domingo, 26 de noviembre de 2017

LA REPÚBLICA PROCLAMADITA

Después de tanto tiempo como nos han tenido en ascuas, en tensión, con una insoportable, continua y pertinaz historia de desafíos, desobediencias y transgresiones de todo tipo y condición, de ofensas a la Constitución, y por ende al Estado en su conjunto, el denominado Procés, en mayúsculas, la también denominada Cuestión Catalana, con independencia y República incluidas, después de todo esto, y muchas y variadas rebeldías y secesiones más, todo ha quedado en nada.
Quizás por no reducirlo a su mínima expresión, por no desvirtuar lo sucedido, por no tomarlo enteramente a broma, podemos dejarlo en algo mínimo, exiguo, ridículo, leve y minúsculo hasta extremos imposibles de predecir apenas hace un par de meses, cuando un cierto pesimismo y una honda preocupación, barrían este País como hace mucho tiempo no sucedía, llegando hasta el extremo de calificarse como el mayor y más serio problema de los últimos tiempos.
Y ciertamente, pocas veces tanto ruido no ha justificado de ninguna forma tan pocas nueces, como en el caso de la “mujer asesinadita”, obra de teatro de Miguel Miura y Álvaro de la Iglesia, en tono de comedia, con geniales toques de humor negro y variados matices del absurdo más acendrado y cabal, se había visto como en este caso real como la vida misma.
 Una representación en la que la realidad imita e incluso supera a la ficción, con unos personajes que deciden saltarse todas las normas, incluidas las suyas propias, en aras de alcanzar una independencia que sabían imposible, que les conduciría a una República, que no ignoraban que era sino una imposible, inverosímil y disparatada utopía.
Algo que no obstante que decidieron llevar a adelante, engañando al pueblo, ese ente abstracto y recurrente, con el que se le llenaban la boca y la mente, para sacar las masas a la calle a pedir un extraña y sorprendente “libertad y democracia para el pueblo catalán”, algo que ofende las más elementales y suspicaces mentes de quienes contemplan a una Cataluña próspera y avanzada de una España que pertenece a una Unidad Europea, adalid de las libertades y derechos desde la historia de los tiempos.
En la comedia citada, hay una gran pasión de fuerzas y un dulce y pequeño asesinato, al tiempo que se critican las convenciones burguesas y la moral establecida, así como la negación de lo políticamente correcto y la asunción de varias amargas conclusiones, teñidas de un exquisito y bufo humor.
Tanto como en el grotesco, histrión y tétrico espectáculo que nos han dado los políticos independentistas, que a sabiendas de que dicha opción era inviable, y documentos de ello constan, incluidas grabaciones al respecto, decidieron continuar con un dantesco y bufo espectáculo, que comenzó con la proclamación declarada y suspendida, todo ello en menos de un minuto, que continúa con la tocata y fuga del presidente del Govern, y la abjuración y renuncia a sus principios de la presidente del Parlament ante la fuerza legal del Estado.
Visto el denigrante espectáculo ofrecido por estos aprendices de repúblicas proclamaditas, dudo que en el resto de Europa les queden ganas a los posibles candidatos a intentar independencias unilaterales que se sustenten en la transgresión de leyes, reglamentos y Constitución incluida. Más les vale quedarse en casa.

