regla de tres. Dios nos coja confesados.

En defensa del Profesor

Las últimas noticias provenientes de la situación en las aulas, son, como mínimo, desalentadoras. Nadie hace nada y la situación va degenerando por momentos contribuyendo a un deterioro general y progresivo de la enseñanza, lo cual supone una degradación del sistema educativo con tremendas repercusiones sociales, negativas en todos los órdenes.
La situación es realmente grave y nadie mueve ni un dedo por resolverla. El profesorado está absolutamente indefenso y expuesto cada vez más a la presión y la violencia que de muy diversas maneras se abate sobre ellos, mientras los alumnos, la inmensa mayoría, ven impotentes como la calidad de la enseñanza va degenerando debido a la falta de disciplina, que, en general, campea por sus respetos en las aulas.
¿Qué puede hacer un profesor al que se le ha privado de su facultad de hacerse respetar y de imponer una disciplina con la que en principio todos están de acuerdo, pero que a la hora de la verdad nadie respalda ni respeta?. La presión a la que están sometidos es tremenda y su frustración cada día más elevada. En estas circunstancias, ¿qué podemos esperar de su labor?.
Si a todo lo expuesto, se une el hecho de que la inmigración supone nuevos problemas en cuanto a la integración de los alumnos provenientes de diferentes países y por lo tanto de diferentes sistemas educativos y que el propio sistema está a merced del partido de turno en el gobierno, el resultado es tremendamente desalentador.
Urge un debate nacional sobre la educación. La política del avestruz que se está ejerciendo por parte de todos aquellos que debieran intervenir en su resolución, y no me refiero exclusivamente a la administración, es de una grave irresponsabilidad que traerá funestas consecuencias a una sociedad ya de por sí bastante desquiciada.
Es un tema que conozco porque lo he vivido durante muchos años como profesor. Un problema que ya hace mucho tiempo se vislumbraba y que está a la vista de todos. Esta es una llamada más de alerta ante un problema cuya resolución no puede demorarse más. El futuro de nuestros hijos y de nuestra sociedad está en las aulas. Mis más sincero reconocimiento a la labor de unos profesionales tan denostados históricamente y a los que todos tanto debemos.

Intolerancia y libertad

El sábado, día 18 de este caluroso mes de junio, la sufrida ciudad de Madrid soportará una vez más la intolerancia y la incomprensión de aquellos que no soportan el libre ejercicio de la libertad por parte de los demás.
Bajo el lema "la familia sí importa" y convocados por el Foro Español de la Familia, la intolerancia y la falta de respeto más absoluto recorrerán las calles de Madrid acompañados por los reaccionarios de siempre y apoyados por aquellos a cuyos bramidos condenatorios tan acostumbrados nos tienen desde el principio de los tiempos.
De forma sistemática, y para que no nos demandemos, nos recuerdan que estamos condenados mientras no demostremos lo contrario, así que han aprovechado en esta ocasión la aprobación de los matrimonios gays para declarar solemnemente que, ellos, que están en posesión de la verdad, proclaman a los cuatro vientos la deshumanización de la familia y se unen a esta manifestación aduciendo que es una causa justa.
Por lo tanto, gays y lesbianas, ¿funcionarios que intervengan?, están excomulgados a perpetuidad. Claro que dado el hecho de que el 90% de la población ya lo estamos, una excomunión más no creo que les preocupe. Y es que los pecadores disfrutamos con serlo, nos encanta condenarnos. Es la sal de la vida.
Fuera de la Iglesia Católica no hay salvación. Lo dijo el nuevo Papa, a quien de una forma muy gráfica ya se le conoce como el rottweiler de Dios. Una vuelta de tuerca más. A este paso un día de éstos se van a liar y se van a autocondenar lo cual sería un acto de humildad que no suele prodigarse entre los que se dicen siervos de Dios.
A los funcionarios que intervengan en los matrimonios Gays, les piden que se nieguen a actuar aunque ello les suponga perder su trabajo. Supongo que a cambio les ofrecerán un puesto en el Vaticano. Una intolerable intromisión más en los asuntos internos de este País.
Como sigan así, se van a quedar solos. Amén.

