viernes, 26 de octubre de 2012

EL DESAFÍO

Según parece, y así lo he leído y oído en variadas ocasiones, a los niños portugueses les contaban en la escuela, que los españoles pretendíamos invadir su territorio, lo cual no era sino una absoluta maldad propagada vaya usted a saber con qué aviesas intenciones, y que en tiempos de la dictadura era comidilla muy extendida que nunca sabré de dónde ni cómo salió, pero que ahí estaba y era ampliamente comentada entre los estudiantes de aquella época, los cuales no dábamos crédito a semejante fanfarronada ya que ni lo entendíamos ni lo compartíamos, ni sabíamos con certeza si era cierto que los maestros del vecino País se prestaran a ello, pero está claro que de alguien partió el bulo que con tanta facilidad se difundió y que vaya usted a saber si provino de aquí o procedió de allí.
Dudo mucho que estuviéramos capacitados para enfrentar aquella aventura en aquellos tiempos después de salir de una cruel guerra que dejó exhausto a una España destrozada por una contienda cruel y espantosa como pocas, en la que los ciudadanos de una nación se aniquilan mutuamente y cuyas heridas parecen no haber cicatrizado aún pese al largo tiempo pasado desde su final, pero que en cualquier caso hubiera supuesto una intolerable acción contra otro País que no mostraba ninguna agresividad hacia el nuestro.
No eran ni son tiempos en los que los Estados de este Planeta se estaban configurando y las espadas y los cañones, la fuerza en suma, determinaba las fronteras que los delimitaban, de tal manera que cada poco tiempo, nuevos Países surgían, sin apenas tiempo para que los geógrafos de entonces pudieran registrarlos y trasladarlos a los mapas. Eran guerras de agresión, en la que los más fuertes atacaban a los más débiles con el afán de ampliar sus fronteras y mostrar así, desafiantes y soberbios, que el resto del mundo les debía no sólo el temor correspondiente, sino la pleitesía y la subyugación que debían rendirles ante semejante demostración de poder y fuerza.
Llegamos así a finales del siglo XX, a una Europa consolidada y democrática, donde siguen surgiendo nuevos Estados, nuevas naciones que se van desgajando de otras, a veces después de crueles contiendas bélicas de agresión, aunque parezca mentira, aunque nos resulte increíble que pueda suceder a estas alturas, y que con orígenes raciales, religiosos y, en definitiva, debido al fanatismo más radical e intransigente, han asolado el corazón de Europa sembrando su suelo de dolor, destrucción y una desolación insoportable.
Y de improviso, de una forma casi brutal, siempre desafiante, hiriente y extremadamente intolerante, los gobernantes de la Comunidad Catalana, retan de una manera casi pendenciera y chulesca al Estado Español, proclamando a los cuatro vientos que no respetarán las leyes, las reglas establecidas y, por supuesto, la Constitución, llevando a cabo un referéndum ilegal con el objeto de segregarse del País al que pertenecen, y para ello implican al ejército hasta el punto de dirigirse al Parlamente Europeo pidiendo ayuda y amparo ante una eventual intervención armada en su Comunidad por parte de España.
No se trata de de aquel Ibarretxe y su famoso plan que sacaba a relucir cada dos por tres, amenazando continuamente, día sí, día también, con la independencia de Euskadi y que pocos le creímos, como efectivamente así fue, aunque la situación ha cambiado ahora profundamente, hasta el punto de que la mayoría nacionalista ha crecido de tal forma, que casi con toda seguridad van a seguir los mismos pasos que Cataluña.
Esta vez va en serio, no se trata de un machacar continuo y sistemático, con el objeto de conseguir ventajas de todo tipo para su Comunidad, sino que van a por todas y con todo el arsenal de que disponen, arrastrando a la ciudadanía y a las instituciones, inmersas en un caldo de cultivo ideal para lograr sus propósitos con una situación económica y social caóticas, hasta lograr sus propósitos en una aventura absurda y disparatada a la que es difícil presagiar su final.
Pues bien, que se les permita decidir a los Catalanes a los Vascos y a toda aquel que lo solicite, pero que el resto del País intervenga también en dicha decisión. Y a acatar lo que las urnas determinen.

