miércoles, 29 de octubre de 2014

EL EFECTO PODEMOS

Es muy probable que hayan oído en alguna ocasión la expresión, “el efecto mariposa”, ya haya sido a través de las películas que sobre este tema se han llevado a cabo, ya sea por otros medios que lo definen como el pequeño cambio que originado en un determinado lugar del Planeta, puede ocasionar grandes trastornos, modificaciones y perturbaciones de índole diversa en otra región muy alejada del origen como consecuencia de esa pequeña y primigenia alteración, bien sea atmosférica, bien sea medioambiental, bien sea provocada por un fenómeno natural de cualquier orden, lo que constituye para mucha gente un fenómeno complejo, mientras que para otros, es una filosofía, que puede aplicarse a diversos campos de la vida
El efecto mariposa en un concepto de la Teoría del Caos, que afirma que en un sistema caótico, entendido como tal un sistema muy sensible a las posibles variaciones, un cambio cualquiera en las condiciones iniciales, puede provocar que el resultado final sea absolutamente imprevisible. Su nombre procede de un proverbio chino, que afirma que “el aleteo de las alas de una mariposa, se puede sentir al otro lado del mundo”, por lo que, por ejemplo, un simple cambio atmosférico en un extremo del Planeta, tendría consecuencias en el otro extremo, o el de una serie de personas que viviendo en extremos opuestos del mundo, sus historias se ven afectadas, por una interrelación que determina que una modificación en las vidas de unos, tienen consecuencias en las de los otros, o en un último caso, el de una persona que consigue volver una y otra vez en el tiempo intentando mejorar su mundo, y observa como los cambios que origina tienen consecuencias catastróficas en los distintos tiempos en los que se desenvuelve.
Este es un fenómeno, con tintes filosóficos, pero que parece tener lugar en nuestras vidas diarias cuando analizamos lo que hubiera sucedido en un determinado caso y en unas circunstancias concretas y diferentes de las habidas, si en lugar de actuar de un modo lo hubiéramos hecho de otro diferente, o si en lugar tomar de haberse obtenido unos determinados resultados, en cualquier campo y en un determinado orden, se hubieran dado otros absolutamente opuestos, hasta el extremo de tratar de llegar a imaginar lo que hubiera sucedido, cuando en realidad resulta totalmente inimaginable por impredecible, pues constituye en cualquier caso un fenómeno que corresponde a la mera suposición, más cercano a la desbordante imaginación, que a un supuesto cálculo de probabilidades.
El efecto Podemos, nada tiene que ver con el efecto Mariposa, ya que ni se trata de un fenómeno reconocido como tal y que figure en los anales científicos, como tampoco aparece en los filosóficos, sino que sólo cobra sentido, y a partir de este preciso momento, en el mundo de la política, o más bien, en el de la ciencia que debería estudiar los efectos que pueden producir en un País, un grupo de jóvenes que han lanzado un manifiesto socio político, que está causando estragos en todos los ámbitos nacionales desde que apareció, hace apenas unos meses y que consiguió unos importantes y sorprendentes resultados electorales en las elecciones Europeas, y que están causando honda preocupación y sorpresa en los grandes partidos de ámbito nacional, ante lo imprevisibilidad de los efectos que este partido pueda llegar ocasionar.
Desde quienes los consideran como una fuerza social revolucionaria, anti sistema y alejados de toda realidad, sin posibilidad de afianzarse en la política nacional, algo así como flor de un día, sin futuro alguno, hasta quienes los ven como una fuerza renovadora, fresca, con nuevas y esperanzadoras ideas que pueden llegar a establecerse como una alternativa más o menos seria y creíble al bipartidismo tan denostado cada vez más por unos ciudadanos que no ven solución a sus problemas ni a largo ni corto plazo con un sistema político que a base de corrupción, de despilfarro y de una ineptitud exasperante, han logrado empobrecer a una población harta de aguantar a unos políticos que sólo parecen velar por sus intereses particulares y de partido.
Es por ello, que la irrupción ilusionante de Podemos, parece representar el cambio que a modo del efecto Mariposa, modificaría y causaría unos vertiginosos cambios que trastocarían la política nacional, con unos aires renovados de hacer política, basados en la honradez, la dignidad y el servicio fiel y honesto al ciudadano, con unos cambios radicales en la política económica y social, que devolverían la confianza y la esperanza perdidas a las clase más desfavorecidas, que son la mayoría y que traducidas en votos, podrían representar unos resultados harto sorprendentes, inimaginables hasta hace bien poco tiempo, cuando este grupo político, ni siquiera se había dado a conocer, cual efecto escondido a la espera de la entrada en escena que modificaría profundamente todo un panorama político nacional.