En el día Internacional de la mujer

Con respeto hacia el ser humano que ha sido menospreciado, humillado y maltratado a lo largo de la historia de la humanidad, por el mero hecho de ser mujer.
Con indignación porque semejante aberración, que no tiene explicación alguna, siga manteniéndose a lo largo de los tiempos.
Con vergüenza, porque yo, como hombre que repudia semejante discriminación, represento al sexo opuesto, responsable de esta situación.
Mujeres maltratadas y en muchos casos asesinadas por unos maridos que en la mayoría de los casos no les llegan ni a la suela de los zapatos y que no pueden admitir que la mujer tome en libertad sus propias decisiones.
Mujeres infravaloradas en el mundo laboral que poseyendo la misma capacidad perciben inferiores salarios encontrando vedado su acceso a determinados puestos reservados para el hombre.
Mujeres rebajadas a la condición de objetos en determinados países, donde tienen que ocultar su condición de mujer convirtiéndose en espectros vivientes y ante cuya visión deberíamos sonrojarnos para siempre por permitirlo.
Mujeres, que ya desde niñas son brutalmente mutiladas sexualmente o entregadas al varón como si se tratara de un objeto negociable.
Mujeres con doble vida laboral, que trabajan en la empresa y trabajan en casa, y donde el marido, como yo y como tantos, le "ayudamos", le echamos una mano.
Mujeres que se ven obligadas a prostituirse para poder sobrevivir.
Mujeres que son víctimas de las leyes elaboradas, promulgadas y ejecutadas por los hombres.
Mujeres que desde la noche de los tiempos han sido relegadas y supeditadas al hombre. La iglesia, organización machista por excelencia, siempre ha mantenido una actitud hostil hacia la mujer. La consideraban imperfecta. Hoy han cambiado tanto, que hasta le reconocen el puesto de esposa y madre amantísima.
La mujer tiene pleno y absoluto derecho a ocupar el mismo puesto que el hombre en la sociedad. Resulta irracional el hecho de plantearse esta cuestión.
Pero los hechos están ahí y muestran un panorama desolador. Muchas mujeres no se verán aquí reflejadas o consideren excesivo cuanto expongo. Quizás se ofendan y en ese caso les pido disculpas. Pero quizás en el piso de al lado ó en el de arriba ó en el departamento de personal una mujer esté sufriendo en silencio.
Esto no puede ser una denuncia más. Las hay a miles. La sociedad denunciando y los poderes públicos actuando deben tomar partido de inmediato para que esta situación termine.
Y termine ya.

Vivir en treinta metros

La polémica está servida. La respuesta a la proposición del gobierno, que espero no sea un globo sonda porque el asunto es serio, ha sido tremendamente constestada por todos los sectores y lo ha sido en ambos sentidos, a favor y en contra.
Resulta significativo que aquellos a quienes fundamental y supuestamente va dirigida la propuesta, es decir, a los jóvenes, sean los que más se oponen a la misma, o eso es al menos lo que he podido deducir de la lectura de la prensa y del contacto directo con ellos.
Considero, que las opiniones están pecando de poco reflexivas, en parte debido a que aún no conocemos los detalles exactos de la propuesta, (de ahí lo del globo sonda), que por otro lado no debería hacerse esperar para evitar estos juicios, que en cualquier caso, incluído éste, crearán confusión y necesariamente siempre serán precipitados.
Se supone que esta oferta va dirigida a los más jóvenes y siempre, absolutamente siempre en régimen de alquiler, nunca en régimen de compra y jamás para familias, porque crearía un peligroso precedente. Doy por descontado que económicamente serían muy asequibles y, por supuesto, de protección oficial.
Este tipo de viviendas, funciona con éxito en varios países europeos desde hace años, e incluso aquí en España hay experiencias al respecto. Por qué entonces no pueden ser un éxito, por qué no pueden ser una solución al tremendo problema de la vivienda, eso sí, limitado a un sector de la población.?.
No deseo posicionarme radicalmente en una u otra posición, yo tampoco lo tengo meridianamente claro y menos aún con la exigua información de que disponemos en este momento y que, repito, no se debería hacer esperar ni un día más, pero en absoluto me niego a considerarla.
Es una proposición que merece la pena analizar seriamente. Por eso, desde aquí, invitamos a todos los sectores implicados, primero al gobierno para que no espere más a concretar con absoluta claridad todos los pormenores, y después a los jóvenes, a los cuales animo a que expongan su posición en este y otros medios de comunicación.
Puede ser una solución, o puede que no. En cualquier caso la propuesta merece la pena ser considerada ya que de esta forma cabría la posibilidad de contribuir a mejorarla. El proyecto puede y debe ser ilusionante. El Estado Social y de Derecho tiene la obligación ineludible de velar por sus ciudadanos. Esta es una buena ocasión para demostrarlo.

