lunes, 18 de diciembre de 2023

Inolvidable Janis Joplin

Janis cumpliría este año ochenta años, la primera cantante que destacó en el mundo del rock acaparado hasta entonces por hombres, aunque ya destacaba en el jazz y el blues, con una peculiar voz y una arrolladora personalidad, con un magnetismo muy especial que dejó una huella indeleble en la música de la época, que no ha perdido ni un ápice con el curso de los años, siempre jovial alegre, excesiva en todas sus manifestaciones y adicciones, que la llevaron a un trágico final como a otras muchas figuras de la época.

Con su impresionante voz y su desbordante magnetismo en el escenario, logró triunfar rápidamente en una actividad que ansiaba desde niña, imponiendo un estilo único, que marcó a toda una generación llegando hasta hoy, dónde en cualquier colección de buena música, no puede faltar un vinilo de Janis, admirada, respetada y escuchada sin descanso a lo largo de estos cincuenta y tres años desde que desapareció con apenas veintisiete años de edad, una auténtica leyenda del blues, el jazz y el rock, con una impresionante voz, con un magnético y vibrante hechizo personal, que sigue poseyendo hoy en día para convertirse definitivamente, y para siempre, en mito.

Incalificable, distinta, original y singular a partes iguales, abiertamente bisexual, hoy Janis sería una auténtica feminista, una mujer que destacó en el mundo del rock dónde apenas figuraban mujeres. Era la mayor de tres hermanos y nunca encajó en las instituciones educativas dónde sufrió persecución por parte de otros alumnos, incluso en la universidad, algo que nunca llegó a superar.

Le encantaba la música negra, algo que le reprochaban a ella, mujer blanca, procedente de uno de los estados más conservadores de los Estados Unidos, lo que no gustaba por no ser algo común, lo que provocaba amplio rechazo en aquellos tiempos, pero ella distinta, y empezó a cantar en bares y pubs, de Texas, hasta que con veinte años, haciendo autostop con un amigo se dirigió a San Francisco, dónde existía una contracultura que le atraía poderosamente.

Fueron los años más duros para ella, ya que tratando de encontrarse a sí misma, cayó en el mundo de la droga y el alcohol, hasta el punto de ser detenida por un robo, hundiéndose de tal modo que decidió regresar a casa de sus padres, volviendo a la universidad, y consiguiendo recuperarse y mantenerse limpia, hasta el punto de entrar a formar parte de un quinteto que hacían una música más tradicional, más próxima al blues, obteniendo un rotundo éxito y de paso una enorme popularidad en el área de San Francisco.

Con veinticinco años ya había sacado al mercado su segundo disco, mientras su fama no paraba de crecer, incluso por encima de su banda, a la que opacaba con su magnífica voz e intenso y brillante magnetismo que todo lo acaparaba, hasta el punto de que en mil novecientos sesenta y nueve inició su carrera en solitario.

En su LP de culto, Pearl, conviven el rock, el soul, el folk y el blues, disco emitido de forma póstuma el once de enero de mil novecientos setenta y uno, convirtiéndose en el disco más vendido de su carrera, dónde figura la versión de Me and Bobby McGee, original de Kris Kristofferson, con quien mantuvo una breve relación, y que se sigue escuchando hoy en día, como si de un reciente éxito se tratara de una artista actual.

Fue una estrella extraordinaria, cuya amplia aureola y profundo magnetismo siguen sobrevolando los días que nos ha tocado vivir. Absolutamente reconocible, su voz lo impregna todo, y pocas buenas discotecas, incluso personales, pueden permitirse el lujo de prescindir de Janis. Su hermana Laura Joplin, afirmó en su día, que Janis representaba la fuerza de las mujeres por sí mismas, ya que además de una superlativa intérprete, fue un símbolo del empoderamiento femenino, antes de que dicho concepto entrara en el léxico universal.

Hoy mismo, mientras pensaba en escribir estas líneas, he escuchado con profundo deleite y emocionada admiración, la inconfundible voz de Janis Joplin. Escribir sobre ella, me ha resultado a la vez un ejercicio sencillo, agradable y profunda y sinceramente emocional. La seguiré escuchando mientras mis sentidos me permitan disfrutar de la voz única e inolvidable de Janis Joplin, que ahora, con sus joviales ochenta años, seguro nos contempla con su jovial y perenne sonrisa.

En defensa del docente

Un cuarenta por ciento del profesorado de este país, confiesa haber sufrido malos tratos por parte de sus alumnos, así como padecido ansiedad y agotamiento físico y mental en el ejercicio de su profesión, lo que les ha llevado a solicitar la baja temporal en numerosos casos, a pedir ayuda médica en otros, y lo que es más triste y sumamente penoso, a abandonar una hermosa profesión, que no pueden soportar, debido a la agresividad de un alumnado que ha perdido el respeto y el aprecio debido hacia quién desempeña la impagable labor de enseñar a quien no sabe, sin pedir a cambio otra cosa que la atención, la consideración y el respeto.

La indisciplina se está apoderando en muchos casos de unas aulas dónde ejercer la labor de los profesores se ha tornado en algo imposible de llevar a cabo, con la consiguiente pérdida de rendimiento por un alumnado que abandonado el interés por el aprendizaje, somete al docente a una tremenda presión que le impide desarrollar su labor con normalidad y eficiencia, a la par que le conduce a un estado de tensión tal que le conduce inexorablemente a una baja en su rendimiento, incapaz de enseñar y luchar al mismo tiempo con un alumnado indisciplinado y y agresivo con su profesor, al que ha perdido el respeto.

Siete de cada diez docentes confiesan haber sufrido agresiones por parte de los alumnos, mientras que un cuarenta por cierto lo han padecido por parte las familias de los alumnos, según datos facilitados por los sindicatos de funcionarios, que ha llegado a conclusiones como la de que se nada sirve pedir respeto hacia los profesores si los padres no colaboran, si les dan la razón a sus hijos antes de hablar con ellos, y afirman “hemos pasado de padres analfabeto que educaban a hijos educados, a padres con estudios que están criando a niños de cristal en burbujas, que se creen todo lo que les cuentan, anteponiendo su palabra a la de sus profesores”.

Desafortunadamente, parece que se ha perdido en educación, lo que se ha ganado en progreso y tecnología, dejando de lado algo tan preciado y precioso como es la admiración y la consideración hacia quienes dedican su tiempo y su vida a una profesión antaño valorada y respetada, tanto por padres como por alumnos, por una sociedad que dejaba en manos de los docentes, de los profesores, de los maestros en suma, toda la responsabilidad y toda la confianza depositada en ellos, sin el menor atisbo de duda, con una absoluta tranquilidad, que denotaba una franca seguridad mutua que redundaba en beneficio de todos.

 Esto suponía de hecho un gesto, mediante el cual se les concedía el seguro y libre desempeño de sus funciones, que podían llevar a cabo con toda la libertad que dicha consideración les otorgaba, y que en el presente, y desde hace ya demasiado tiempo, parece haber desaparecido, sumido en la desconfianza, la duda, y la continua puesta en cuestión de unos enseñantes, que ven así coartada su libertad de acción, merced a la excesiva intromisión de demasiados actores extraños a la enseñanza, necesitada de menos cambios legislativos, más autoridad a cargo del profesor y una serena y relajada actitud por parte de un alumnado, carente en gran medida de la disciplina necesaria, no siempre bien entendida por los padres, para que de esta forma y con estas premisas pueda llevarse a cabo su formación con plenas garantías.

Si a esta situación nada halagüeña, añadimos el hecho de que tanto profesores como alumnos soportan un sistema anárquico, donde el gobierno de turno tiende a cambiar las reglas del anterior ejecutivo, el resultado es desesperanzador a la par que insufrible para todos, que ven así cómo se llevan a cabo cambios continuos y permanentes, sin objetividad alguna, sin consultas previas a quienes más y mejor podrían asesorar sobre su conveniencia, es decir, los enseñantes, y en todo caso, si se han de llevar a cabo, serían ellos, quienes por su condición de actores protagonistas de la enseñanza, quienes mejor y con más autoridad podrían informar, ayudar y colaborar en los cambios a que hubiere lugar.

  Constituye un auténtico despropósito el incesante cúmulo de cambios legislativos, pedagógicos y metodológicos, que apenas se mantienen unos pocos años, y que consiguen que los docentes continúen sintiéndose permanentemente frustrados, limitados permanentemente en su importante y decisiva función de director y gestor de su clase, sin interferencias de ningún tipo, donde se siente utilizado por una sociedad que ni siquiera reconoce su labor, y donde el profesor no tiene ni poder ni autorización para cambiar nada, lo que repercute en un conformismo inercial, por insatisfacción y hartazgo, pese a sus buenas intenciones.

Los alumnos también son víctimas de este absurdo que ya dura demasiado, y que no tiene perspectivas de cambiar, en unas aulas donde el progreso lento ya de por sí, se ve ralentizado más aún por los problemas que crea una integración no siempre bien gestionada, que a veces entorpece más que resuelve los múltiples problemas que afectan a una educación que nos coloca a la cola de Europa en cuanto a resultados se refiere.

Tiempos aquellos, a los que ni es posible ni necesario volver, pertenecientes a los tiempos en los que yo comencé mi labor de enseñante, hace ya demasiados años, por escuelas rurales de pueblos de Segovia, donde tanto  el profesor como su labor, eran considerados y reverenciados, quizás incluso en extremo, lo que repercutía en una actitud por parte de padres y alumnos, que muchos hoy calificarían de absurdos, otros de ridículos y los más de anacrónicos, cuando al maestro se le saludaba con inmenso respeto a su paso por las calles del pueblo, y dónde de los niños le mostraban una devoción que no era sumisión, sino respeto que los padres les inculcaban en el seno de la familia, y que mostraban tanto fuera del aula como dentro de la escuela, dónde cada día le recibían con un sonoro y respetuoso, buenos días señor maestro.

A tal señor tal honor

¡Qué buen vasallo si tuviera buen señor! lamentan las gentes de la ciudad de Burgos cuando Rodrigo Díaz de Vivar parte al destierro ordenado por Alfonso VI, prohibiendo le den comida o alojamiento, bajo amenaza de terribles consecuencias para quién se atreva a desobedecer su mandato, pretendiendo el pueblo burgalés que el rey comete una injusticia con su más valiente y leal caballero, El Cid Campeador.

