Después de tanto tiempo como
nos han tenido en ascuas, en tensión, con una insoportable, continua y pertinaz
historia de desafíos, desobediencias y transgresiones de todo tipo y condición,
de ofensas a la Constitución, y por ende al Estado en su conjunto, el
denominado Procés, en mayúsculas, la también denominada Cuestión Catalana, con
independencia y República incluidas, después de todo esto, y muchas y variadas
rebeldías y secesiones más, todo ha quedado en nada.
Quizás por no reducirlo a su
mínima expresión, por no desvirtuar lo sucedido, por no tomarlo enteramente a
broma, podemos dejarlo en algo mínimo, exiguo, ridículo, leve y minúsculo hasta
extremos imposibles de predecir apenas hace un par de meses, cuando un cierto
pesimismo y una honda preocupación, barrían este País como hace mucho tiempo no
sucedía, llegando hasta el extremo de calificarse como el mayor y más serio
problema de los últimos tiempos.
Y ciertamente, pocas veces tanto
ruido no ha justificado de ninguna forma tan pocas nueces, como en el caso de
la “mujer asesinadita”, obra de teatro de Miguel Miura y Álvaro de la Iglesia,
en tono de comedia, con geniales toques de humor negro y variados matices del
absurdo más acendrado y cabal, se había visto como en este caso real como la
vida misma.
Una representación en la que la realidad imita
e incluso supera a la ficción, con unos personajes que deciden saltarse todas
las normas, incluidas las suyas propias, en aras de alcanzar una independencia
que sabían imposible, que les conduciría a una República, que no ignoraban que era
sino una imposible, inverosímil y disparatada utopía.
Algo que no obstante que
decidieron llevar a adelante, engañando al pueblo, ese ente abstracto y
recurrente, con el que se le llenaban la boca y la mente, para sacar las masas
a la calle a pedir un extraña y sorprendente “libertad y democracia para el
pueblo catalán”, algo que ofende las más elementales y suspicaces mentes de
quienes contemplan a una Cataluña próspera y avanzada de una España que pertenece
a una Unidad Europea, adalid de las libertades y derechos desde la historia de
los tiempos.
En la comedia citada, hay una
gran pasión de fuerzas y un dulce y pequeño asesinato, al tiempo que se
critican las convenciones burguesas y la moral establecida, así como la
negación de lo políticamente correcto y la asunción de varias amargas conclusiones,
teñidas de un exquisito y bufo humor.
Tanto como en el grotesco,
histrión y tétrico espectáculo que nos han dado los políticos independentistas,
que a sabiendas de que dicha opción era inviable, y documentos de ello constan,
incluidas grabaciones al respecto, decidieron continuar con un dantesco y bufo
espectáculo, que comenzó con la proclamación declarada y suspendida, todo ello
en menos de un minuto, que continúa con la tocata y fuga del presidente del
Govern, y la abjuración y renuncia a sus principios de la presidente del
Parlament ante la fuerza legal del Estado.
Visto el denigrante espectáculo
ofrecido por estos aprendices de repúblicas proclamaditas, dudo que en el resto
de Europa les queden ganas a los posibles candidatos a intentar independencias
unilaterales que se sustenten en la transgresión de leyes, reglamentos y
Constitución incluida. Más les vale quedarse en casa.