Algo más que un gesto

Acabo de leer en la prensa una noticia que he acogido con sorpresa no exenta de satisfacción y que considero una medida que tiene mucho de audaz además de positiva en todos los órdenes: la Federación Andaluza de Fútbol ha aprobado, por primera vez en España, el fútbol mixto en todas las categorías regionales.
No es un gran paso en el largo camino que aún queda por recorrer hacia la eliminación de todo tipo de discriminación por razón del sexo, pero es un paso más y muy acertado que se da en un terreno ocupado casi al completo por el hombre y que por su ámbito de aplicación y el origen de la medida puede tener unas importantes repercusiones.
No se trata de entrar en el debate de si la medida es acertada desde el aspecto estrictamente deportivo, si beneficia o perjudica al fútbol o si esta medida es una absurda intromisión, como imagino que pensarán muchos hombres y seguramente también bastantes mujeres.
Se trata de valorar en su justa medida, una decisión valiente y justa que supone un importante paso que debería ser algo más que un símbolo o un gesto pretendidamente populista y que debería llevarse a cabo venciendo todas las posibles reticencias que con seguridad van a oponer los ámbitos implicados.
Tomen nota tantos y tan diversos sectores de la sociedad que aún se oponen a admitir a la mujer en sus filas o la discriminan de diversas maneras. Es una actitud injustificable y una ofensa a la más elemental inteligencia negarle a la mujer la más absoluta igualdad en todos los órdenes. Plantearse si su capacidad es la misma que la del hombre, es una auténtica aberración que sólo una mente retrógrada y machista puede plantearse.
Sería deseable que medidas de este tipo se prodigaran con más frecuencia. A muchos les parecerá una noticia folklórica no exenta de gracia andaluza. No lo es, no lo debería ser y no lo será si la mujer se lo propone.

Cantamañanas radiofónicos

La radio es para mí y ha sido desde siempre, el medio de comunicación más admirado y por supuesto más utilizado para estar al día de lo que pasa en el mundo. En casa, en el trabajo, siempre tengo un aparato de radio a mi lado. Es una excelente compañía. Como todo el mundo, tengo mis programas favoritos, y uno de ellos son las tertulias, las cuales afortunadamente abundan, tanto por la mañana como por la noche en la mayoría de las emisoras.
Hace poco tiempo, descubrí una que aunque ya sabía que existía, nunca me molesté en seguirla, pues dado el hecho de que conocía su orientación divina, sus diestras tendencias, y su eclesiástica propiedad, pues oiga, sin comentarios, el dial saltaba a la siguiente emisora.
Craso error el mío. No sabía lo que me perdía. Se la recomiendo encarecidamente si quieren comenzar la mañana con una amplia sonrisa, no exenta, eso sí, de vez en cuando, de una indignación contenida, pero sin llegar a mayores. Recuerden aquello de no ofende quien quiere, sino quién puede. Pues eso.
No sé si a estas alturas de la película habrán descifrado el enigma descubriendo a la sutil emisora de radio que hace despertar tantas sonrisas y rezos matutinos. Coopere usted, buen lector, esforzándose un poco y acabará por adivinar este complicado acertijo.
Les resumo. Jamás había oído a unos profesionales tan obsesionados con una idea única, que no es otra que la de insultar, criticar y vilipendiar de mil formas distintas al gobierno en el poder. Y lo hacen de la forma más burda, vulgar y ramplona que imaginarse puedan. Y así un día tras otro. Tema único.
Todos los días, Dios me perdone, la escucho durante unos minutos, hasta que acaban por agotar mi paciencia, que les aseguro es mucha, pese a que me hagan sonreír a fuerza de escuchar semejante desatino obsesivo.
A pesar de esta desafortunada experiencia, les recomiendo la radio como excelente medio de comunicación, donde hay unos inmejorables profesionales dignos de toda admiración. Yo, por supuesto, seguiré disfrutándola. Hay un enorme abanico de programas de todo tipo que merecen la pena, incluidas otras excelentes tertulias. No obstante, alguna que otra mañana, volveré a caer en la tentación y durante unos minutos descenderé a la sombría caverna radiofónica, donde quien sabe, a lo mejor al cabo de un determinado número de escuchas, consigo indulgencias plenarias. Amén.

