viernes, 29 de mayo de 2009

ANCLADOS EN EL PASADO


Soy partidario de vivir el día a día, de mirar mínimamente hacia atrás, de no recurrir a añoranzas, nostalgias y recuerdos que muchas veces se transforman en ataduras, de árboles que no te dejan ver el bosque y que te impiden observar la realidad de una forma imparcial y objetiva, porque al transformarla, se altera tu auténtico yo convirtiéndote en rehén de una realidad que ya no existe.
Echar un vistazo atrás es positivo siempre y cuando se explore el mismo con vistas a rectificar y aprender de los errores cometidos, a cambiar las actitudes que se han demostrado vacuas e inútiles, en definitiva a evolucionar y adaptarse a los tiempos presentes con proyección de futuro.
Esta filosofía de la vida, es aplicable no solamente a los individuos, sino aún más a las instituciones de todo tipo que han quedado ancladas en el pasado de tal forma que hoy en día se revelan anacrónicas, obsoletas y fuera de lugar en un mundo que se mueve a la velocidad de la luz, de esa luz que merced a sus trasnochadas ideas y a su incapacidad de seguir el ritmo de la modernidad en la que vivimos, se ha transformado en sombras.
Pongo por ejemplo a la Iglesia Católica, ejemplo de institución incapaz de ponerse al día, opuesta como siempre a todo avance, con la vista siempre en el pasado, contraria a todo movimiento, no digamos ya progresista, sino simplemente acorde con los tiempos que corren. Se opone a los anticonceptivos, al aborto, a los avances en la ingeniería genética y se alía con la derecha más recalcitrante, en definitiva, se ancla en el pasado.
Y qué decir de la derecha política española, ejemplo de partido político que parece empeñarse en seguir atado a tiempos pasados que ya casi nadie quiere recordar, incapaz de liberarse de unas ataduras que dudo que los más jóvenes de dicho partido lleguen a compartir.
Sonroja comprobar como se oponen a todo lo que suponga romper con un pasado Franquista al que sin duda no pertenecen pero que da la impresión de que se siente herederos de semejante rémora. Cualquier alusión a aquellos tiempos les saca de sus casillas. Se niegan a condenar esa época, a retirar las estatuas del dictador, a llevar adelante la Ley de la Memoria Histórica y para rematar la faena, se alían con la Iglesia Católica, avalando todas las manifestaciones y salidas de tono de sus jerarcas.
Siempre he sido votante de izquierdas, aunque hace años que me he acogí al abstencionismo. No puedo votar, ni a unos ni a otros. Considero que tenemos una clase política, que ni nosotros ni nadie nos merecemos, o quizás sí porque somos nosotros quienes los elegimos, pero en cualquier caso soy incapaz de votar a unos políticos vocingleros, que dedican todo su tiempo a insultarse y airear los defectos ajenos en lugar de proclamar sus bondades, si las tuvieren y de paso echar un vistazo a su casa por si fuera necesario reparar los desperfectos propios.
Y es que, aunque nos pese, en el caso de la política y los políticos, este país apenas cuenta con treinta años de democracia. Si a esto, unimos el carácter típico español aplicado a la política, seguramente concluyamos que la cosa no da para más, aunque claro está, esto no justifica sus desmanes.
En cuanto a la Iglesia católica, cuenta con dos mil años de antigüedad. Si a estas alturas no ha evolucionado, ya nada cabe esperar. Seguro que sus feligreses, fieles ovejas de su rebaño, se ganarán el cielo más que por sus rezos, por su paciencia.