jueves, 18 de octubre de 2012

UN PAÍS DE FORTUNA

En estos difíciles y oscuros tiempos que atravesamos, resulta harto complicado sustraerse al panorama general que se nos presenta y que afecta a una gran mayoría de la población, que no a toda, ya que una parte minoritaria, pero importante, ha encontrado en estas aguas turbulentas un auténtico filón, adjudicando pleno sentido a aquello de a río revuelto ganancia de pescadores – que no de pecadores, puesto que estos son, desde hace tiempo, una raza a extinguir – con lo cual, la omnipresente crisis, les ha convenido en grado sumo, y es que están tan satisfechos, que no pueden dejar de exhibir una ligera sonrisa de cumplida, honda y mal disimulada satisfacción, que se materializa cuando uno lee las estadísticas de ventas de bienes de consumo de lujo, claro está, bien sean coches, casas, propiedades y objetos de valor varios que consiguen en un mercado que a fuerza de adaptarse a las actuales circunstancias, les ha brindado una ventaja adicional a su condición de afortunados, que pese a la pertinaz crisis, se mantienen al margen de sus consecuencias.
Siendo éste un País de envidias, mala leche y otras lindeces que solemos dedicar a quienes tienen éxito, poder o deseos de exhibir sus signos externos de riqueza, sorprende que no se levante voz alguna, que nadie se queje, que ni siquiera a nadie se le deslice un ligero y sutil improperio hacia éstos venturosos del destino, que en tiempos como los que vivimos, se permiten disfrutar de todo aquello que al más común de los mortales, por desdicha los más numerosos, se nos niega en estos tiempos de estrecheces sin cuento.
Y es que el personal está tan deprimido, tan decaído, desmoralizado, tan bajo de moral, y con razón, que no tiene ni ganas ni fuerza para dedicarse a la crítica más o menos insana, a una de las aficiones más populares por estos lares, como es la de poner a caldo a los más afortunados. No hablamos de los sinvergüenzas, caraduras, corruptos, políticos, banqueros y otras malas gentes que asolan este País, a los cuales les dedicamos nuestros peores pensamientos y para los que reservamos los mejores y más sonados vituperios, insultos e invectivas varias, que bien merecidas las tienen.
Con este planteamiento de hecho y con las perspectivas que se vislumbran a medio y largo plazo, este puñetero País se nos va al carajo, llevándonos por delante a la inmensa mayoría que se ve arrastrada sin remisión, no sé bien si a un oscuro túnel del que, aunque maltrecho, logre salir hecho unos zorros, o si nos conducirá directamente al más profundo y siniestro de los precipicios en un caída sin fin, cual si a un agujero negro nos hubiéramos visto impelidos, para no regresar jamás, acabar siendo destrozados a fuerza de ser infinitamente estirados por las poderosas fuerzas que ahí habitan o lo que quizás más nos conviniese, que supondría aparecer en otro universo, en otra dimensión espacial, en otro mundo, lejos de este tan mísero, cruel e ingrato.
Es por ello, que dado el hecho de que aquí no parece existir el futuro, que las perspectivas son francamente negras, que emigrar a otro país en busca de trabajo sin dominar un montón de idiomas, que es lo que piden ahora, no está al alcance de cualquiera, lo mejor es trasladarse a otro universo, dedicando todos los esfuerzos a encontrar la puerta de entrada a esa otro dimensión que nos permita cambiar de mundo.
Ahí queda el reto.

