sábado, 12 de febrero de 2011

CINCUENTA SIGLOS DESPUÉS

Cinco mil años han pasado desde sus comienzos como nación y al fin los ciudadanos Egipcios se han librado del último dictador que durante treinta años se había obcecado en mantener el poder a toda costa, a imagen y semejanza de los antiguos faraones que reinaron durante tres mil años, constituyendo una de las civilizaciones más grandiosas que ha conocido la humanidad a lo largo de su historia.
Durante tres largas e interminables semanas, los ciudadanos de Egipto se han erigido en una gigantesca multitud, en un grito unánime, en un sorprendente y admirable pueblo que ha decidido llevar a cabo una revolución pacífica que desde la plaza de Tahrir de El Cairo ha dado un hermoso ejemplo al mundo en general y a la sociedad Árabe en particular, proclamando a los cuatro vientos las ansias de libertad que las grandiosas Pirámides han recogido y elevado hacia el cielo para que su voz así amplificada en sus cuatro costados, se escuche para siempre en todo el planeta.
Admirables y valientes, los ciudadanos egipcios han tomado la determinación de expulsar de su trono al sátrapa que ha usurpado el poder durante tres decenios. Y lo han conseguido. Pese a las reticencias del dictador y su, según él, firme decisión de no desalojar el trono, la larga marcha de ciudadanos se ha dirigido desde la Plaza de Tahrir - plaza de la liberación – y calles adyacentes y así, la impresionante manifestación ha convergido en una inmensa masa humana frente al palacio Real, donde el acosado Rais, ha tenido que dar su brazo a torcer vencido por la multitud enfurecida y ha comunicado que dejaba el poder después de treinta años de mandato impuesto.
Digna de mención ha sido la posición del ejército que aunque sacó los tanques a las calles, ocupando la plaza Tahrir, tanques que los manifestantes han rodeado uno a uno, impidiendo así que pudieran movilizarse, no ha utilizado la fuerza así como el resto de las policía y demás fuerzas del orden, dando así un impecable ejemplo de respeto hacia la población a la que incluso comunicaron que entendían su posición.
Algo se mueve en el Mundo Árabe. Comenzó Túnez expulsando al dictador de turno, ha seguido Egipto y, posiblemente seguirán el mismo camino otras dictaduras de la zona. Alguien dijo que el destino de la forma de gobierno de las naciones árabes era la de quedar bajo el yugo de la tiranía o de la teocracia. Con estos hechos se demuestra que también allí, el pueblo soberano puede llegar a decidir su destino.
No ha sido fácil el camino recorrido por estos dos países en tan poco tiempo. Desgraciadamente, sobre todo en Túnez, aunque también en Egipto, han tenido que morir varios ciudadanos para que la liberación se hiciese realidad. Afortunadamente no ha tenido lugar ninguna masacre como se temía si los respectivos dictadores se hubieran empecinado en continuar en su puesto y hubiesen lanzado al ejército y al resto de las fuerzas represivas contra los indefensos ciudadanos.
Queda un largo camino por recorrer a estos países que ahora ven con ilusión el advenimiento de una democracia tan ansiada y que en tantos países, no sólo de esa zona, brilla por su ausencia.
La libertad llegó cinco mil años después. Sea bienvenida para siempre.

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