Héroe inmortal, noble, leal y esforzado caballero, que al margen de las interpretaciones que sobre este insigne personaje se han escrito a lo largo de los siglos, no ha perdido un ápice de su leyenda, que tantos ríos de tinta y de dramatizaciones de todo orden, ya sea sobre las tablas de un teatro o registrado en soportes de celuloide se han llevado a cabo sobre él, que dejarán una huella indeleble para los siglos venideros, en un alarde de legendaria admiración que siempre despierta el valiente y aventurero guerrero, como lo hizo con quienes ya en la escuela leímos sobre él, curtido en cien batallas, cuyas hazañas vivimos con una intensa y emocionada ilusión, hasta convertirlo en nuestro más respetado y admirado héroe.

En el cantar de Mio Cid, se narran las gestas y el destierro de Rodrigo Díaz de Vivar, en el que se incluye el conocido verso veinte, “dios qué buen vassallo si oviesse buen señor”, que denota la queja del pueblo ante el destierro de Castilla, al que el rey Alfonso VI somete al Cid, en una acción injusta y cruel con un vasallo leal, expresión que cabe interpretarse en ambos sentidos, ya que no sólo es el rey el que debe poder confiar en unos vasallos leales y valientes, sino que los vasallos también deben exigir un señor justo y confiable, que se haga  merecedor de tal honor por parte de sus súbditos.

O lo que es lo mismo, “ a tal señor, tal honor”, afirmación absoluta, justa y plena de honestidad, equitativa y respetable a  partes iguales, pero desigualmente respetada en ocasiones por parte del señor de turno, que no es una cosa, ni es otra, pues ni reúne las virtudes mínimas para que le admiren, ni él aporta nada para que pueda atribuírsele ninguna de las bondades necesarias para con sus vasallos, súbditos, o actualizando a los tiempos que nos ha tocado vivir, ciudadanos de derecho, que no vasallos, que lo han elegido en democrática votación popular.

Y llegados a este punto, henos aquí, casi mil años después, ante la duda más que razonable de las virtudes del moderno caballero que, en este caso no rinde cuentas ante su rey, sino que ha de hacerlo ante los ciudadanos libres que lo han elegido en las urnas para que los represente, gobierne y gestione sus vidas y haciendas, con justicia y equidad, como corresponde a un señor elegido por unos súbditos que deberían confiar en él para sentirse seguros y protegidos, sin rastro alguno de la menor incertidumbre y duda que pudieran albergar sobre su exigible honradez, y su absoluta, necesaria e indudable honestidad a la hora no sólo de ejercer su mandato, sino, y esto es crucial, a la hora de acceder a tan alta responsabilidad.

Y es aquí, en este último punto dónde las dudas y suspicacias surgen y conmueven al ciudadano que contempla sobresaltado cómo su señor accede a tan alto honor utilizando como moneda de cambio cuántas estrategias de dudosa legalidad y limpieza ética y estética quedan al alcance de su mano, jugando con las instituciones que maneja a su antojo, en respuesta a su desmedida ambición personal, pretextando su utilización como medidas urgentes de “convivencia”, cuando detrás de sus pactos, concesiones, privilegios y ventas varias, se esconden las verdaderas razones que no son otras que sus “conveniencias”, en un alarde de hipocresía, ambición y falta de escrúpulos, que no tiene parangón en los últimos tiempos.

Es por todo esto que el ciudadano de hoy, vasallo de tiempos del Cid, trabajador libre de a pie, del día a día de nuestros azarosos tiempos, capaz de discriminar, de pensar y de decidir su lugar en este contrato implícito entre ambas partes, se muestra inseguro e inquieto ante lo que con asombro contempla, dónde le quieren hacer confesar con ruedas de molino, con continuas mentiras e insoportables vaivenes,  que le dicen no son tales, sino simples cambios de opinión.

 Todo ello en una actitud detestable que denota una total falta de respeto hacia los ciudadanos, que rememorando tiempos más honestos y leales como los de nuestro caballero Mío Cid, desearían pronunciar al unísono, alto y claro, la siempre acertada expresión “A tal señor, tal honor”, que en este caso no queda a la altura de su desmedida ambición, sino a la de su manifiesta y mejorable carencia de una absoluta y exigible honestidad, que brilla por su ausencia.

Qué lejos quedan el uno del otro estos dos personajes separados por diez siglos, pero dónde los valores humanos no han variado ni un ápice. Nuestro Mío Cid y su leyenda tiene un lugar para siempre en nuestra historia, algo que nos permitimos dudar del personaje que en paralelo hemos tratado en estas líneas, que pese a sus ínfulas de grandeza, jamás logrará alcanzar semejante honor, al alcance sólo de quienes poseen virtudes humanas tales como la humildad la honradez y la honestidad, que no suelen prodigarse ni ahora ni en los lejanos y legendarios tiempos de Mío Cid.

miércoles, 6 de diciembre de 2023

No hay derecho

Recupero esta expresión, mil veces utilizada, añorada incluso, desde siempre, pero un tanto olvidada en estos últimos tiempos tan denostados para el lenguaje, que está siendo maltratado de demasiadas formas, desde demasiadas instancias, con atrevimientos inmisericordes sin capacidad, competencia ni autoridad alguna, con una ignorancia que llega a la cursilería ñoña y despectiva en ocasiones, y siempre al esperpento más atrevido.

Sin relación directa con  el sistema institucional que regula la conducta externa de las personas, aunque vinculada a ella, se utiliza cuando alguien quiere expresar su contrariedad ante un hecho o acción determinada, por su injusticia manifiesta o su rechazo frontal, que equivale en definitiva a mostrar su oposición, su discrepancia, su desacuerdo en definitiva ante unos determinados hechos, y suele expresarse con contundencia y un énfasis especial para que conste que la apreciación es una queja manifiesta, por lo que al pasarlo al papel, se inscribe dentro de unos signos de exclamación, que no dejan lugar a duda sobre su intencionalidad.

Hoy más que nunca, esta expresión cobra todo su valor, en un momento en que están teniendo lugar unos hechos manifiestamente discordantes con la apreciación de una mayoría silenciosa que tiene razones más que suficientes para exclamar ¡no hay derecho! a lo que está pasando, con un personaje que enredado en su megalomanía, y enfangándose cada vez más en un vano intento por justificar su ególatra comportamiento, trata de hacernos comulgar con ruedas de molino, ante un hecho constatable, que no tiene más objetivo que el de eternizarse en el poder.

No hay derecho a soportar a quien sin escrúpulos de ningún tipo se ha saltado demasiadas buenas costumbres, utilizando como moneda de cambio lo que sea menester, siempre para continuar en el poder, poniendo en venta su acceso al mismo, negociando para tal fin con prófugos de la justicia, perdonando para ello a quienes en su dia se levantaron contra la legalidad constitucional, saltándose de paso al poder judicial que a todos nos debería acoger por igual.

 Todo ello con una serie de cesiones y prebendas de todo tipo  que rompen la necesaria igualdad entre instancias institucionales, con un único objetivo, por todos conocido, salvo por quienes no tienen otra motivación que la conquista de la ansiada poltrona, y por quienes los apoyan cerrando los ojos para no admitir lo evidente, en contra incluso de una importante mayoría de la población que asiste a este denigrante espectáculo, en medio de los problemas que le acucian, con una mezcla de incredulidad y asombro, que cada día surge con más fuerza en las conversaciones cotidianas de barra, pasillo y ascensor.

No hay derecho a soportar continuamente a quienes mienten más que hablan, pretendiendo que no es así, que se trata de un cambio de opinión de una rectificación, en un alarde de una total falta de respeto hacia los ciudadanos, a quienes se pretende tomar el pelo, a los que no se toma en serio, a los que no se considera como seres pensantes que tienen formada una opinión sobre el tema, que discriminan, que separan claramente entre lo que afirman y lo que ellos perciben y conciben en consecuencia, que por otra parte, está meridianamente claro, por lo que por mucho que lo intenten, no engañan a nadie.

No hay derecho a que este señor, a la sazón presidente del gobierno, se haya adueñado de un partido político, el suyo, al que ha transformado hasta dejarlo irreconocible, convirtiéndolo en una imagen de sí mismo, manejándolo y adueñándose de él, de tal forma, que lo ha convertido en una ficción de un partido con mas de cien años de antigüedad, con una trayectoria intachable, que ahora, integrantes del PSOE, se permiten el lujo de descalificar, ningunear y despreciar a antiguos militantes que ocuparon importantes cargos en tiempos que mejores fueron que los presentes.

No hay derecho a que con harta frecuencia, el presidente del país meta la pata con declaraciones a nivel internacional con las que consigue enfrentamientos innecesarios que nos complican la vida, como cuando habla sobre la delicada y espantosa situación que sufren en Palestina, mientras se olvida del triste y penoso estado en el que se encuentran  los Saharauis, a los que abandonó en brazos de Marruecos, lo que constituye una falta total de tacto político, mientras se empeña en tratar de demostrar lo contrario.

No hay derecho a todo lo expuesto, según mi opinión, y de tantos que no lo pueden expresar públicamente, pero que piensan lo mismo. En su nombre y en el mío, manifestamos alto y claro, con respeto, pero con toda rotundidad, que no hay derecho a tanto desvarío, tanto disparate y tanto despropósito como aquí se expone.


lunes, 4 de diciembre de 2023

Qué fué del bipartidismo

Nadie lo sabe, nadie parece querer hablar de aquel viejo sistema de dos partidos que se alternaban en el gobierno, dos concepciones diferentes de la política, de una forma de gobernanza que, alternándose, solía garantizar el acceso al poder de la izquierda y la derecha, de conservadores y progresistas, que entonces parecían bastar para representar  dos tendencias suficientes para unos votantes que no tenían que preocuparse por las posibles dudas que les pudieran surgir a la hora de depositar su voto – insuficientes para quienes no optaban ni por una ni por la otra - y que ahora suele llenar de dudas a quienes no tienen muy claro ni la intención del mismo, ni si realmente deberían llevarlo a cabo, entre tanta y tan abundante oferta.

Ahora apenas se habla del bipartidismo, de un viejo sistema que se considera caduco para unos, aún vigente para otros, y tema tabú para quienes no quieren reconocer su nostálgica añoranza que les impide hablar de ello porque lo consideran políticamente incorrecto y socialmente rechazable, condenable incluso por parte de quienes se arrogan la condición de progresistas, que detestan un sistema tan escueto y simple que de ninguna forma llega a recoger sus pretensiones.