miércoles, 22 de octubre de 2014

EL EFECTO MARIPOSA

Posiblemente muchos recuerden el irrepetible e inefable año 2000, por diversos motivos, pero sobre todo lo harán porque con dicho año se iniciaba una nueva centuria, un nuevo siglo – aunque hay muchos que consideran que el siglo XXI comienza en el 2001 – al tiempo que un nuevo milenio, tan esperado, tan mítico y mágico como su cifra expresa, en el que grandes acontecimientos tendrían lugar y para el que desde hacía una treintena de años antes, se aventuraban fantásticos cambios en todos los órdenes, sobre todo en las ciudades, los transportes, los viajes espaciales – nada se decía sin embargo de Internet – con los coches sobrevolando unas ciudades idealizadas en extremo, que en nada se parecerían a las de aquellos ingenuos años setenta, con una serie de cambios en las vidas de las gentes, como la denominada civilización del ocio, donde el trabajo quedaba casi exclusivamente para las máquinas y dónde los seres humanos dispondrían de tanto tiempo libre, que no sabrían cómo utilizarlo.
No dieron ni una en el clavo. Y eso que eran muchos los medios que se atrevían a semejantes predicciones, con tal portentosa imaginación, que los ciudadanos estábamos deseando que llegase el dichoso año para que se hiciesen realidad los que no eran sino sueños de unos cerebros en exceso recalentados por una imaginación sin límites, y sobre todo, sin una base sólida y objetiva que justificara semejantes desmanes predictivos, como los que, en sentido contrario, afirmaban a voz en grito que en el mítico año, grandes desastres naturales azotarían el Planeta, con lo que entre unos y otros, tuvieron en vilo a una sociedad, que si no vivía pendiente de todos estos temas, sí que los consideraba con frecuencia, de lo que se ocupaban los visionarios de uno y otro bando, elevando su voz por encima de la sensatez y la racionalidad que otros mostraban, con el fin de que no se olvidaran sus ilusorias profecías en un caso y los agoreros del inquietante futuro en el otro.
A todos estos aconteceres, que no dejaban indiferente a casi nadie, había que sumar el famoso y tan cacareado efecto 2000, también conocido como y2k, que afectaría a la incipiente informática de entonces, debido a la precariedad de la memoria de los ordenadores, ya que se reservaban sólo dos posiciones de memoria para mostrar la fecha, de tal forma que previeron que el software, los programas y las aplicaciones informáticas, solamente funcionarían con los años que comenzasen por 19, lo que tendría como consecuencia que el 1 de enero del año 2000, lo mostrarían como el 1 de enero de 1900, con los consiguientes errores de los programas a la hora de calcular las fechas, que tendrían como consecuencia efectos devastadores en la industria, el comercio, los transportes y en todas las áreas dónde los ordenadores gobernaban los procesos correspondientes, consiguiendo con ello, según nos adelantaron los encargados de alarmar a la población, un efecto de auténtico miedo a considerables desastres de todo tipo, que tendrían consecuencias desastrosas para la sociedad en general.
Todo fue, sino una mentira, sí un fraude en la mayoría de las ocasiones, ya que los especialistas en el tema, y yo entonces estaba metido en el mundo de la informática, sabían y sabíamos que todo era susceptible de arreglar, simplemente modificando los programas que se ejecutaban en los ordenadores, bastando a veces con cambiar unas cuantas líneas de programa para resolver el famoso efecto 2000, que quedó en nada, con apenas unos incidentes mínimos sin riesgo alguno, en lo que constituyó una auténtica farsa promovido por oscuros intereses en muchos casos y por una completa ignorancia acerca del tema en otros, que no se desveló hasta que una vez iniciado el 1 de enero del año 2000, se comprobó cómo el Mundo continuaba vivito y coleando, con los falsos augures ocultándose en sus siniestras y oscuras cavernas.
En otro orden de cosas, aunque íntimamente relacionado, se encuentra el efecto mariposa. Concepto de la teoría del caos, que afirma que en un sistema caótico, es decir en un sistema extremadamente sensible a las variaciones, cualquier cambio en las condiciones iniciales, el resultado final es absolutamente impredecible. Su nombre procede de un proverbio chino, que afirma que “el aleteo de las alas de una mariposa, se puede sentir al otro lado del mundo”, por lo que, por ejemplo, un simple cambio atmosférico en un extremo del Planeta, tendría consecuencias en el otro extremo.
Las previsiones para el año 2000, así como las de su famoso efecto, no se vieron cumplidas en absoluto. Fue un auténtico fiasco, que aunque previsible, constituyó motivo de preocupación para millones de seres humanos. No ocurre así con el efecto mariposa, que tiene un perfecto parangón en el mundo actual, tanto a grande como a pequeña escala. Cuando decimos que si alguna de las grandes superpotencias estornuda, el resto del Mundo se resfría, estamos confirmando estos hechos.
Decididamente, el mundo, más que a una suma de efectos, se reduce más bien a aquel antiquísimo y no por ello menos sabio y acertado dicho, que afirma que el mundo es un pañuelo.

