martes, 30 de junio de 2009

EN EL PLANETA EQUIVOCADO

En un universo de gigantescas dimensiones, poblado por billones de estrellas, moviéndose a velocidades de vértigo por la sobrecogedora y eterna noche del cosmos, un hermoso planeta azul acompaña en su viaje a una de las infinitas galaxias que giran sobre sí mismas hacia los desconocidos confines de un universo en continuo cambio y en eterna expansión.
Acompañado por una poderosa estrella que le proporciona luz y calor y por un brillante astro que ilumina sus oscuras noches, en el planeta Tierra surgió la vida de forma espontánea abriéndose paso con un formidable e irrefrenable ímpetu transformado la faz del planeta.
Somos hijos de las estrellas, afirmaba Carl Sagan. Toda la vida procede del universo desde donde llegó para ocupar el agua, el aire y la tierra invadiéndolo todo con la poderosa fuerza que la vida imprime con su titánico y poderoso sello personal, transformando los océanos, las montañas y los ríos del más bello planeta que jamás el espacio-tiempo en su eterna expansión, pudo soñar.
La vida surgió en el mar con imparable fuerza, multiplicándose en su seno, para salir a tierra firme y poblarla de miles de especies, que evolucionaron en el curso de los tiempos para dar lugar a miles de especies que surcaron el aire, al tiempo que una explosión de vida vegetal cubrió la faz del planeta.
El planeta, pleno de vida, recorría el espacio alrededor de su estrella que le proporcionaba la energía y la luz necesarias para el sostenimiento de la misma, mientras, la orgía de vitalidad que se desarrollaba en el afortunado planeta, se abría camino a golpes de evolución y adaptación en un medio en el que se mantenía un preciso y precioso equilibrio sin nada ni nadie que pudiera romperlo.
Pero la imparable evolución, optó por una nueva forma de vida que con el tiempo habría de romper el maravilloso y natural equilibrio existente entre los seres vivos y los ecosistemas donde se desenvolvían: surgió el hombre.
El más hermoso de los planetas, pronto empezó a sufrir las consecuencias de la devastadora y febril acción destructiva y aniquiladora del ser humano. Contaminó los ríos y los mares, ensució el aire hasta hacerlo irrespirable, hizo desaparecer bosques, selvas y paisajes que ya nunca se pudieron recuperar y decidió aniquilarse a sí mismo en innumerables guerras que sembraron la muerte, la miseria y el dolor.
Aniquiló innumerables especies que ya jamás poblarían los mares, los valles y las montañas donde surgieron hace miles de años. Contaminó las ciudades con los ruidos y los humos de los automóviles, destruyó la vida marina, desorientando a las ballenas con el ruido infernal de los barcos, destrozándolas con las hélices de los trasatlánticos y envenenando los océanos con el petróleo vertido por esos portadores de contaminación y muerte que son los gigantescos petroleros que surcan los mares antes rebosantes de una fauna marina pletórica de vida.
Ya nada volvió a ser igual en el planeta. Imaginarlo antes de la aparición del hombre-predador es una de las más bellas visiones que ahora, el ser humano pueda imaginar. Un paraíso de luz y color, una explosión de diversidad y vida en armonía con una naturaleza radiante, de un verde hermosamente exuberante, sin el menor atisbo de contaminación ni ambiental ni acústica, con unos mares, ríos, valles y montañas de un límpido azul y transparente. La vida en estado original y puro.
Ni los dioses pudieron imaginar desde su olimpo, la maravillosa obra que crearon. Solo un desencanto nublaba su orgullosa y portentosa obra. La aparición del hombre sobre la tierra fue un error. Surgió en el planeta equivocado.

