sábado, 1 de julio de 2023

COMO ESOS VIEJOS ÁRBOLES

Necesitados estamos de ejemplos de vida que nos ilustren y guíen con sus modelos basados en la honradez, la honestidad y la capacidad de ser consecuentes con lo que proclaman, publican o difunden a través de los medios de comunicación, hoy sobre todo, cuando tan fácil resulta llegar a la gente, sin necesidad de ser un personaje público, aunque mucho más en este último caso, que es el que nos ocupa, por razón de su difusión en las llamadas redes sociales, que tanta influencia tienen en los destinatarios de su mensaje, ya sean políticos, representantes de las diversas artes, o personajes y personajillos del mundo de la farándula.

 Esta abundante fauna, suele copar estos espacios mediáticos, contaminando las susodichas redes, con su vacuo y ordinario proceder, que atrapa a quienes no suelen demandar excesivas exigencias basadas en la cultura, el arte y el buen gusto en general, algo que no suele abundar por esos lares, que pocos escrúpulos exhiben a la hora de difundir sus contenidos basados en la más absoluta e inculta de las banalidades más excéntricas,  carentes del menor interés ético y estético que pudiera apreciarse en sus actividades públicas.

Se caracterizan por una absoluta falta de preparación cultural y profesional, por lo que su auditorio, que suele ser elevado, no se preocupa en exceso por ser exigente en ese aspecto, predominando en ellos el lúdico y suficiente deseo de satisfacer su curiosidad en temas mundanos acerca de personajes de todo tipo, que suelen dar el juego suficiente con sus singulares y ajetreadas vidas, como para obtener el necesario y buscado efecto de la morbosa intención transgresora que reclaman sus adictos a las supercherías más vulgares acerca de las vidas de los demás.

Desdichadamente, no todos son personajes que van y vienen, sin un perfil determinado enraizados en la vida sociopolítica del País, y que en nada lo representan a ningún efecto científico, cultural o artístico, ya que entre ellos/as, sí pueden encontrarse figuras relevantes que pueden insertarse en esa colección de personajes públicos, que sin carecer de una formación sólida, y sin integrarse necesariamente en los antes citados, no son ejemplo ni modelo de esa honestidad y esa honradez que citábamos  al comienzo.

Son por ello responsables de las más severas críticas a la hora de juzgarlos, por la representatividad e influencia que ostentan a nivel social, responsables por lo tanto de los perniciosos efectos que llegan a tener sus proclamas, comportamientos y actividades con frecuencia perversas,  imbuídas de soberbia, vanidad, falsedad, mentira, y una egolatría insoportable, que en el caso de los políticos, llega a alcanzar metas de una altura considerable, teniendo en cuenta que aspiran a representar a unos ciudadanos que asisten perplejos a semejante espectáculo, que no refleja sino el ansia de poder a cargo de quienes debieran dar ejemplo de la honestidad y la honradez más ejemplarizante.

Repasando el historial de personajes públicos ejemplares, de todo orden y condición, muchos son las/los que acuden prestos a mí mente, gentes que he admirado desde siempre, que jamás dieron ocasión a nadie para dudar de ellos, y son muchos/as que podría citar, tanto de tiempo presente como pasado, aunque mi memoria selectiva en este aspecto, me conduce, invariablemente, aunque repito que  podría citar multitud, a una persona admirable por su vida, su historial profesional, su actividad siempre consecuente con sus hechos, íntegro a carta cabal, querido por la gente y admirado por todos, que nos ha legado un hermoso y valioso repertorio de canciones y vibrantes himnos, que siempre  se mueven en torno a la libertad, la igualdad y la fraternidad humana.

José Antonio Labordeta, escribió entre otras innumerables y hermosas canciones que hablaban de las gentes, de su tierra, y de la naturaleza que tanto amaba, “somos”, una bellísima muestra de su sencilla, sensible y honesta honradez que siempre derrochó hasta el final de sus días, que le hacen acreedor a los calificativos más dignos y humanos que puedan aplicarse a un personaje público que jamás defraudó a nadie: “somos/como esos viejos árboles/batidos por el viento/que azota desde el mar”.


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