domingo, 24 de septiembre de 2017

DIVINAS AYUDAS

La Ministra de Empleo, Fátima Báñez, se encomendó en su momento a la Virgen del Rocío, porque según dijo, "nos ha hecho un regalo en la salida de la crisis y en la búsqueda del bienestar todos los días de los ciudadanos".
Así lo manifestó durante una visita al Ayuntamiento de Almonte para anunciar que el Gobierno había declarado el Año Santo Jubilar Mariano de la aldea del Rocío acontecimiento de excepcional interés turístico.
Durante su comparecencia, Báñez reconoció su fervor rociero y afirmó que se siente "muy emocionada" por "el regalo que ha hecho la Virgen del Rocío, aliada privilegiada y embajadora universal de Huelva, en el camino hacia la salida de la crisis y en la búsqueda del bienestar ciudadano".
Tal fue el fervor que manifestó hacia la Blanca Paloma que se despidió con un "Viva la Virgen del Rocío" que todos los asistentes aplaudieron entusiasmados, en una ceremonia de la confusión que la mayoría de los medios de comunicación destacaron prolijamente, ante las vibrantes y calurosas muestras de agradecimiento a la virgen, algo impropio de un político, o como mínimo sorprendente, que nadie podía esperar.
Sin duda sobran comentarios ante tan esperpénticas manifestaciones que se sitúan en el terreno de la más absoluta y sorprendente demostración de una beatería propia de una fanática meapilas, que confunde el hambre con las ganas de comer, en un País cuya Constitución contempla una aconfesionalidad, que esta ministra parece desconocer.
Y ahora, una vez comprobado, según ella, que la virgen ha echado una mano en la superación de la crisis, aunque muy pequeña y muy discriminatoria, laboralmente hablando,  debería renovar sus plegarias con el objeto de que los trabajadores recuperen sus vidas y haciendas anteriores.
Todo ello, al tiempo que debería compensárseles por las pérdidas sufridas en sus honorarios, a causa de unas circunstancias económicas que les fueron sobrevenidas, de las cuales ninguna culpa puede achacárseles, y que pese a ello tuvieron que aguantar y soportar, y que hoy continúa afectándoles, cuando todo el peso de los errores y excesos cometidos jamás debería haber recaído sobre sus sufridas espaldas.
Así parece que lo va a hacer, ya que la ministra ha afirmado que los salarios en España deberían subir, a raíz de los buenos datos de empleo que se vienen registrando, y pide a los agentes sociales, en plena negociación colectiva, que lleguen a un acuerdo de subidas salariales para 2017, sin ayuda divina alguna, con la única posible que es la de la humana y terrenal lógica de las partes en litigio.
Según manifiesta la señora ministra, esto se debe trasladar y plasmar en el bolsillo de los ciudadanos, con un aumento de retribuciones y una mejora del poder adquisitivo, lo cual le honra en cierta medida, y más aún si se tiene en cuenta, que no ha vuelto a pedir la ayuda de la virgen, por lo que podemos concluir que ya se basta y se sobra ella sola para resolver los problemas de su ministerio.
Ardua tarea para reclamar una subida salarial que se nos antoja harto complicada. Las empresas han gozado de tantos privilegios laborales, que no van a dar su brazo a torcer después de tantas facilidades otorgadas. Quizás la señora ministra tenga que echar mano otra vez de sus buenas relaciones celestiales.

