Mientras La Comunidad Europea y
el Fondo Monetario Internacional, nos piden más esfuerzos y más sacrificios, a
base de abaratar el despido, subir el iva, y otras penosas medidas, que como
siempre recaerían sobre las clases más humildes y desfavorecidas, la recién
elegida alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, reunió a su equipo de gobierno, y
juntos salieron a la calle a detener unos desahucios que estaban programados
para ese día, y que finalmente lograron paralizar.
Simultáneamente, otra ilustre alcaldesa,
procedente de la Magistratura, también recién elegida, en este caso de la
ciudad de Madrid, Manuela Carmena, apenas tomar posesión de su cargo, ha
llevado a cabo una serie de medidas, todas ellas dirigidas a mejorar la vida de
los ciudadanos de Madrid, de los más necesitados, primero y del resto de la
población después.
Casi al mismo tiempo, la gran
banca, a través de uno de sus máximos representantes, lanza unas severas advertencias,
que suenan a veladas amenazas, en el sentido de que los radicalismos de las
candidaturas ciudadanas, pueden perjudicar la buena marcha de la economía, así
como de una recuperación de la que ellos alardean, pero que no acaba de de
trasladarse a la vida de los ciudadanos
Hartos de escuchar esta canción,
tan repetidamente sostenida, la ciudadanía ha decidido apagar la emisora que
transmitía tan cansina y tan cacareada melodía, al tiempo que cambiaban de
frecuencia el dial, para dar una oportunidad a nuevas y recientes voces que han
surgido en ese mundo de las ondas ciudadanas, donde el mensaje es otro, muy distinto
y distante del tan acostumbrado hasta ahora, con nuevas ofertas y nuevos aires
que han llegado a la gente, y con las que se han sentido más conformes, no sólo
por su tono, sino sobre todo por su contenido social.
Nuevos comportamientos, nuevos
aires, más refrescantes y novedosos, vemos en los nuevos regidores de las
llamadas Candidaturas Ciudadanas, que están aportando un aire desconocido, diferente
y reconfortante para un nuevo tiempo, ante el que las gentes muestras su cara
de sorpresa, y por supuesto, también de agrado y admiración, ante unos
comportamientos a que nos tenían desacostumbrados los anteriores gobernantes.
Contemplamos cómo los nuevos
alcaldes y concejales se desplazan en metro o en autobús, como la alcaldesa de
Madrid. Nos sorprendemos ante algún alcalde como el de Valencia dirigiéndose en
bicicleta a su puesto de trabajo. Nos admiramos ante otros, como el de La
Coruña, llevando primero a sus hijos al colegio para después acercarse andando
a su trabajo. Nada de coche oficial, y de gastos superfluos e innecesarios, que
son más que un gesto ante la audiencia, una actitud digna de elogio y aplauso,
y un importante ahorro para unas arcas municipales, en su mayoría exhaustas
ante tanto despilfarro.
La mayoría se han rebajado el
sueldo, han prescindido del exceso de colaboradores y de personal elegido a
dedo, han suprimido tanto coche oficial y tantas prebendas varias, lo cual
reporta una importante disminución en tanto gasto superfluo, abusivo y excesivo
como venían soportando los ayuntamientos.
Son algo más que un brindis al
sol, mucho más que un gesto ante la galería. Son otras formas de gobernar, de
entender el servicio al ciudadano. Es aplicar la dignidad y la honradez a su
trabajo. Bienvenidos.