martes, 26 de mayo de 2009

UN MUNDO COMPLICADO

No quedan tan lejos aquellos tiempos en los que la vida se reducía a vivir el día a día sin las complejidades que hoy implica el ajetreo diario, sin las prisas que nos atosigan, presionan y hunden en un continuo deambular de un lado a otro que la mayoría de las veces no nos conducen a ninguna parte.
No es ésta una reflexión puramente nostálgica fruto de un estado de ánimo puntual, sino consecuencia de una análisis detenido del tipo de vida al que nos vemos abocados en mayor o menor medida cuantos vivimos en el ámbito urbano y tanto más cuanto mayor es la ciudad donde vivimos y desarrollamos nuestra actividad.
No hablo por la tanto del ámbito rural, donde la vida transcurre a otra velocidad, a otro nivel, en un espacio y tiempo que parecen no pertenecer a este mundo, donde la tranquilidad y el sosiego humanizan la vida que se desenvuelve en contacto directo con la naturaleza, a años luz del alocado ritmo que imprimimos a nuestras vidas en las grandes ciudades.
Este complejo mundo, nos ata día tras día a una vertiginosa, compleja y variopinta rutina cargada de obligaciones contraídas que nos obligan a estar al día y que no podemos obviar por las consecuencias negativas que de ello se derivarían y que nos acuciarían sin piedad.
Las incontables facturas, la implacable hipoteca, los trámites, renovaciones y permisos de todo tipo, las escrituras, las tarjetas de crédito, la declaración de la renta, del patrimonio, las obligaciones fiscales, las tributarias, las de la seguridad social, el trabajo en precario, las revisiones del coche, del carné de identidad, del carné de conducir, la compra, las vacaciones, el colegio de los niños si los hubiere y si son adultos, doble ración, con la consola, el ordenata, y como no, el omnipresente e inefable móvil.
Mención aparte merece este dichoso aparato que nos ha esclavizado con su poder de comunicación permanente, anulando en gran parte nuestra intimidad y robándonos parte del precioso y mínimo tiempo del que antes disponíamos.
Ha logrado trastocar nuestras vidas y las de nuestros hijos, logrando cambiar el ritmo de las mismas acelerándolas un poco más y consiguiendo un distanciamiento con ellos cada vez mayor al encerrarse en su mundo, anulando parte de su voluntad y convirtiéndolos en prisioneros adictos de un mundo permanentemente comunicado, virtual, e irreal fruto de la dependencia que han contraído y que se muestra tan dictatorial y tiránica que muchos de ellos necesitan ó necesitarán con el tiempo asistencia psicológica para superar su adicción.
No se trata de aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor, ni de volver al trueque o a los tiempos del seiscientos. Se trata, simple y llanamente de humanizar nuestra existencia.
Siempre queda la alternativa de recluirnos en un recóndito y alejado monasterio o ese soñado y bucólico pueblecito junto al mar o en la falda de la montaña donde la paz, el sosiego y la tranquilidad relajen nuestra existencia.
Discúlpenme si les digo que en todo caso me llevaría el móvil, que no me faltaría Internet y que tendría el coche en el garaje. Las facturas y todas las demás ataduras, las dejaría en la ciudad.
Acabo de despertar y creo haber soñado. Como en la mayoría de los sueños, no logro hilar por completo la historia soñada, pero me ha dejado un agradable y tenue recuerdo.

miércoles, 13 de mayo de 2009

EL DUDOSO ARTE DE NEGAR LO EVIDENTE

Cerrar los ojos ante lo evidente, negando lo objetivo y demostrable, adoptando la política del avestruz y negando la realidad que nos envuelve, lleva al ser humano a entrar de lleno en el absurdo, la estupidez y el autoengaño con las consiguientes consecuencias negativas a la hora de analizar el mundo que nos rodea.
Las cifras en cuanto a número de embarazos no deseados en los jóvenes, nos muestran un panorama desolador. En los últimos años, el número de chicas que se han quedado embarazadas involuntariamente, ha aumentado de forma notable. Entre 1990 y 2000, la tasa de embarazos no deseados en menores de 18 años creció el 35% respecto a la anterior década, mientras que los abortos superaron el 52% en 2003, según datos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
Basándose en el número de chicas que mantiene relaciones sexuales completas y a la luz de los resultados obtenidos, la encuesta sitúa el riesgo total de embarazo no deseado en un 15%, lo que significa que cerca de 400.000 jóvenes están expuestas en España.
El panorama resulta desalentador si tenemos en cuenta que los jóvenes disponen ahora más que nunca de una información y unos medios anticonceptivos a su alcance como jamás han tenido las generaciones anteriores. Si a esto unimos el hecho evidente de que se inician en el sexo cada vez más jóvenes, el panorama se torna aún más sombrío.
Pero el hecho está ahí, y hay que afrontarlo. La educación dentro de la familia – difícil tarea en un mundo en el que los jóvenes se encierran en sí mismos, permanentemente comunicados entre ellos, pero cada vez más distanciados con los padres - y en los centros de enseñanza – labor que sigue siendo incompleta e insuficiente a todas luces - y proporcionarles los medios anticonceptivos, así como su correcto uso con el fin de evitar situaciones que repercutirán negativamente en los jóvenes y en sus familias.
El gobierno acaba de anunciar la venta libre de la píldora del “día después”, como una posible solución a este problema. Los de siempre, como no, han comenzado a rezar en voz alta elevando su grito al cielo, nunca mejor dicho, pues una gran mayoría de ellos responden al perfil de los beatos/beatas de siempre, conservadores integristas que ni hacen ni dejan hacer y que en muchos casos, harto hipócritas ellos, no dudarían en utilizarla si se vieran afectados por este problema.
Las razones para justificar estas actitudes negativas son diversas, aunque podríamos reducirlas a dos que son las más que con más frecuencia se presentan: la ignorancia y el fundamentalismo religioso.
Los primeros son excusables, aunque de difícil comprensión en un mundo tan global y comunicado, mientras que los segundos no hacen sino seguir el mandato de los jerifaltes que gobiernan la iglesia católica empeñada en ir contra corriente en un mundo cuya modernidad los ha superado, defraudando cada vez más a muchos de los que son y han sido ovejas de su rebaño.
En Francia, Inglaterra, y los países nórdicos, el uso de la píldora poscoital – anticonceptiva, no abortiva como aducen los de siempre-, ha conseguido reducir a la mitad los embarazos no deseados. Será preciso, eso sí, apoyar su uso en una rigurosa campaña de información que llegue a los jóvenes lo más clara y directamente posible.