 Para éstos últimos, mantener esa opción bipartidista, es propia de retrógrados, y otras absurdas y acostumbradas descalificaciones que suelen dedicarse hoy - tanto unos como otros – que no soportan que contradigan sus “verdades”, indiscutibles e incontrovertibles, en un alarde de una sonora falta de respeto, y de una incapacidad absoluta para reconocer y considerar mínimamente las posiciones del que no mantiene sus mismos puntos de vista.

 Algo que se ha incrementado con el tiempo, y que ha llevado a una penosa polaridad palpable a pie de calle, de barra de bar, de pasillo y ascensor, así como a una crispación galopante, que no favorece en absoluto una necesaria paz social, que no está rota como aseguran los agoreros de siempre, pero que pesa y se palpa en el ambiente, y que deberíamos desterrar de nuestros comportamientos, sobre todo ahora, cuando la situación política y sus circunstancias, no ayuda precisamente a ello.

Analizar las circunstancias que han motivado este paso del bipartidismo de siempre al multipartidismo actual, puede darnos cierta claves, como el inconformismo y el descontento de las clases sociales más desfavorecidas, que han motivado con sus protestas y sus manifestaciones llevadas a cabo utilizando la calle y las redes sociales, provocando la aparición de nuevos movimientos sociales que han calado hondo en los sectores más jóvenes y más deprimidos, motivando con ello la aparición de nuevos partidos políticos, que han ocasionado una fragmentación política de considerables dimensiones.

Una situación que ha dividido a un electorado que se encuentra ante un panorama político complicado, diverso y segmentado de tal manera, que la elección que antes creía tener asegurada y firmemente decidida, ahora trata de contrastarla con la dispar oferta que se le presenta, y obrando en consecuencia, elegir si procede, la nueva opción que corresponda.

Asegurar que el bipartidismo ha quedado definitivamente atrás, que ha quedado relegado del sistema político de este país, es ir demasiado deprisa, aventurar un futuro que no podemos predecir, ya que no se trata de una moda pasajera, o de un cálculo matemático al alcance de una omnipresente y absurda inteligencia artificial que nos pueda adelantar los avatares electorales a los que estamos expuestos, que no dependen de nosotros, sino de unos condicionamientos sociales, políticos y económicos imposibles de prever.

Cuanto más amplia es la oferta a nivel de mercado, más posibilidades de elección tendremos y mejores condiciones económicas de adquisición por parte de un consumidor que agradecerá una situación que sin duda le beneficia.

 Pero ¿es aplicable este ejemplo comercial a una oferta política amplia y variada, tal como la presentamos aquí? ¿Resulta realmente ventajosa para el ciudadano elector semejante dispersión de propuestas de todo signo, con promesas y propuestas de gobierno tan diferentes como partidos se presenten a las elecciones? ¿Verdaderamente se justifica, y sobre todo existe de hecho y de derecho una oferta política y social tan amplia?  ¿No se correría el riesgo de confundir, de pervertir la oferta con promesas vanas, como ocurriría con una oferta comercial a base de productos de ínfima calidad?

La ley de la oferta y la demanda ampara esta situación que puede darse también en este sector, el político, que aparece, no necesariamente por una perentoria necesidad vital, sino por un movimiento social que, como ha sucedido en nuestro país, y otros, aporta nuevas vías, ideas y soluciones, destinadas a mejorar las vidas y haciendas de los ciudadanos, que gozan de esta manera de un arco de posibilidades mayor a la hora de una elección política, que en muchos casos no es sencilla.

Y no lo es porque elegir entre dos únicas opciones,  no le satisface, ni llena sus expectativas, por lo que desde este punto de vista, el bipartidismo, lógicamente, no tendría razón de ser al contrario que el multipartidismo, que satisfaría, casi con toda seguridad, sus aspiraciones de elección política.

Otra cuestión a analizar, y que no queremos dejar al margen, ya que está íntimamente conectada con lo aquí expuesto, es el hecho de que la opción múltiple, implica  si no necesariamente, casi con toda seguridad, que el resultado de las oportunas elecciones obligaría a la formación de un gobierno de coalición con sus correspondientes roces y contradicciones, que pueden hacerle morir de éxito, mientras que el bipartidismo suele desembocar con frecuencia en unas mayorías absolutas, no siempre deseables ni satisfactorias para nadie, lo que inexorablemente nos conduce a una famosa frase del final de una conocida película: nadie es perfecto.

viernes, 1 de diciembre de 2023

Aquel entrañable coche de línea

Procedía de Sepúlveda, desde dónde partía cada mañana, todo el año, sin faltar un solo día, en su lento y añorado  recorrido a través de los pueblecitos como el mío, Duruelo, llegaba cada día la Rápida, el coche de línea, que tenía como destino Segovia, la capital, adonde iba por la mañana y regresaba por la tarde, siempre puntual, siempre con el toque de bocina que avisaba de su entrada en el pueblo para recoger o apear a sus pasajeros, que en mayor o menor número, casi nunca faltaban a su cita.

Pese a las frecuentes nevadas y abundantes heladas que en los largos inviernos teñían de blanco las descarnadas y polvorientas carreteras que por aquel entonces sembraban los campos de Castilla, jamás faltaba a su cita. Era un viejo autobús, de morro prominente, dónde se alojaba un incansable motor que no recuerdo llegase a fallar en ningún momento, lento y ruidoso, con un rugir tan peculiar, que después de tantos años como han pasado, lo mantengo en mi memoria, entre los muchos sonidos inolvidables de mi infancia.

Renqueante, el viejo y pesado autobús entraba en el pueblo después de pasar por aldeas y pequeños pueblos como Duratón, Sotillo y La Aldehuela, a pocos kilómetros de Duruelo, haciéndose notar su llegada, con el ruido característico de su viejo y ruidoso motor que despedía un penetrante olor, que a los más pequeños nos encantaba, nos embriagaba hasta tal punto, que corriendo tras él, lo seguíamos por la travesía del pueblo, hasta que desaparecía, camino de la siguiente parada, en su decidido camino hacia Segovia, o en su vuelta, hacia Sepúlveda, dónde disfrutaba de un merecido descanso hasta la mañana siguiente.

La parada en el pueblo, siempre constituía un pequeño acontecimiento, o al menos, así nos lo parecía a los pequeños, que siempre estábamos allí a la hora de la vuelta por la tarde. Era un motivo para reunirse, ya que además, la parada tenía lugar en la puerta de un pequeño bar, donde casi siempre había gente ya fueran clientes del mismo, ya fueran curiosos lugareños que acudían cada tarde con el objeto de ver a los contados viajeros que bajaban, o bien porque fueran a recoger algún paquete que esperaban de la ciudad o de cualquier pueblo del recorrido, o algún encargo particular hecho al conductor, algo bastante frecuente.

Viajar hasta Segovia, poseía un encanto muy especial - Manolo, el conductor, siempre me ponía a su lado, en el primer asiento, charlando con él, cuando iba a examinarme al instituto -  disfrutando del viaje, sobre todo en invierno, en aquellos inmensamente largos inviernos, eternos, intensamente fríos y hermosamente blancos, que comenzaban en octubre y llegaban hasta finales de marzo e incluso abril, mes en el que recuerdo haber contemplado alguna nevada, algo que hoy resulta extraordinariamente raro, en una estación, que entonces ocupaba la mitad del año.

El viaje desde Sepúlveda a Segovia, solía durar más de dos horas, con entradas y salidas de la carretera principal a recoger a los posibles viajeros, si es que el pueblo quedaba alejado, por infames carreteras, caminos más bien, que maltrataban a la máquina y a los viajeros, que no obstante disfrutaban en santa compaña, pues solían conocerse entre ellos, a base de ser habituales del trayecto y de proceder de pueblecitos, que en pocos casos superaban los cien habitantes.

Después de Duruelo, pasaba por Tanarro, Perorrubio, San Pedro de Gaíllos, La Matilla, La Velilla, y otros, dónde solía recoger por la mañana y devolver por la tarde, a las pocas gentes que decidían ir a la Capital, a resolver asuntos administrativos, a citas hospitalarias, a hacer compras diversas, que tan sólo allí podían encontrarse, a visitar a familiares o a coger La Sepulvedana o la Serrana, con destino a Madrid, pasando por el puerto de Navacerrada, que en invierno casi siempre había que subirlo con las cadenas montadas, en un viaje épico, que yo hice en numerosas ocasiones, y de los que guardo un recuerdo imborrable.

Para la mayoría de la gente, era un viaje de ida y vuelta en el mismo día, que daba para mucho, sobre todo para quedarse a comer en los numerosos, deliciosos y económicos restaurantes que como siempre han poblado nuestra hermosa ciudad. Qué maravilla comer entonces en Segovia, a base de lo que hoy denominaríamos plato del día, auténtico, sabroso, verdadera comida casera servida en platos y cuencos de barro, como la inigualable sopa castellana que degustaba cuando iba con mi padre y comíamos en un restaurante a escasos metros de nuestro majestuoso y soberbio Acueducto, en la subida hacia la plaza Diaz Sanz.

Algunas de estas pequeñas casas de comida, aún permanecen abiertas, pese a que son más las que no han resistido el paso del tiempo y han desaparecido del entorno de la ciudad, que no de nuestra memoria. Como aquellos coches de línea, auténticas reliquias hoy, a aquellos esforzados conductores que tuvieron su tiempo y su lugar en una España que comenzaba a despertar de un largo y duro letargo, y que hoy me permito recordar aquí, en lo que deseo y espero constituya un merecido homenaje a las gentes de ayer y de hoy, que siguen habitando aquellos encantadores pueblos de los campos de nuestra hermosa y ancha Castilla.

Como Duruelo, mi querido pueblo, testigo de mi nacimiento, infancia y adolescencia dónde reposan mis padres y hermano, que descansan en el pequeño cementerio aledaño a la bella espadaña de la hermosa iglesia, seña de identidad de mi añorado pueblo, que en las estribaciones de Somosierra, disfruta de la visión del manto blanco con que se cubre en invierno y del azul plateado con que se viste el resto del año, como si quisiera recordar a sus gentes, que está ahí, vigilante, con su imponente mole, para cuidarlo y protegerlo para siempre.

No somos culpables

Nadie puede serlo, nadie que provenga del pueblo llano y trabajador, del ciudadano que pelea cada día con su destino, con su suerte, con las interminables veinticuatro horas que le esperan desde el ocaso hasta el alba, con las que se enfrentará el resto de su vida, intentando pasar por encima de las incontables circunstancias negativas que habrá de afrontar y disfrutando de las pequeñas grandes satisfacciones que de vez en cuando le deparará una existencia que no eligió en su momento, pero que afrontará sin que se enrede en estas abstractas consideraciones, que a ningún lugar le llevará.