martes, 14 de noviembre de 2017

EL HUMANISMO GLOBAL

Paseando por la calle, por el parque, por el centro comercial, por las escaleras y el vestíbulo del edificio dónde vivimos, es fácil escuchar con harta frecuencia, comentarios acerca de la situación política que tensa a los ciudadanos de este País, como consecuencia de una situación tan inesperada y confusa como grotesca, en una región como Cataluña, que está afectando al resto del País.
Nadie se merece esto, nadie ha provocado este conflicto, que sin embargo los radicales independentistas se empeñan en atribuir y culpar al resto de España. Son otros, y muchos, los problemas que afectan a tanta gente que no llega ni a mitad de mes, que pasa hambre y necesidades sin cuento, que nos parecen invisibles, sencillamente porque no los queremos ver.
Nadie podía esperar esto hace apenas un año, no digamos tiempo atrás, cuando era el País Vasco, incluso cuando el terrorismo había dejado de golpear, quien nos tenía continuamente inmersos en la incertidumbre por una situación parecida a la que ahora vivimos en Cataluña, con el inefable Ibarretxe presionando cada día, hasta el momento en que decidió abandonar su empecinamiento independentista.
Imposible, nos decíamos en aquellos tiempos, que los catalanes llegasen a optar por la vía del independentismo. Vista la trayectoria seguida por ambas regiones, Cataluña y el País Vasco, pensábamos que los problemas llegarían de éste último, pero jamás se nos pasó por la cabeza lo que hoy contemplamos con asombro, aunque visionarios hubo, hace ya mucho tiempo, que afirmaban que estábamos equivocados.
Nos decíamos que los catalanes eran muy listos, demasiado para llegar a pensar en la independencia,  son muy prácticos se comentaba, la pela es la pela, jamás cometerán semejante error. ¿Cómo es posible que no fuésemos capaces de considerar que podría llegar a plantearse la situación en la que nos hallamos inmersos?
Ni siquiera ha habido una retirada, ni táctica ni estratégica, como llevaron a cabo los Vascos, que observan el presente proceso con sumo interés, pendientes de su desarrollo y de los resultados que de él se deriven, imposible de conocer en este crucial momento en el que nos encontramos.
En una alocada y vertiginosa huída hacia adelante, saltándose todas las leyes y normas, incluidas las suyas, despreciando y obviando la Constitución y su Tribunal, que ha invalidado todas las actuaciones del parlamento, una fracción de la ciudadanía se ha lanzado a la calle impulsada y dirigida por el propio Govern, sus aliados anti sistema y sociedades civiles, en pos de una independencia que proclame la República Catalana.
Cataluña entera ha quedado dividida en dos, creando una dolorosa fractura que ya existía, pero que ahora se multiplicará sin duda en intensidad y número, lo que motivará odios, recelos y enemistades que llegarán a todos los rincones de una sociedad que no podrá soportar por mucho tiempo tanta incertidumbre, tanto desasosiego y tanta zozobra, salvo que el buen juicio, la serenidad y la sensatez se impongan de inmediato.
Pero no son estas las virtudes que adornan a unos dirigentes que son los primeros en mostrarse al frente de los acontecimientos, con una actitud secesionista, de rebeldía, deslealtad e irresponsable desobediencia, así como por un absoluto desprecio hacia las leyes. Kapuscinkski, escritor polaco, afirmó: “La ideología del siglo XXI, es el humanismo global, pero tiene dos peligrosos enemigos: el nacionalismo y el fundamentalismo religioso”.

lunes, 6 de noviembre de 2017

LA GRAN PANTOMIMA

Por fin se bajó el telón, y la larga e insoportable ópera bufa, acerca de la independencia catalana llegó al último acto de una penosa y patética representación que ha mantenido al público expectante y tenso ante una obra que ha durado mucho tiempo.
Demasiado, sin duda para la inmensa mayoría, que ahora, al abandonar sus incómodas y fatigadas butacas, respiran con un cierto aire de alivio, que no es interpretado por igual por todos los asistentes, que en función de sus expectativas, muestran sus impresiones divididos en dos irreconciliables bandos.
Unos más que otros, han salido desigualmente satisfechos de este inacabable drama, que en demasiados actos y sin apenas descanso alguno, ha logrado crear un ambiente de crispación y permanente estado de incredulidad, que no ha cesado durante toda la dramatización.
 Y es que ha conseguido mantener un estado de excitación permanente con continuas bajadas y subidas de tono, avances y retrocesos exhaustivos, dudas y afirmaciones, que han mantenido la atención de un público, que incrédulo ante lo que veía, sólo decidió abandonar la sala cuando creyeron que el desenlace había llegado a su fin, ignorantes de lo que aún tendrían que soportar.
Ha sido tanta la tensión acumulada durante todo este tiempo, tantas las falsas alarmas, los desmentidos, las idas y venidas, que los ciudadanos que creyeron quedar plenamente satisfechos en un caso y sumamente desencantados en el otro, pronto se darían cuenta de que todo había sido un engaño.
Una pesada y grotesca broma, que supuso un desencanto para los que pensaron que la independencia y la consiguiente República habían sido por fin proclamadas sin suspensiones ni arbitrariedades, y un alivio para quienes se oponían a una secesión que no parecía tomar carta de naturaleza.
 Así fue pasando el tiempo, sin proclamas solemnes en el balcón de la Generalitat, a cargo del President, sin arriar la bandera española en el Palau, algo que cabía esperar si la independencia se hubiera llevado a cabo sin ningún género de dudas, algo que a medida que pasaba el tiempo se iba sustanciando y materializando, con un gobierno que no dudó en aplicar la ley que suponía la intervención de la Autonomía Catalana.
Algo que dejó en su forzado y tozudo lugar, una división de opiniones manifestada antes de comenzar una cómica y burlesca función, que a su término pareció dejar bien claro que unos, al final, y afortunadamente, habían visto lo que ya no esperaban lograr, mientras que el resto, que pensaban disfrutar intensa y vivamente, quedaron sumidos en la más desesperante de las frustraciones.
Nadie, ni los más atrevidos y audaces profetas, podían prever el final de esta absorbente e impredecible ópera bufa, que ha divertido tan sólo a unos, mientras el resto, que todo lo esperaban y que tenían fundadas esperanzas de salir airosos y plenamente satisfechos, se preguntan ahora cómo es posible que algo que veían tan cercano y próximo, lo contemplen ahora lejos de su alcance.
Mientras tanto, los responsables políticos que fueron los culpables de tensionar la situación hasta extremos insoportables y que crisparon profundamente una sociedad ahora más dividida y fracturada que nunca, han tomado las de Villadiego, abandonando a sus partidarios que no cesan en su desconcertado asombro.