Morir con dignidad (Morir en la Paz)

Durante los últimos días del mes de Junio, he visto morir a un familiar en la planta doce del hospital de la Seguridad Social, La paz, siguiendo minuto a minuto su agonía en una habitación compartida con otros dos enfermos.
En ningún momento se ha respetado su intimidad, ni la de sus familiares, ni la de los otros dos enfermos, situados a su derecha e izquierda, ni siquiera en las últimas horas cuando su final se acercaba, con los familiares velando sus últimos momentos, en medio de las melodías de los móviles, de las conversaciones de los otros familiares, del ruido de los cubiertos de la cena.........en medio de la indignidad más absoluta.
Jamás he contemplado una falta de delicadeza tan inmensa ni había experimentad una indignación tan grande. Facilitar una muerte digna es lo mínimo que se le debe exigir a una Seguridad Social cada vez mas deshumanizada, a la que este ser humano, por supuesto un trabajador de a pie, ha estado cotizando toda su vida.
Este viejo monstruo hospitalario con muchas de sus instalaciones desfasadas algunas de ellas tercermundistas como las urgencias, carece, nos dijeron, de habitaciones donde pueda pasar sus últimas horas un ser humano rodeado de sus seres queridos. Me niego a creerlo, y si es así, me resisto a aceptar semejante falta de respeto.
Quiero dejar muy claro, que los trabajadores, tanto enfermeras/os, como el personal médico, tuvieron en todo momento un comportamiento y una delicadeza intachables y en ningún momento les puedo hacer, ni lo son, responsables de estas situaciones.
Hay que apuntar bastante más alto para encontrar a los culpables de estos hechos. La Comunidad de Madrid tiene asignadas las competencias en materia de sanidad, por lo que es a ellos a quienes hago responsables de su falta de sensibilidad y de respeto ante un acontecimiento tan trascendente en la vida de un ser humano como es la muerte.
No acepto de ninguna manera que me digan que esto es normal. Esto es brutal e infame y denota una falta absoluta de sentimientos y una intolerable deshumanización del sistema hospitalario.
Si algún responsable llega a leer esta carta y piensa responder con excusas o con las inaceptables justificaciones de siempre, que no lo haga, que se las ahorre y de inmediato tome las medidas necesarias para que nunca jamás, en ningún hospital, nadie viva de esta manera sus últimas horas y pueda morir con dignidad.