lunes, 4 de mayo de 2009

DIOS Y LEYES VIEJAS

La expresión que da título a este artículo, corresponde al lema que Sabino Arana, fundador del Partido Nacionalista Vasco, acuñó como esencia de dicho partido y que posee unas connotaciones tan ancestrales, fanáticas e integristas, que dejan entrever, por sí solas, el ideario que puede esconderse detrás de semejante sentencia, preparando al lector interesado en la vida y obra de este siniestro personaje para contemplar un panorama sombrío ante las ideas que vierte en su testamento político con un contenido en el que se mezclan el odio racial y el integrismo religioso con la brutalidad que desprende su mensaje hacia todo lo que no sea la pureza de la raza vasca.
Dotó a su movimiento de un tinte tradicionalista y de un confesionalismo católico rayano con el integrismo, que quedaron reflejados en su lema Dios y leyes viejas. Creía haber descubierto los principios eternos del “ser” vasco, a cuyo olvido atribuía la decadencia histórica del país y su sometimiento a ideas foráneas, despreciando todo lo que tuviera que ver con los españoles, seres inferiores, liberales, ateos y blasfemos.
Su fanatismo estaba impregnado de una religiosidad que todo lo envolvía, empapándolo de un integrismo que le llevaba a creer que Dios había elegido al pueblo vasco dotándolo de unas condiciones excepcionales, creyendo que el mejor servicio a Aquél, sería la consecución de la independencia política.
“Todos para la patria y la patria para Dios”. Este es otro de sus inefables y tajantes lemas que dejó a sus seguidores, los cuales, cien años después, siguen rindiendo tributo a este oscuro y terrible visionario que sigue iluminando la mente de los modernos Sabinianos que en estos días, y después de treinta años, se han visto obligados a abandonar el poder, no sin antes resistirse por todos los medios de una vergonzosa manera, tratando de desprestigiar por todos los medios a quienes han sido elegidos para ocupar su lugar.
Precisamente en estos días va a tener lugar el cambio de gobierno y ya están desafiando al nuevo Lendakari a que se atreva a cambiar la fórmula del juramento, que para hacer honor a Sabino Arana, reza - nunca mejor dicho - como sigue: “Ante Dios humillado....”.
Tratando de dejar bien claro que el País Vasco les pertenece por derecho propio y designación divina, tal como les enseñó su maestro, lanzan al nuevo Lendakari ese reto y otros como el de intentar cambiar el mapa del tiempo de la televisión vasca en el que muestran además de las tres provincias, Navarra y los tres territorios del sur francés, como integrantes de Euskalherría.
Disfruta Euskadi de un bienestar y de un nivel de vida realmente envidiables, superando incluso la media europea. Esto es absolutamente cierto y he podido comprobarlo en los viajes que he girado a Euskadi, la última muy reciente, en la que pude comprobar este hecho.
Sin embargo, considero que queda muy lejos de la modernidad, al menos moral, una población que con tanta frecuencia mira hacia un lado para no ver lo que no quiere o no le interesa ver. En ese sentido, no siento envidia en absoluto por un territorio con unos niveles de bienestar económico tan elevados pero que deja bastante que desear en el terreno de la solidaridad y la comprensión hacia aquellos que sufren la violencia y la opresión por parte de quienes asolan esa hermosa y querida tierra vasca.
Como dije, hace unos días estuve allí. Maravilloso y encantador viaje. A la vuelta pasamos un día en Burgos, preciosa ciudad que conozca bastante bien. Si tuviera que ponerle un título a ese viaje, sería el de “Contrastes”. Contraste en el aspecto económico, contraste en el artístico y monumental, pero sobre todo, contraste en el carácter de sus gentes, abierta y comunicativa en Burgos, seria e introvertida en Euskadi, tanto más cuanto más te internas en los pueblos del interior.
Desde siempre, me he interesado por el tema vasco, “conflicto vasco” que lo denominan quienes desean explotar esta situación en su beneficio. Leo todo lo que se publica sobre el tema desde todas las perspectivas. Demasiado fanatismo, demasiados intereses creados, demasiadas complicidades ejercidas por los que han detentado el poder durante tantos años, creyéndose, cual fieles seguidores de Sabino, elegidos por Dios para regir el destino de una raza que pose rasgos distintivos tales como su rh, su lengua y su bandera.
Por supuesto que poseen rasgos distintivos que los hacen acreedores a una identidad propia. Pero son rasgos que igualmente poseen los andaluces, los catalanes, los castellanos, los gallegos y todos los demás pueblos que conforman esta España tan plural.
Confiamos en el buen hacer del nuevo gobierno, que necesita de cambios no necesariamente radicales pero sí urgentes y necesarios para tratar de erradicar el fanatismo, el miedo y la violencia demasiado enraizados en Euskadi.Es una oportunidad que merece ser contemplada con esperanza.