No somos culpables, en ningún caso, de sufrir las perversas consecuencias derivadas de los actos y decisiones de unos gobernantes, que elegimos sobre la base de un programa de gobierno y de unas promesas alardeadas en su momento que no llegaron a llevar a cabo, que nos llevaron a engaño y nos condujeron a una errónea elección que habremos después de lamentar, cuando instalados en su sólida posición, se desdigan, nieguen o afirmen haber cambiado de opinión, siempre, como no, para mejor servir a una ciudadanía, que entonces ya, sin margen de maniobra, nada puede hacer, salvo un recurso al pataleo que a ningún lugar le ha de llevar.

La situación política actual ha quedado determinada por la conformación de dos bloques, uno de los cuales, el ganador, fue elegido por quienes confiaban en un programa electoral, que a la postre no se corresponde con lo que se prometió, utilizando este vacío para, utilizándolo como moneda de cambio, mercadear con los beneficiados,  y conseguir formar gobierno, lo que ha irritado profundamente a sus oponentes, a parte de sus fieles, y a un importante sector de la población, que le recriminan esta compra venta,  y han dejado satisfechos a la mayoría de los suyos, que no necesitan plantearse este hecho, aunque no lo esperaran, ya que colma los deseos de ver a los suyos en el poder.

No podemos considerar culpables a éstos últimos por haberlos votado, es su libre e indiscutible opción, aunque hayan sido, si no engañados, sí han falseado su discurso por parte de unos políticos que no incluyeron en su plan de gobierno la medida que ha causado una colosal controversia, y que está llevando a la población a una situación como hace muchos tiempos que no se vivía en este País, polarizado en dos extremos, a favor y en contra de una medida extrema, no contemplada ni divulgada antes de las elecciones, y que está siendo objeto de discusiones y controversias a nivel de calle, barra y ascensor, llegando incluso, y esto es lo más lamentable, a nivel familiar, laboral, incluso de amistad, que siempre ensombrece la vida social por sus perniciosas consecuencias.

No somos culpables de soportar a una clase política cuyos componentes no se respetan, que llegan al insulto y a la descalificación con harta frecuencia, que no dedican su tiempo al servicio público como es su obligación, tal como prometieron en su momento, cuando necesitados estaban de votos, sino a su exclusivo interés de una desmedida ambición personal.

No es la política el arte de la perversión, sino los políticos que la desvirtúan con sus inconfesables manejos y su ambición sin límites, que les lleva en unos casos a mentir para conseguir su fines, a ocultar sus aviesas intenciones y en otros a asegurar que todo lo hacen por los ciudadanos, cuando no por España, que es el colmo de la hipocresía más abyecta.

No necesitamos salvadores, no precisamos de mesías que nos rediman, somos ciudadanos que confiamos el poder que nos corresponde por derecho, a quienes democráticamente son elegidos por todos, sin artimañas sin engaños, sin usos indebidos y absolutamente repudiables de las instituciones y los poderes de un Estado Social y de Derecho, que no les corresponde a ellos, que no pueden utilizar a su antojo saltándose la división de poderes, sin la cual, la democracia brilla por su ausencia al perder todo su sentido.

Rechazo todo dogmatismo y subjetividad al analizar éstos hechos (aunque reconozco que esto último es sumamente complicado), al escribir estas líneas, todo partidismo que no haría sino contaminarlo todo, ya que no me inclino por una u otra opción, de hecho no soy votante desde hace ya muchos años, descontento no con la política, que juzgo necesaria, sino con unos políticos que no representan a nadie, salvo a sus inconfesables intereses personales, que de ninguna forma deberíamos admitir, soberbios, ególatras y con una ausencia total de escrúpulos, que ocultos bajo un disfraz de salvadores patrios, pretenden eternizarse en un poder que no les corresponde ni hemos solicitado.

No somos culpables, pero quizás debiéramos tentarnos la ropa, la mente, y el espíritu que nos anima cada día, para concienciarnos de que los titulares de nuestras vidas y haciendas no son quienes se sienten con derecho a manejarlos a su antojo, una vez obtenidos los votos  necesarios, sino a rendirnos cuentas de ello, y a cesar en su  cargo y su empeño, cuando incumplen en el mismo, cuando abusen de él, o en último caso, cuando quienes los eligieron, pública y manifiestamente los rechacen, algo que desafortunadamente está muy lejos de sus posibilidades, ya que la expresión pública de sus opiniones políticas, se limita a una escueta papeleta introducida en las socorridas urnas. Fuera de ahí, el ciudadano de a pie, no tiene otra opción, salvo salir a la calle y mostrar su desacuerdo, algo siempre problemático, con todo el riesgo que ello conlleva. Tampoco de esto, el sufrido ciudadano, es culpable.

miércoles, 22 de noviembre de 2023

Poesía y política.

No puede haber más oposición, más controversia y más contradicción que ambos términos utilizados en estas prosaicas líneas, que sólo pretenden desligar uno de otro, la prosa de los políticos del verso de los poetas que, afortunadamente, nada tienen en común, en nada se parecen, con un desencuentro total que pese a todo, los primeros se empeñan a citar a los segundos, como un disparatado recurso que embellezca su prosaico discurso, en un fracasado intento de embellecerlo, de dotarlo de una capa sensible de la que no dispone, tanto en su fondo como en su forma, consiguiendo con ello enmarañar, distorsionar y falsear aún más su vano intento.

Pero van más allá cuando estos aprendices de poetas recurren a estas artes, cuando con ello tratan de simular un conocimiento del poeta y su poesía, que no es tal, ya que recurren a citar algunos versos que entienden ellos vienen a cuento, y conviene a su discurso, simplemente porque piensan embellece y refuerza su mensaje, y que seguramente, ni conocen, ni han leído al poeta, sino que le han preparado la cita poética para que la lea, pese a que su desconocimiento es total, lo que supone un falso y absurdo intento de identificarse con el autor, como forma de reforzar su imagen, y así mostrase ante los suyos con un acrecentado carisma, como conocedor de tan insigne autor.

Y así, cometen errores al entrar a saco en las redes sociales, buscando desesperadamente un texto, un verso, una cita de algún escritor conocido, de algún poeta insigne, o de algún personaje famoso, que les dé la oportunidad de citarlo ante los suyos, acreditando de esta forma, no sólo su conocimiento, su cultura y su dominio de las letras y las artes, sino, y sobre todo, su sensibilidad ética y estética, que esperan reconozcan sus votantes, que esperan queden rendidos ante su capacidad para valorar su adornado y estilizado discurso.

No contentos con ello, lo repetirán en sus numerosas y monótonas intervenciones que llevarán a cabo a lo largo de la geografía nacional, como si de algo nuevo se tratara, a lo sumo con ligeras variantes, como si su ingenio lograra alturas que ni soñaban alcanzar, convirtiéndose en modernos juglares del siglo XXI, en busca, no de entretener a la plebe, sino de engatusarla, para obtener su apoyo, sus votos, su confianza para alcanzar su única y ansiada meta: el poder.

Cualquier parecido entre poetas y políticos, es una pura desmesura, que no soporta un mínimo análisis objetivo y desinteresadamente imparcial. Los poetas aman la belleza, lo etéreo y sustancial, mientras que lo políticos no tienen otro objetivo que buscar, a veces por medios inconfesables, eternizarse en el poder, algo que estiman por encima de todas las cosas de este mundo, y que los conduce a experimentar una borrachera de satisfacción tal, que la soberbia, y la ausencia total de escrúpulos, los instala en una ególatra posición, dónde se sienten los salvadores de un mundo que ni los convoca, ni los necesita, por lo que tienden a huir de ellos como alma que huye del diablo.

Recientemente hemos asistido a un debate desigual, con un aspirante a continuar en su privilegiado trono, utilizando cuántos recursos disponía para conseguirlo, algo que ha logrado recurriendo a artimañas de todo tipo, que utilizadas como moneda de cambio, le han servido para continuar en un poder que ambicionaba de una manera tan visible como su capacidad para tergiversar y retorcer un discurso, que la hemeroteca, tan fría y objetiva ella, se encarga de ponerle en su lugar.

Ambos contendientes, han rivalizado con la instrumentalización de unos versos de nuestro ilustre Antonio Machado, con una absoluta falta de respeto y consideración hacia nuestro poeta universal, que no merece semejante ofensa, por parte de dos políticos que han usado sus versos en un rechazable intento de justificar sus posiciones, a años luz de las que el poeta, socialista y republicano auténtico y digno, y hombre bueno por excelencia, hubiera utilizado jamás.

Absténganse los políticos de este País, incapaces, ineptos y con una ambición desmedida en su inmensa mayoría, de citar a nuestros grandes poetas para el logro de sus fines. La poesía es un arte sensible, hermoso y digno, que persigue la armonía, la paz y el entendimiento entre los seres humanos, sin distinciones ni segregaciones de ningún tipo. Es un canto a la libertad y a la fraternidad, sin egoísmos, ni ambiciones de ningún tipo que pudieran contaminarlo. Nada comparable, ni de lejos, al innoble ejercicio de la política.

lunes, 20 de noviembre de 2023

La esperanza del planeta

Pocas dudas suscita el hecho de que no estamos solos en este universo que cada día descubrimos más colosal, con nuevos descubrimientos, nuevos hallazgos que nos llevan a concluir que apenas lo conocemos, que sus límites se nos escapan, que merced a los telescopios instalados en órbita, nuevas y lejanas galaxias aparecen ante nuestros incrédulos ojos, con infinidad de estrellas y planetas desconocidos que se suman al gigantesco mapa de un cosmos que no cesa de crecer, dónde quizá no haya lugar para la duda, en cuanto a que la vida no sea algo exclusivo de nuestro planeta, sino un fenómeno bastante común en este colosal universo, que sigue sorprendiéndonos tanto más cuanto más lo investigamos y conocemos, gracias al constante desarrollo de los medios técnicos empleados.

En caso de que así fuera, la posibilidad de que alguien estableciese contacto con nosotros, es enormemente remota, con unas distancias colosales medidas en términos de años luz, que, salvo el caso de una civilización increíblemente avanzada, lo que siempre es una lejana probabilidad, este hecho no tendría ninguna posibilidad, y entraría dentro de la ciencia ficción, dando por hecho que nosotros, insignificantes seres del planeta Tierra, ni soñamos con ser los visitantes, pues nuestra tecnología no nos permite, ni de lejos, semejante sueño estelar.