miércoles, 15 de octubre de 2014

LA INSTRUMENTALIZACIÓN CIUDADANA

Acabo de oír a Artur Mas el día después de afirmar que abandonaban la consulta del nueve de noviembre, y no logro salir de mi asombro, ante un personaje que ahora, apenas unas hora después, anima a la ciudadanía a votar en dicha fecha, utilizando de una cínica y miserable forma a los catalanes, a los que responsabiliza del éxito de la misma, en un gesto propio de un indeseable y frustrado político, que no es más que una huída hacia delante, instrumentalizando a la ciudadanía de una forma vergonzosa, cuando afirma que todo depende de ellos, de los catalanes, pues los locales, las urnas y las papeletas estarán ahí, esperándolos, tratando de desviar hacia ellos una responsabilidad que él es incapaz de afrontar, en un acto de cobardía propia de un irresponsable que trata de salvar su pellejo a toda costa, jugando de paso con la gente, que no debería perdonarle su estúpido egoísmo.
Es éste un País de excesos en todos los sentidos. Miremos por dónde miremos, continuamente sobrepasamos los límites de la lógica y la mesura, tan necesarias ambas para una supervivencia y una estabilidad que nos permita desarrollar nuestra diaria actividad con una cierta y tranquila relajación, a la que los ciudadanos tenemos derecho, pero que se nos niega una y otra vez, hasta el punto de no existir un mínimo espacio de distensión y alivio que nos suponga un momentáneo desahogo, pues de inmediato y sin aviso alguno, una nueva alerta, un nuevo sobresalto surge a través de los medios de comunicación, cayendo de golpe sobre una ciudadanía que no gana para sustos, como si fuera esa la manera de mantener despierta y activa a una sociedad tan golpeada como la nuestra, no desde hace días, sino desde hace ya más de un lustro, desde que comenzó la crisis, la cual parece haber perdido algunos enteros de intensidad, no sólo porque así se empeñan en querer hacérnoslo ver a través de las cifras macroeconómicas, sino porque los nuevos acontecimientos que han ido surgiendo, la han solapado en parte, lo cual no significa que no siga ahí, latente y presente, incapaz de alejarse de nuestras vidas.
Los angustiosos acontecimientos que ha provocado el impacto que el virus del ébola ha tenido en España, comenzando por la repatriación de los dos religiosos médicos que vinieron a morir a su País, así como las condiciones en las que fueron acogidos en un hospital que no estaba preparado al efecto, y la posterior actuación de los responsables de una sanidad que se ha visto superada, así como el posterior contagio de una enfermera que lucha por sobrevivir, han supuesto un mazazo que ha recaído, como siempre, en una población que no entiende como se puede llegar a dar una cadena de errores que han conducido a una alarma ciudadana, que al estar mal informada y peor asistida, ha llegado a desistir de acudir a las citas y operaciones quirúrgicas que tenían programadas, por miedo a un virus, que parece escapar a todo control, fruto de una pésima gestión por parte de una Sanidad que se ha visto superada en todo momento por unos acontecimientos que no han sabido manejar.
Tal ha sido el impacto que está causando en la sociedad, que hasta el problema de la secesión catalana ha quedado en un segundo lugar, ocultado por estos acontecimientos, y cuando apenas quedan unos días para el famoso y tan cacareado nuevo de noviembre, algo que seguramente no les conviene a Mas y compañía, que de esta forma han visto como su plan ha quedado relegado a un segundo o tercer plano, pese a que según hemos visto, acaban de relanzarlo con más ímpetu aún, llamando y animando definitivamente a votar, cuando hace unas horas afirmaban lo contrario.
Queda por último el asunto de las tarjetas de Caja Madrid, un asunto de una vileza y de una bajeza moral sin límites, que ha cubierto de vergüenza una vez más a este País, que debe ser en este momento el hazmerreir de una Europa que no sale de su asombro, ante los continuos escándalos que los estamos sirviendo en bandeja para nuestro más profundo descrédito, en un acto más del saqueo al que se está sometiendo a este País, que es lo mismo que decir a sus ciudadanos, que continuamente se ve utilizado, vejado e instrumentalizado, a la par que sometido a una clase política incapaz y muchas veces corrupta, que no nos merecemos.

