martes, 20 de abril de 2021

NO NOS MERECEMOS ESTO

Parece mentira, pero ha pasado ya más de un año del comienzo de esta brutal y agotadora pandemia, que está próxima a dejar un rastro de casi cien mil víctimas en nuestro País, y de tres millones en todo el mundo, con unas consecuencias espantosas de todo orden en la sociedad y la economía, con una población trastornada en gran medida por unos traumáticos cambios en su vida diaria, con pérdidas del trabajo en un alto porcentaje, de negocios arruinados, abocados al cierre, con mucha gente sufriendo anímicamente, por tanto dolor debido  no solamente a las pérdidas familiares, sino a las distancias creadas debido a los duros confinamientos, a las restricciones y limitaciones impuestas, al constante y machacón impacto de las mismas noticias cada hora de cada día de los casi quinientos transcurridos desde el comienzo de esta pesadilla.

Después de tanta crueldad cambiante en este interminable periodo de tiempo, contemplamos con desolación y rabia pese a la llegada de las vacunas, que es nuestra única esperanza, que los políticos, miserables ellos, durante todo este tiempo, entran en una nueva espiral egoísta y despreciable, con una guerra violenta, desigual y sin cuartel por captar los votos de unos ciudadanos que no dan crédito a lo que captan sus cinco sentidos, maltratados por las imprecaciones, los gritos, los odios y las malas formas de quienes dicen ser sus representantes y sus mejores valedores, siempre, como no, hasta que depositan su voto en las maltratadas urnas, para olvidarse después de ellos, y de cuanto les prometieron.

Nada nuevo, no obstante, a que no nos tuvieran acostumbrados estos bellacos, en una nueva ceremonia de la confusión, que vienen celebrando desde el principio de los tiempos, con el agravante y la alevosía de encontrarnos en unos momentos inmensamente delicados, que hacen aún más imperdonable la actuación de estos políticos ineptos, ambiciosos y soberbios, que tenemos la desdicha de soportar en este desafortunado País, que hace ya mucho tiempo no golpeaban de nuevo nuestros oídos y la sensibilidad de una población, que no sale de su asombro, y que comenta con indignación, que no hay parangón alguno entre estos malandrines que nos gobiernan, y los peores que habíamos soportado hasta ahora.

De tal calaña son los actuales, que no son capaces de aguantar una mínima comparación con los que tuvimos en el pasado inmediato, que aunque no resisten una exigente capacitación, quedan a mejor nivel que los actuales, incapaces de olvidarse de sus rencillas, odios y faltas de respeto que llevan a efecto incluso en sede parlamentaria, con intervenciones que no tienen más contenido que la ofensa, el insulto y la denigración del enemigo, que no del oponente político, pues tal es el concepto que de esta actividad tienen, siempre dirigida a su interés personal y de partido, olvidándose de los ciudadanos que se sienten olvidados y ninguneados por estos individuos, que no parecen sentirse vinculados ni responsables con el mandato recibido.

La absoluta descoordinación entre el gobierno central y el de las Comunidades, incapaces de ponerse de acuerdo en las restricciones a la movilidad, el estado de alerta, y hasta en el plan de vacunación, queda en continua evidencia antes los asombrados ciudadanos, ante los que no quieren tomar medidas radicales, aunque sean necesarias, que pudieran restarles votos, ante el temor a la impopularidad de dichas decisiones comprometidas, y menos ahora, con la lucha abierta y sin cuartel por el gobierno de la Comunidad de Madrid, dónde todo vale con tal de llegar al poder, con una disputada campaña, llena de insultos e improperios, que denotan una absoluta falta de respeto por el rival, al que no lo consideran como tal, sino como su enemigo.

Todo esto, desemboca en un espectáculo, que ciertamente, y para desdicha nuestra, no nos lo merecemos, pero a los que en definitiva, hemos elegido, erróneamente, como de todo esto se deduce, por lo que, nota debiéramos tomar de cada uno de ellos, a la hora de decidir un voto, que sin duda, no se merecen, como no nos merecemos esta pandemia que tantas vidas está destrozando, que se manifiesta, sobre todo, con absoluta y espantosa crueldad, en los países más atrasados de este proceloso mundo, en algunos de los cuales, ni siquiera han comenzado la vacunación, o apenas lo han hecho, cuando en el primer mundo llevamos varios meses llevándolo a cabo. Ellos, el mundo pobre, siempre condenado a la miseria, por encima de todo y de todos, no se merecen tanta desidia y tamaño abandono por parte del resto de este Planeta.

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