lunes, 13 de julio de 2009

MI MUY MEJOR AMIGO

He sabido que te has cansado de vivir, que ya no quieres causar más molestias, que has decidido dejar a quienes tanto te van a echar de menos, querido Pillo. Han sido muchos años para ti, pero muy pocos para tu amigo del alma al que abandonas. Le has dado todo durante estos felices años y, como siempre, a cambio de nada. Permanecerás en su corazón y tu recuerdo le acompañará para siempre.
Es Pillo un alegre, bullicioso, simpático y juguetón perro que conozco por ser el fiel compañero de un amigo. Hace tiempo que sabía que estaba enfermo y cargado de años; qué ironía con apenas unos pocos años traducidos a nuestra escala, pero ya muchos en la suya, que le venían pesando últimamente y que le causaban trastornos como si de un anciano se tratara.
Pese a su enfermedad, pese a la tristeza que denota su tierna mirada, lo lleva con toda la dignidad del mundo, tratando de no perturbar la vida de quienes se desvelan por él, intentando no preocuparlos y devolviendo multiplicado por mil el cariño recibido.
Vas a dejar un enorme hueco en la casa, un gran espacio de ternura y cariño por todos sus rincones, un vacío imposible de llenar. Sólo el tiempo y los recuerdos de los maravillosos momentos pasados juntos, suavizará el dolor que causará tu ausencia.
No son fáciles de entender estos sentimientos para quienes no hayan sentido el amor y el cariño inmenso que se puede llegar a profesar a estos maravillosos animales que te lo dan todo, que son capaces de dar la vida por ti, que llegan a dedicártela por completo, llegando hasta la sumisión y la entrega total.
Les basta con una caricia, con una palabra amable y ya son felices. Se deprimen y sufren como nosotros, pero sin causarnos la menor molestia. A lo sumo emiten unos leves quejidos y nos miran con esos ojillos que nos parten el corazón.
Las separaciones son dolorosas para todos. Se echan de menos mutuamente y el reencuentro es inenarrable. Si pequeño, se mueve nervioso y contento a tu alrededor, si grandote, se pone de pie sobre sus patas traseras y te arrincona contra la pared comiéndote a lametones que son besos para ellos.
Su capacidad de entrega es absoluta y su bondad infinita. En algunos casos, sobre todo en ambientes rurales, sé de algún perro que, presintiendo su muerte, se aleja de casa para morir. Es un último y elevado acto de supremo amor hacia su compañero al que no quieren hacerle sufrir.
Querido Pillo, no te irás aunque tú te empeñes. Permanecerás aquí, en el corazón de aquellos que tanto te quieren. No te olvidaremos. Hasta siempre.

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