La Iglesia en su laberinto

Siempre han existido personas y colectivos empeñados en ir contra todo y contra todos en su afán de satisfacer su ego personal, su reputación ó su trayectoria a lo largo de los tiempos.
En alguno de estos casos, quizás en todos, debe de encontrarse la Iglesia Católica, que en su permanente huída hacia adelante se empeña en ir en dirección contraria a los tiempos que corren, defraudando con ello hasta a sus más fieles seguidores, que no acaban de entender hacia donde se dirigen sus inefables pastores.
Es de todos conocida su férrea oposición a todo lo que se refiera al ejercicio de la libertad individual en aspectos como las relaciones sexuales, tanto heterosexuales como homosexuales.
En su última salida de tono, se oponen a todo tipo de relaciones sexuales que no vayan encaminadas a la procreación. Nada de protecciones de ningún tipo, nada de relaciones de nigún tipo, salvo para procrear.
Que Dios decida los hijos que se han de tener, y así lo van proclamando por los países más pobres del planeta que ven aumentada así su terrible miseria. Dios no puede querer ni eso, ni a quien proclama esto.
Amor y Castidad en lugar de Sexo. ¡Que poco saben del amor quienes afirman esto!. ¡Que irresponsabilidad supone esta afirmación! ¡Qué alejados están de la realidad!.
Con la condena de la homosexualidad niegan la condición de seres humanos y supongo que por lo tanto también la de hijos de Dios, a los individuos del mismo sexo que libremente deciden convivir, negándoles de paso su capacidad para casarse ó ejercer de padres.
Según los pastores de la Iglesia Católica, son enfermos, son ovejas descarriadas. Cómo pueden hablar de Amor, quienes mantienen semejantes posiciones tan alejadas de los más profundos valores humanos.
Es Impresentable la posición que mantienen en cuanto a su financiación, no teniendo reparos en poner la mano para que les sigamos financiando. Quienen utilicen sus servicios que los financien. Afortunadamente, parece ser que este gobierno no les hace el juego.
Iglesia/ Estado, por separado, como Dios manda.

Un País de contrastes

Satisfechos estamos, y no sin razón, de los cambios que ha experimentado este país en los últimos treinta años, los cuales lo han dejado, afortunadamente irreconocible, sobre todo para aquellos que hemos superado los cincuenta y conocimos aquellos tiempos y conocemos aquestos otros que ahora vivimos.
No obstante, en la actualidad tendemos a sobrevalorarnos, en contraste con aquella época en que justamente sucedía lo contrario, cuando nos sentíamos inferiores al resto de Europa con un sentimiento casi de humillación. Pero fue entrar en Europa y sentirnos los reyes del mambo.
Sin lugar a dudas, se han experimentado cambios positivos en todos los órdenes, tanto en el político, con una democracia que funciona, pese a haber pasado de puntillas y a veces mirando hacia otro lado a la hora de cerrar trágicos hechos del pasado, como en el económico convirtiéndonos en la décima potencia industrial del mundo, como en el social, que han conseguido que España sea conocida y reconocida en el Mundo.
Sin embargo, persisten aún ciertas costumbres, algunas de ellas centenarias y por lo tanto, difíciles de desalojar, que nos alejan un tanto de esa visión tan optimista a la que nos estamos acostumbrando de un país entrado de lleno en la modernidad más pujante.
Persiste aún, queramos ó no, la imagen anacrónica de una España cutre y vulgar que mantiene la denominada Fiesta Nacional, que patéticamente elevan a la categoría de arte, costumbre bárbara y cruel, que contrasta con la sociedad culta, moderna y europea a la que aspiramos y a la que por su historia, España pertenece.
Sigue campando por sus respetos, la España de charanga y pandereta representada por el folclorismo más chabacano y subcultural, que ofende a la vista y a los oídos, y que incomprensiblemente, sigue contando con muchos adeptos.
Entrando de puntillas y tratando de no ofender sensibilidades, en estos momentos de total actualidad, durante una semana se siguen ocupando las calles de la mayoría de las ciudades con los pasos de semana santa, que ofrecen una visión tétrica, oscura y trágica como lo es el arte religioso en general.
Por último, y éste en orden de importancia es el primero, sigue la terrible e incomprensible violencia contra la mujer, que aunque no es un fenómeno exclusivo de este País, nos desarma y nos aleja de esa impresión de avance y moderninad que creemos haber conseguido y a la que no podemos renunciar.