En cualquier caso, si algún insensato extraterrestre nos visitara, no tardaría mucho, después de investigarnos mínimamente, en retirarse de inmediato haciendo mutis por el foro, ante lo que se les podía venir encima o persistían en su descabellado intento de convivir con una especie humana que en unos pocos milenios ha cometido todo tipo de atropellos, desmanes y violencias varias entre sí y contra el planeta que habita, difícil de superar por la más perversa imaginación que pudieran exhibir los supuestos visitantes.

Vivimos en un planeta dónde la inusitada violencia es moneda común desde el principio de los tiempos sin que hayamos dado muestras de mejora con el paso del tiempo, como ahora, entrado el siglo XXI, incluso en Europa, con una guerra que está implicando a numerosos  países desde hace demasiado tiempo, que aunque no formen parte de los dos directamente implicados, sí lo están de hecho al colaborar con el aporte de armamento a uno de los dos contendientes, en una guerra de agresión, que está horadando profundamente la fe en un mundo pacífico que creíamos estaba al alcance de la mano, y que de nuevo se aleja de un horizonte pacífico que parece imposible de contemplar.

En Oriente Próximo, el difícil equilibrio apenas mantenido durante los últimos años, se ha roto de una manera brutal, dando al traste de nuevo con las esperanzas de lograr una paz entre Israelíes y Palestinos, que está causando una catástrofe humana a la que ya no pensábamos asistir, en una espantosa masacre dónde encontrar un culpable resulta difícil de hallar, pese a tratarse de una desigual contienda entre David y Goliat, con brutales actuaciones de uno y de otro, que no disculpan a ninguno, y en el que las víctimas son, como en todas las guerras, la población civil, que indefensa, soporta un indecible sufrimiento que contemplamos cada día a través de los medios de comunicación, como si de un siniestro y tétrico espectáculo se tratara.

 Pero sin duda, uno de los contendientes tiene toda la responsabilidad en esta catástrofe humanitaria, al tratarse de una potencia económica y militar de primer orden, con un poderoso ejército que está aplastando a unos indefensos ciudadanos, y que tiene en su mano la facultad de detener una masacre que está causando un destre humanitario sin precedentes, con un sufrimiento espantoso que afecta en especial a niños ancianos y enfermos que viven en unas insoportables condiciones inhumanas sin los recursos más esenciales para sobrevivir.

Sometidos al brutal impacto de los bombardeos y al corte continuo de agua, luz y combustibles, los palestinos de Gaza y Cisjordania, abandonados por el resto el mundo, están siendo víctimas de una catástrofe humana que no podemos permitir y que debería mover a los gobiernos del mundo a tomar medidas inmediatas para dar fin a una masacre que avergüenza a una especie como la nuestra, que se declara inteligente, pero que a lo largo de su historia se ha visto incapaz para desvincularse de una violencia que ha caracterizado toda su existencia.

Nunca deberíamos bajar la guardia, y menos aún, dejarnos llevar por el desánimo desalentador de quién desconfía de las capacidades humanas para cambiar su destino y emprender definitivamente la senda de la concordia, la paz y la justicia en un planeta que pese a su inmensa soledad en el colosal universo por dónde navega, alberga una especie humana capaz también de grandes y hermosos ejemplos de solidaridad que no podemos olvidar, como forma de recordarnos que la esperanza y la confianza en la humanidad debe  presidir nuestro futuro.

domingo, 19 de noviembre de 2023

La duda ofende

La ingenuidad de tanta gente con buena voluntad pero sin mucha capacidad para el análisis racional, les hizo pensar que el irritante asunto que nos ha llevado casi cuatro meses desde las elecciones del veintitrés de julio, iba a terminar de otra forma distinta a como ha culminado, con un desenlace elemental, que no ha deparada sorpresa alguna para quienes jamás contemplaron otro final que el que ha acontecido, y que supone una cesión sin paliativos de quienes nos representan hacia quienes no se sienten representados ni integrantes de un País del que reniegan, sin contrapartida alguna más que para quienes con este acuerdo logran lo que desde el principio perseguían: mantenerse en el poder.

Jamás ha cabido en las mentes de quienes nunca han dudado de este previsible final, que otro fuera posible, que hoy contemplásemos cómo la legalidad, la equidad, la justicia, el respeto, y sobre todo el sentido común de los bienintencionados ciudadanos que no contemplaban esta desafortunada situación, que saltando por encima de las instituciones, y por ende, del Estado de Derecho, llegara a esta detestable mascarada que rechaza la inmensa mayoría de la población.

Una ciudadanía sin voz ni voto cuando de estos serios y trascendentes asuntos se trata, sin posibilidad de mostrar un desacuerdo que se queda necesariamente en charlas de escalera, barra y ascensor, a los que se recurre cuando de reunirlos ante las urnas se trata para lograr unos objetivos políticos, ahora de índole de ambición personal, y a quienes ahora se les niega el derecho a mostrar su opinión.

Algo que posiblemente no concordara con las intenciones de quienes han conseguido cuanto se proponían, a espaldas incluso de muchos integrantes de base de un partido, que como tal, parece haber desaparecido en una transformación de índole personal que parece haberlo sustituido, atribuyéndose todas sus competencias sin que nadie se atreva a cuestionarlo para evitar estar ausente en la foto de familia que tanto valoran quienes figurando en puestos de alta responsabilidad apenas han mostrado su disconformidad, siempre en voz baja y en un limitado número,  pese a que es de conocimiento público que no aprobaban lo que estaba pasando.

No obstante, pese a las importantes cesiones que han tenido lugar, tanto políticas como judiciales, sociales y económicas, sorprende que no hayan conseguido más quienes las reclamaban, ya que el estado de desesperada ambición mostrada por el jefe del ejecutivo y sus socios era de tal magnitud, que sólo se explica tal contención por la otra parte, pensando en un futuro inmediato que se avecina agitado y que, sin duda, habrá que seguir con suma atención.

Y es que el acuerdo se extiende a toda la legislatura, no solamente a la investidura, por lo que el futuro gobierno va a estar vigilado cada segundo de cada uno de las sesiones a la hora de aprobar normas, resoluciones, proyectos y leyes de todo tipo, que puede hacer saltar por los aires un acuerdo que pese a su importante contenido, puede verse sometido a constantes vaivenes.

Pese a esto, acuerdos como la amnistía y otros de índole económica, tendrán efectos inmediatos, algo que nada ni nadie va a impedir, que cuentan con una frontal oposición, incluso de figuras históricas del partido en el gobierno, y que ya están acostumbrados, si no separados o expulsados, a mostrarles una absoluta falta de respeto y un vergonzante desprecio, a todas luces indigno y rechazable.

La duda, en cualquier caso, y pese al título de estas líneas,  no ofende, ya que quienes no supieron ver lo que finalmente ha sucedido, no pueden ofender a nadie, ni siquiera a los beneficiarios de ella, que no son otros que los autores de esta ignominia que saltando por encima de las instituciones y amparados en su imparable ambición, han conseguido sus objetivos a espaldas de la ciudadanía de un País, que sin la menor duda, y si fueran consultados, mostrarían su repulsa a la desbocada ambición de unos y a los injustos y rechazables privilegios de los otros.


jueves, 16 de noviembre de 2023

Cansancio, hartazgo y burla

Como si de una obra de teatro se tratara representada en tres actos, asistimos a la insoportable, absurda y rechazable farsa montada por quienes tienen la responsabilidad de formar gobierno, arrastrados por quienes ningún interés tienen en la gobernabilidad  de un país que se ve abocado a una nefasta negociación utilizando para ello una moneda de cambio, en la que todo vale, ya sea de carácter jurídico, legal, económico o constitucional, siempre y cuando les sirva para conservar un poder que persiguen a toda costa, aunque lesione los más elementales principios de un estado de derecho.

Cansancio ante un proceso que dura más de tres meses, algo que no tiene justificación posible cuando de formar gobierno se trata de una manera lógica y razonable, sin subterfugios de ningún tipo como los que ahora se aplican para lograr permanecer en el poder al precio que sea necesario, utilizando para ello métodos dudosamente democráticos, porque no todo vale, no todo es justificable, no todo se compra y se vende al precio que impongan quienes no dudan en mantener un pulso a un Estado que representado por un gobierno en funciones, está negociando para conseguir mantenerse a toda costa, haciendo buena aquella sentencia de caiga quien caiga.

Hartazgo de un país y de su ciudadanía que contemplan impasibles como se mercadea con las instituciones, con la judicatura, con los intereses económicos de todos los españoles y, sobre todo, con la división de poderes, que no dudan en poner en cuestión como si de su patio de casa se tratara, en una ceremonia de la confusión, que ya dura demasiado tiempo, y que pone en duda a un partido silenciado y silencioso, que ha quedado reducido a los intereses personales, de quién no está dispuesto a que se le cuestione, que ha resuelto continuar en su ególatra poltrona a toda costa, sin que nadie se atreva a contradecirle, aunque muchos lo desearían, pero no a costa de no salir en la foto.

Burla a los ciudadanos de este país, que contemplan cómo manejan sus intereses, sus votos, y, por ende, su democracia, convirtiendo un proceso que debería ser limpio, democrático y cristalino, y que lleva camino de convertirse en un charco de ranas, en el que se han enfangado quienes deberían respetar la legalidad más estricta, sin dejar espacio alguno para el vergonzoso juego de intereses que conllevan estas “negociaciones”, que no persiguen otra finalidad que mantener el poder, aunque hoy nos digan que lo hacen por España, mientras lo discuten con un prófugo de la justicia.

Tres actos de una comedia que lleva representándose cada día desde hace demasiado tiempo, que está dejando exhausta a una población que ya apenas presta atención a un siniestro espectáculo que tiene mucho de una obra perteneciente a la picaresca más desalmada y muy poco a un serio y educativo ejemplo de un respetable modelo de convivencia, social y democráticamente aceptado por todos.

Al final, ha quedado reducido a un infame guión, redactado, dirigido y representado por quién no nuestra respeto alguno por unos espectadores que contemplan con estupor cómo la obra que contemplan, no respeta el libreto que se les ha entregado, irreconocible tanto en su fondo como en su forma, que ha sido desvirtuado hasta el punto de que un solo personaje se ha erigido en el único y exclusivo actor de una función que a nadie representa, salvo a él mismo, con un final impredecible que, por supuesto, sólo el contempla.

