viernes, 16 de mayo de 2025

Manual de incompetencia

 Los recientes desastres acaecidos en nuestro país, con el apoteósico final del gran apagón, lo han colocado a ojos del mundo a un nivel tercermundista que debiera avergonzar a cualquier gobierno serio y responsable del que desafortunadamente carecemos, incapaz de dirigir, gestionar y resolver con eficacia y rapidez, limitándose a resistir, continuando al precio que sea, utilizando la moneda de cambio que más le convenga en cada momento, no importa de qué naturaleza sea, utilizando recursos oficiales si es menester, y negando, tergiversando y ocultando hechos evidentes, con una falta absoluta de respeto hacia unos ciudadanos que ya no confían en absoluto en un ejecutivo que los defrauda constantemente, a cuyo frente se encuentra un presidente que hace tiempo perdió la capacidad de sentirse digno, responsable y honesto, abrazando exclusivamente el único valor que desesperadamente concibe y persigue, que dada su infinita soberbia y extremo narcisismo no es otro que el de eternizarse en el poder, algo que su desmedida ambición le impone como única meta política a mantener a perpetuidad.

El reciente apagón a nivel nacional que ha causado unos enormes trastornos en todos los órdenes con desenlaces dramáticos en algunos casos, ha demostrado una vez más la incapacidad manifiesta de un gobierno que no ha asumido la indudable responsabilidad que le corresponde, evadiéndose como de costumbre, con sus responsables directos, la directora de Red Eléctrica y la ministra correspondiente desaparecidas, con las divagaciones explicativas banas, vacías y sin aclarar absolutamente nada de un presidente sobrepasado  por los acontecimientos que han dejado a este país en un mal lugar, una vez más, por la incompetencia de un gobierno cuyo jefe del ejecutivo debería olvidar su tan cacareado manual de resistencia y acostumbrarse a un manual de incompetencia en el que se ha instalado desde hace ya demasiado tiempo, y actuar en consecuencia ante tanto desastre que no conlleva responsabilidad alguna, ni por su parte ni por responsables a su mando.

No solamente no reconoce los fallos y errores habidos en este colosal apagón, sino que tiene la desfachatez de acusar a las empresas eléctricas, cuando el responsable último de Red Eléctrica es el gobierno, que tiene la obligación de conocer lo sucedido y repararlo en todos sus aspectos, sino que utiliza el apagón para cargar además, de una forma ferozmente extemporánea, contra las nucleares, cuando en Francia, por ejemplo, que posee 56 reactores – en España hay 7 reactores – aseguraban, ante el desastre en nuestro país, que jamás allí podría suceder lo que pasó aquí, ya que las nucleares frenan estas hecatombes energéticas, con un potencial inmensamente superior al de las renovables – sin renunciar a ellas - y que hacen de ese país galo, una indudable potencia mundial energética.

No cabe la menor duda que el gobierno supo mucho antes de lo que se afirma – ya avisaron las eléctricas que esto podría pasar - pero este jefe del ejecutivo, soberbia incluída, parece haberse entregado a una guerra contra todo lo privado, ni quiso ni supo escuchar, al tiempo que pocas dudas quedan acerca de que conoció más pronto que tarde lo sucedido y su reparación, que no obstante llevó a cabo demasiado tarde, sin querer reconocer ni un extremo ni otro, evadiéndose de responsabilidades que intentó cargar sobre otros.

La imagen de nuestro país se ve deteriorada por momentos con escándalos y desastres cada vez más reiterados, que denotan incompetencias que no se asumen, como las de las comunicaciones ferroviarias de alta velocidad que nos dejan en muy mal lugar ante los ciudadanos víctimas de la ineptitud de este gobierno, y ante nuestros colegas europeos, que no entienden de manuales de resistencia  inútiles, sino de otros que hablan de competencias, eficacias y responsabilidades que no admiten subterfugio alguno para evadirlas.


Presidente a la fuga

 La sorprendente noticia de la ausencia del presidente del gobierno en el funeral del Papa, ha suscitado todo tipo de comentarios en todos los medios de comunicación que no dan crédito a semejante hecho, incomprensible a todos los efectos, cuando la inmensa mayoría de los presidentes de gobierno y primeros ministros de todo el mundo no faltarán a tan señalada cita.

Nadie parece entender este extraño gesto de un personaje frío y calculador como el del jefe del ejecutivo que no da un paso sin calcular las consecuencias (salvo cuando tuvo que salir huyendo perseguido por la ira de las víctimas de la tragedia de Valencia), hasta el punto de renunciar a numerosas apariciones públicas dónde temía exponerse a los abucheos de la gente, algo que ha repetido en numerosas ocasiones, como parece haber sucedido en la entrega del premio Cervantes, dónde ya se comentó con anterioridad a dicho acto que no asistiría por el temor a ser abucheado públicamente, algo que de ninguna manera, su ego y su soberbia no pueden admitir.

La imagen pública es para él un aspecto absolutamente esencial, sin las mínimas concesiones a una espontaneidad que no comulga con su acendrado narcisismo y una desmedida ambición por el poder, que le lleva a calcular cada paso que da en este terreno que domina a la perfección, escoltado y asesorado de cerca por un gabinete de imagen que no le deja ni a sol ni a sombra, y que aseguran le sigue de cerca a todas partes, aconsejándolo en todo momento sobre todos los aspectos que rigen la aparición en público.

Es por ello, que haciendo dejadez de sus funciones, pese a que argumenten lo que consideren oportuno, no se puede justificar, salvo que se trate de una auténtica fuga política por inconfesables motivos, que no obstante no responden a ocultas, siniestras y misteriosas causas imposibles de descifrar, sino que en definitiva, todo es mucho más sencillo y explicable en un contexto internacional dónde se  va a encontrar con un panorama que no le es grato en estos momentos, pese a que le gustaría estar presente en una reunión de primer nivel en cuanto a líderes políticos se refiere y en un tema tan sensible como el del funeral del Papa argentino Francisco.

El jefe del ejecutivo mide con tal cuidado sus pasos, cuando de cuidar su imagen se refiere, que podríamos pensar que le preocupa enfrentarse a un Trump, presidente de Estados Unidos, que pueda ningunearle de alguna manera, con un frío saludo o un determinado gesto hacia él que pudiera molestarle, dadas las diferencias que Trump mantiene con él, debido a determinadas declaraciones que Sánchez ha vertido sobre Trump, y la veleidades que se ha tomado el presidente se ha tomado con China y que han podido molestar al presidente americano.

Sí a todo ello le añadimos los desacuerdos que mantienen los primeros ministros de la Unión Europea con él, en cuanto a su unilateralidad a la hora de llevar a cabo la política que debería corresponder a la UE en conjunto, quizás el resultado sea el de no tener que responder ante ellos,  sin prepararse debidamente el tema.

Quizás no sean los únicos motivos que justifiquen un gesto que nadie parece entender, pero sí podrían explicar una actitud, que está causando sorpresa y una auténtica perplejidad en un tema tan sensible como el citado, que supone una auténtica fuga política ante una responsabilidad que la inmensa mayoría de la ciudadanía no alcanza a comprender, por entender que es irrenunciable.