Este
título, que sin duda despertará los recuerdos de infinidad de gente de cierta
edad, que tuvo un enorme éxito allá por los años setenta, corresponde a la banda
sonora de la película “el violinista en el tejado”, protagonizada por el actor Topol,
que escuchamos en infinidad de ocasiones, y que en inglés – if I were a rich
man – memorizamos y tatareamos con harta frecuencia, aunque por supuesto, no domináramos
el inglés, que la vimos en el cine y después repetidas veces en televisión,
marcó una época entonces, y vuelve a estar de moda en éstos ajetreados y
convulsos tiempos.
Y no
precisamente porque la fortuna nos haya sido propicia a quienes la vimos, hasta
el punto de pasar de la pobreza a la riqueza, de la noche a la mañana, como le
sucedió al protagonista, que feliz él, bailaba en el desván de su humilde casa
al ritmo de la canción que interpretaba, fantaseando con llegar a poseer un día
una casa de verdad, con todas las comodidades posibles, y que constituye toda
una emblemática imagen de la historia del cine.
Tampoco
porque la vida actual, después de tanto tiempo, se haya tornado generosa,
amable y abundante para una mayoría de la población de este país, que desearían
poseer una casa sin los agobios que ello conlleva, léase hipotecas imposibles
en unos casos, y en otros, ni siquiera esa posibilidad, sino poder sufragar el
abusivo alquiler que los conduce a destinar un porcentaje inasumible del
sueldo, si lo tuviera, que esa es otra canción, y no digamos ya en el caso de
los jóvenes, que ni a una ni a otra solución pueden optar, viéndose obligados a
elegir la casa de los padres, que los acogen como a si del retorno del hijo
pródigo se tratara.
Llegados
a este punto, deberíamos, si no aclarar meridianamente, sí al menos intentar explicar
cual es el motivo por el que el título del tema central de esta película nos
ocupa y preocupa, hasta el extremo de tomar en consideración temas y problemas
sociales que no por reales, dejan de servirnos de punto de partida para entrar
en materia que, como verán, aunque pueda carecer de la seriedad necesaria para
tenerlo en cuenta, no de ser objeto de preocupación para quienes se encargan,
porque para ello han sido elegidos, de recaudar los impuestos destinados a
mejorar nuestras vidas y haciendas.
Por
el contrario, motivos de preocupación tienen, en el otro extremo, quienes por
razón de sus logradas y abultadas fortunas, han de responder de esos diezmos
que han de ingresar en las arcas del estado para que los menos agraciados,
puedan disfrutar de los beneficios que comporta una justa distribución de los
ingresos que en este caso corresponde a los más ricos, y que dada la poca
gracia que les hace, intentan evadir el compromiso, recurriendo a determinadas
argucias, que a continuación detallamos, y que, aunque en el fondo, aunque
pretenden conseguir los mismos objetivos, la formas difieren sustancialmente.
Según
la viceprimera ministra y ministra de trabajo de este país, los ricos, sin más
paliativos, para evadir sus obligaciones tributarias pretenden huir, pero no
ocultándose en nuestro país o en otro lugar de este proceloso mundo, dónde sin
duda serían bien recibidos con sus fortunas a cuestas, no. Lo que están
tramando de una subrepticia forma, es escapar del planeta, dejar este mundo
para llegar a otro, bien de esta galaxia, bien de otra vecina, dónde puedan
poner a buen recaudo su magra fortuna que, aquí, en el planeta Tierra,
pretenden minorar.
Preguntada
a tal efecto, la viceprimera ministra, no ha tenido problema alguno a la hora
de aclarar que los que se han propuesta esta vía de escape, lo harán en un
cohete, aunque no ha aclarado de que compañía, ni nacionalidad, aunque se da
por hecho que dada la limitada oferta en este campo, apenas encontrarán dos o
tres compañías con experiencia en éstos viajes, y no precisamente en nuestros
país, que dada la amplia demanda que soportarán, dejarán de lado su viaje
espaciales programados, para dedicarse a esta nueva actividad tan lucrativa.
Queda tan sólo un pequeño pero esencial detalle que aún desconocemos, y es que el destino o destinos que podrán elegir los evasores fiscales, y, en su caso, si allí van a atender sus pretensiones, dado el hecho de que quizás no admitan o valoren sus aquí valiosas fortunas tengan que quedarse en tierra extraña, o vuelvan sin conseguir sus objetivos, y eso en el caso de que hubieran adquirido billete de ida y vuelta. Riesgos del oficio que deberán asumir quienes entren en ese privilegiado y selecto grupo, que a bordo de un cohete, se convertirán en los primeros viajeros, que emulando a Julio Verne, abandonen este planeta, algo que no descartaría, si yo fuera rico.
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