El código Da Vinci

Primero fue el libro y ahora la película. Ambas muestras del ejercicio de libertad de expresión están levantando llagas en la omnipresente Iglesia Católica empeñada en que cerremos los ojos y los oídos ante la menor sospecha, crítica ó teoría, según ellos maliciosa, sobre la actitud histórica de esta institución que nunca ha practicado ni practica la libertad en ninguna de sus formas, y que se empeña en que nos mantengamos en el limbo, ese extraño y patético lugar, al que ya le han puesto fecha de caducidad.
Resulta injustificable que ellos que son tan críticos cuando les interesa se muestren tan irritables con este asunto, hasta el extremo de tratar de boicotear tanto el libro como la película, que al margen de su contenido y rigor históricos no dejan de ser la expresión de la libre interpretación de unos hechos históricos sobre los que cada uno emitirá su opinión personal.
Quizás sea pedir demasiado a una organización que a lo largo de los siglos no se ha distinguido precisamente por su tolerancia y su comprensión hacia los seres humanos en general y hacia la mujer en particular, sobre la que desde siempre se han cegado con especial crueldad y que en este libro ocupa un lugar central.
Ficción ó realidad, esta película plantea unos hechos que en cualquier otro estamento no pasaría de una mera teoría digna de analizar. En este caso al tratarse de la Iglesia Católica, su inmovilismo, su soberbia y por supuesto su temor, ya que les aterra que Jesús se hubiera casado y tenido descendencia con todo lo de humano que ello conlleva, y que una mujer fuera la que debiera propagar su doctrina, todo esto, digo, en este caso y en tantos otros, les infunde pánico y les lleva a la intransigencia y a la condena continuas.
Parece increíble en una institución como ésta, pero la conclusión, una vez más, es que les sobra la soberbia y les falta la humildad y capacidad de ponerse al ritmo de los tiempos. Cuestión de supervivencia.

jueves, 15 de febrero de 2007

Me paso al baloncesto

Después de seguir durante todo el campeonato del mundo al excelente equipo español de baloncesto y haber obtenido todas las posibles satisfacciones que un aficionado puede esperar, he decidido pasarme a este deporte en lugar de soportar a los prepotentes, chulescos y soporíferos cantamañanas del equipo nacional fumbolero en las pocas ocasiones que los veo, afortunadamente sólo cada cuatro años.

A partir de ahora trataré de disfrutar de este emocionante, gratificante e intenso deporte, que cada vez tiene más adeptos en este país y que ahora, tras haber conseguido el equipo nacional el título mundial, ha dado a sus seguidores y a los que no lo son la mayor de las satisfacciones que pueden esperar, dando una imagen de equipo unido, capaz y sobre todo, luchador, alejado de los endiosados y frustrantes futbolistas, que continuamente defraudan a sus seguidores, que en este caso son una inmensa mayoría que no merecen el trato que se les da.

Los jugadores de un equipo nacional de cualquier deporte, son unos privilegiados que representan a su país, donde millones de seguidores se vuelcan con ellos siguiéndoles con ilusión y un entusiasmo que a veces raya en la exageración, pero en cualquier caso, confían en ellos. Tienen por lo tanto una gran responsabilidad y defraudarlos, sobre todo cuando se debe a una falta de motivación y esfuerzo, como es el caso de los futbolistas, supone una falta de respeto que debemos denunciar, seamos seguidores ó no.

Soy un ciudadano de un país al que están representando y, como tal, me repugna el comportamiento de unos y alabo la actitud, el esfuerzo y los resultados de los otros, que sin necesidad de de egolatrías ni demás alharacas previa, son capaces de dar espectáculo y sobre todo, resultados, satisfaciendo a los seguidores que, como en esta ocasión, hemos visto compensadas todas las esperanzas depositadas en ellos.

Me sorprende también la actitud de un entrenador, me refiero al de fútlbol, claro, que afirmó renunciar a él si los resultados no acompañaban y que ahí sigue; no ha tenido la dignidad de dejar un puesto, que ahora, no le corresponde. Claro que también habría que hacerles dimitir a la mayoría de los jugadores que, ahora, se integrarán en sus equipos donde les pagarán cantidades millonarias que ofenden a cualquiera por excesivas e inmorales. Así que prepárense, porque empieza el insoportable tostón semanal liguero, pero alégrense, porque a partir de ahora tienen la alternativa del baloncesto. Enhorabuena a este fabuloso equipo, a su entrenador y a sus seguidores.

