miércoles, 27 de febrero de 2008

MULTICULTURALISMO Y VELO ISLÁMICO

Leo a Vargas Llosa en uno de sus escritos sobre multiculturalismo y debo reconocer que en una primera lectura quedo perplejo ante las afirmaciones que en dicho artículo vierte este reputado escritor que merece todos mis respetos y que escribe con frecuencia sobre este tema que tantos ríos de tinta hace correr en todos los medios de difusión occidentales.
En una segunda lectura comienzo a considerar sus argumentos, que por duros que puedan resultar en términos absolutos, si los relativizamos y pensamos fríamente sin miedo a opiniones precipitadas de terceros que puedan demonizarnos o a nuestros propios escrúpulos que puedan cohibirnos, cobran cierto sentido.
Afirma Vargas Llosa que el multiculturalismo es una ficción que no todas las culturas son iguales que unas están más desarrolladas que otras, que no son comparables. No puede considerarse avanzada una sociedad que no respeta los derechos de todos los individuos que la componen, y que llegan a discriminar a sus componentes simplemente por razón de su sexo.
En definitiva, considera que unas culturas son superiores a otras porque están más avanzadas.
Resulta duro admitirlo, pero lo cierto es que muchas culturas han progresado porque han evolucionado avanzando a través de los tiempos al contrario que las otras que quedan rezagadas al estabilizarse en un determinado momento de su historia o incluso han involucionado al no adaptarse a los ritmos que marca los nuevos tiempos, fundamentalmente por motivos religiosos o de otra índole que han obrado de freno ante el reto de la modernidad.
Los movimientos migratorios hacia occidente están poniendo de manifiesto como el choque de las diferentes culturas crea tensiones en la sociedad que los acoge debido a las diferentes costumbres, lenguas y religiones que entran en colisión cuando los individuos que las componen conviven.
¿Como es posible que el uso de una prenda como el velo islámico– no digo el burka, absolutamente reprobable y vergonzoso - nos lleve a tal grado de controversia como el que se está imponiendo en occidente?. En Francia, por ejemplo, se han prohibido en todos los centro de enseñanza – no solo el velo, sino cualquier atuendo, signo religioso o político - , mientras que en España y en otros países europeos se empieza a plantear el uso de dicha medida.
Se argumenta, que el velo es sólo la punta del iceberg que puede ir descubriendo el resto que con el tiempo puede hacerse visible, de tal manera que el burka sería el siguiente paso y dentro de nada la Islamización de occidente.
Yo no lo creo así, y no considero que su uso constituya una ofensa de nadie hacia nadie. Claro está, que ni un paso más adelante. Hablamos del velo sin más, una prenda que no considero que suponga ninguna imposición para quién lo usa – en caso contrario, estaría en total desacuerdo - y que obedece más a una costumbre o afirmación de una identidad a la que tienen pleno derecho que a una imposición o a un desafío hacia la sociedad que los ha acogido.
¿No estaremos logrando con nuestra oposición a sus costumbres el efecto contrario al deseado, es decir, una radicalización en las mismas? Me lo pregunto y encuentro como respuesta que en países como Marruecos, cada vez es más popular el uso del velo islámico y jóvenes que no lo llevaban, acceden ahora a su utilización.
En Turquía, nación que se debate entre la modernidad con sus pretensiones de entrar en la Unidad Europea y sus estructuras ancestrales con su islamismo radical, se ha aprobado una ley que vuelve a permitir el velo en la universidad.
¿No estará occidente provocando estos cambios?.
Ante Hechos tan reprobables como la imposición del burka o la ablación del clítoris, y, en definitiva, la esclavización de la mujer, occidente ha de mantenerse firme observando y haciendo observar los valores que han hecho de la cultura occidental un referente para toda la humanidad.
Pero enfrentarse a una cultura y a los individuos que la componen por la utilización de una prenda como el velo no tiene sentido, salvo claro está, que sea fruto de una imposición por el hecho ser mujer.

domingo, 17 de febrero de 2008

A PROPÓSITO DEL ESTADO SOCIAL Y DE DERECHO

Considerando que el Estado Social y de Derecho tiene como fin primordial la defensa de las libertades de los ciudadanos, así como garantizar los derechos individuales, colectivos, culturales y políticos contribuyendo a su bienestar utilizando los medios necesarios para velar por sus derechos y garantizar su cumplimiento conforme a la Constitución, he decidido exponer y denunciar los hechos que se relacionan a continuación y que chocan y se contradicen frontalmente con los principios del denominado Estado Social y de Derecho bajo cuya tutela dicen ampararse las democracias modernas.
La lesión de los derechos relacionados a continuación, son permitidos en unos casos, tolerados en otros y alentados en los demás. El estado de Derecho es soberano y posee el poder suficiente para contrarrestar los poderes fácticos de diverso orden que pueden presionarle y ante los cuales no hay justificación posible para ceder ante ellos haciendo dejación de sus obligaciones para con los ciudadanos, que, inermes ante el Estado y su omnipotente máquina burocrática, se sienten indefensos.
Estos son los hechos que contradicen a aquellos derechos que el Estado Social dice garantizar. No están todos, pero al menos los que siguen son plenamente demostrables y están vigentes en la actualidad.
Que la vivienda ha pasado a ser un artículo de lujo en lugar de un bien de primera necesidad.
Que la justicia no está alcance de todos y que no siempre es igualitaria ni justa ni ampara por igual a todos.
Que muchos enfermos y en demasiados hospitales son atendidos durante horas y en muchas ocasiones durante días en los pasillos de unas urgencias abarrotadas y propias de un país tercermundista.
Que demasiados pensionistas que han cotizado toda su vida, sufren de una pensión indigna que apenas les permiten subsistir.
Que muchas/os viudas/viudos, viven miserablemente los últimos años de su vida con una pensión que nos debería avergonzar.
Que muchas familias numerosas y no numerosas con escasos recursos económicos soportan unos gastos vergonzantes al no disponer de material de enseñanza gratuito para sus hijos y que el Estado debería sufragar.
Que la mujer sigue estando relegada a un segundo plano en el mundo laboral.
Que los malos tratos a las mujeres continúan siendo vergonzante noticia cada semana.
Que la banca sigue obteniendo unos desorbitados y usureros beneficios año tras año.
Que la corrupción sigue campando por sus respetos.
Que la iglesia católica continúa desafiante con su arrogancia de siempre en un estado aconfesional.
Y posiblemente muchos otros más, aquí omitidos pero presentes en nuestra sociedad.Por todo ello, solicito de los responsables del Estado Social y de Derecho que decimos disfrutar, tomen nota de los hechos aquí expuestos y sin más dilaciones, discursos y justificaciones se pongan manos a la obra y conviertan las injusticias en justicias, las dejaciones en derechos consolidados y las manidas utopías en realidades posibles y plausibles que nos acerquen a un auténtico estado de bienestar, justicia e igualdad.