martes, 1 de agosto de 2023

No es país para poetas

En apenas dos años, en dos mil veinticinco, un veintiséis de julio y en un pueblecito Francés próximo a nuestra frontera, tristemente célebre para este cruel país que le obligó a exilarse por sus ideas, de honroso y noble nombre, Collioure, un poeta universal, nacido en Andalucía, un gigante de nuestra literatura, republicano ilustre, sabio y bueno, Antonio Machado, un día azul y soleado, como en su infancia, su inmortal espíritu sobrevolará Collioure, anunciando al mundo que el ilustre e inmortal poeta,  cumplirá ciento cincuenta años desde que contempló la luz por primera vez en su Sevilla natal.

Injusto País, desolada Andalucía, que sufrió la pérdida perversa e inhumana de dos de sus más ilustres poetas, Machado en el exilio, dónde allí seguirá para siempre, y Lorca, asesinado y ocultado vilmente a nuestros ojos, para que olvidásemos, para que nadie pudiera honrar sus restos en una tumba entre los olivos, algo que no lograrán jamás, porque son inmortales, y como tales, siempre permanecerán en la memoria de los amantes de la verdad, la belleza y la libertad, que cantaron en sus estrofas y en los versos que las articulan para construir los poemas que generosamente nos legaron.

Desde Soria hasta Segovia, pasando por Baeza, el honorable profesor impartió clases de francés a sus afortunados alumnos, mientras componía y mostraba su simpatía por la causa republicana, que defendió con pasión y valentía, haciendo honor a su pensamiento dónde la libertad y las consecuencias sociales que de ello se derivaban para los ciudadanos, merecían toda su consideración y su respeto, algo que vertía en sus poemas siempre cercanos a las gentes, a los paisajes y a los campos que habitaban, en un inacabable homenaje hacia las sensibilidades más populares y sencillas.

No descartaba su censura y crítica firme y a la vez amable de las más recias y ancestrales costumbres que atenazaban la cultura popular, víctima de unos estamentos nacionales y estatales, entre los que ocupaba un lugar primordial la iglesia católica, que llenaba sus mentes de prejuicios y temores que mantenían a los ciudadanos en un estado de permanente ignorancia  y retraso cultural - la España de charanga y pandereta, cerrado y sacristía, devoto de Frascuelo y de María – que ilustra a la perfección su conocimiento del alma popular de las gentes a las que respeta y en las que confía, cuando añade - ha de tener su mármol y su día, su infalible mañana, y su poeta-.

Su capacidad para desentrañar el sentir y la inteligencia popular, no conoce límites, tenía un indudable don para describir la situación de las clases más humildes, así cómo de las de más recio abolengo, rancias y distantes, a las que censura su afán de alejarse del pueblo llano, y de enrocarse en sus privilegios centenarios, lo que llevó a Machado a citar admirablemente certero – Castilla miserable, ayer dominadora, envuelta en sus andrajos, desprecia cuanto ignora –

Poeta y siempre observador de la realidad terrible que asolaba su País, sumido en la pobreza y la incultura, se ve obligado a reflexionar sobre ello – esa España que ora y embiste cuando se digna usar la cabeza - con un pensamiento duramente crítico, que confiaba lograse cambiar costumbres y defectos que acuciaban a los españoles – si cada español hablase de lo que entiende, habría un gran silencio que podríamos aprovechar para el estudio-.

Leonor y Guiomar, sus dos apasionados amores, tan distintos y distantes, tan capaces de trastocar la apacible vida del poeta, ocuparon un corazón que supo del sufrimiento en dos momentos y lugares diferentes de la tierra que cantó en Campos de Castilla – reconoce y admite su llegada cuando escribe -recibí las flechas que me asignó Cupido – en un gesto humilde y sincero de su condición humana, como cuando afirmaba – hay en mis venas gotas de sangre jacobina – en alusión a su  militancia política republicana que según afirmaba – le había hecho pasar de ser un espectador, a ser un actor apasionado -.

Estas convicciones, decía - le habían convertido en un miliciano más, con destino cultural, y el motivo había sido contemplar la invasión de mi patria – lo que honra y eleva aún más si cabe, a las máximas alturas de la calidad humana, a este insigne poeta, hombre bueno y digno a carta cabal, como Lorca, Miguel Hernández y tantos otros, irrepetibles y universalmente admirados por las gentes de los pueblos del mundo que aman la libertad, la paz y la belleza como derechos irrenunciables de todos los seres humanos.

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