domingo, 12 de octubre de 2014

DEVORANDO RECURSOS NATURALES

Las noticias acerca de la regeneración medioambiental y de la biocapacidad del Planeta para renovar sus recursos, ha alcanzado niveles tan harto preocupantes, que ya no admiten mas esperas y demoras de las habidas hasta ahora, y que vienen siendo denunciadas continua y permanentemente por las agencias encargadas del medio ambiente a nivel mundial, que todos reconocen como ciertas, que todos afirman que son creíbles, pero que nadie toma las riendas, ya sea a nivel nacional,  a nivel continental y mucho menos a nivel global, en un acto de irresponsabilidad proclamado a los cuatro vientos por cuantos ven una incapacidad absoluta por parte de los gobiernos a la hora de tomar severas y urgentes medidas para evitar una catástrofe ante la que no parece verse salida, pese a que los medios implicados en su observación, y que por otra parte son de sentido común, demandan a los gobiernos, con el objeto de que tomen las medidas oportunas, que cada vez serán más radicales y apremiantes a medida que pasa un precioso tiempo, durante el cual la Tierra se va degradando a pasos agigantados.
Los últimos datos indican, que el martes diecinueve de agosto de este año de dos mil catorce, los habitantes del Planeta hemos consumido la totalidad de recursos naturales con biocapacidad, previstos para todo el año. Es decir, en tan sólo ocho meses, hemos devorado cuantos bienes nos depara nuestra naturaleza, así como la capacidad de regeneración de los mismos, y que correspondían a los doce meses de este atribulado año, por lo que la Tierra se encuentra en un punto en el que la demanda de la población a nivel global, supera la capacidad de los sistemas para regenerar los recursos extraídos y procesar los desechos generados de todo tipo producidos por la combustión necesaria para la obtención de la energía precisa para mover este Mundo, que sigue procediendo del petróleo, que como resultado de dicho proceso, genera cantidades inmensas de gases perjudiciales que están envenenando nuestro hermosos Planeta.
Especialistas en el tema, advierten que esta situación global, se está convirtiendo en un desafío decisivo del siglo XXI, un problema que es tanto económico como ecológico, que aunque afecta en mayor medida a los países con menos recursos, alcanza también a los más ricos, que deberán enfrentarse al problema antes de que se conviertan en un problema económico importante, al margen del ecológico, que ya lo tenemos ahí presente, hasta el punto que calculan que se necesitarían 1,5 Tierras para producir los recursos que exige el ritmo de degradación actual, una cantidad que podría duplicarse, si se cumplen las predicciones más moderadas del aumento demográfico en los próximos años
En cuanto a nuestro País, los datos están lejos de ser halagadores, ya que la desproporción entre los recursos consumidos y la capacidad para su regeneración, ha aumentado a ritmos muy severos, mientras que algunos Países emergentes, al no exceder el límite de sus recursos naturales, están convirtiéndose en acreedores ecológicos, aunque incluso en ellos, el margen entre lo consumido y la capacidad de regeneración, está disminuyendo progresivamente.
El panorama es desolador. Es inexplicable cómo en una zona del Planeta como la nuestra, donde se asienta España, con casi trescientos días soleados, no se ha acelerado e impulsado la generación de una energía limpia y barata como es la solar. Junto con le Eólica, y avanzando en la investigación de nuevas tecnologías para sustituir a los combustibles fósiles, el Planeta tendría una oportunidad. 