lunes, 22 de junio de 2009

EL DESAFÍO DE INTERNET

Con poco más de diez años de existencia y con una progresión en su utilización a nivel mundial que ha roto todas las previsiones imaginables, Internet se ha postulado por derecho propio como uno de los fenómenos con más trascendencia, no del siglo XX, sino de la historia de la humanidad, con una inmensa capacidad de influencia en todas las áreas de la comunicación, y, por supuesto, en el terreno social, político y económico a escala global.
Nada es más significativo ni ilustra mejor sobre la influencia que está adquiriendo Internet, que el hecho de que los gobiernos de dos potencias como son China e Irán se esfuercen en intervenir y silenciar la Red de redes, con el objeto de ocultar a su población y al mundo, hechos como los de la masacre de Tiananmen, las críticas a su sistema político o simplemente el uso de la palabra “libertad”, en el caso del gigante Chino.
En Irán, las protestas en contra de un sistema político que cercena sus libertades y falsea los resultados de unas elecciones supuestamente libres, son contempladas en occidente gracias a Internet y sus inmensas posibilidades de divulgación de las imágenes colgadas en la Red por los propios manifestantes, pese a los tremendos esfuerzos por parte del gobierno por controlar, intervenir y en última instancia silenciar un fenómeno de comunicación a escala mundial.
En general, los gobiernos, multinacionales y poderosas Corporaciones con enormes intereses económicos, encuentran en Internet un monstruo de la comunicación y del intercambio comercial, social y cultural, que desearían controlar e intervenir, cada uno de ellos por motivos diferentes, inconfesables a veces e interesados casi siempre.
Protestan las multinacionales de diferentes actividades económicas, que Internet supone una importante merma en sus ingresos debido al intercambio de productos entre los usuarios al colgarlos en la red y dejarlos disponibles para aquellos que deseen acceder a ellos. Sin duda así es, pero esta actitud no deja de ser una protesta ante los exorbitados beneficios que obtienen muchas veces con productos que han amortizado cien veces y que en cualquier caso, con precios más razonables, podrían evitar.
Tratan por todos los medios – legales y democráticos, al menos en occidente - de cerrar un poco esta inmensa, poderosa y luminosa ventana abierta al mundo que les molesta, contraría y limita su poder, con su portentosa capacidad de difusión instantánea, mediante la cual, cualquier individuo puede colgar sus vídeos, imágenes y documentos de todo tipo, en cualquier lugar del planeta, con el objeto de denunciar abusos, o situaciones que merecen ser expuestas para su conocimiento.
No todo es ensalzable en Internet. Los contenidos que muestran la espantosa pornografía infantil, por mencionar alguno de ellos, y tantos otros que muestran la cara más negativa de la Red, demuestran, una vez más, la capacidad del ser humano para utilizar la libertad de una forma perversa y desalmada.
La capacidad de intercambiar información entre los internautas es una maravilla que nos acerca más a aún a los habitantes de este planeta. Ningún poder fáctico o de hecho, puede ni debe intervenir Internet. Somos los usuarios los que debemos regularlo con el objeto de que sus contenidos sean positivos para la comunidad internacional, rechazando y denunciando a aquellos que amparándose en el anonimato desvirtúan la naturaleza de un fenómeno que se ha constituido en el cuarto poder.

jueves, 18 de junio de 2009

PAISAJES RECUPERADOS

Para aquellos que nacimos en alguno de los pueblecitos, más bien aldeas, que salpican la ancha meseta castellana, resulta hoy un verdadero placer contemplar como la mayoría de ellos continúan aún allí, vivos, anclados en el paisaje al que se acostumbraron nuestros ojos durante los imborrables años de la infancia que nos dejaron una indeleble huella en nuestra retina y en nuestro corazón.
Recuerdos de sus tortuosas calles, de sus humildes casas, del río corriendo por la pradera, de la escuela, de la iglesia, de las eras, del molino, de la fragua y de tantos lugares, algunos hoy desaparecidos, pero que continuamos localizándolos allí donde estuvieron como si el tiempo no ocupara lugar en nuestra mente.
Recorremos con satisfacción sus calles, tan arregladas, como se decía entonces, bordeadas de aquellas casas, que hoy, restauradas muchas de ellas, otras levantadas de nuevo, y otras que han surgido en el paisaje, han dado un aire nuevo a estos lugares, que hace cuarenta años se daban por perdidos, abandonados a su suerte, con una población envejecida que hacía presagiar un oscuro futuro.
Hablo de pueblecitos de Castilla, de Segovia, porque en uno de ellos nací y que en su máximo esplendor no llegaron a los trescientos habitantes, que estuvieron a punto de desaparecerer de pura inanición y abandono, y que hoy, cuarenta años después, han recobrado la energía suficiente para sentirse más asentados que nunca y con una poderosa razón para seguir, que no es otra que la de la humanización de la existencia que nos niega la gran ciudad.
Han sido los descendiente de los habitantes de entonces, que recobrando la ilusión por retornar a sus orígenes han reconstruido las casas de sus padres, de sus abuelos y han colaborado de esta manera a la supervivencia de estos hermosos lugares que pueblan de vida los campos de Castilla y de tantos otros lugares de nuestro país.
Junto al medieval castillo, en la falda de una montaña, a la vera de un serpenteante río, entre verdes y frondosas praderas, rodeado de alamedas, o surgido a la sombra de una hermosa iglesia centenaria, destacan en la quietud silenciosa de los campos alterando su soledad y salpicándolos de vida bajo un cielo eternamente alfombrado de miles de estrellas.Nos felicitamos por la supervivencia de estos pueblos, centenarios los más y muchos con una historia por descubrir y contar. Para muchos de nosotros que nacimos en ellos, supone un emocionado y deseado retorno a los orígenes, así como una señal de respeto y homenaje a nuestros padres y antepasados que con su esfuerzo levantaron estas hermosos lugares, hoy felizmente recuperados.