Huye Luna Luna luna

Si vinieran los gitanos/harían con tu corazón/collares y anillos blancos. Así canta Federico García Lorca, en su Romance de la Luna Luna, del Romancero Gitano, en su Granada, a la misma Luna que contemplamos hoy, sin duda no tan lúbrica y pura, con senos de duro estaño, aunque siga prestándonos hoy su mágico brillo y su portentosa luz, pese a los agravios, ofensas y atropellos que le dispensamos los humanos.

Durante siglos, los poetas, músicos escritores y pintores, han sostenido un apasionado idilio con la luna, a la que han cantado en sus rimas y partituras, en sus cuadros y escritos, y en todas las manifestaciones artísticas posibles, con especial mención a los románticos, que han mantenido siempre a la Luna como una perenne fuente de inspiración para sus obras.

La veneración que sienten los lobos por la Luna, ha originado una auténtica leyenda acerca de éstos singulares animales, tan injustamente denostados por el ser humano, cuando en las noches de luna llena parecen cantar a este luminoso astro de los cielos, cuando dirigiéndose hacia él, aúllan y con un armonioso y agudo canto, como si intentasen comunicarse con el satélite que, impasible, parece escuchar con suma atención tan dedicada composición musical, como si de una nana nocturna se tratara.

Durante miles de millones de años, la Luna se ha mantenido intacta, virginalmente respetada, hasta que los humanos, hace poco más de medio siglo, irrumpieran en su límpida superficie para despertarla de tan largo sueño, con seis viajes tripulados que sin permiso, hollaron su superficie una y otra vez, que desde entonces, ha visto continuamente invadida por multitud de visitas de unos seres terrestres que la han convertido, poco a poco, en un auténtico y espacial vertido de chatarra a través de su, hasta entonces, intacta y limpia superficie lunar.

Y lo han llevado a cabo con artefactos que han dejado abandonados en su retirada, que han ido en aumento con la llegada de nuevos países, que han enviado todo tipo de vehículos espaciales, que, sin retorno, allí han quedado para ensuciar con su metálica chatarra, allí dónde alunizaban, sin respeto alguno hacia  nuestro satélite.

Pero lo peor está por llegar, en una loca y absurda carrera de las principales potencias por explorar la Luna en busca de minerales y otros posibles recursos que puedan suponer una nueva fuente de ingresos, para lo que no tienen escrúpulo alguno a la hora de proyectar la construcción de bases humanas para su explotación, con la construcción de carreteras y otras infraestructuras, que cambiarían la faz de la Luna para siempre.

Uno de los países interesados, China, ha confesado que piensa utilizar misiles desde la órbita lunar para abrir túneles y remover terrenos rocosos, para la construcción de pequeñas ciudades, dónde se alberguen los trabajadores de la base desde la que operar, lo que constituye una auténtica y devastadora desfachatez, cuyo alcance ahora ignoramos, pero que supondría el inicio de una alocada carrera por la explotación de los recursos lunares, con consecuencias imprevisibles en un futuro próximo para un sufrido planeta Tierra, que ve cómo su satélite, tampoco se libra de la devastadora ambición humana.

Mentes desenfrenadas, piensan que la Luna puede ser un destino futuro para una humanidad que necesitara buscar un nuevo destino para los seres de este planeta, como lo buscan también en otros astros de nuestro sistema solar, cuando sabemos que ninguno de ellos ofrece condiciones para la vida, en lugar de mejorarlas en esta hermosa Tierra, que nos hemos empeñado en hacerla inhabitable, y no contentos con ello pretendemos invadir la Luna, después Marte y así seguiremos jugando a convertirnos en dueños y señores del universo, cuando somos incapaces de gestionar nuestro destino en el mejor de los mundos posibles que el ser humano puede soñar.

Nuestro hermoso planeta Tierra puso un día a nuestra disposición cuanto podíamos necesitar, y consideró después que ya podíamos comenzar a disfrutar de él y a utilizar sus inmensos recursos, utilizándolos sabia y racionalmente. Pero ahí se equivocó, pues ignoraba nuestra naturaleza que nos conduce a la autodestrucción, con una ambición sin freno, un consumo desmedido de los recursos, y una absoluta incapacidad para vivir en una necesaria armonía que nuestra estúpida vanidad no puede concebir.

Quizás la Luna nos observe desde su privilegiada  posición con una actitud condescendiente y bondadosa, e intente recordarnos con su luminosos lenguaje, que nos equivocamos, que vivamos en paz, y así la dejemos a ella en paz, que nuestro destino seguro y definitivo está aquí, y no en las estrellas que nos observan desde el principio de los tiempos, que leamos a Lorca y contemplemos en paz el universo que tenemos la suerte de disfrutar: La Luna vino a la fragua/con su polisón de nardos/el niño la mira mira/el niño la está mirando.

Con permiso de Lorca y obligados con Selene, diosa griega de la Luna, nos permitimos rimar: Huye Luna Luna Luna, que ya vienen los humanos.

viernes, 10 de noviembre de 2023

Eternos Rolling Stones

 

Admiración y respeto hacia las invisibles  y longevas canas de estos  guerreros de la buena música de siempre, que tienen la fuerza y el valor de subirse a un escenario para transmitirnos su trepidante vigor musical que se muestra aún intacto, llenando con sus impactantes acordes las vidas de tanta gente que con ellos disfrutó en su momento en el pasado siglo XX, y que ahora, muchos años después, en pleno siglo XXI, tienen la oportunidad de seguir vibrando con ellos, cuando los creían ya fuera de la circulación, alejados definitivamente de los escenarios.

Afortunadamente continúan en activo, dando guerra, como si el tiempo dejara de avanzar, de condicionar su existencia, conservando casi intacta la energía y el espíritu necesarios para gritar a los cuatro vientos, que siguen vivos, con una asombrosa fuerza y una vitalidad contagiosa que honra y distingue a estos mensajeros de una música que viene a dar un toque de atención ante tanta y tan penosa falta de creatividad como sufrimos en un presente anodino y vacío, tanto de contenido como de forma, en cuanto al panorama musical actual se refiere, todo ello en un mundo convulso, inmerso en guerras, violencia y profundas desigualdades, que pudieran hacer pensar que este comentario entra dentro del terreno de la frivolidad, pero el mundo también necesita de la música como medio de intentar superar tanto infortunio como azota a este sufrido planeta.

Sin concesiones a quienes les reprochan su edad, se muestran transgresores y desafiantes ante una sociedad absurda y harto tediosa, que no los ve como músicos plenamente vigentes, sino como caducos ochenteros alejados de una realidad que no asumen, lo que supone una absoluta falta de sensibilidad y, de paso, de ignorancia y de respeto, ante una falta de vitalidad de la que seguramente esos críticos caducos carecen, y que envidiarían si de ella pudieran disfrutar, algo que no se le es dado gratuitamente a cualquiera, ya que se necesita una considerable dosis de seguir en la brecha, y de unas ganas de vivir sin complejos ni temores, que puedan suponer un obstáculo insalvable para el desarrollo de una actividad tan excitante.

Continúan sonando como sólo ellos son capaces de hacerlo, logrando con ello que los que siguen creyendo en su música, sigan vibrando al escucharlos y contemplar sus pasos sobre el escenario, al tiempo que consiguen hablar a sus guitarras, extrayendo de ellas lo mejor de las notas que contienen, al tiempo que los contoneos del inefable Yagger, contagia su ritmo a los entusiasmados seguidores de siempre, que disfrutan satisfechos con una banda que ya pensaban se desharía con el paso del implacable tiempo, que parece haber cedido ante éstos desafiantes integrantes de una de las mejores bandas de todos los tiempos.

Grandes grupos de la historia de la música, bandas y solistas de todos los estilos posibles, de todas las épocas de todas las razas, sexo, origen y procedencia están desapareciendo por la tiranía que el tiempo impone, dejando huérfanos a tantos amantes de la música que con ellos pasamos muchos de nuestros mejores momentos de nuestra vida, y aunque dispongamos de sus grabaciones, nada sustituye a su presencia en directo, algo que aún podemos lograr con viejas glorias que como Rolling Stones, siguen haciéndonos disfrutar, como Paul McCartney, Willie Nelson, Stevie Wonder, Bruce Springsteen, Neil Young, Bob Dylan, Madonna, lady Gaga, Eric Clapton, U2, Elton John, Buddy Guy, Sheryl Crow, Mark Knopfler, y tantos otros, que continúan desafiando al tiempo, y cuya pertinaz presencia, tenemos la suerte de disfrutar.

Pero llegará el triste e inevitable momento en que desaparecerán de nuestras vidas, y más pronto o más tarde, nosotros también, y se dará con ello fin a un ciclo durante el cual convivimos con ellos, dando cierto sentido a nuestras vidas, formando parte de ellas, y de alguna manera caminando juntos a la hora de convivir y de entender una forma de vivir, dónde la música cobra pleno sentido al conseguir hacerla más plácida, amena y soportable, algo digno de agradecer, ya que la música en general, y la de los grupos como los Rolling Stones en particular, tienen la virtud de elevar el ánimo y las ganas de vivir hasta extremos que deben de tenerse en cuenta, cuando de disfrutar de la vida se refiere

Es por ello, que los Rolling Stones, supervivientes últimos de estas generaciones musicales, nos proporcionan una satisfacción y una alegría íntima que deberíamos saber agradecer por lo que representan para la historia de la música, de nuestra sociedad, y para cuántos disfrutamos y seguimos valorando esta eternamente vigente banda y tantas otras quizás no tan famosas, así como de multitud de viejas glorias musicales de todo el mundo que, pese al paso del tiempo continúan haciéndonos disfrutar de una de las bellas artes que tiene la agradecida facultad de elevar el espíritu y la sensibilidad de quienes aman la música en sus diversas manifestaciones.

Los amantes de la música clásica, de la llamada música culta – en absoluto incompatible con la música de la que aquí hablamos – posiblemente renegarán de estas líneas, pero la vida evoluciona y con ella la música y todas las artes en todas sus manifestaciones, las cuales han acompañado a los seres humanos a través de la historia, satisfaciendo a las generaciones con las que han coincidido, enriqueciéndolas en todos los sentidos, aportando con sus nuevos ritmos, estilos y concepciones, la transición  hacia los inevitables cambios sociales, políticos y culturales  a los que el ser humano está y ha estado sometido a través de la historia de la humanidad.

viernes, 3 de noviembre de 2023

Para qué sirve un rey

En tiempos que a todos los efectos ya creí superados, recuerdo que todos los años se convocaba un concurso a nivel nacional, cuyo título no necesita ninguna aclaración, salvo su dudosa estética, que encerraba, eso sí, una más que cuestionable ética, que nadie parece haber puesto en duda jamás, y que con perplejidad y asombro, descubro ahora que sigue manteniendo su vigencia, imperturbable por el paso del incansable tiempo, con su mismo título de y dirigido a los mismos indefensos y tiernos infantes, todos ellos alumnos de primaria y secundaria.

