sábado, 25 de abril de 2015

EN PALERMO, CAPITAL DE SICILIA

Viajar es sin duda, la mejor y la más hermosa y eficaz forma, no sólo de conocer el mundo con sus gentes, su arte, su gastronomía y sus costumbres, sino algo mucho más importante y transcendente para el ser humano, como es el hecho de comprobar cómo esas aparentes discrepancias se difuminan y desaparecen, dejando paso a una simple y elemental variedad, basada en una diferente historia vivida a lo largo de los siglos que ha determinado un rumbo no coincidente con el nuestro en todo lo que de accesorio tiene, mientras que nada ha cambiado en lo esencial.
Algo así se experimenta en la hermosa Sicilia. Una isla mediterránea que tanto recuerda a las Baleares o a cualquiera de las otras ínsulas ancladas en este Mare Nostrum, y que en tiempos, perteneció a la Corona de Aragón. Verde, montañosa, salpicada de pequeños pueblecitos colgados de las laderas de las sierras y montañas que pueblan su interior. Una orografía que obliga a abrir caminos y carreteras serpenteantes a lo largo de toda su considerable superficie, muy extensa, muy amplia, con ciudades tan importantes como su capital, Palermo, y otras como Agrigento, Catania, Siracusa, Marsala, Trapali, y otras, la mayoría de las cuales situadas en la costa.
Es imposible e ilusorio, pretender descubrir Palermo por primera vez. Siempre que el viajero vuelve a pisar su vieja y desgastada alfombra de cemento, recorriendo una vez más sus avenidas, plazas, calles, y callejuelas, es como si comenzase de nuevo, como si retornase al mismo lugar, pero con toda su ambientación cambiada. En cada paseo, en cada excursión a ella girada, se revelan nuevos rincones, se destapan desconocidas placitas por dónde ya debíamos haber pasado. Es como si la ciudad se hubiera cambiado de ropa para mostrarse distinta cada vez que la contemplamos.
Palermo, fundada por los Fenicios en el siglo VIII a.c.,  es la ciudad de los contrastes. Como en ningún otro lugar, se mezclan la anarquía con el orden, la suciedad con la limpieza, las callejuelas más cutres, con las avenidas más espléndidas, los edificios ruinosos en inmundos callejones, con los majestuosos y elegantes palacetes, los espacios míseros y decadentes con las bellas plazas con hermosas fuentes, lo vulgar, borde y cutre, con el arte más extasiante y refinado, el desorden ruidoso y anárquico del tráfico, con la tranquilidad de sus calles peatonales, el despropósito de ciertos lugares, con el singular encanto de sus mercadillos, que llenan de colores, olores y sabores las callejuelas de la zona antigua de esta increíble y hermosa ciudad.
Si algo destaca a primera vista, es el espectáculo de un caótico tráfico, dónde nadie parece respetar nada ni a nadie. La línea continua de vías y carreteras, aquí no cumple función alguna, algo que comprobamos además en el viaje por el interior de la isla camino de Agrigento. Apenas se vislumbran semáforos y los pasos cebra, son considerados un mero adorno. El peatón ha de cruzar con la mano extendida, confiando en que logre pararlos, algo que generalmente suele conseguirse.
