Sin lugar a dudas, la religión
en sus múltiples facetas y manifestaciones, es uno de los lugares comunes más
recurridos por unos seres humanos, que al margen de su origen y procedencia, de
su raza, y de su condición social y económica, practican desde el comienzo de
los tiempos, eligiendo como divinidad a la que rendir culto, tanto fenómenos
naturales inexplicables para ellos, como astros del cosmos ante los que se
sienten inferiores, como dioses a los que dotan de una personalidad humana.
En cualquier caso, su
fascinación se convierte en una adoración sumisa y obediente, que los convierte
en esclavos de una devoción que les somete a una voluntad inexistente por parte
de unos seres que no tienen una presencia inteligente, que no se comunican y
que no son, en definitiva, sino la representación más palpable de la
inseguridad, la soledad y la debilidad de unos seres humanos que no pueden
explicar su presencia en un mundo al que no encuentran una explicación
racional.
Religiones hay, que se aproximan
más a una filosofía de vida, que a una creencia ciega. Ésta última, se basa en
una fe inquebrantable y sin fisuras, como son las monoteístas clásicas, que
admiten la existencia de un Dios en el que creen y al que veneran, al que no
cuestionan jamás, considerado por sus adeptos como un ser superior, creador de
todo y de todos, omnipotente y sapientísimo, sin fisuras de ningún tipo ni
dudas que puedan plantearse bajo ningún concepto.
Por el contrario, las
religiones orientales se acercan más a un estilo de vida, a una manera de
concebir el presente y entender el futuro, a través de un conjunto de acciones
personales (denominadas Karma), buenas o malas, que van ligadas al alma
mientras ésta transmigra. Cada cuerpo nuevo queda determinado, así como cada
acontecimiento que el cuerpo experimenta, por el karma anterior.
La creencia en el karma, es generalmente
aceptada, aunque difieran en muchos puntos: algunos aspiran a acumular buen
karma y un buen renacimiento, pero otros, considerando que todo el karma es
malo, procuran liberarlo del proceso de renacimiento.
El Nirvana es un estado
transferente libre de sufrimiento y de la existencia fenoménica individual,
experiencia religiosa más identificada con el Budismo. La connotación es que
sólo en nirvana están extinguidas las llamas de la lujuria, el odio, la codicia
y la ignorancia. En el estado de nirvana se rompe el ciclo de la
transmigración, que de otra forma sería eterno.
Pero ¿cuál es el origen de la
religión del hombre? ¿Por qué cada cultura venera a algún ser divino? Los
antropólogos e historiadores han estudiado esta cuestión y, al día de hoy, hay
tres teorías primarias: la teoría subjetiva, la teoría evolucionista y la
teoría del monoteísmo original.
La teoría subjetiva enseña que
la religión se origina con el hombre. Los humanos tienen una necesidad
psicológica de un ser trascendente que brinde significado y esperanza a su
existencia en este vasto e impersonal universo. Estos sentimientos se expresan
más concretamente mediante símbolos y actitudes, y no a través de un conjunto
de sistemas de creencia definidos. A medida que progresa una cultura, estos
símbolos y actitudes se desarrollan transformándose en un conjunto de creencias
y prácticas.
La segunda teoría con relación
al origen de la religión es el enfoque evolucionista. Este es el punto de vista
más popular que se enseña o se da a entender en el estudio de la religión. Los
proponentes de esta teoría creen, como en la teoría subjetiva, que la religión
se origina con el hombre. La religión es el resultado de un proceso
evolucionista en la cultura humana.
El tercer modelo para el origen
de la religión es el monoteísmo original. Esta teoría enseña que la religión se
origina cuando Dios se revela a sí mismo al hombre. La primera forma que asume
la religión es el monoteísmo, y a partir de ahí se desvía.
Todas las religiones, pese a
sus diferentes enfoques, tienen en común el hecho de que los seres humanos
tienden a aceptar a un ser superior (o varios en las politeístas),
mitificándolos y venerándolos hasta el extremo, sobre todo en las monoteístas, de llegar a un abandono o negación total del
recurso a la racionalidad y a la capacidad de discernir y analizar
científicamente, en un proceso que lleva a una situación que entra en colisión
con la inteligencia humana, pero que la historia de la humanidad demuestra de
una tozuda y obcecada manera, que siempre ha estado presente a lo largo de sus
dilatados milenios.
Y casi todas, de una forma más
o menos velada, se convierten con el tiempo en unas auténticas multinacionales
que arrastran masas en todo el planeta, llevando a efecto gigantescas
demostraciones de histeria y conmoción colectivas, como en el caso de la
peregrinación a la Meca, y que en algunos casos son aprovechadas de una forma
mercantilista para generar negocio en torno a la fe de quienes allí acuden, en
busca de consuelo y curación para sus males, como Lourdes, Fátima, y
peregrinaciones y caminos varios que conducen hacia un santo patrón venerado
por sus fieles. Y es que la fe, no sólo mueve montañas.