lunes, 11 de septiembre de 2017

FUNDAMENTALISMO RADICAL CATALÁN

Mucho ha llovido, desde que diversos colectivos y personas físicas, comenzaron a denunciar la continuada conculcación de los derechos lingüísticos y culturales de que es objeto la comunidad castellano hablante de Cataluña a cargo de las instituciones autonómicas, así como por la mayoría de las de ámbito provincial y local, en ocasiones con el consentimiento, tolerancia o connivencia del Gobierno del Estado, en un acto que aunque no permitido por éste ni por la ley que de él emana, constituye un evidente y completo atropello hacia una mayoría de la ciudadanía catalana.
Con ello se persigue el propósito de forzar un cambio lingüístico en una sociedad bilingüe, como la catalana, de manera que la comunidad de habla castellana sustituya su lengua habitual y propia por la catalana. Todo ello en contra de la composición sociolingüística de la población, de la Constitución Española, del Estatuto de Autonomía y de los tratados internacionales  que protegen los derechos humanos.
La productora de la serie Isabel se vio obligada a buscar nuevas localizaciones para las secuencias que tenía previsto rodar en el Museo de Historia de Barcelona, dependiente del Ayuntamiento de la ciudad, después de que se le denegara el permiso de grabación aludiendo a discrepancias sobre la fidelidad histórica de la serie.
La productora tenía previsto rodar en las escalinatas del museo, en la puerta de entrada del mismo y en una de las ventanas del Salón del Tinell, que pertenece al museo barcelonés, algo que no podrá llevar a cabo por negársele el oportuno permiso.
El motivo que aduce el Ayuntamiento de Barcelona, es que considera que la serie Isabel, mitifica la realidad histórica,  lo que es motivo suficiente, según ellos, para denegar el permiso para rodar en esas localizaciones, según declararon fuentes del Instituto de Cultura de Barcelona.
En Sabadell, la quinta ciudad más importante de Cataluña, se plantean si deberían desaparecer de su callejero, la plaza de Antonio Machado, o la de Quevedo, por españolistas, o la de Goya, sorprendentemente en este último caso, por franquista. El estudio discute que merezcan un espacio porque califica, sobre todo a ambos poetas, de hostiles a la lengua, cultura y nación catalanas.
El gobierno de Sabadell, que agrupa a ERCCUP, ICV, Podemos y otros, solicitó un informe al historiador Josep Abad, miembro de entidades soberanistas. El encargo fue obra de una comisión que preside la concejal de Cultura, la republicana Montserrat Chacón.
El informe, afirman, es una herramienta más, una propuesta. No significa que lo que el informe diga es lo que tengamos que hace, comenta. No obstante, el documento ha sido trasladado por el Ayuntamiento a las entidades de la ciudad que decidirán si deben introducirse cambios. El gobierno local deberá avalarlo en última instancia. Por ejemplo, censura a Machado afirmando que “bajo la aureola republicana y progresista con que se ha revestido su figura hay una trayectoria españolista y anti catalanista”.
El estudio considera grave que dos barrios de Sabadell estén bautizados con los apellidos de los poetas José de Espronceda y Ramón de Campoamor. Los enmarca en un modelo pseudo cultural franquista, al igual que a Gustavo Adolfo Bécquer, Mariano José de Larra, Lope de Vega, Leandro Fernández de Moratín, Tirso de Molina o Joaquín Turina, también en el callejero.
Abad aboga por “un debate sereno conducido por especialistas en que se escojan los autores universales que por la singularidad de su obra se merezcan un lugar en el nomenclátor. También discute que dispongan de calle la dirigente comunista Dolores Ibárruri, La Pasionaria - la califica de seguidora de Stalin, o Rafael del Riego, militar que dio apodo al himno republicano.
El historiador considera que debe revisarse el callejero de la localidad para “adecuarlo a la realidad sabadellense, catalana y mundial y deshacerse de las últimas rémoras de un nomenclátor que era una herramienta de propaganda franquista y castellanista españolista, tanto a nivel de personajes, como a nivel histórico, geográfico y cultural”.
El informe añade, que existen otros a los que tacha de “mitos de la historiografía españolista»”, por lo que cuestiona que existan calles a Agustina de Aragón, Bailén, Dos de Mayo, Numancia o Covadonga, a conquistadores como Francisco Pizarro y menciones al pasado colonial, como el Rif o Tetuán.
El informe se descalifica a sí mismo. No son necesarios muchos análisis. No tiene desperdicio. Es un claro ejemplo de la capacidad humana para desarrollar una intolerancia y una radicalidad, que conduce al fanatismo dogmático y a la irracionalidad más recalcitrante.

