Contemplar al presidente del gobierno intentando destacar en una esfera internacional dónde este país apenas tiene relevancia, causa como mínimo, incredulidad y sorpresa, no exenta de un cierto patetismo ante una situación que lo descoloca por completo y de la que no parece ser consciente un jefe del ejecutivo, que con sus aires autoritarios no deja indiferente a nadie, tratando por todos los medios de destacar , bien a través de una solapada crítica, de una buscada y furtiva foto, o de un paseíllo fugaz junto a algún líder internacional que le ofrezca una cierta relevancia que le suponga un rédito político que es más virtual que real, más lamentable que efectivo, más negativo que positivo, ya que la carga de intencionalidad de mejorar una deteriorada imagen, queda manifiestamente patente.
Y así, comete un error tras otro, intentando erigirse en un líder con pies de barro, en un referente de occidente, mientras se enfrenta al nuevo presidente de Estados Unidos, permitiéndose el absurdo lujo de increparle, llamándole la atención, en una incalificable y ridícula demostración de una soberbia muy propia de él, como siempre poco inteligente y manifiesta afinidades con países como China y otros cómo los llamados emergentes, englobados en América del Sur, África y Asia, en un absurdo intento de convertirse en el líder del sur global, en una ceremonia de la confusión que parece más una huída hacia adelante dada su complicada situación política, como siempre en la búsqueda de la necesaria imagen perdida, que una exigible y exigida acción política a nivel internacional que nadie le demanda.
Cada día nos sorprende un poco mas, un jefe del ejecutivo incapaz de gobernar su país, dado el difícil equilibrio de fuerzas existente, y al que pese a todo se aferra, a sabiendas de que unas posibles elecciones posiblemente las perdería, algo que con la soberbia que lo domina y su insólito apego al cargo, le resulta insoportable de aceptar, por lo que se lanza a la esfera internacional, dónde intenta destacar de una manera ridícula, intentando sobresalir, cuando ni tiene altura de miras ni entidad suficiente para desarrollarlas.
Patético e histriónico al mismo tiempo, no es capaz de recoger velas y dedicar su tiempo a su gobierno que lo tiene hecho unos zorros, y por ende a su país, que no se merece a un narcisista con una desmedida ambición de poder, incapaz de reconocer error alguno, tratando de llevar a cabo un control absoluto de instituciones y personas, como el incalificable acoso y control a los jueces, o la inaudita defensa de un fiscal general que indigna profundamente a toda la institución.
Cada vez más encerrado en sí mismo, más acorralado por los problemas judiciales que afectan a su entorno político y a su familia, se empeña en continuar, a costa de gobernar por decreto, con leyes trampa como la ómnibus, auténtico chantaje político, que ve cómo se la rechazan, para aprobarla después, a gusto de quienes siempre consiguen un rédito político, al mando del titiritero jefe, que es el que ordena y manda, y ante el que este patético presidente rinde cumplida y permanente pleitesía.