sábado, 15 de agosto de 2020

JAULA DE GRILLOS

Una musical e insistente melodía, en absoluto insoportable, con una cadencia fija, constante e inacabable, sin apenas altibajos, con unos pequeños, ínfimos, intensos y sorprendentes silencios, que apenas son percibidos por el oyente más experto, más audaz e insomne en ocasiones, que a base de escuchar la misma canción con el mismo compás e idénticos graves y agudos, es capaz de distinguir, si algún nuevo  integrante se ha incorporado a la orquesta.
Banda perfectamente orquestada, que se encarga hoy de interpretar la sinfonía que los profesores del inusitado conjunto musical llevan a cabo hoy con el objeto de arrullar con sus delicados instrumentos, los oídos de quienes, o bien pasan su noche en vela, o caminan por el campo, o por la ribera de un río, dónde una serena, apaciguada y silenciosa quietud, permite escuchar la magistral obra musical compuesta por centenares de grillos, sin más instrumentos musicales que sus alas, su cricri, y su necesidad de comunicarse con sus semejantes.
Por definición, una jaula de grillos es un lugar, dónde mucha gente habla sin parar, con mucho alboroto, sin posibilidad alguna de entenderse, sin orden ni concierto, donde cada uno va a su aire, armando mucho ruido, en medio de una general confusión, que dificulta la comunicación entre los integrantes que conforman la jaula, que necesariamente no ha de ser tal, sino que la misma puede trasladarse a una habitación, a una casa, o una ciudad entera, dónde sus gentes son incapaces de llegar a entenderse por hablar todos al tiempo, en el caso de sala, por hacerlo a gritos en la casa o por hablar cada uno consigo mismo en una ciudad donde el monólogo es la forma común y corriente de entenderse, sin posibilidad alguna de llegar a acuerdos de ninguna especie.
Pero no obstante, los grillos salen malparados sin duda de esta odiosa comparación, ya que está demostrado que ellos sí logran comunicarse de una manera eficaz, consiguiendo entenderse con sus delicados sonidos, que llegan al resto de sus compañeros en forma de mensajes inteligibles, difíciles de interpretar para nosotros, pero de los que tenemos constancia que tienen significado para ellos, que siguen un código determinado con los que elaboran sus crípticos comunicados.
Mensajes, que no obstante son perfectamente entendibles para ellos, lo que es totalmente elogiable para nosotros, los humanos, que tan mal los imitamos, cuando con tanta frecuencia actuamos, como si de una jaula de grillos se tratara cuando somos incapaces de establecer una coordinada, inteligible y eficaz comunicación, que nos lleve a consensuar acuerdos, y, por lo tanto, a socializar como seres humanos que somos, a los que se les supone el don supremo de la inteligencia, que la sabia naturaleza nos ha concedido.
Pero no suele ser norma común este proceder, ya que la historia de la humanidad nos demuestra, que no hemos sabido aprovechar esta capacidad que nos diferencia y distingue de los demás seres vivos, que han sido lo suficientemente sagaces, perspicaces e ingeniosos, para, a imagen de los grillos, organizarse entre ellos, para alcanzar sus objetivos, aunque también salden sus disputas de forma violenta, que no obstante suele ser menos frecuentes, menos duraderas, y dirigidas siempre por un instinto vital y primitivo, que nada tiene que ver con las acciones intencionadas, premeditadas ydirigidas por una astucia malvada y soberbia, que se contradice con la inteligencia que se nos supone.
Competencia que no solemos desarrollar con la suficiencia necesaria para poder gestionar este mundo y sus circunstancias, que nos ha llevado, con apenas unos pocos milenios de historia, a desarrollar una civilización humana, que no ha conocido un momento de respiro en cuanto a la extrema violencia ejercida por el hombre contra el hombre, que nos ha hecho acreedores a una necedad de tal calibre, que somos incapaces de reconocernos cuando nos miramos en el espejo, mientras escuchamos el acompasado y rítmico cricri de los grillos, que con el libre y cantarín movimiento de sus alas, nos recuerdan, que los que de verdad viven en una gigantesca, turbulenta y anárquica jaula, somos nosotros, los seres humanos.

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