domingo, 3 de septiembre de 2017

LA PATRIA DEL SILENCIO

Leyendo el libro Patria de Fernando Aramburu, los recuerdos se agolpan con una fuerza y un ímpetu avasallador tal, que cuando aún queda un tercio de la narración, la intención es la de abandonar dicha lectura para no prolongar el pesar y la ira contenida por parte de un lector que vivió desde lejos, pero intensamente, los acontecimientos que en dicha novela se narran, y que más que a una novela, corresponden a una descripción novelada de unos hechos que en su momento tuvieron lugar en el País Vasco.
Hechos que, sin duda, más nos recuerdan a una biografía detallada con personajes y sucesos reales, que a una narración propiamente dicha, elaborada, documentada y relatada conforme a unos cánones novelescos, dónde la imaginación y la fantasía no ocupan lugar alguno, y dónde la dureza y la fría y cruel realidad, cobran todo su sentido a medida que se avanza en un relato que aunque suele dejar espacios de sosiego y alivio, apenas concede un respiro a quien conoció y siguió con detenimiento los hechos que se citan y que ahora duda si debiera rememorarlos de nuevo.
Fueron tiempos de una incomprensible y desgarradora época que marcó a familias enteras por motivos bien diferentes pero conectados entre sí, como el caso que se relata, dónde dos familias en la que todos sus miembros mantuvieron una sincera y entrañable amistad en el pasado, se enemistan, en virtud de unos trágicos hechos que afectan a ambas, pese a que una sufre el desgarro del terrorismo al ser víctima del mismo uno de sus miembros, mientras que la otra alberga en su seno a uno de los terroristas de la banda.
Todo ello provoca un rechazo inexplicable y cruel de la familia de éste hacia aquella, en un desvarío propio de entonces, cuando las familias de las víctimas sufrían antes, durante y después del asesinato, en una ceremonia de odio, rechazo y exclusión, que comenzaba por la denuncia, la ofensa y el hostigamiento continuo y que no terminaba con la eliminación física, sino que continuaba después con una lacerante y cruel animosidad y aversión hacia los familiares.
Fueron aquellos tiempos de plomo que marcaron a toda una generación en Euskadi, los que relata con toda su dureza el escritor Aramburu. Allí lo vivieron directamente, sobre todo en los pueblos del interior, dónde la presión de una sociedad cerrada y radical hizo un absoluto vacío a quienes no confesaban con sus ideales nacionalistas, condenando doblemente a las víctimas y a sus familias que se vieron rechazadas y apartadas por el hecho de serlo, como si fueran apestados a los que había que retirar la palabra.
Pero aquí, en el resto de España, también se vivió intensamente cuanto allí tenía lugar y cuantas injusticias se desataban sobre ellos, a la vez que se soportaban los numerosos atentados a los que sometieron a numerosas ciudades como Madrid, dónde fueron muy numerosas las víctimas del fanatismo de los violentos.
Y es por ello, que al leer Patria, retornan a nuestra memoria aquellos terribles años que desde aquí se vivieron con una mezcla de incomprensión, dolor e ira hacia quienes trataban por todos los medios de destrozar las vidas de quienes pensaban de otra manera, de quienes no confesaban con sus ideales nacionalistas y sobre todo de quienes por el terrible hecho de ser objeto de sus atentados, se convertían en indeseables para ellos.
Recientemente los sucesos acaecidos en Alsasua, dónde dos guardias civiles acompañados de sus respectivas parejas, fueron acosados por los energúmenos radicales de siempre, vienen a despertar los antiguos fantasmas que se creían ya olvidados, hasta el punto de que como entonces, han tenido que abandonar el pueblo, mientras sus familiares sufren del hostigamiento que sobre ellos, ejerce la violencia radical.
Fernando Aramburu muestra las dos caras de una sociedad que ha preservado los valores de unidad familiar, y donde la cuadrilla es el instrumento de socialización de los más jóvenes, dejando muy claro que la misma mentalidad que sustenta una gran cohesión social ha sido sin lugar a dudas el caldo de cultivo de la justificación de la violencia y del feroz acoso hacia quienes no comulgaban con sus dictados radicales y violentos, que desde el resto del País vivimos con angustia e incredulidad y que ahora Patria se encarga de recordarnos.