martes, 29 de agosto de 2023

La imaginación de Albert Einstein

En el año mil novecientos treinta y uno, Albert Einstein, seguramente el científico más importante de la historia de la humanidad, afirmó que “el futuro pertenece a aquellos que creen en la belleza de sus sueños, ya que la imaginación, es más importante que el conocimiento, porque el conocimiento es limitado, mientras que la imaginación abarca al mundo entero.”

Procediendo de este genio, de este sabio que tanto ha influido e influye en la ciencia de este mundo, esta reflexión cobra un doble sentido, tanto filosófico como científico-pedagógico, e incluso literario, ya que posee una belleza cuasi poética, que contrasta con la formulación de sus descubrimientos científicos y de la aplicación de sus conocidas fórmulas, alguna de las cuales son tan conocidas, tan divulgadas, que resultan familiares para el más común de los humanos, a quienes E=mc², les resulta tan familiar como la del agua, o cualquier otra, al alcance de la mayoría de las gentes.

Su aspecto del clásico sabio despistado, con su torpe aliño indumentario, como afirmaba de sí mismo Machado, mal vestido y peor peinado, con un desparpajo en sus hábitos que contrastaban con su privilegiado cerebro que le hizo sobresalir desde su trabajo en una oficina de patentes de Suiza, hasta llegar a las cumbres más alta y más influyentes de la ciencia en general y de la física en particular, hasta llegar a formular su archiconocida teoría de la relatividad, que supuso un cambio radical en el conocimiento que sobre el espacio y el tiempo se tenían hasta entonces, estableciendo una unidad espacio-tiempo, que trastocó el mundo científico en este aspecto.

Y lo hizo de tal forma, que todas las predicciones que se derivaron de sus teorías, se han ido confirmando hasta el día de hoy, que para cualquier interesado en este tema, habrá ido conociendo a través de las redes sociales y de publicaciones especializadas, que gracias a los modernos telescopios espaciales así lo registran, en una demostración más del genio de este científico universal, que demuestra con ello una inteligencia superior, que ha ido transformando con su portentosa genialidad, el conocimiento que teníamos del universo y de cuánto contiene, así como de la integración de los seres humanos en él,  como avalan sus teorías sobre la noción que tenemos acerca del tiempo, algo que siempre ha intrigado a los seres que habitamos este planeta.

Sus afirmaciones sobre el espacio-tiempo, siempre complicadas de entender, si se pone empeño, interés, y una devoción especial, siempre rayando en la obsesión, y sobre todo, en una pasión absoluta y dedicada sobre este tema, pueden llegar, si no a comprenderlas, algo imposible para un profano, sí a vislumbrar  y a percibir instintivamente algunos conceptos mínimos, que están a nuestro alcance, y que nos satisfarán al comprobar que somos capaces de alcanzarlos, teniendo en cuenta que fueron formulados por Einstein.

La fuerza de la gravedad, esa fuerza siempre atractiva, que no repulsiva, a la que están  sometidos todos los cuerpos, todos los astros que navegan por el universo, toda la materia que contienen, incluidos nosotros, los seres humanos que habitamos el planeta, se mueven en una imaginaria tela metálica, que se deforma a su paso, que la curva, como lo haría una bola al desplazarse por ella, provocando una deformación en el espacio-tiempo, una curvatura, dentro de la cual caen los cuerpos, los astros, que se ven obligados a seguir una trayectoria alrededor del cuerpo que provocó la deformación del espacio-tiempo, en una órbita circular – como lo haría una segunda bola que incorporásemos a la tela metálica - en lugar de seguir una trayectoria rectilínea como por inercia tenía antes de caer en la deformación ocasionada por el astro principal.

Este importante hecho científico, que demuestra que la gravedad es una curvatura del espacio-tiempo, causada por la masa de los cuerpos, se pudo demostrar experimentalmente en 1919, cuando durante un eclipse, se pudo comprobar cómo la luz de una estrella, visible en esas condiciones, se desviaba al pasar por las proximidades del sol, debido a la atracción de la ingente masa que posee el astro rey, capaz de cambiar la trayectoria de la luz de la estrella, que viajando a 300.000 kilómetros por segundo, fue capaz de deformar el espacio-tiempo y atrapar en dicha deformación la luz de la estrella.