Se circula a toda velocidad, como si todos tuviesen urgente necesidad de llegar a su destino. Sorprende cómo los viajeros de los autobuses no disponen de billete o si lo tienen, no lo utilizan, como también deja perplejo al visitante la suciedad de las calles, los perros abandonados dormitando en las aceras, y la combinación y alternancia de edificios señoriales con otros, en el que el abandono y la ruina son tan notables, que asombra al paseante que abre los ojos desmesuradamente para poder captar tanto contraste.
Pero esta ciudad esconde tesoros de una grandiosa y soberbia belleza que ningún viajero debe obviar. Es una ciudad donde la religiosidad todo lo impregna, con altares y hornacinas en las calles, placitas y en los rincones más insospechados, donde las vírgenes y santos reposan entre luces de neón, y dónde el número de iglesias es inconmensurable. De todas las épocas: bizantinas, barrocas, neoclásicas, algunas hermosísimas y otras sin un valor artístico destacable, pero siempre acogedoras y valiosas para sus feligreses, así como edificios de origen fenicio, griego, árabe y normando.
La Chiesa de la Martorana, iglesia de estilo Normando Árabe Bizantino, del siglo XII, preciosa joya, maravilla de maravillas. Ha de visitarse sin excusa alguna. Su contemplación extasía al asombrado viajero que no puede dejar de admirar sus bellísimos iconos en unos mosaicos que cubren sus arcos, columnas y techos, en un ejemplo admirable de la capacidad humana para crear belleza e impresionar  hondamente la sensibilidad del espíritu humano.
La Capilla Palatina, de estilo Bizantino, es un tesoro de un inmenso valor. Fue la capilla real de los reyes Normandos de Sicilia. Del siglo XII, se encuentra dentro del Palacio de los Normando, que es la sede actual del parlamento Siciliano. Posee unos bellísimos mosaicos con iconos que representan escenas bíblicas, y una impresionante y majestuosa cúpula. El artesonado del techo sobrecoge poderosamente por su estilizada y espléndida decoración en forma de estalactitas de madera Árabe.
La gastronomía es otra joya a disfrutar en Palermo. Es una gratísima sorpresa. Se basa en la pasta, pero con una infinidad de variantes imposible de imaginar. Deliciosos platos, suaves, ligeros, genialmente condimentados, utilizando un excelente aceite de oliva, lo cual es digno de agradecer. Buenos vinos, y una excelente repostería que hace las delicias de todo buen paladar, y todo ello con unos precios increíblemente ajustados, que sorprenden al agradecido viajero. Hermosa isla de Sicilia y encantadora ciudad de Palermo. Hermosos destinos de nuestro pequeño mundo a los que hay que regresar.