jueves, 9 de octubre de 2014

UN LUJO A NUESTRO ALCANCE

Resulta indudable, según mi humilde opinión, que la fascinación por el mundo del lujo alcanza a una gran masa de ciudadanos que solemos caer bajo el espectacular y glamoroso manto que cubre esa inalcanzable suerte de objetos, de innumerables posesiones materiales de toda índole, que con su magnético y mágico poder de atracción, atrapan a todo aquel que los contempla, bajo un  indudable y cálido embrujo,  con una poderosa seducción, que atrae y deslumbra a todo aquel que los contempla, ya sea una hermosa y espectacular joya, un fabuloso y caro automóvil, una espectacular mansión, castillo o señorial residencia, un soberbio y fastuoso yate, o una singular, única e irrepetible obra de arte, ya se trate de una obra pictórica, de una escultura o de un bellísimo y delicado palacete.
Difícilmente puede el ser humano sustraerse al encanto y al innegable atractivo que el lujo, el gran e incontestable gran lujo posee intrínsecamente, y al que sólo la desidia, el desdén o una posición ética y moral tendente a rechazar unos bienes materiales que detesta por inadmisibles e inhumanos, es capaz de obviar, desentendiéndose de ellos, hasta el punto de no sentir el más mínimo deseo de contemplarlos, de poseerlos, de sentir la menor de las intenciones de llegar a tener en su poder tan magníficos objetos de deseo, que tanto placer proporcionaría a tanta gente como desearía gozar de ellos.
Pero aunque es innegable que hasta en las cosas más sencillas reside la belleza, y que incluso su mera y simple contemplación nos place y nos seduce, con una placentera y gozosa satisfacción, negar que una esplendorosa joya, en sentido amplio, creada, labrada a mano por un genial diseñador artesano en cuyo diseño y realización empleó largas y dedicadas horas, sería un inútil y absurdo empeño, cuya obstinación no tiene ni base ni justificación alguna, ya que casi con absoluta seguridad, su oposición se basaría en su negativa a aceptar el desorbitado valor pecuniario, lógico en este caso, y que contribuirá decisivamente a la hora de valorar un objeto que puede llegar a alcanzar la categoría de obra de arte, impidiendo de esta forma que su objetividad se manifieste, dando paso a una subjetividad alienada e influida por unos prejuicios que le obnubilarán la capacidad crítica y su capacidad para admirar la innegable belleza contenida en la obra.
Un embriagador perfume puede con apenas unas gotas de su delicado aroma, elevar el espíritu a alturas inalcanzables para el más común de los mortales, lejos, muy lejos de nuestras habituales y sencillas aguas de colonia, demasiado leves, en exceso fuertes y agresivas en ocasiones y siempre excesivamente efímeras, salvo las muy dignas y caras para nuestros bolsillos, que consiguen intentar emular con cierto decoro a las grandes, costosas y exquisitas marcas de privilegio.
Las estilizadas y sumamente atractivas líneas de un soberbio y carísimo automóvil, procedente de una de las grandes y reputadas marcas, poseen un poderosísimo atractivo para quienes admiramos una hermosa estética que configura una elegante, bella, majestuosa y en ocasiones agresiva figura, que extasía a unos admiradores, capaces de emocionarse ante el evocador y poderoso rugido de estas fabulosas máquinas, a las que solemos desproteger de su vestido metálico, para convertirlas en seres vivos con un alma de acero que los impulsa a velocidades de vértigo, en un vuelo a ras del suelo, que provoca la celosa envidia del viento, con el que compite en una dura y desigual batalla.
Es el poder del lujo y de la opulencia el que nos domina de vez en cuando, en un arrebato de poseer lo que seguramente jamás conseguiremos. Alcanzarlo seguramente no nos estará permitido, pero ello no nos impedirá soñar con su posesión. Vivir en una fantástica mansión, rodeado de un eficiente y numeroso servicio, con obras de arte colgando de las paredes y poseedores de una espléndida y soberbia fortuna, no supone ninguna trasgresión de ningún orden, ni una pérdida de tiempo, que de ninguna manera puede calificarse al poder imaginar todo aquello que nos gustaría disfrutar y de lo que no dispondremos seguramente jamás.
De sueños no se vive, pero el poder de las ensoñaciones nos hacen la vida más placentera, incluso más llevadera, y eso ya es algo más que deseable. Es necesario.