Albert Einstein, afirmó que el tiempo tal como lo entendemos, no es absoluto, que cada uno tenemos una medida personal del tiempo,  que el presente y el pasado no son cosas diferentes, ya que el presente no es sino un instante entre el pasado y el futuro, por lo que experimentamos, no es sino una versión del pasado, y así, lo que se considera como el “ahora”, puede ser el pasado o el futuro para otra persona.

 Todo esto resulta extremadamente difícil de asimilar, pero si nos esforzamos, y dejamos de lado los convencionalismos acerca del tiempo, podremos llegar a percibir cómo somos capaces de abrir nuestra mente para entender mínimamente a este genio tan alejado de nuestras capacidades, pero tan próximo a una imaginación, que él valoraba más incluso que el conocimiento, que todos los seres humanos tenemos la suerte de poseer y disfrutar, si a ello nos atrevemos, en un reto, que aunque seamos profanos, la imaginación nos proporcionará un inestimable apoyo, no para emular a Einstein, pero sí para disfrutar de mundos inexplorados, fascinantes y mágicos, que no soñábamos alcanzar.

martes, 15 de agosto de 2023

El precio del progreso

Nos quejamos, y con razón, de las altísimas temperaturas que soportamos y que estamos condenados a sobrellevar lo mejor que podamos de ahora en adelante, sin posibilidad alguna de que remita, ya que el cambio climático es a estas alturas una realidad insoslayable, que muy pocos niegan a estas alturas, y que hemos de afrontar con medidas que han de llevar a cabo a nivel mundial los gobiernos de un planeta que soporta un maltrato que no va a afectarle a él, con millones de años por delante, ya que sólo el astro rey, el sol, su inseparable y  poderoso compañero, acabará con esta hermosa Tierra, cuando aquel se convierta en una gigante roja que arrasará y pulverizará la Tierra.

Pero sí supondrá el final de la vida que alberga, nosotros los seres humanos, y el resto de animales y vegetales, que están sufriendo las consecuencias de una actividad humana desenfrenada, que mientras ha progresado desde los comienzos de la era industrial, no se ha detenido a meditar hasta dónde podría llegar, cuándo debería empezar a limitar unas emisiones contaminantes brutales que nos están pasando factura, y que no podemos demorar más, ya que las consecuencias se agravan a medida que pasa el tiempo, y que vamos soportando año tras año, como una alerta natural que nos avisa sobre lo que nos espera, si no tomamos las medidas oportunas, conocidas, que no ignoradas por quienes han de tomarlas, para las que el reloj de la cuenta atrás, hace ya tiempo que se puso en marcha.

Pero no parece que haya una postura común a nivel mundial para tomar las importantes y urgentes decisiones necesarias para frenar esta grave situación, para la que aún, parece ser, estamos a tiempo, ya que las convenciones internacionales sobre el cambio climático, no consiguen ponerse definitivamente de acuerdo, salvo para intentar delimitar las emisiones con el objeto de frenar la subida de la temperatura global, algo que suele quedar en buenas intenciones y en compromisos que no suelen llevarse a cabo con la premura necesaria, mientras la crisis climática se agudiza a ojos vista, con unas demoledoras olas de calor, que cada año se manifiestan con una creciente intensidad que todos soportamos.

Y así, nos encontramos con países que no están dispuestos a renunciar a un progreso que, afirman, ya llevaron a cabo el resto de los más avanzados, y que no están dispuestos a eliminar o limitar al máximo la utilización de las fuentes de energía más contaminantes, como el carbón y otras, de origen fósil, lo que supone un importante freno a las intenciones de impedir que la temperatura del planeta continúe en un peligroso y vertiginoso ascenso, que de ninguna manera nos podemos permitir.

