¿Qué pasa por la mente de los
componentes de Podemos, que se muestran absolutamente incapaces de desligarse
de sus postulados más irracionales, hasta el extremo de relativizar cualquier
controversia de las muchas en las que con frecuencia se ven inmersos?
¿Cómo es posible que una y otra
vez, mantengan posiciones ambiguas unas veces y radicalmente absurdas y
obcecadas otras, hasta el extremo de que ante determinadas y comprometidas
preguntas, se adivinen ya sus invariables respuestas antes de ser emitidas?
Y es que es tal el grado de
estancamiento al que han llegado, que ante la increíble muestra de una aparente
imposibilidad de desmarcarse de sus rígidas posiciones, emiten invariablemente
un discurso ya archiconocido que parece pretender diferenciarse y distanciarse
del resto del arco político.
Prisioneros de su ideario, que
suena en exceso a populismo trasnochado, se les aprecia un aire neo progre y
esnob, a estas alturas ya pasado hasta la extenuación y el aburrimiento, que a
este paso les va a hacer perder otro millón de votos, ante un electorado cada
vez más hartos y cansado de sus posiciones extremistas y sus adhesiones más
inoportunas por ridículas y fuera de lugar.
Los últimos acontecimientos que
se han desarrollado en Venezuela, con el auto golpe de Maduro, han dejado a la
vista, con toda la meridiana claridad más explícita y esclarecedora, cómo los
diversos interlocutores de Podemos que se han pronunciado sobre el tema, lo han
hecho con la tibieza y relatividad acostumbradas, en un alarde de no condenar
unos hechos injustificables y a un tirano populista que está arrasando el País,
y dejando en la miseria más absoluta a sus ciudadanos.
Con un lenguaje que recuerda
antiguos comportamientos, afortunadamente pasados, cuando ante hechos bárbaros,
en los que una parte era la que ejercía la violencia contra el Estado y sus
ciudadanos y la otra sufría sus consecuencias,los simpatizantes de los
agresores llevaban a cabo declaraciones en las que repartían equitativamente el
peso de la culpa y del sufrimiento, equiparando a víctimas y verdugos, siendo
incapaces de condenar clara y taxativamente unos hechos que bastaban por sí
solos para dejar constancia de que sólo ellos eran los causantes de tanto
dolor.
No es el caso aquí analizado en
cuanto a violencia se refiere, no hay hechos dolorosos ni sufrimiento soportado
por ninguna parte. Pero sí existe la constancia, de unos numerosos sucesos
acontecidos, no sólo el aquí citado, en el que los componentes del grupo
políticos Podemos, siempre toma partido por las posiciones más extremistas,
radicales e irracionalmente planteadas, en oposición a casi todos, en un acto
que más parece tratar de diferenciarse del resto, que de asumir unas
convicciones que no obedecen ni a la razón, ni a la más mínima y elemental
sensatez.
Esta obcecación en negarse a
condenar determinados hechos en múltiples ocasiones, como en el acoso de unos
energúmenos abertzales en Alsasua a dos guardias civiles,no tiene sentido
alguno, con el agravante de que muchos votantes suyos o potenciales
simpatizantes, son disuadidos por este incalificable comportamiento, que no
tiene excusa alguna, y que se empeñan en mantener, aunque es verdad que en alguna ocasión no ha sido
unánime la postura,a la hora de llevarla a cabo, lo cual indica una cierta
división, aunque mínima, en sus impenetrables y tupidas filas.
Dos de sus últimas y peculiares
intervenciones, tienen que ver con las misas televisadas por una cadena
pública, cuya emisión no entienden en un Estado aconfesional, algo en lo que
llevan toda la razón, y la petición de perdón por el consumo de coca cola en el
Senado. Una de cal, y otra de arena.