jueves, 18 de noviembre de 2010

LA MISERIA, PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD

En un mundo tan necesitado de de padrinos que brinden su ayuda a tanta desolación, tanta miseria y tanta desesperación, donde unos cuanto miles poseen y acaparan un patrimonio equivalente al de millones de seres humanos que sufren del abandono y la marginación al que les sometemos el resto de los seres que habitamos este patético planeta, leo con una mezcla de asombro e incredulidad, cómo se declara a bombo y platillo que los Castells catalanes, el Flamenco andaluz, el canto mallorquín de la Sibila y la Dieta Mediterránea, son declarados Patrimonio de la Humanidad.
Este hecho, supone que las citadas expresiones culturales, que supongo que así se las podrá denominar, gozan a partir de ahora de la protección a todos los niveles, de los privilegios oportunos y de todo tipo de ventajas y ayudas que semejante título les reporta por parte de la UNESCO y demás instituciones internacionales que son las encargadas de otorgar estas distinciones tan prestigiosas siempre, tan caprichosas unas veces y tan sorprendentes otras.
Quién no conoce una hermosa ermita centenaria a punto de derruirse, un delicioso palacete con siglos de historia en sus muros, una naturaleza que está pidiendo a gritos su protección antes de que sea devastada, y tantos ejemplos que podríamos citar de bienes tanto materiales como inmateriales que deberían ser declarados Patrimonio de la Humanidad, según los cánones y las reglas establecidas actuales y que sin embargo no gozan de esa protección.
Cualquiera de éstas últimas poseen más méritos que cualquiera de las cuatro que nos ocupan, pero aún así, los organismos internacionales deberían ocuparse y estar más pendientes del dolor y el sufrimiento que padece medio mundo y deberían, volviendo los ojos hacia ellos, declararlos Patrimonio Perpetuo y Preferente de la Humanidad, dedicándolos todos los esfuerzos, privilegios y consideraciones de las que no disponen.
Cito a continuación algunos de los criterios que se aplican para declarar un bien material ó inmaterial como Patrimonio de la Humanidad. Son sólo algunos y ninguno de ellos recoge el lado opuesto, donde el sufrimiento, el dolor, el hambre, la opresión, la sumisión y la humillación humanas se hallan presentes cada día.
• Representar una obra maestra del genio creativo humano.

• Aportar un testimonio excepcional de una tradición cultural o de una civilización existente o ya desaparecida.

• Contener fenómenos naturales superlativos o áreas de excepcional belleza natural e importancia estética.

• Ser uno de los ejemplos representativos de importantes etapas de la historia del planeta Tierra.

• Testimoniar un importante intercambio de valores humanos a lo largo de un período de tiempo o dentro de un área cultural del mundo.
Las miserias humanas son Patrimonio de la Humanidad desde siempre. Sin embargo, ateniéndonos a los criterios arriba expuestos, nunca podrán acogerse a los privilegios correspondientes ya que: No representan una obra creativa, sino más bien destructiva acorde con la maldad humana. No contiene ningún valor de excepcional belleza natural o estética. No suponen un ejemplo representativo de una importante etapa de la Tierra. No Testimonian intercambio alguno de ningún valor humano.
Por lo tanto, la miseria humana, no posee valor alguno digno de mención. No puede por lo tanto declararse Patrimonio de la Humanidad y sí, por ejemplo, la Dieta Mediterránea. Qué ironía, en lugar de tanta preocupación por protegerla para nuestro disfrute, podríamos primero distribuirla entre tantos hambrientos que la necesitan y que no preguntarían, ni falta que les hace, si está declarada o no como Patrimonio de la Humanidad.

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