lunes, 20 de abril de 2015

EL FRANCOTIRADOR

Se dan de vez cuando determinados espectáculos dirigidos al gran público, que tienen la virtud o facultad de despertar un especial interés, que poseen una atracción diferente, bien por el contenido que tratan, o porque el tema está de plena actualidad, o bien porque el autor, director o creador del mismo, suele generar opiniones muy diversas, de tal forma que dicho evento suele posicionarse por encima del interés medio que debiera suscitar en otras circunstancias, entrando a formar parte de la controversia generalizada que suele darse en estos casos, pasando de esta forma a erigirse en uno de los temas de actualidad, susceptible de llevarse tanto a debates, tertulias y fororos especializados, como a conversaciones y charlas habituales, así como en los medios de comunicación, para de esta manera generarse un controversia que alienta todo tipo de interpretaciones.
Es el caso de la película de El Francotirador, del director y actor Clint Eastwood, cuya temática toca de lleno la guerra de Irak, así como las consecuencias que este inacabado conflicto ha creado desde sus inicios, hace ya demasiados años. El director un reputado personaje del mundo del cine, octogenario ya, pero con una vitalidad envidiable, posee una amplia experiencia como actor, desde sus primeras películas como La Muerte tenía un Precio y tantas otras que podríamos citar, así como director, como por ejemplo Sin Perdón y otras muchas, la inmensa mayoría grandes éxitos por todos reconocidos, hasta llegar a ésta última por él dirigida, como siempre, magistralmente.
No es la única película de guerra que Eastwood ha dirigido. Banderas de nuestros padres es un ejemplo de ellas, un durísimo y desgarrador relato de la conquista de la isla Iwo Jima en la segunda guerra mundial. En realidad son dos películas con el mismo título, pero una analizada desde la perspectiva de los norteamericanos y la otra desde de los japoneses. La primera en inglés y la segunda en japonés, en un perfecto ejemplo de imparcialidad, en un afán de mostrar una absoluta objetividad al narrar el horror de una de las batallas más sangrientas de todo aquel conflicto bélico, donde el dolor y el sufrimiento de ambos bandos se muestra sin tapujos ni predisposición alguna hacia ninguno de ellos.
La polémica surgida con la película que nos ocupa, se debe a que muchos la tachan, sin más, de un filme en el que por encima de todo, el director trata de honrar y ensalzar la figura del protagonista, un soldado estadounidense, cuya vida real refleja la cinta, con el propósito de enaltecerlo como un héroe que con sus acciones fue capaz de salvar multitud de vidas de los suyos, como así, en efecto, tuvo lugar, aunque para ello tuviese que eliminar a un niño, y a alguna mujer, utilizados por el bando enemigo.
El director se ha manifestado en el sentido de que la película no es ni belicista – pese a las desgarradoras imágenes de combate que se dan en la misma –, ni pretende ser un canto ni una defensa a ultranza hacia la lucha antiterrorista allí desatada, que tantas víctimas está causando y tantos odios desata en una zona del mundo donde las consecuencias de la guerra y la violencia, con todo el horror que suponen, se traslada a occidente en forma de acciones terroristas que están provocando tanto dolor y sufrimiento, y que llevan a cabo quienes se toman la venganza de una manera indiscriminada.
Más bien al contrario, afirma que es un testimonio antibelicista en contra de la crueldad y el sufrimiento que causa la guerra, utilizando para ello a un héroe americano, que creía firmemente en lo que hacía, luchando por su País y por los valores en los que él creía, a costa incluso de los problemas que a nivel personal y familiar le causaron. En cualquier caso, esta película ha causado impacto en una sociedad que no concibe que dadas las actuales circunstancias de tensión entre aquel mundo y éste, alguien se decida a llevar a cabo un filme que entienden puramente militarista y cruel.
Pero esta película merece un análisis más sosegado, e incluso verla más de una vez, para sacar conclusiones que no se vean excesivamente perjudicadas por una primera impresión. Merece la pena detenerse en aspectos que el director recoge con intensa dedicación, como el ambiente familiar del protagonista, deteriorado por los acontecimientos y a punto de romperse, el análisis que hace del sufrimiento de algunos soldados y su opinión sobre la guerra, como su hermano, así como el estudio que hace el director acerca del sufrimiento de la población civil, del empleo de los niños en la guerra, de la crueldad de unos odios desatados por ambos bandos, sin mostrar inclinación alguna.
Es necesariamente una película de guerra. Pero no una cinta bélica al uso, sino una desgarradora muestra del sinsentido de esa cruel y despiadada violencia inherente al ser humano.

lunes, 13 de abril de 2015

SECESIÓN A BORDO

Parodiando el título de la famosa película acerca del motín de la Bounty, surgen estas líneas, que como se podrá comprobar más adelante, contienen una rememoración de unos hechos que entonces tuvieron lugar, y que hoy, más de doscientos años después, podríamos aplicar a una situación dada en nuestro País, que aunque de tintes diferentes, y aplicados a circunstancias distintas a aquellas, no por ello dejan de tener una conexión que podemos establecer en la rebelión a bordo – título en español de aquella película – que se desató en aquella nave a cargo de una tripulación descontenta con su capitán, al que dejaron abandonado, junto con algunos de sus hombres en una isla a merced de su suerte, mientras el resto, el grueso de de la marinería, regresó al puerto de dónde habían salido en busca de los árboles del pan, con los que pensaban alimentar a los esclavos de las colonias inglesas del Caribe.
La rebelión fue liderada por el segundo oficial de a bordo y secundada por la mayoría de los marineros, descontentos con el trato inhumano del capitán, pese a que estudios posteriores afirman que en realidad no fue exactamente así, y que incluso el capitán se desvivió con la tripulación hasta el extremo de contar con un violinista para que les amenizase los duros trabajos que llevaban a cabo, lo cual constituye toda una ironía y una soberbia contradicción, que únicamente podría justificarse con otra: posiblemente la rebelión se dio por el hecho de que la mayoría de los marineros, rechazaba a un insoportable violinista que no colmaba sus aspiraciones musicales.
La conexión citada, tiene lugar cuando comprobamos que aquí, en nuestro País, en la nave común donde todos nos encontramos, más o menos a la deriva , se anuncia a bombo y platillo una secesión, una rebelión, una separación física, política, social, cultural y económica de  España, de una región tan importante como Cataluña, que lleva perteneciendo al Estado Español desde el principio de los tiempos, en un alarde de intolerancia, soberbia y desfachatez tales, que el despropósito ronda la ridiculez más extrema, si no fuese porque el asunto es de suma trascendencia, y porque vistos los antecedentes, no deberíamos tomar a broma un intento más de lograr la independencia, a cargo de los de siempre, de los capitanes de esa nave catalana que rige sus destinos de una forma desleal y caprichosa, que no son otros que los dirigentes de los principales partido políticos nacionalistas empeñados en llevar a cabo dicha independencia.
No es asunto poco serio, no es para tomárselo a chanza, a broma, no es un asunto baladí. En absoluto. El presidente del gobierno, afirma que si él sigue de presidente dentro de dieciocho meses, cuando dicen que declararían la secesión, no permitirá de ninguna manera la independencia de Cataluña, en un gesto que no deja indiferente a nadie, pues no se trata simplemente de impedir una consulta, de retirar unas urnas o de una decisión que el Estado pueda llevar a cabo con el objeto de evitar determinados hechos, que en este caso nada tiene en común con los anteriores altercados habidos sobre este mismo asunto.
Se trata de declarar unilateralmente la independencia, basándose en unos posibles resultados de unas elecciones que ellos consideran plebiscitarias, y que les conferirían según ellos, autoridad moral y legal para separarse de un Estado, que no podría detener de inmediato semejante determinación, ni obviarla, ni rechazarla con el simplista argumento de que es ilegal, de que no tiene ninguna validez, de que no se va a reconocer dicha secesión.
Es pues un asunto sumamente grave que toma un cariz realmente preocupante. No podemos saber, llegado el caso, que haría la Comunidad Europea, por mucho que trate de apuntar, según parece, que no reconocería el nuevo Estado. Las circunstancias dadas en ese momento podrían modificar esa postura y comenzar por algún país que en principio sí lo reconocería, y así, nunca podremos saber qué podría venir después, una vez los hechos consumados.
El órdago lanzado es un auténtico desafío, una taimada declaración de intenciones secesionistas que suponen todo un paso adelante en las maniobras desestabilizadoras que los gobernantes catalanes llevan sacando a colación desde hace ya demasiado tiempo. La pérdida de Cataluña, supondría un durísimo golpe para España. No hay que olvidar que Cataluña tiene ocho millones de habitantes, y que su PIB, representa el 20% del Estado Español, la quinta parte. Una cifra demasiada alta para poder soportarla sin grandes problemas para todos, incluso para ellos, los ciudadanos de Cataluña, que se verían fuera de Europa y que tendrían que hacer frente a formidables problemas económicos inimaginables ahora mismo para la inmensa mayoría de los ciudadanos de esa región.

sábado, 4 de abril de 2015

LA METAMORFOSIS DE PODEMOS

No hay nada en este mundo que no esté sometido a la variación, al cambio, a la mudanza, al continuo e interminable mutar, ya sean los seres vivos, tanto animados como inanimados, como los inertes. Aquellos debido al crecimiento y a las continuas alteraciones y transformaciones a que permanentemente están sometidos desde que nacen hasta que mueren, y los estos últimos, a la acción de la intemperie, de los fenómenos meteorológicos y de otras fuerzas que los desgastan y erosionan, provenientes todos de un Planeta que ni siquiera él, en su conjunto, tomado  como una unidad geológica y biológica, puede escapar a esta evolución constante, que en muy poco se parece al que en su origen fue, hace más de cuatro mil quinientos millones de años, y que hoy en día continúa en pleno proceso de un imparable y constante cambio.
La metamorfosis, entendida como un cambio o mutabilidad de los entes, ha sido protagonista de historias noveladas, poemas y relatos, entre los que destacan dos autores que sobresalen por encima del resto, y a los que recurrimos de inmediato en cuanto citamos dicho término: Publio Ovidio Nasón, poeta latino, que vivió entre el 43 ac y el 17 dc, y Franz Kafka, escritos checoslovaco, que vivió entre 1883 y 1924. El primero recoge en un extensísimo poema, historias y leyendas mitológicas que comienzan por el origen del mundo, hasta la transformación en deidad de Julio César, mientras que el segundo, relata la metamorfosis del protagonista, que transformado en insecto, el autor intenta exorcizar sus fantasmas internos. En cualquier caso, ambos basan su obra en el cambio y la permuta continua de sus protagonistas, bien sean Dioses y héroes más o menos fabulados, bien sean seres humanos trastocados en insectos.
Podemos, bien podría ser el título de otra obra literaria, más o menos sujeta a la mutabilidad, el trueque y el canje novelado, términos todos con un cierto grado de aproximación al que nos ocupa, a la metamorfosis sufrida por un ente político, pseudo político o cuasi político, aún en ciernes, y sometido por lo tanto a catarsis varias, así como a cambios y transformaciones constantes, con más o menos variabilidad, intensidad y, sobre todo, y por encima de todo, con una cierta veleidad, que se le podría achacar, y hasta perdonar, siendo debidamente condescendiente, debido fundamentalmente a su escasa edad, fruto de un nacimiento relativamente reciente, que ha desembocado en una infancia en exceso precipitada, que apenas le ha dado tiempo para disfrutar de una lactancia, que le ha conducido de inmediato y sin apenas transición, a la siguiente etapa de una vida, que está sufriendo una metamorfosis tan meteórica, que en poco más de un año de vida pretende alcanzar la madurez, sin desarrollarse ni física ni anímicamente, en un proceso que parece imparable hacia unas metas que pueden parecer tan próximas como inalcanzables.
Y así, llegados a este punto de no retorno, nos tienen acostumbrados ya a continuos y permanentes cambios y vaivenes que nos dejan exhaustos a medida que el tiempo pasa y se van alejando unas veces y acercando otras, a objetivos políticos, económicos y sociológicos, que ayer en nada se parecían a lo que hoy nos vemos obligados a escuchar, en una constante actitud, a veces frívola, a veces ingenua, que no dejan lugar alguno a la capacidad de asimilar, debatir y analizar, que todos poseemos, debido a que la propuesta siguiente que nos harán, no dará tiempo para ello, lográndose de esta forma una acumulación de sugerencias tal, que la confusión y la incertidumbre reinante, no nos dejarán sentar una clara, rotunda y decidida idea de lo que realmente proponen quienes así exponen su pretendido, confuso y convulso programa.
 Como botón de muestra, uno más. La candidata a la Junta de Andalucía, ha propuesto utilizar los ahorros de los ciudadanos para crear una banca pública, al servicio de vete a saber quién, ya que los ahorros que la gente tiene en los bancos, no se han invertido en una economía productiva, por lo que ellos se atribuyen la potestad de manejar los ahorros de los sufridos ciudadanos, tal como les venga en gana, lo que constituye un atropello de colosales dimensiones. Sin comentarios.
Pues bien, más pronto o más tarde, alguien desmentirá o bien matizará estas declaraciones, con lo cual volvemos a entrar en la vorágine de los dimes y diretes, de los de donde dije digo, digo diego, de condenar “algunos atropellos” de la dictadura Venezolana, a transigir con ella, tal como han hecho en el parlamento europeo, donde se han negado a condenar lo que no es sino una dictadura disfrazada de democracia bolivariana, en un continuo y permanente cambio que no deja indiferente a nadie.
Pese a todo, Podemos, continúa suponiendo una renovada esperanza para tanta gente desencantada con la política y los políticos actuales. Una vez que dejen completamente libre, claro y despejado el panorama de su  programa político y de intenciones de todo orden, Podemos dejará la metamorfosis a un lado para decantarse por un cristalino y unidireccional sentido programático. Esperemos.

