jueves, 10 de septiembre de 2009

LA DICTADURA TECNOLÓGICA

Vivimos en una sociedad inmersa en un desenfrenado ritmo competitivo a todos los niveles que nos desquicia hasta el extremo de convertirnos en todo aquello que jamás hubiéramos admitido tiempo atrás y que ha conseguido que nos miremos en el espejo de vez en cuando y no nos reconozcamos ante lo que nos muestra de una forma objetiva, sin engaños ni tapujos que deformen la realidad.
Nos desagrada de tal manera lo que vemos, que llevándonos las manos a la cabeza nos preguntamos cómo hemos llegado a esta situación en la que todo discurre a una velocidad vertiginosa, siempre con prisas, cargados de obligaciones, de insatisfacciones, permanentemente estresados y privados en ocasiones de una intimidad que nos niegan los medios tecnológicos que nos atan con su dictatorial y omnipresente presencia.
Nos desenvolvemos en una sociedad mediatizada por estos avances que nos mantienen en una permanente comunicación y ante la que no somos conscientes del control que se ejerce sobre nosotros, al mismo tiempo que se nos condiciona, aliena e influye subliminalmente, con una información y un torrente de datos y mensajes tal, que nos priva, de nuestra capacidad de decidir libremente, de discrimar y en definitiva, en más ocasiones de las que podemos sospechar, de pensar y razonar clara y libremente.
Con frecuencia tendemos a ridiculizar, incluso despreciar a aquellas sociedades menos evolucionadas, más atrasadas, que no han dado el salto tecnológico de la sociedad occidental y que por lo tanto no disponen de toda la tecnología mediática moderna, como si el hecho de disponer de ella nos encumbrase, orgullosos, por encima de los demás, en una absurda actitud de soberbia y absoluta falta de respeto, cuando en Occidente tenemos mucho que aprender de ellos.
Hablamos del tercer mundo, con otras prioridades más inmediatas y necesarias que las que aquí citamos y a las que no obstante está llegando esta modernidad que les hacen mirar con ojos de asombro desde su mundo miserable hacia el nuestro, opulento, egoísta y derrochador, al que se dirigen obnubilados por lo que ven, con unas esperanzas e ilusiones que casi siempre se ven defraudadas por la triste realidad que desgraciadamente les espera a su llegada.
Con frecuencia estamos siendo testigos de hechos violentos protagonizados por jóvenes que han despertado la alarma en la sociedad, la cual, poniendo el grito en el cielo se pregunta que está pasando con un sector de la juventud que encuentra diversión y acomodo en estos hechos reprobables a los que se llega precisamente mediante la utilización de los modernos medios de comunicación que utilizan para sus convocatorias y cuyos desmanes publican sin el menor rubor en las redes sociales que esos medios les brindan sin límite alguno.
Esa violencia se manifiesta también a nivel de pequeños grupos en los que se maltrata ridiculiza y veja a compañeros y profesores grabando los hechos con un simple móvil, con el objeto de publicar después sus hazañas en Internet a través de las herramientas que Internet pone al alcance de todos y que permiten divulgar sus maldades sin límite alguno jactándose de las mismas en un alarde de brutalidad e incultura impropia de una generación que tiene a su disposición todos los medios necesarios para formarse e informarse como jamás tuvieron los jóvenes de tiempos pasados.La tecnología que disfrutamos en el siglo XXI es una auténtica maravilla fruto del ingenio del ser humano y no tenemos por qué culparla de su mala utilización. La evolución es y debe ser continua y no podemos detener un progreso que es inherente a la especie humana. No obstante, estas consideraciones deberían hacernos reflexionar. Como siempre, un uso racional de la tecnología, facilitará nuestras vidas y las hará más llevaderas y confortables. Es absurdo volver la vista atrás; es mentira que cualquier tiempo pasado fue mejor; pero no podemos dejar que los árboles nos impidan ver el bosque. La tecnología debe humanizarse, debe servir a la sociedad. No invirtamos los términos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La ciberdependencia aumenta.
Estamos en la era de la sobreinformacion, pero tienes razon en que todo tiempo pasado fue mejor es una mentira, todo depende de como utilicemos esa tegnologia
Muy buen articulo