lunes, 21 de diciembre de 2009

NO BUSQUÉIS A FEDERICO

Federico García Lorca se ha hecho viento, se ha fundido en su poesía y se ha aliado con el tiempo donde permanecerá eternamente, hasta que el universo de tanto expandirse, de tanto llenarse del poeta más universal que ha existido, decida parar su vertiginosa marcha y comience a contraerse hasta llegar al punto de origen donde todo comenzó y empezó a cobrar sentido, para empezar de nuevo y poder así recuperar a nuestro querido Federico.
No encuentran a Lorca en Alfacar, en su Granada del alma. Han excavado donde se pensaba que podían estar sus restos junto a los de sus compañeros asesinados en la infame madrugada del dieciocho de agosto de aquel fatídico año treinta y seis. Todo parecía indicar que allí estarían sus restos ya que así lo afirmaban especialistas en nuestro poeta y así lo relatan numerosas leyendas procedentes de diversas fuentes que se creían certeras.
Pero después de una minuciosa e infructuosa búsqueda, los restos de Federico no aparecen. Quizás estén muy cerca de allí como afirman algunos, quizás lo recuperaron hace tiempo como aseguran otros, quizás sus miserables verdugos decidieron ocultar su infamia de tal forma que jamás podamos hallarlo.
No debieron comenzar su búsqueda, como pensamos los que deseamos que continúe su eterno descanso. Allá donde se halle será para siempre nuestro querido poeta. El viento transportará por siempre, amorosamente, sus versos y su imagen nos acompañará allá donde nos hallemos.
Por qué ese empeño en encontrarlo, en hallar sus huesos, en descubrir su tormento. No merece Federico que lo removamos de sus aposentos. Dejadlo en paz, allá donde se halle, dejadlo reposar, nos lo dejó todo, nos legó su alegría de vivir, su delicada sensibilidad, su sonrisa contagiosa, infantil, su amor por su tierra, por los gitanos, su pasión por la libertad.
Nos mataron al poeta, a Federico García Lorca, pero de su vil asesinato nació la leyenda y surgió la obra de un escritor universal. Quisieron borrar toda huella de su poesía de su teatro, del magnífico legado que dejó a la humanidad, pero de aquella infamia surgió un gigante hoy conocido en todo el mundo y disfrutado por quienes aman la belleza y odian la barbarie.
Miguel en Alicante, D. Antonio en Collioure y Federico en todas partes; no lo busquéis, está con ellos, están con nosotros hasta el final de los tiempos, son universales.

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