No debemos pecar de agoreros, ni dejarnos caer resbalando sin freno por la fácil e irresponsable senda de un pesimismo irracional y negativo que a nada nos conduce, salvo a sembrar una innecesaria alarma  y a crear una atmósfera de pánico y un miedo fuera de toda lógica, que nada aportaría para la solución del problema que nos ocupa.

Los hechos demuestran que algo está cambiando en nuestro planeta, que ya hasta los mares comienzan a dar muestras de cansancio, enfangados y con sus aguas subiendo de temperatura, como si quisiera comunicarnos que, allí dónde surgió la vida, las condiciones ya no son las mismas, que han empeorado, que no podemos continuar maltratándolo, que necesitamos reflexionar, que aún estamos a tiempo, que la vida siempre se abre camino si no le ponemos obstáculos, que la naturaleza nos ayudará si la ayudamos, que, en definitiva, nos está avisando, que nos da un nuevo plazo para reflexionar, para rectificar, para volver a la senda de la justa, necesaria y ansiada convivencia.

domingo, 13 de agosto de 2023

Juana I de Castilla

    El doce de octubre de 1504, en la villa de Medina del Campo, cuando la Señora Reyna Católica, Doña Isabel, dictó testamento, que en lo relativo a su hija Juana, rezaba, a grandes rasgos cómo sigue: “Otrosí, conformándose con lo que debo y soy obligada de derecho, ordeno y establezco e instituyo por universal heredera de todos mis Reynos, e Tierras, e Señoríos, e de todos mis bienes rayces, después de mis días, a la Ilustrísima Princesa Doña Juana, Archiduquesa de Austria, duquesa de Borgoña, mi muy cara, e muy amada hija, primogénita, heredera e sucesora legítima de los dichos mis Reynos e Tierras e Señoríos, la cual luego que Dios me llevare, se intitule Reyna”, al tiempo que entre otras disposiciones, añadía, que si Juana no estaba en sus reinos, ya que se encontraba en Flandes, no quería entender de su gobernación, nombraba al rey su señor, regente mientras su nieto, el infante Don Carlos, alcanzase la edad legítima para regir y gobernar.

De este testamento parecen desprenderse las dudas que Juana despertaba en la reina, dado su carácter complicado y sus desequilibrios emocionales, que mostraba ya desde niña, acentuados en la madurez, unido al poco interés que denotaba en las tareas de gobierno, a la par que se aprecia la mano, sin duda, del rey Fernando, interesado en el reino de Castilla, algo que se manifiesta, cuando en las Cortes de Toro, afirma que uno de los motivos que le llevaron a encargarse del gobierno de Castilla, es el hecho de que “la Reina, mucho antes de fallecer, conoció y supo de una enfermedad y pasión que sobrevino a la Reyna Doña Juana”, constituyendo esa declaración, la primera vez que, en un documento oficial, se reconocía la posible incapacidad de Juana para gobernar.

Cuatrocientos sesenta y ocho años después - Juana murió en Tordesillas en 1555 - aún continúan las dudas, más que fundadas, sobre su alejamiento del poder, primero por su padre Fernando, y después por su hijo Carlos, sin que posiblemente nunca conozcamos una verdad que continúa latente para tantos estudiosos del tema, y para una historia, que como en tantos casos, se niega a revelar la verdad de unos hechos que seguramente jamás conoceremos.

 Está situación se agrava, al poner de manifiesto el hecho de que los historiadores no se ponen de acuerdo, salvo en el hecho de que tanto su esposo Felipe, como su padre el Rey, estaban interesados en relegarla del gobierno, e hicieron todo lo posible, y consiguieron, evitar que Juana reinase, aunque siempre ostentó el título de Reina hasta el final de sus días.

Compartió el título de reina, de derecho, que no de hecho, con su hijo Carlos, que la mantuvo en Tordesillas, hasta su muerte en 1555, sometida a un vergonzante estado de prisionera, bajo el mando de quienes la mantuvieron cautiva, con unas estrictas, duras y crueles condiciones carcelarias dictadas por su hijo, el rey, que apenas fue a verla en los largos cuarenta y seis años, desde 1509, que estuvo recluida con la sola compañía de su hija Catalina, que lo hizo, hasta que en 1525, casó con Juan III de Portugal.