El surrealista título, inmutable a través del tiempo, reza como sigue: ¿Qué es para ti un rey? Imagino que por la mente de los autores de semejante desafío, debe de pasar de todo, desde un carta de la baraja, hasta los reyes godos, pasando, los más pequeños, por la imagen de los magos de oriente, con lo que los escritos han de rezumar encanto por todos sus poros, sin duda, en forma de ilusionante cuento, con lo que los encargados de ejercer de jurado, han de tener harto difícil el desempeño de su complicada e infantil labor a la hora de conceder los premios.

Cabe pensar que los profesores de los esforzados concursantes, ilustrarán a sus alumnos a la hora de documentarlos antes de enfrentarse a tan exclusiva labor por lo que los imagino preparando toda una delicada y peculiar labor pedagógica, con el objeto de ayudar a tan singular legión escritora, a intentar comprender qué es para ellos, y para qué sirve un rey, que, en definitiva, y a través de los medios de comunicación, hartos están de seguir, viéndolo leyendo en público, que no hablando, algo que no suelen hacer, dando la mano a otras personas e inaugurando alguna exposición de vaya usted a saber qué.

Imagino que algún avispado participante, se interesará por saber cuándo se cambia de rey,  cada cuanto tiempo se elige a un monarca nuevo, poniendo en serios aprietos al compungido profesor, que se verá obligado a explicar que no se sigue ese procedimiento democrático, que se hereda, que su puesto no lo deciden democráticamente los ciudadanos, como al resto de los representantes, que es una institución que no es elegible.

Le explicarán que viene de siglos atrás, que reina pero no gobierna, algo que tendrá que aclarar, sembrando el desconcierto más absoluto en el concursante, que ve cómo se va complicando su  capacidad de entendimiento, incapaz de comprender cuanto información le aporta un profesor, que a su vez, se verá atribulado por tanta falta de coherencia como está exhibiendo ante un alumno, al que sin duda, se le habrá explicado con profusión las bonanzas del sistema democrático en el que tenemos la suerte de vivir.

Pero las contradicciones son evidentes, y el novel escritor, tendrá serios problemas a la hora de desentrañarlas, incapaz de entender cómo una persona no elegible pueda representar a un estado, a una nación, y por ende a sus ciudadanos, muchos de los cuales pensando lo mismo, se preguntan cómo es posible, que una institución de otros tiempos, anacrónica y, en principio meramente simbólica, puede llegar a esos extremos de representación, ocasionando unos importantes gastos, que el ciudadano ha de aportar, tanto a él, como a sus descendientes, que irán ocupando su lugar en el trono, por el simple hecho de pertenecer a la familia.

Aunque no reina posee funciones de representación que, como la de proponer a los candidatos para una investidura, causan sonrojo, cuando no rechazo, ante la enorme trascendencia que ello conlleva, y que se deja en las manos de alguien que no debería tener lugar en una democracia, aunque dicha función suene a meramente formal, pero qué ni aún así debería ejercer quién no se ha sometido a las urnas, y que a mi pesar me veo obligado a destacar, aún a riesgo de ser inoportuno, molesto y fuera de lugar, en un país dónde no se es bienvenido cuando el asunto se trata abiertamente en público o en un medio de comunicación, dónde no suelen ser bienvenidos quienes así piensan, por lo que las esperanzas de que estas atrevidas líneas ocupen su lugar en un medio de comunicación, se me antojan harto complicadas.

País absurdo, poco serio e irresponsable aquel que no ve con buenos ojos a quienes cuestionan a la monarquía, institución opaca y ausente de transparencia dónde las haya, cuando sí se admite criticar cualquier otra institución, con sus gobernantes elegidos por votación popular incluidos, lo que resulta absurdo y de una ridiculez extrema, en un país libre y democrático, en un estado social y de derecho, que con estos hechos y comportamientos, nos hacen dudar seriamente de su verosimilitud.

Es por todo esto que este concurso, tan alienante, tan fuera de lugar y de tiempo, no debería ir dirigido a los niños, sino a los adultos a quienes les es negada tan restrictiva libertad, que no lo es de derecho, pero sí de hecho, ya que se considera una salida de tono, inoportuna y mal vista, políticamente incorrecta, y socialmente reprobable, pues es de mal gusto, y si me apuran, de mala educación, lo que no puedo calificar más que de una absoluta falta de la más elemental y necesaria inteligencia por parte de los que niegan a los demás una regla esencial de la democracia: la libertad de expresión, sin la cual, la democracia pierde todo sentido,

Se me dirá, que esto no es así, que puedo opinar libremente acerca de cualquier tema, incluída la monarquía y su anacronismo en el siglo XXI, pero les digo que esta es una respuesta trampa, ya que, claro que puedo hacerlo, pero será como predicar en el desierto, nadie lo publicará, nadie querrá hacerse eco de tan osado, inoportuno e insolente atrevimiento, y es que la democracia parece estar sobrevalorada por estos lares.

miércoles, 1 de noviembre de 2023

No en mi nombre

Alguna vez leí, y convencido quedé con ello, que es propio de países serios y responsables, aquellos en los que la democracia de hecho, se sustanciaba en un Estado social y de derecho, dónde las leyes se respetaban y los encargados de su redacción y ejecución, eran los primeros, no sólo en hacerlas cumplir, si no en cumplirlas, dando ejemplo de ello, por encima de todo y de todos, el poder ejecutivo, representado por el gobierno democráticamente elegido en las urnas.

 Y aquí, en este singular País, nos encontramos con el primer obstáculo al encontrarnos con un ejecutivo que lleva en funciones tres meses, los mismos que lleva enfangado en la negociación con los posibles aliados de los que depende para formar gobierno, con el Congreso cerrado a cal y canto, con un irreconocible partido en el poder que parece haberse transformado en un auténtico camarote de los hermanos Marx, pero con una disciplina que allí no se contemplaba, obligados a seguir a un secretario general que lo ha sustituido con mano de hierro, mutándolo a su imagen y semejanza, y bajo la estricta máxima de que aquel que se mueva, no sale en la foto.

Atrapados en sus redes, mantienen un desigual pulso con quienes no tienen reparo en afirmar que la gobernanza de España no les importa en absoluto, y que sólo persiguen  los objetivos de lo que ellos denominan su país, que en nada coinciden con los del nuestro, para lo que como moneda de cambio pretenden alcanzar dos metas fundamentales, que no únicas, como son la amnistía y la autodeterminación, sin cabida en La Constitución vigente, después de haberlos allanado el camino previamente, con la derogación de varias leyes que los penalizaban, y que lejos de satisfacerles, los han envalentonado lo suficiente como para seguir en sus inacabables reivindicaciones.

Y mientras tanto, los ciudadanos de este País, contemplan el esperpéntico espectáculo que se les ofrece con una mezcla de asombro y escepticismo, preguntándose como se puede mercadear con la formación de un gobierno a cambio de ceder ante los representantes de una pequeña parte del territorio que exige unas concesiones inasumibles para el resto, pero que el jefe del ejecutivo no tiene previsto descartar, ya que asegura que gobernará, pese a los mínimos avances registrados en tres meses que llevamos soportando este insufrible tormento, que pese al mal disimulado intento de disfrazarlo de una mejora de la convivencia, no es sino una moneda de cambio, un trueque para conseguir seguir en La Moncloa.

 Nadie, salvo el jefe del ejecutivo y unos pocos allegados conocen las oscuras negociaciones que están teniendo lugar a espaldas de la opinión pública,  hasta el extremo de que ni siquiera los barones del partido dicen conocer, y mucho menos las bases del mismo, debido a una opacidad permanente, que parece ocupar todo el tiempo de un presidente que parece haberse olvidado de todo lo que no suponga su continuación en el cargo al que tanto apega muestra, meta y objetivo único y obsesivo que desesperadamente persigue.

Un País que parece narcotizado, que no reacciona ante lo que diariamente se le presenta que no contempla solución alguna a sus problemas, con cinco millones de ciudadanos sumidos en la pobreza más severa, con la cesta de la compra por las nubes, con la mayor tasa de desempleo de  la Unión Europea, y que incluso ha de soportar  cómo el presidente del gobierno en funciones afirma que “el País va como una moto”.

 Ocurrencia banal e irresponsable, de un jefe del ejecutivo obsesionado por continuar a los mandos,  dotado de una soberbia sin escrúpulos, espoleado por una jaula de grillos que se autodenominan “progresistas”, que le aplauden a coro deseosos también de continuar en sus poltronas, y que están dispuestos también a llegar adónde sea necesario con tal de conseguir sus objetivos, y que han contaminado a un desconocido PSOE, que muy pocos reconocen, sin debate interno, que se permite ningunear a viejas glorias, y que está suponiendo un lastre para un partido desacreditado hoy, y que siempre ha gozado de una impecable trayectoria.

Una situación insostenible que no parece tener solución, salvo que se rompan las perversas negociaciones con quienes le presionan y chantajean a la vista de la debilidad que el presidente en funcionas muestra ante sus indisimulados deseos de poder, y que llevarían a convocar de nuevo unas elecciones, que posiblemente arrojarían unos resultados similares a las últimas habidas, lo que supondría un bloqueo institucional sin parangón posible, ya que la oposición, víctima de la aproximación a unas malas compañías, que sin duda le han perjudicado, pocas posibilidades tiene.

Tan perversa situación, podría tener una solución con un gobierno de coalición entre ambos partidos, algo que se antoja utópico, pero que solucionaría un problema institucional de primer orden que no podemos perpetuar,  ya que en caso de ceder a las intenciones nacionalistas, el chantaje sería permanente durante toda la legislatura, además de lesionar la credibilidad constitucional, con los consiguientes riesgos que ello conlleva, y que de ninguna manera nos podemos permitir.

Lo que definitivamente resulta inaceptable, es la continuación de una situación a la que nunca debería haberse llegado, a la vista de las exigencias de quienes pretender bloquear este País, con la colaboración de un gobierno en funciones que no se resigna a alejarse dl poder, y que parece haber olvidado que no son más que los representantes de los ciudadanos, que no les votaron para permanecer en el gobierno a toda costa, sino para encontrar la mejor solución posible para que el País y sus ciudadanos, dispongan de un gobierno libre, legal, justa y democráticamente constituido, que no rinda cuentas, ni se pliegue más que ante sus ciudadanos, que son los únicos y exclusivos propietarios de la soberanía popular y del gobierno que en ellos ha delegado.