lunes, 8 de junio de 2009

LA LUNA AL ALCANCE DE LA MANO

El veinte de julio de mil novecientos sesenta nueve, cuentan las crónicas que tuvo lugar uno de los hechos más trascendentales llevados a cabo por los seres humanos a lo largo de la historia de este atribulado y solitario planeta, al hollar con sus pies el virginal e inmaculado suelo lunar, nunca antes profanado por ser vivo alguno.
Utilizo la expresión “cuentan”, porque durante estos años se ha especulado con el supuesto de que todo fue una farsa, un engaño que los Estados Unidos montaron en unos estudios cinematográficos que recreaban las condiciones lunares y que han propiciado que muchos adictos lunáticos intentaran dejar en evidencia a la NASA ante lo que ellos consideran fallos garrafales en dicha recreación, mediante los cuales intentan demostrar que en realidad, todo se fraguó aquí en la Tierra.
A primera vista, repasando la información que nos proporcionan los escépticos y visualizando multitud de reportajes y documentales que sobre el tema se han llevado a cabo, uno se permite dudar hasta el extremo de que cuanto más te informas, más llegas a tener la seguridad de que nos timaron miserablemente, que todo se pudo grabar en un estudio en el desierto de Nevada, que, en definitiva, nos engañaron.
La verdad es que sorprende que hace cuarenta años pudieran llevar a cabo semejante hazaña, cuando hoy en día vemos los problemas que tienen que sortear de vez en cuando en misiones aparentemente menos complicadas. Ponen como ejemplo el del ordenador central, una cacharrillo con una potencia semejante al del que hoy gobierna una lavadora o un sencillo aparato doméstico. Como mínimo, este hecho, al lado de otros más que podríamos citar, no deja de sorprender.
Pero la inteligencia más elemental, más medianamente lógica, no debería alimentar semejantes razonamientos que chocan frontalmente contra una mentalidad que a nada que se esfuerce, concluiría que semejantes alucinaciones son un completo desatino que trocaría uno de los más gigantescos pasos dados por el hombre en una burda y ridícula farsa que avergonzaría para siempre a sus supuestos autores y que el resto de las potencias habría dejado en evidencia.
Y es que fue una aventura maravillosa que vivimos todos aquel mágico veinte de julio de hace cuarenta años. El mundo entero se sintió a la par que emocionado, un poco aliviado al contemplar al hombre sobre otro cuerpo celeste. Ya no estábamos tan solos, tan aislados en este planeta.
Por primera vez podíamos contemplarnos desde allí, y nos veíamos como una hermosa esfera azul, solitaria en la inmensa negrura del universo, y descubrir de paso lo insignificantes que somos inmersos en la grandiosidad del cosmos.
Somos apenas un incipiente soplo de vida entre las galaxias y las estrellas que las componen. Sin duda no somos los únicos y seguro que ese milagro que llamamos vida abunda en la inmensidad del soberbio e infinito universo. Experimentamos una necesidad imperiosa de conocer a nuestros vecinos estelares, de saber si están ahí, y no descansaremos jamás en intentarlo
Quizás nos encuentren ellos, quizás jamás lo consigamos, quizás nos hayamos extinguido antes de lograrlo, pero aquel paseo lunar significó el comienzo de la aventura. Los poetas que tanto la cantaron, debieron avisarla para mantenerla lúbrica y pura, con aquellos versos de Federico:
Huye luna, luna, luna / que ya siento sus caballos.