Juana, pronunció ante la Santa Junta de los Comuneros de Castilla, reunida en Tordesillas en 1520, una frase, que revela su afable carácter, pese a la leyenda que le rodea, y que tantas dudas ha suscitado a lo largo de la historia: “Yo tengo mucho amor a todas las gentes y pesaríame mucho de cualquier daño o mal que hayan recibido”, aunque ella, nunca demostró excesivo interés en gobernar, salvo en concierto con su hijo.

Algo que parece ser que pretendió, y a lo que su hijo se negó, aunque nunca le discutió su título de Reina, que conservó hasta el final, pero sin efecto material alguno, y a la que dispensó un trato profundamente injusto e inhumano, llegando hasta el maltrato, instruyendo para ello a  sus crueles carceleros, los marqueses de Denia, y llegando hasta el extremo de robarle de sus aposentos numerosas joyas, oro, plata, libros y tapices, para que sirvieran como parte de la dote de Catalina.

Un capítulo de la historia de España, que muchos ansiamos, que un día, por lejano que fuera, se viera clarificado y respetado nítidamente, como se merece este personaje tan injustamente tratado de nuestra historia, que merece formar parte de la misma, de tal forma y manera, que se despejen las dudas sobre una más que probable injusticia cometida por quienes le impidieron que detentase unos títulos otorgados en legal y taxativo testamento de una mujer, su madre Isabel, y que dos personajes, dos hombres, su padre Fernando y su hijo Carlos, impidieron con sus siniestras insidias, que ostentase de hecho el título de reina.

sábado, 12 de agosto de 2023

La desmesura lingüística

Según la Unesco, en nuestro planeta se hablan, entre lenguas y dialectos, cerca de seis mil diferentes, lo que sorprende hoy en día, en un mundo globalizado, donde la utilización de los medios técnicos y las redes de comunicación, han conseguido unificarlo en muchos aspectos, logrando un continuo y permanente flujo de información al alcance de una inmensa mayoría de seres humanos, que no obstante chocan frontalmente con la muralla idiomática que consigue que esa fluidez comunicativa se vea seriamente frenada y conculcada en gran medida, hasta el punto de cesar una absoluta y totalmente necesaria comunicación que facilite el entendimiento entre las partes.

 Debido a ese mar de lenguas que más que acercar, separa, suele establecerse una barrera a veces insuperable, que fundamentalmente afecta a la vida diaria de las gentes de procedencias cada vez más dispares que habitan nuestros pueblos y ciudades, que ven cómo el entendimiento directo e inmediato con los demás se les antoja imposible, lo que repercute en un continuo problema que crea malentendidos, enfrentamientos y confusiones diversas, que dificultan una relación fluida, deseable y necesaria entre los seres humanos procedentes de diferentes culturas.

Dícese que poseen don de lenguas, quienes tienen la sorprendente y admirable capacidad de hablar múltiples lenguas que no conocen, por lo que se atribuye al Espíritu Santo la atribución de tal facultad concedida a unos pocos elegidos, generalmente incrédulos, por lo que esta concesión representaba para ellos toda una señal celestial, y en general para todos los no cristianos, de que el recién fundado cristianismo contaba con el aval divino, hecho que animaba a su conversión y a la propagación de una fe que comenzaba su andadura y que necesitaba de estas demostraciones prodigiosas, que asombraban y maravillaban a los posibles candidatos a profesar en una fe necesitada de incrementar la nómina de sus fieles creyentes.

No está tocado este País por la divina mano que otorga el Don de lenguas a sus gentes, las cuales adolecen de semejante virtud, ya sea por la intervención directa de los dioses o de los hombres, hasta el extremo de situarnos en la cola de nuestro entorno europeo a la hora de hablar alguna otra lengua, al margen de la nuestra, la cual buena falta nos hace perfeccionar su uso.