De no ser así, de no trabajar para todos los ciudadanos de una forma clara, democrática, concisa y cristalina, con equidad y dedicación absolutas, sin mercados políticos ni ambiciones personales desmedidas, desde aquí les decimos que no hablen por nosotros, que no lo hagan por tantos ciudadanos callados que relegados a un segundo plano no pueden mostrar su desacuerdo y su profundo descontento. No en mi nombre y en el de multitud de ciudadanos de este sufrido país.

lunes, 16 de octubre de 2023

Segovia ciudad eterna

Con la perspectiva del tiempo pasado tiendes a volver la vista atrás, añorando aquellos gratos tiempos, recordando cuanto de felices tuvieron, pues es de todos sabido que el cerebro tiende a recordar tanto más, cuanto más satisfactorio y agradable alberga del inmenso bagaje de vida que ha ido acumulando.

Es entonces cuando descubres lo afortunado que fuiste en aquellos tiempos en los que tuviste la inmensa suerte de vivir durante unos años en un lugar privilegiado, de cuya magia no eras consciente, que no valorabas en su debida medida, rodeado de delicados y bellos tesoros en forma de espléndido y hermoso arte, que sin tú apreciarlo, regalaban tus ojos cada día, que tocabas con tus manos y que recorrías con tu vista una y otra vez, en un envidiable acto de un inconsciente disfrute, que ahora revives con delectación.

Estudiaba entonces en Segovia, hermosa y majestuosa ciudad que siempre tengo presente en mis mejores y agradables recuerdos. Tuve la suerte de vivir durante unos años en una deliciosa pensión, regentada por una bondadosa y amable señora, Fuencisla, exquisita en el trato y cuidado de sus pupilos, todos jóvenes estudiantes. “En paz y en gracia de Dios”, nos decía invariablemente, cuando le abonábamos el importe del mes, mientras exhibía una sutil y agradecida sonrisa. Poseía una increíble biblioteca que ocupaba toda una habitación, siempre cerrada, herencia de un sacerdote al que asistió toda su vida.

El enclave de la misma, que hoy no paro de descubrir con grata sorpresa, se hallaba en la plaza Díaz Sanz, donde también se encontraba el antiguo instituto, dónde enseñó Antonio Machado y estudió María Zambrano. La ubicación de la pensión gozaba de tan privilegiada situación, que bastaba salir al balcón de mi habitación, para disfrutar de una hermosa vista del Acueducto y disfrutar de una visión, que aún hoy, después de tantos años, y de incontables visitas a esta incomparable ciudad, me sigue sobrecogiendo como el primer día que lo contemplé, cuando aún el tráfico discurría bajo sus milenarios arcos.

Casi podía tocarlo con las manos. Apenas unas decenas de metros me separaban de él, de sus gráciles, soberbios y serenos sillares, que conforman sus esbeltos arcos de noble y granítica piedra. Un privilegio que hoy me parece un inmenso regalo, una suerte, un honor y una auténtica prerrogativa que entonces era incapaz de valorar y que hoy disfruto cada vez que lo recuerdo, cada momento que lo recreo, y sobre todo, cada vez que, embelesado y profundamente admirado, los contemplo cuando tengo la suerte de retornar a Segovia.

Hoy esta bellísima joya, ciudad eterna, universal e inolvidable para quien tiene el gozo de recorrerla, que nunca me cansaré de elogiar, de pasado celtíbero, romano, visigodo, árabe, y castellano, es reconocida y visitada por ciudadanos de todo el mundo, que se enamoran de una  ciudad que les ofrece la belleza de su inmenso patrimonio y el placer de una exquisita gastronomía que satisface el paladar más exigente.

Toda Segovia es un hermosísimo canto a la pasión por el disfrute de lo bello, con El Acueducto, como estandarte, - izado por el diablo en una noche, según la leyenda que afirma que este malvado personaje llegó a un acuerdo con una criada que tenía que bajar a por agua todos los días, a cambio de su inmortal alma - compartiendo este privilegio, con la hermosísima catedral, el Alcázar y sus numerosas iglesias, conventos, palacios, barrios, calles y monasterios y tantos otros monumentos que conforman un patrimonio histórico y cultural de primerísimo nivel, que tenemos la suerte de disfrutar, y la obligación insoslayable de cuidar y respetar,  agradecidos por lo que las culturas y generaciones pasadas nos trasmitieron.

Tal es mi admiración por El Acueducto, por esta colosal y mágica demostración del ingenio humano, que no puedo evitar un sentimiento de zozobra, de intranquilidad, temor e incertidumbre, ante la mínima sospecha de que un día pueda sufrir algún daño en su estructura, de que sólo una de sus arcadas pueda llegar a ceder, de que algún desplome pueda afectar a esta obra tan universal y excepcional, tan impar y notable, a causa de los estragos del tiempo que no perdona ni siquiera a estos mensajeros del pasado, que han contemplado durante dos milenios, incontables personajes, y ha sido testigo de sucesos y acontecimientos históricos de todo orden y signo.

Lo contemplo tan sólo, tan indefenso, tan frágil en su prodigiosa verticalidad, que lo imagino a veces ceñido por unos delicados y esbeltos arbotantes, remedo de los que abrazan las paredes exteriores de las naves de la bellísima catedral, y protegido por una cubierta transparente, cristalina, que lo mantuviera intacto durante otros dos mil años, a salvo de las inclemencias meteorológicas y de otros perversos agentes que día a día se empeñan en dañar tan magistral obra.

Y lo haría con todo esta preciosa ciudad, en un afán de protegerla, perpetuarla en el tiempo, y convertirla en eterna.  Es una ilusión, una absurda e ingenua frivolidad, pero para mí, es una necesidad, un sueño recurrente, es amor dedicado e inquieto hacia una obra única de la hermosa, irrepetible y universal ciudad de Segovia, a la que desde estas líneas, y para siempre, rindo un emocionado homenaje.

Si yo fuera rico

Este título, que sin duda despertará los recuerdos de infinidad de gente de cierta edad, que tuvo un enorme éxito allá por los años setenta, corresponde a la banda sonora de la película “el violinista en el tejado”, protagonizada por el actor Topol, que escuchamos en infinidad de ocasiones, y que en inglés – if I were a rich man – memorizamos y tatareamos con harta frecuencia, aunque por supuesto, no domináramos el inglés, que la vimos en el cine y después repetidas veces en televisión, marcó una época entonces, y vuelve a estar de moda en éstos ajetreados y convulsos tiempos.

Y no precisamente porque la fortuna nos haya sido propicia a quienes la vimos, hasta el punto de pasar de la pobreza a la riqueza, de la noche a la mañana, como le sucedió al protagonista, que feliz él, bailaba en el desván de su humilde casa al ritmo de la canción que interpretaba, fantaseando con llegar a poseer un día una casa de verdad, con todas las comodidades posibles, y que constituye toda una emblemática imagen de la historia del cine.

Tampoco porque la vida actual, después de tanto tiempo, se haya tornado generosa, amable y abundante para una mayoría de la población de este país, que desearían poseer una casa sin los agobios que ello conlleva, léase hipotecas imposibles en unos casos, y en otros, ni siquiera esa posibilidad, sino poder sufragar el abusivo alquiler que los conduce a destinar un porcentaje inasumible del sueldo, si lo tuviera, que esa es otra canción, y no digamos ya en el caso de los jóvenes, que ni a una ni a otra solución pueden optar, viéndose obligados a elegir la casa de los padres, que los acogen como a si del retorno del hijo pródigo se tratara.

Llegados a este punto, deberíamos, si no aclarar meridianamente, sí al menos intentar explicar cual es el motivo por el que el título del tema central de esta película nos ocupa y preocupa, hasta el extremo de tomar en consideración temas y problemas sociales que no por reales, dejan de servirnos de punto de partida para entrar en materia que, como verán, aunque pueda carecer de la seriedad necesaria para tenerlo en cuenta, no de ser objeto de preocupación para quienes se encargan, porque para ello han sido elegidos, de recaudar los impuestos destinados a mejorar nuestras vidas y haciendas.

Por el contrario, motivos de preocupación tienen, en el otro extremo, quienes por razón de sus logradas y abultadas fortunas, han de responder de esos diezmos que han de ingresar en las arcas del estado para que los menos agraciados, puedan disfrutar de los beneficios que comporta una justa distribución de los ingresos que en este caso corresponde a los más ricos, y que dada la poca gracia que les hace, intentan evadir el compromiso, recurriendo a determinadas argucias, que a continuación detallamos, y que, aunque en el fondo, aunque pretenden conseguir los mismos objetivos, la formas difieren sustancialmente.

Según la viceprimera ministra y ministra de trabajo de este país, los ricos, sin más paliativos, para evadir sus obligaciones tributarias pretenden huir, pero no ocultándose en nuestro país o en otro lugar de este proceloso mundo, dónde sin duda serían bien recibidos con sus fortunas a cuestas, no. Lo que están tramando de una subrepticia forma, es escapar del planeta, dejar este mundo para llegar a otro, bien de esta galaxia, bien de otra vecina, dónde puedan poner a buen recaudo su magra fortuna que, aquí, en el planeta Tierra, pretenden minorar.

Preguntada a tal efecto, la viceprimera ministra, no ha tenido problema alguno a la hora de aclarar que los que se han propuesta esta vía de escape, lo harán en un cohete, aunque no ha aclarado de que compañía, ni nacionalidad, aunque se da por hecho que dada la limitada oferta en este campo, apenas encontrarán dos o tres compañías con experiencia en éstos viajes, y no precisamente en nuestros país, que dada la amplia demanda que soportarán, dejarán de lado su viaje espaciales programados, para dedicarse a esta nueva actividad tan lucrativa.

Queda tan sólo un pequeño pero esencial detalle que aún desconocemos, y es que el destino o destinos que podrán elegir los evasores fiscales, y, en su caso, si allí van a atender sus pretensiones, dado el hecho de que quizás no admitan o valoren sus aquí valiosas fortunas tengan que quedarse en tierra extraña, o vuelvan sin conseguir sus objetivos, y eso en el caso de que hubieran adquirido billete de ida y vuelta. Riesgos del oficio que deberán asumir quienes entren en ese privilegiado y selecto grupo, que a bordo de un cohete, se convertirán en los primeros viajeros, que emulando a Julio Verne, abandonen este planeta, algo que no descartaría, si yo fuera rico.