miércoles, 1 de abril de 2015

LA GENEROSIDAD DE FEDERICO GARCÍA LORCA

Pocos seres humanos dotados por la naturaleza con los atributos más codiciados y valorados, como son la extrema sensibilidad, la capacidad creativa en múltiples campos del arte, así como la ternura entrañable,  la alegría y el entusiasmo contagioso que desprendía todo su ser, por doquiera que fuera,  pueden llegar darse en una persona, como en el caso de Federico García Lorca, poeta, dramaturgo, músico, pintor, y sobre todo, un alma pura y radiante, que iluminaba los espacios dónde se desenvolvía, con una inmensa capacidad para llevar la alegre y vital energía que emanaba de todo su ser, en un alarde de explosiva e irrefrenable locura emocional, que lograba transmitir a todo su auditorio, transformándolo hasta conseguir que todos los asistentes se contaminaran de la desbordante fascinación que irradiaba, porque todo en él era música  y poesía, porque toda su persona emanaba la vibrante alegría de vivir.
Según su última biografía, entre las innumerables que sobre él han ido apareciendo en todo el mundo, la publicación de sus libros se ha prodigado una y mil veces, sus obras de teatro se han representado por todo el planeta, se ha contado su vida y muerte hasta la saciedad, y se invocó la verdad, porque lo contrario de la memoria no es el olvido, sino la mentira, porque con la facilidad con la que un niño aprende la canción del lagarto, hicimos nuestro a Lorca, y no hubo cineasta, ni escritor, ni artista que no hiciera a su manera, un homenaje a uno de los más universales escritores españoles.
Jamás un personaje como Federico, ya sea en el terreno de las artes, las ciencias e incluso de la política, ha despertado tanta pasión y tanto afán por describirlo, por narrar su vida y su obra, por intentar llegar a esa alma tan emotiva, tan inmensamente tierna, derrochando una alegría y una vitalidad contagiosamente desbordante, a la vez que, pese a su inmensa pasión por la vida, intentaba desentrañar ese sentimiento trágico que le llevaba a huir de la idea la muerte que tanto le atormentaba y que le condicionó en más de una ocasión su existencia, llevándolo a trastocarla en más de una ocasión, como cuando movilizó a todo el personal de la Barraca para abandonar el lugar donde estaban, porque se despertó de madrugada con un sueño en el que un grupo de cerdos devoraban a una tierna cabritilla, algo que interpretó como una señal de su trágico final, que tristemente se vería materializado más adelante.
Generoso con los gitanos a los que tantas veces cantó, como  en el Romancero Gitano, generoso con su Andalucía que dio a conocer en todo el mundo, generoso con su familia que tanto le ayudó y a la que tanto quiso, generoso con los  componentes de la Generación del 98 con los que convivió, generoso con todos los de la Generación del 27, la suya, que tanto le admiraron y le quisieron y a los que tanto estimó, generoso con sus amigos que creyeron en él y le ayudaron en la publicación de su poesía y en la puesta en escena de sus obras de teatro, generoso con sus actores de la Barraca, con Margarita Xirgu, que tantos de sus dramas representó, generoso con sus amantes, que tanto le hicieron sufrir, generoso con sus dos grandes amigos, que lo fueron, y que después, al final, acabarían marginándolo, el uno por su intolerancia, Luis Buñuel, y el otro por su egoísmo, Salvador Dalí.
Pedro Salinas hablaba de él: Generoso, generoso, generoso. Iba al piano para aquél que le pedía canciones, recitaba para los que se embriagaban en aquellos jolgorios de poesía que él encendía en cualquier parte. En dos segundos, cambiaba la atmósfera, nada más abrir su boca ancha y empezar “verde que te quiero verde”, o como cuando con lápices de cera pintaba monos para los niños, que luego guardaban los mayores.
Generoso fue también con la música. Estudió esta disciplina artística hasta los dieciocho ochos. Era un excepcional concertista de piano, reconocido en todos los lugares donde tocaba. Su gran amigo Manuel de Falla, el genial compositor español, así se lo reconocía. Ambos visitaron las cuevas del Sacromonte en Granada, y recogían las canciones populares que conservaban los gitanos y todo el saber que poseían acerca del cante jondo. Federico aprendía a tocar la guitarra con ellos, que eran grandes maestros de ese hermoso instrumento. Escribió numerosas canciones, y sin duda, si hubiese conocido antes a Falla, se hubiese decantado por la música, ya que incluso él, al comienzo de su andadura artística, siempre dijo que él, ante todo, era músico.
Pablo Neruda, amigo del alma, decía de él, que Federico fue el  hombre más alegre que había conocido en su vida. Contagiaba la dicha de ver, de oír, de cantar, de vivir. Por eso, cuidado con nuestra ceremonia. Nada de ritmos primarios. Estamos celebrando la inmortalidad de la alegría. Era un niño abundante, el joven caudal de un río hermoso. Derrochaba la imaginación, conversaba con iluminaciones, regalaba la música, prodigaban sus mágicos dibujos, rompía las paredes con su risa, improvisaba lo imposible, hacía de la travesura una obra de arte.
Por encima de todo y de todos, era un genio, que vio truncada su vida en plena juventud, por la injusta, malvada y brutal envidia de quienes odiaban la sensibilidad con que el arte es capaz de elevar el espíritu humano y conducirlo por las sendas de la belleza, de la cual Federico García Lorca, era su más generoso representante, y por tantos otros que no tuvieron el valor de interceder por él en sus últimos días, salvo contadísimas excepciones. Generoso Federico García Lorca.