Y no digamos, por lo tanto, de otras, tan necesarias y exigidas en el ámbito laboral, donde somos absolutamente deficitarios, hasta el extremo de representar un serio problema a la hora de encontrar un trabajo aquí, en nuestro País, donde se pide el manejo del Inglés con cada vez más frecuencia y más insistencia en todas las ramas de actividad, un idioma universal por excelencia, que no se tomó en serio en su momento en los planes de enseñanza y que desde hace bastante tiempo, parece haberse relanzado en las escuelas, desde la más tierna infancia, cuando cualquier conocimiento se fija con una absoluta y brillante facilidad, entre ellos, y de manera especial, el aprendizaje de varios idiomas.

En nuestros tiempos, y gracias a la generosa y clarividente visión de quienes desde sus poltronas dictaban las normas y leyes que iban a regir en las escuelas, universidades y demás centros de formación oficiales, se implantó el Francés como lengua extranjera, impartida muchas veces, como ahora, por personal enseñante deficitariamente cualificado, lo cual, unido a la inutilidad y obsolescencia del aprendizaje de una lengua que en ningún momento llegó a alcanzar la importancia que hoy tiene el Inglés, supuso para tantos y tan esforzados estudiantes de entonces un soberano y mayúsculo error.

Algo que muchos vimos cómo dichos conocimientos idiomáticos no nos sirvieron para nada, ni en el ámbito personal, ni en el social ni mucho menos en el laboral, salvo para pavonearnos ingenuamente con un pretendido dominio de un idioma, por el hecho de parlotear algunas lindezas como bonjour, bonsoir, mon amour o mercie beaucoup, y poco más.

 En un País tan pretendidamente Católico, el Don de lenguas no nos corresponde por derecho, ya que ese privilegio se les concede a los que aún no se han convertido. Habremos de esforzarnos por lo tanto en su aprendizaje, o abjurar de nuestra fe, en la esperanza de ser elegidos y bendecidos con ese milagroso Don que nos evitaría su exigente estudio, a la par que nos devolvería al rebaño, cuyo redil abandonamos en un acto interesado y egoísta, que no obstante nos devolvería unos impagables réditos lingüísticos dignos de tener en cuenta, como es el de dominar una lengua extranjera.

En un país como el nuestro, dónde se hablan varias lenguas a la par que se domina en  general el español, no debería existir problema alguno para comunicarnos a la perfección y, sin embargo, con frecuencia, necesitamos de traductores simultáneos en los medios de comunicación cuando se empeñan en saltar por encima de los demás, obligando a traducir un mensaje, que todos los demás entenderían en un idioma que es común a todos, que dominan, y que nadie puede aducir que desconoce, ya que esos mismos, cuando les interesa, emiten sus entrevistas y comunicados en ese  Castellano que se niegan utilizar en ocasiones.

 No contentos con ello, ahora se proponen conseguir que en el Congreso y el Senado, se institucionalice el uso de cualquiera de las lenguas que se hablan en España, lo que obligaría a utilizar la traducción simultánea para que el resto de los representantes patrios pudieran entender a quienes manejando el Castellano, se empecinen en utilizar otra lengua, que desconocen los demás, contribuyendo así a unos gastos innecesarios y, sobre todo, a un inevitable confusionismo, que tiene una difícil justificación.

Pero que ellos entienden como un derecho irrenunciable, como es el uso de su lengua natal, que nadie puede negar, pero al que es de justicia debieran renunciar en determinados casos, como es el hecho de facilitar la comunicación y el entendimiento cuando la alternativa para ello es el de utilizar otra lengua que dominan todos, y que de ninguna manera puede suponer una renuncia a la suya, que tienen y tenemos el derecho y el deber de defenderla, pero sin que ello suponga un obstáculo para el entendimiento con los demás.

martes, 1 de agosto de 2023

No es país para poetas

En apenas dos años, en dos mil veinticinco, un veintiséis de julio y en un pueblecito Francés próximo a nuestra frontera, tristemente célebre para este cruel país que le obligó a exilarse por sus ideas, de honroso y noble nombre, Collioure, un poeta universal, nacido en Andalucía, un gigante de nuestra literatura, republicano ilustre, sabio y bueno, Antonio Machado, un día azul y soleado, como en su infancia, su inmortal espíritu sobrevolará Collioure, anunciando al mundo que el ilustre e inmortal poeta,  cumplirá ciento cincuenta años desde que contempló la luz por primera vez en su Sevilla natal.

