Curados de espanto creíamos estar después de su retiro monacal, cuando el conventual fraile de la Moncloa nos anuncia que ha dado un paso al frente para meditar qué hacer con su vida, en una falsa demostración más de la encrucijada a la que parece hacernos creer está haciendo frente en su continua lucha personal y política por el bienestar de unos ciudadanos que no dan crédito a tanta hipocresía como destila un personaje cuya ambición no conoce límites, cuya soberbia y falta de escrúpulos han quedando patente de manifiesto incluso allende nuestras fronteras, dónde se le considera un showman capaz de cualquier estridencia, bufonada o salida de tono como la del pasado retiro o la del presente estado de meditación con la que nos hace partícipes de sus inquietudes vitales.
Nadie diría, conociéndolo, que semejantes dudas acechen a un personaje frío y calculador – hablar con él es como hacerlo con una pared, dijo una madre que osó dirigirse a él - el jefe del ejecutivo, que en los años que lleva al mando, ha tejido toda una red de poder, controlando su partido y las instituciones del Estado, así como seleccionando a las personas de las que se ha rodeado, fieles y esclavas al mismo tiempo, ora ministros, ora fiscal general, entre otros, y alejando a todo aquel que pudiera suponer un obstáculo en su autoritario proceder.
Y es que han sido muchos los caídos en desgracia que han tenido la osadía de hacerle frente, o simplemente de encontrarse en su camino, como recientemente el defenestrado secretario general de su partido en Madrid, o tantos que pudiéramos citar, como Tomás Gómez que ostentó en pasado reciente un alto cargo en el partido y que afirma que no distingue el mal del bien, que cuando quiere llevar a cabo una purga, te anula, te aísla, y finalmente te destroza.
Su baño de masas en el congreso del partido, no ha hecho más que denotar una soledad y una debilidad total de un partido socialista esclavo de un presidente al que nadie cuestiona mínimamente, aún sabiendo que dicho partido se encuentra acorralado por las amenazas de corrupción que lo envuelven, lo que no ha suscitado la menor autocrítica ante las nefastas consecuencias que ello pudiera acarrear, entregados como están en eternizarse envueltos en la burbuja de seguridad que les proporciona su líder, que afortunadamente no puede serlo eternamente.
Pero al que nadie se atreve a enmendar la plana, ni por asomo, ni lo mas mínimo, empeñados como están en ejercer de entusiastas palmeros, sin que se contemple ni se atisbe el menor síntoma de que un sucesor esté llamando a una puerta que está blindada y herméticamente cerrada a tales efectos, y que él mismo se ha encargado de precintar por otra decena de años, cuando habla de su continuidad en el cargo.
Este país se halla instalado en una atmósfera contaminada por la extrema polaridad, la crispación y el desánimo ante una tensión política insoportable. Usted es en gran medida responsable, Sr. Presidente. Hágase a un lado, dimita, o convoque elecciones que den oportunidad a los ciudadanos para elegir a sus gobernantes, y no lo demore más con tantos retiros, tantas meditaciones y tantos malabarismos vacuos, y no se olvide que usted es prescindible, la democracia no.
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