miércoles, 1 de noviembre de 2017

NO HAY MAL QUE CIEN AÑOS DURE

Este popular refrán, tan conocido y usado, siempre ha estado de una vigencia plena, de una actualidad persistente, y de una absoluta y acertada pedagogía de andar por casa, que todo el mundo asimila y descifra al instante, que sirve tanto de consuelo ante las interminables desgracias, como de preventivo eficaz ante las aventuras más alocadas, y las fantasías más dispares, llevadas ambas a su más disparatado extremo, y a las que el ser humano es tan propenso, dispuesto siempre a tropezar dos veces con la misma piedra.
 Tan rico es en acepciones y en interpretaciones de toda índole, que se precia de tener múltiples, diversas y jugosas versiones, todas ellas más o menos sabiamente acertadas y no menos aceptadas, que completan su introducción inicial, aquí a modo de título, y que rezan como las que siguen:
No hay mal que cien años dure, ni cuerpo que lo resista; con las que también juega el usuario para conseguir efectos cómicos como en la siguiente: no hay mal que cien años dure ni cuernos que lo aguanten;  o adaptadas a variadas  circunstancias, como la inmediata siguiente, tan taxativa y transparente, que no deja lugar a controversia alguna: no hay mal que cien años dure, ni enfermo que lo resista.
Y es que llevamos tanto tiempo con la insoportable y cansina melodía del llamado proceso catalán, que incluso para tratar de evadirlo, hemos de citarlo expresamente, en una ceremonia de la confusión, que nos ha conducido a gran parte de los ciudadanos, a una colectiva y desestabilizadora catarsis.
Tan emocional y obsesiva se nos presenta, que ha logrado que este tema esté presente en nuestra diaria vida, desde que nos despertamos hasta que retornamos al que debería ser un reparador sueño, que incluso puede verse alterado por unos acontecimientos que llegan incluso a influir en tan necesario descanso.
No hay noticia que cien años dure, ni ciudadano que lo soporte, es lo que esperamos y deseamos, con un ánimo plenamente dispuesto a que se cumpla esta nueva versión del tantas veces citado aforismo, que aquí materializado, nos martiriza día tras día, con su machacona y persistente presencia en los medios de comunicación, en las redes sociales, y en los lugares más próximos a cada uno de nosotros.
Y es que ya sea en el trabajo o en las reuniones, ya sean con los amigos y conocidos, o bien con los familiares, pueden acabar en ocasiones como el rosario de la aurora, ya que difícil es descartar con la mención de estos temas, las disensiones y desacuerdos, acerca de un tema que nos tiene absortos, sin desearlo, sin haberlo pedido ni expresamente solicitado.
Deseando estamos que ceje ya en su pedante e insoportable soniquete, esperando no dure, no ya cien años, sino su equivalente en días, que pese a que muchos nos pueden parecer, son bastante más los que ya llevamos soportándolo, con lo que pese a todo, y dadas las circunstancias, satisfechos quedaríamos si al menos nos dejasen de vez en cuando un remanso de paz, aunque solo fuesen unos cuantos días de sosiego.
Porque hay vida después de este desenfreno secesionista, que tan sólo a los vendedores de banderas, a los psicólogos y a los medios de comunicación les ha traído buenas y remuneradas nuevas, ya que a los ciudadanos, de la tendencia que fueren, les está suponiendo una desmesurada carga de tensión que ni desean ni merecen que se prolongue un solo día más.