Injusto País, desolada Andalucía, que sufrió la pérdida perversa e inhumana de dos de sus más ilustres poetas, Machado en el exilio, dónde allí seguirá para siempre, y Lorca, asesinado y ocultado vilmente a nuestros ojos, para que olvidásemos, para que nadie pudiera honrar sus restos en una tumba entre los olivos, algo que no lograrán jamás, porque son inmortales, y como tales, siempre permanecerán en la memoria de los amantes de la verdad, la belleza y la libertad, que cantaron en sus estrofas y en los versos que las articulan para construir los poemas que generosamente nos legaron.

Desde Soria hasta Segovia, pasando por Baeza, el honorable profesor impartió clases de francés a sus afortunados alumnos, mientras componía y mostraba su simpatía por la causa republicana, que defendió con pasión y valentía, haciendo honor a su pensamiento dónde la libertad y las consecuencias sociales que de ello se derivaban para los ciudadanos, merecían toda su consideración y su respeto, algo que vertía en sus poemas siempre cercanos a las gentes, a los paisajes y a los campos que habitaban, en un inacabable homenaje hacia las sensibilidades más populares y sencillas.

No descartaba su censura y crítica firme y a la vez amable de las más recias y ancestrales costumbres que atenazaban la cultura popular, víctima de unos estamentos nacionales y estatales, entre los que ocupaba un lugar primordial la iglesia católica, que llenaba sus mentes de prejuicios y temores que mantenían a los ciudadanos en un estado de permanente ignorancia  y retraso cultural - la España de charanga y pandereta, cerrado y sacristía, devoto de Frascuelo y de María – que ilustra a la perfección su conocimiento del alma popular de las gentes a las que respeta y en las que confía, cuando añade - ha de tener su mármol y su día, su infalible mañana, y su poeta-.

Su capacidad para desentrañar el sentir y la inteligencia popular, no conoce límites, tenía un indudable don para describir la situación de las clases más humildes, así cómo de las de más recio abolengo, rancias y distantes, a las que censura su afán de alejarse del pueblo llano, y de enrocarse en sus privilegios centenarios, lo que llevó a Machado a citar admirablemente certero – Castilla miserable, ayer dominadora, envuelta en sus andrajos, desprecia cuanto ignora –

Poeta y siempre observador de la realidad terrible que asolaba su País, sumido en la pobreza y la incultura, se ve obligado a reflexionar sobre ello – esa España que ora y embiste cuando se digna usar la cabeza - con un pensamiento duramente crítico, que confiaba lograse cambiar costumbres y defectos que acuciaban a los españoles – si cada español hablase de lo que entiende, habría un gran silencio que podríamos aprovechar para el estudio-.

Leonor y Guiomar, sus dos apasionados amores, tan distintos y distantes, tan capaces de trastocar la apacible vida del poeta, ocuparon un corazón que supo del sufrimiento en dos momentos y lugares diferentes de la tierra que cantó en Campos de Castilla – reconoce y admite su llegada cuando escribe -recibí las flechas que me asignó Cupido – en un gesto humilde y sincero de su condición humana, como cuando afirmaba – hay en mis venas gotas de sangre jacobina – en alusión a su  militancia política republicana que según afirmaba – le había hecho pasar de ser un espectador, a ser un actor apasionado -.

Estas convicciones, decía - le habían convertido en un miliciano más, con destino cultural, y el motivo había sido contemplar la invasión de mi patria – lo que honra y eleva aún más si cabe, a las máximas alturas de la calidad humana, a este insigne poeta, hombre bueno y digno a carta cabal, como Lorca, Miguel Hernández y tantos otros, irrepetibles y universalmente admirados por las gentes de los pueblos del mundo que aman la libertad, la paz y la belleza como derechos irrenunciables de todos los seres humanos.