¿Cómo es posible que en pleno
siglo XXI, gente con al menos dos dedos de frente en este País, puedan pensar
que a estas alturas cabe la posibilidad, nada remota según dicen, de que acedan
al gobierno los comunistas?
Si dejamos de lado a quienes
utilizan artera y malintencionadamente este concepto, siempre con afán de
desgastar y de paso demonizar, a quienes acusan de semejante maldad, propia de
los años de hierro del comunismo más acendrado, nos quedarían todos aquellos ciudadanos
que lo llegan a creer sinceramente, en un acto de una ingenuidad tal, que
resulta inconcebible a estas alturas.
Influenciados sin duda por
aquellos que quieren sembrar el desprestigio y la duda entre las gentes más a
su alcance, llegan a imaginarse un comunismo radical y fanático, que sembró el
miedo y erradicó las libertades, convirtiendo a los desdichados ciudadanos en
siervos propiedad del Estado de partido único, promotor de la denominada
dictadura del proletariado.
Mentes, si no infantiles, sí al
menos decididamente manipuladas desde siempre, o como mínimo desde que llegaron
las hordas marxistas, apenas hace un par de años, a trastocar con sus
diabólicos planes, la tranquilidad y la seguridad de un País, que hasta dicen,
saliendo estaba de una crisis, que con los comunistas, comenzará de nuevo, pero
esta vez por intrincados derroteros que nos pueden llevar a la ruina total.
Así deben de pensar quienes les
atribuyen demoniacos poderes a los futuros gobernantes, sin Dios y sin moral
alguna,que dejarán esta España irreconocible, atea y alejada de los valores
eternos, que no dejarán iglesias en pie, ni curas, ni misas, ni rezos, que
quedarán prohibidos como toda manifestación religiosa que con el tiempo sólo
serán un recuerdo de la muy sacrosanta y católica España.
Bromas aparte, cada vez más gente
se mueve en esos parámetros mentales próximos a la exageración, que si bien no
llegan a lo aquí citado, no quedan muy lejos de semejantes postulados, absurdos
hasta el aburrimiento, e inconcebibles en un país Europeo avanzado del siglo
XXI, y que muchos agoreros malintencionados, explotan hasta la extenuación.
Maniobras que no son ni éticas,
ni estéticas, inadmisibles como argumento político que utilizan los
adversarios, con las malsanas intenciones aquí ya expuestas, y que aunque
parezca mentira, aún calan en determinados y amplios sectores de la población,
a los que inculcan unos miedos atávicos, que no tienen ni razón, ni fundamento,
ni justificación alguna.
Hasta tal punto resultan absurdas
estas conjeturas, que los mismos protagonistas, acusados de tamaña maldad, han
decidido dar un giro a su imagen en vista de las alarmas surgidas, modificando
su vestimenta, suavizando sus formas y limando asperezas varias, en un discurso
programático que quieren se acerque el máximo posible a la socialdemocracia,
con la que en realidad, muy poco tienen en común.
Y lo hacen, a sabiendas de que
pueden llegar a tocar poder, incluso a muy alto nivel. Los pronósticos
vaticinan que Podemos - tachados de comunistas - podrían llegar a formar
gobierno con los Socialistas – de siempre socialdemócratas - de tal forma que
no sería nada descabellado contemplar un presidente de extracción izquierdista
radical, o comunista como algunos prefieren denominarle, sin que por ello se
hundan las estructuras políticas, sociales y económicas de un país europeo como
el nuestro.
Gente joven, impulsiva, y con
nuevas y refrescantes ideas, que traerán, en principio un soplo de aire fresco
del que tan necesitada está la política española, sin que por ello tengan que
alarmarse ni escandalizarse cuantos así lo hacen, influidos los más, por la
demonización a la que están siendo sometidos.
Si es así, será porque la
ciudadanía los ha elegido. Sean comunistas o no - concepto que hace ya tiempo
perdió todo su contenido en las sociedades avanzadas – y que merecen el respeto
de todos, porque habrían logrado escalar hasta tan prestigiosa posición en
justa lid, y porque la legalidad aceptada por todos, les ampara.