Carta abierta a Esperanza (Querida Presidenta)

Querida Presidenta:
No se imagina la desagradable sorpresa con que nos hemos encontrado los muchos españoles/as, que al leer su biografía nos hemos enterado con profundo estupor, como la presidenta de nuestra comunidad no lograba llegar a final de mes.
Según comenta en el libro, gracias al cual nos enteramos de sus problemas pecuniarios, echa de menos las pagas extras, hasta el punto de que según nos cuenta, nunca mejor dicho, no tenerlas le tiene mártir, ya que las disfrutó toda la vida, y, ahora, imaginamos, las vacaciones de verano y el turrón del invierno, ya no son lo que eran.
No se imagina, Sra. Presidenta, el hondo pesar que nos causan sus revelaciones. Yo, como otros afortunados trabajadores de a pié, que sí logramos llegar a fin de mes y que incluso disfrutamos de las pagas extra, estamos dispuestos a llevar a cabo una campaña de recogida de fondos, que por cierto he comprobado que ya existe en Internet, con el objeto de lograr que al menos este año, pase la navidad como Dios manda.
No obstante, los créditos al consumo están bastante asequibles en estos momentos, por lo que para suplementar la recaudación de la colecta, podría intentar solicitar un crédito, para lo cual tendría que presentar su escueta nómina sin pagas extras e imagino que sin patrimonio ni otros ingresos con que respaldar dicho préstamo, posiblemente se lo denegarían..
No hay problema, Sra. Presidenta. Yo, e imagino que una inmensa mayoría de los sufridos asalariados de este país, que tienen la suerte de cobrar pagas extra, e incluso de llegar a fin de mes, siempre agradecidos por su labor, y magnetizados con su alegre imagen y perenne sonrisa, le avalaríamos en estos duros momentos para conseguirlo. Faltaría más.

No nos engañemos

El cambio climático al que nos enfrentamos no desde ahora, sino desde hace muchos decenios, es irreversible, por eso se duda que exista solución a este tremendo problema, ni a medio ni a largo plazo y no porque no sea material y humanamente posible, que lo es, sino porque no existe voluntad de llevarlo a cabo.
Esta es la explicación que con más frecuencia se escucha hoy en día y que no aporta todos los elementos de juicio que yo considero entran en juego para llegar a una conclusión que considero definitiva: No tenemos margen ni de tiempo ni de movimiento para impedirlo, se nos ha pasado el tiempo y no podemos volver atrás.
Es tarde, muy tarde para reparar todos los destrozos que desde los comienzos de la revolucíón industrial hemos infligido a este hermoso planeta. Lo hemos machacado de tal forma que lo hemos dejado irreconocible.
No hay espacio en él que continúe intocable, ni siquiera en las selvas más recónditas, donde la mano de esa plaga llamada humanidad, ¡qué contrasentido!, ha llegado para violar, esquilmar y destrozar los últimos resquicios vírgenes de este planeta. Pesimista?. Es posible, no estoy en posesión de la verdad, pero un análisis muy elemental de la observación de la vida diaria nos arroja un balance desolador.
No necesitamos contemplar la espantosa contaminación de las grandes concentraciones industriales que a todos los niveles existen en el mundo, basta con salir a la calle cada día para sufrir la tremenda contaminación acústica y atmosférica provocada por los automóviles, en cada calle de cada ciudad de cada país de este sufrido y agotado planeta Tierra. Hago extensible este panorama a los mares convertidos en estercoleros y a los cielos en fuente de contaminación y ruido.
Soluciones?. Paramos las fábricas que contaminan, impedimos la circulación y la fabricación de automóviles y otros medios de locomoción aéreos y marítimos contaminantes y tomamos otras muchas medidas de forma tajante e inmediata para detener el desastre que se avecina y lo que lograríamos sería una catástrofe aún mayor. Paro a gran escala, desabastecimiento y por último la paralización y el bloqueo total a todos los niveles.
Claro que quedan soluciones intermedias, que pasarían por controlar las emisiones contaminantes, limitar la circulación, buscar energías alternativas, etc. En eso estamos desde hace años y así nos va, cada vez peor. Y no hay más salidas, no nos engañemos.
El último, que cierre la puerta.