lunes, 1 de octubre de 2012

EL CAPRICHO CATALÁN

La Real Academia, define el término capricho, como la determinación que se toma arbitrariamente, inspirada por un antojo, por humor o por deleite en lo extravagante y original. Es sólo una definición, pero a ella hemos de atenernos para entender y conocer un significado que necesariamente debemos aplicar, tanto en esta lengua en la que escribo, como en cualquier otra que podamos considera, a todos y cada uno de los objetos, seres, entidades tanto físicas como inmateriales, sensaciones y sentimientos que el ser humano puede llegar a experimentar.
Capricho Español y Capricho Italiano, son obras sinfónicas reconocidos internacionalmente, el Capricho de Gaudí, hermoso palacete que el genial arquitecto construyó en Comillas, el bellísimo jardín histórico El Capricho en la Alameda de Osuna, hoteles, restaurantes, obradores, estaciones de metro, recetas de cocina y cómo no, el más común de los mortales, usan, utilizan y recurren a esta palabra tan sugerente, que tiene la particularidad, entre otras, de estar dotada de multitud de sinónimos.
Sinónimos que vamos a desglosar –solamente algunos de ellos - en orden alfabético y uno a uno, aplicándolos a una situación que juzgamos oportuna en estos momentos, que está en sintonía con el título de estas líneas y que creemos que responde a la perfección a la definición primera que dimos comienzo, y que se refiere a las intenciones secesionistas de la región Catalana y a la Vasca y a cualquier otra que se encapriche de semejante delirio, que tiene tanto de aventura como de movimiento insolidario con el resto del País.
Abuso: por tratar de utilizar una privilegiada posición obtenida a costa del resto del País, pese a sus continuas y reiteradas quejas, después de cientos de años de historia durante los que ha construido una región próspera que se ha permitido siempre mirar por encima del hombro al resto de los ciudadanos del País.
Antojo: porque no se puede calificar de otra forma el deseo absurdo y caprichoso de independizarse, cuando una inmensa mayoría de Catalanes no lo desean, siendo los políticos los que se mueven por oscuros intereses con el objeto de llevar a la ciudadanía a la calle y a la locura que supone una segregación cuyo elevadísimo coste en todos los órdenes, desconocen por completo.
Arbitrario: sin lógica, ni argumentos, sin razonamientos suficientemente razonados, sin motivación alguna que lo justifique, sin respeto a las leyes, las cuales ya han manifestado que se las saltarán, lo cual los descalifica de principio.
Atropello: por las formas, los desplantes y las malas artes y maneras con las que se están manifestando, sin respeto por la Constitución, las leyes y el resto de los ciudadanos de un País cuyos ciudadanos han contribuido en gran manera al bienestar del que ahora gozan.
Desvarío: ya que una segregación de España, empobrecería a una región como Cataluña que se vería obligada a pagar unas astronómicas indemnizaciones, y que vería, como ya han anunciado importantes empresas catalanas, cómo muchas de ellas abandonarían la región, lo cual dañaría irremediablemente su ya precaria economía.
Extravagante: ¿cómo podrían sobrevivir los catalanes aislados de la Comunidad Europea a la que no podrían acceder de inmediato, fuera del euro y de unas instituciones sin los cuales sufrirían los efectos de una marginalidad que ellos habrían elegido?
Gratuito: porque en un mundo cada día más globalizado, esta loca aventura no tiene sentido, no conduce a ninguna parte, ya que sin España, jamás lograría alcanzar las cotas de bienestar que ahora disfrutan sus ciudadanos.
Veleidoso: ya que lo que persiguen es disfrutar de unas condiciones económicas, de calidad de vida y de bienestar superiores al resto de los españoles, en un claro gesto de ingratitud hacia el resto de las regiones.
Por todo ello, los ciudadanos del resto de España, manifestamos nuestro desacuerdo con una caprichosa segregación que a todos perjudicaría. En todo caso, si la consulta se autorizase, si fuera legal, el resto del País tendríamos también derecho a decidir y participar en la consulta.
Los caprichos no suelen ser gratuitos, o al menos, tienen su contrapartida, y en este caso va a ser muy alta, ya que Barsa tendría que jugar en una liguilla con el Espanyol, el Sabadell, Granollers, etc., por lo que el Nou Camp se les iba a quedar inmensamente grande. Lo mismo les iba a pasar con el baloncesto y demás deportes. Con estas consideraciones en mente, dudo que la mayoría de los independentistas catalanes continúen adelante, no así los Vascos, que se encontrarían en la misma tesitura con su deporte, pero que considero que no les importaría mucho enrocarse en sí mismos, en su mini espacio deportivo, como si no pasara nada, como si no fuera con ellos. El tiempo, sin lugar a dudas, como siempre, pondrá a cada uno en su sitio.