Hay lemas que
parecen estar dedicados a contradecir, despistar o incluso a desviar la
atención sobre el motivo principal al que hace referencia, en un auténtico
alarde de desinformación involuntariamente diseñada, ya que su propósito es
otro, que causa, como mínimo, y antes de
la perplejidad más acuciante, la hilaridad entre quienes tienen la capacidad,
la voluntad, y la inteligencia necesaria y suficiente, para discernir,
discriminar y poner en cuarentena y en cuestión, las verdades oficiales que de
esos ámbitos proceden, ya que esa suele ser su procedencia, aunque en boca de
otros se ponga, en una ceremonia de la confusión tal, que no obstante no consigue
tan desalmados propósitos.
De esta manera
se da lugar a una interpretación, que en nada se parece a la de quienes se
encargan de propagar las que se originan en las alturas mediáticas, que no son
otras que las de la clase gobernante, que son quienes mueven los hilos de los guiñoles
que responden con sus sometidos y respetuosos gestos, movimientos y mensajes, a
los dictados de sus interesados amos, que los dirigen y gobiernan, a menudo con
oscuros e inconfesables propósitos, que no suelen quedar al descubierto para
quienes no quieren mirar hacia otros lares, y cargan con la oficialidad
reinante, haciendo oídos sordos a los pocos que se atreven a denunciar los
atropellos habidos.
Con nuestro
País convertido en una auténtico y penoso espacio humano devastado ante tanta
inquietud por un futuro incierto, sorprende a muchos, que no a todos, que nos
vengan con lemas como el que da título a estas líneas, que parece pretender insuflar
ánimos a una población que contempla con estupor cómo una España destrozada
económica social, sanitaria y laboralmente, ocupa el último lugar de Europa en
cuanto a la pandemia se refiere, y a
todas las consecuencias que de ella se derivan, con un aumento galopante de los
brotes, una economía destrozada, un paro disparado, y un futuro penosamente
inquietante para los más jóvenes, que representan el porvenir de ese denominado
“Gran País', que no es sino un auto bombo, una autopromoción poco creíble, para
quienes nos atrevemos a cuestionar dichos lemas tan grandilocuentes como falsos
de rigor.
¿Pero qué es
un “gran País?¿quizás uno de grandes dimensiones? ¿uno muy poblado? ¿de grandes
riquezas naturales? ¿con un alto nivel vida? ¿con un alto nivel cultural? ¿con
un considerable bienestar social? Pienso que ninguno responde a la pregunta
planteada, ya que aunque reuniese alguna de las circunstancias citadas,
seguiría siendo, simplemente, un País grande en superficie, y/o, rico, culto,
cómodo, acogedor, y cuántos calificativos pudieran acuñarse, pero nada más, y
aunque pudiera hacerse acreedor de todas las contingencias detalladas,
continuaría siendo un País digno de vivir en él, pero no por ello sería
destinatario del título de la grandeza citada, pues un ente tan abstracto y
complejo, no puede apropiarse de semejante distinción reservada a las seres
animados, a los que dicho honor, con demasiada frecuencia, suele quedarles
demasiado grande.
Cuando se
habla de grandes países, de civilizaciones grandiosas, de personajes de una distinguida
grandeza, suele cometerse el error de no investigar acerca de los orígenes, de
su fundación y progresión en el tiempo, en el caso de los dos primeros, y en el
caso del tercero, de no dar un completo y exhaustivo repaso a toda su vida y
sus circunstancias, que a veces, los empequeñecen de una manera fulgurante,
quedando tan notable título de grandeza, para los más pequeños en apariencia,
para los más humildes, para los más menesterosos, que nunca se distinguieron
más que por sus obras.
Sin alharacas ni demasiado ruido, pues no lo deseaban ni
maldita falta que les hace en su sencillo y silencioso paso por este mundo de
tantos y tan falsos grandilocuentes venidos a menos, a fuerza de pretender,
ambicionar y mentir como bellacos, porque cabe hablar de un país grande, pero
no de un gran país, así como de un país pobre, que nada tiene que ver con un
pobre país, ya que no nos encontramos en aquella acepción, pero sí en esta
última, en la que parece encontrarse el nuestro desde hace ya demasiado tiempo,
casi desde el principio de los tiempos, y todo ello, debido en gran parte a unos
pésimos gobernantes y a una omnipresente, retrógrada y cavernícola iglesia católica, que soportamos los pacientes y sufridos ciudadanos de este
País, a lo largo de nuestra dilatada historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario