Después de casi un mes de
ausencia, vuelvo a mi querido y abandonado blog que se ha mantenido en la más
estricta y silenciosa soledad desde que lo abandoné allá por principios del mes
en curso, hecho nada frecuente en mí, desde que lo inicié hace más de cinco
años durante los cuales he vertido en él, semana sí, semana también, al menos
un pequeño vestigio de cuanto me rodea, más o menos próximo, más o menos
lejano, más o menos familiar o extraño, de la visión que del mundo tengo, de
los hechos y sucesos cotidianos, tanto de aquí como de cualquier parte de este
errante Planeta que pese a nuestra inconsciencia cósmica, vaga por un infinito
mar de estrellas y cuerpos celestes que nos recuerdan constantemente que no
somos nada ante su soberbia magnificencia, encerrados en nuestro pequeño y atribulado
mundo, como si la Tierra constituyese de por sí misma el Universo, al que
pertenecemos y al que deberíamos volver los ojos con frecuencia para reconocer
humildes y sumisos que no somos más que una insignificante y minúscula parte de
él, que como dijera mi admirado y respetado Carl Sagan, somos hijos de las
estrellas.
Y así, después de un mes pleno
de acontecimientos diversos que me han mantenido en una constante y frenética
actividad al margen de la habitual cotidianidad que el ritmo diario suele
deparar, lejos de la rutina acostumbrada, retorno de nuevo a este mi espacio virtual
donde encuentro acomodo a las inquietudes diarias que la observación de los
acontecimientos mundanos me procura y que me permiten verter aquí la opinión
que me merecen con la intención de crear un estado de debate permanente y una
discriminación continua conmigo mismo y con el posible lector que
ocasionalmente pueda transitar por estos lares.
Después de estas consideraciones,
sin duda un poco vagas, un tanto abstractas y hasta posiblemente fuera de lugar,
trataré de centrarme en algo más concreto e inteligible con el objeto de
ponerme al día, para lo cual nada mejor que ojear la actualidad nacional y
tratar de captar lo más jugoso y sobresaliente que nos pueda deparar, a ser
posible al margen de la omnipresente crisis que todo lo domina, teniendo en
cuenta, que en cualquier caso, cualquier acontecimiento estará inmerso en ella
sin posibilidad alguna de darle de lado, de obviarla, de ignorarla.
Parece que lo último sigue
siendo el silencio del inefable Arturo Más, que después de golpearnos en un
permanente y machacón discurso independentista y después del bochorno sufrido
tras el formidable revolcón sufrido en las urnas – batacazo donde los haya y
que será recordado por mucho tiempo en los anales de las elecciones
democráticas de este País – ha decidió callar, haciendo mutis por el foro, y se
ha echado al monte de donde esperemos no salga hasta que después de reflexionar
concienzudamente, retorne a los brazos de la lógica, la razón y el sentido
común que tanto le han faltado últimamente.
La banca continúa a la deriva,
llevándose con ella – a la par que sus blindados dirigentes – los restos del
naufragio – está claro que los náufragos somos nosotros - en forma de
comisiones varias, intereses desmedidos e inconfesables desahucios sin cuento,
que pese a las tímidas medidas tomadas por un gobierno que dista una eternidad
de poseer la sensibilidad necesaria para resolver un angustioso problema que
acucia cada vez más a una ciudadanía que contempla con honda preocupación cómo
puede llegar a verse en esa tesitura, a la vista del panorama laboral que se le
presenta, en un País que sigue sumando más parados al final de cada mes, sin
que se vea una salida al negro túnel por el que atraviesa desde hace ya
demasiado tiempo.
Leo que la Justicia deja en
libertad a los componentes de una red mafiosa por un incomprensible defecto de
forma – resulta inconcebible que se les pasaran las setenta y dos horas de
detención preventiva – mientras el Yernísimo con multitud de pleitos a sus
espaldas visita en el hospital a Su Majestad, que a este paso y con tantas
operaciones va a colapsar por sí sólo un Sistema Nacional de Salud que obliga
al ciudadano de a pie a esperar al menos cien días para que le echen un rápido
vistazo y poder así darle fecha para la posible intervención para dentro de
otros tantos.
Por último,
los obispos han despegado tenuemente los labios, como siempre tarde y mal, a
favor de los desahuciados. Les habrá dado vergüenza, aunque dudo que sean
poseedores de semejante cualidad, mientras que el Jefe Benedicto, después de
mandar al carajo al infierno, el purgatorio y demás zarandajas, ahora afirma
que ni el buey ni la estrella del pesebre existieron jamás. Menuda
preocupación. Pienso que no son sino maniobras de distracción para no pagar el
IBI, aunque la verdad es que no deberían preocuparse por ello en exceso, por lo
menos en este País de gobiernos, tanto unos como otros, de una tendencia
cortesana y religiosa tales que aburren hasta las ovejas, que por cierto sí
parecen que por ahora pueden seguir en el belén junto con el correspondiente
pastorcito y demás componentes.
Lo que no me
explico, y me preocupa hondamente, es como llegaron los reyes magos, si según
Su Santidad dice ahora que la estrella nunca existió, pues se trató de una
Supernova – si se llega a enterar Galileo, le da algo al pobre hombre – y según
nos contaron siempre, fue esa estrella la que les guió hasta el portal. Seguro
que se inventan algo, porque si no, a este paso y tacita a tacita, la Navidad
se va al carajo y no está el País para semejantes aventuras. Faltaría más.