miércoles, 1 de octubre de 2014

EL MIEDO GUARDA LA VIÑA

África se muere lentamente, se desangra a borbotones, cada día en medio del sufrimiento sin cuento, que desde aquí, en el mundo rico y opulento en el que vivimos los más afortunados de la Tierra – pese a los problemas que nos acucian y aquejan – no podemos percibir de ninguna manera, aunque mostremos un profundo y hondo pesar ante tanto sufrimiento, ante tantas trágicas desgracias por las que está pasando ese atormentado Continente y tantas otras zonas del Planeta, pero que de ninguna forma, por mucho que nos esforcemos, podemos percibir y mucho menos sentir en toda su espantosa y estremecedora extensión.
Nos acostumbramos hace ya mucho tiempo a observar el sufrimiento y las miserias ajenas desde lejos, a través de unos medios de comunicación que se encargan de mostrarnos las imágenes del Mundo que padece las consecuencias de nuestra desidia, limitándonos a llevar a cabo ayudas testimoniales, tanto a nivel de Estados como de personas, así como a condenar determinados hechos como lo que tienen lugar en Palestina, a denunciar los abusos sin cuento que llevan a cabo lo más poderosos a costa de los más débiles, y a lamentar la pobreza y el dolor de millones de seres humanos aquejados de la falta de los más elementales recursos para sobrevivir y llevar una vida digna, la misma que reclamamos y deseamos para nosotros, afortunados seres humanos que tenemos la suerte de vivir en un Primer Mundo, que pese a la crisis latente, disfrutamos de un bienestar que se encuentra a millones de años luz del padecimiento que soportan quienes tienen la desgracia de vivir condenados al sufrimiento sin haber cometido falta alguna, sin merecerlo, simplemente por el ingrato hecho de haber nacido en un lugar diferente al nuestro.
Contemplamos este horror desde la distancia, que nos separa y que nos da la seguridad y la tranquilidad que anhelamos, mientras vemos las imágenes del dolor y la desolación de quienes viven la miseria cada día de su existencia, sin esperanza, sin un ligero alivio que les permita sobrellevar tan cruel existencia, paro lo cual, construimos muros y vallas cada día más sólidas, más altas, más infranqueables que nos separen y marquen la distancia de ellos, para que no nos molesten, para que no trastoquen nuestra cómoda y placentera existencia, que no obstante se han revelado incapaces de detener la marea humana que huye de sus lugares de origen en busca del esplendor que esperan encontrar al otro lado, y que aunque allí saben que nada va a ser fácil para ellos, esto no es motivo para que desistan de su empeño, tal es la fuerza de la convicción y la desesperación que los mueve.
Con una mezcla de incredulidad y espanto, leo que en un hospital de uno de los países Africanos afectados por el temible Ébola, donde aún permanecen cincuenta enfermos aquejados por este temible virus, sólo quedan dos heroicas enfermeras para a estos desdichados enfermos, mientras el ejército ha rodeado el hospital para prevenir que no escapen los desdichados enfermos, al tiempo que un médico afectado y una enfermera españolas han sido repatriados en medio de unas extremas medidas de seguridad, al igual que  están haciendo otros países, mientras sigue habiendo ciudadanos, solidarios benefactores de la humanidad, que en un gesto de auténtica heroicidad, se dirigen allí para prestar su desinteresada y  admirable ayuda.
Mientras tanto, poco o nada están haciendo los gobiernos de los países del Primer Mundo, pues parece que a nadie le interesa investigar con el objeto de encontrar un remedio, una vacuna contra el Ébola, un virus que afecta sólo a determinadas zonas del Planeta, muy alejadas de nosotros. No es por la tanto rentable, por lo que los laboratorios que pudieran investigar, desisten de ello ya que no ya negocio, no es una inversión que merezca la pena, mientras que los gobiernos prefieren seguir vendiendo armas a Israel para que masacre a conciencia al Pueblo Palestino, en un conflicto donde ambos tienen derecho a defenderse, aunque no en la forma en que el más fuerte lo lleva a cabo, abusando de su condición de gran potencia militar, de su gigantesco poder, mientras Estados Unidos y Europa contemplan impasibles el dolor y el sufrimiento causado.
Cuando termino de escribir estas líneas, me entero de que ha muerto, víctima de la cruel enfermedad, una enfermera compañera de hospital del médico español repatriado, al tiempo que contemplo en televisión cómo la Organización Mundial de la Salud ha declarado el estado de emergencia mundial a causa de la epidemia. Malas noticias para un Occidente acostumbrado al bienestar. Sin duda se ha aplicado aquello de  que el miedo guarda la viña.