miércoles, 9 de marzo de 2011

LA HISTORIA POR ESCRIBIR

Habitamos un planeta con cinco mil millones de años a sus curvadas espaldas, un planeta vivo, en eterno cambio, que ha sufrido continuas modificaciones en su rugosa y arqueada piel, que ha visto cómo lenta e inexorablemente el tiempo cambiaba su faz una y otra vez, permanentemente, con hundimientos y levantamientos, con avances y retrocesos de las aguas, con ardientes y violentas manifestaciones procedentes de su interior que lo han ido modelando a lo largo de los miles de millones de años de su existencia, hasta dejarlo en el estado en que hoy lo podemos ver quienes lo habitamos desde hace cincuenta mil años, los humanos, aunque nuestros más primitivos ancestros, se remonten más allá del millón y medio de años.
Aunque desde hace cuarenta mil años tenemos noticias de las huellas que dejaron a través de las pinturas rupestres y diversos objetos de caza y pesca, fue hace aproximadamente ocho mil años a.c., momento en que los glaciares se retiran de Europa, cuando comienza la civilización en sentido estricto, con los primeros asentamientos estables humanos y la aparición de la agricultura en China y el inicio de los regadíos en Mesopotamia, y por fin, la aparición de las primeras ciudades que dieron comienzo a las grandes civilizaciones, que con el curso de los milenios conducen al hombre al actual siglo XXI.
Corta historia la del ser humano en comparación con los tiempos geológicos del planeta que habita. No obstante pronto se sintió dueño y señor del mismo al que ha maltratado de todas las formas imaginables, sin respeto alguno, sin la menor de las consideraciones, campando a sus anchas, explotando sus recursos y degradando su medio ambiente hasta que se dio cuenta, a su pesar, que todo esto se volvía contra él y comprometía su futuro en el mismo.
Y ahí nos encontramos, diez mil años después del comienzo de todo, habiendo pasado todo tipo de vicisitudes a lo largo de una historia turbulenta plena de épocas heroicas que han dignificado y dado sentido a la estancia del ser humano sobre el Planeta y de otras muchas, las más, que lo han hecho merecedor de la más baja de las consideraciones, muy por debajo de su condición de ser racional, al convertirse en depredador de sí mismo, violento, cruel y despiadado con sus semejantes, con el resto de los animales y con el medio natural, que estaban aquí antes que él y que le dieron alimento y alojo para su subsistencia.
En muy poco tiempo, apenas una fracción mínima de su estancia total, desde que comenzó la era industrial y la aparición de las máquinas que transformarían el trabajo manual y artesanal en una producción a gran escala, en apenas cien años, ha logrado dejar irreconocible un hermoso planeta del que no puede escapar pese a los sueños infantiles de quienes creen poder emigrar en el futuro a otros astros próximos, inhabitables y agresivos por otra parte, para la vida humana.
Si en tan poco período de tiempo hemos logrado esta dudosa hazaña, cabe preguntarse qué nos esperará en los próximos mil años. El problema energético es fundamental, ya que dependemos casi en exclusiva de los combustibles fósiles, altamente contaminantes y extinguibles en el tiempo, así como de una energía nuclear, aún inestable e insegura, que auguran un futuro como mínimo incierto, salvo que descubramos nuevas fuentes de energía limpias que nos salven del desastre.
Deberemos limpiar cuanto antes el aire que respiramos, los ríos, los mares y una naturaleza agredida a todos los niveles imaginables, así como limitar el consumos desmedido y eliminar las tremendas desigualdades sociales que cada día crean más tensiones en un mundo enloquecido, donde la mitad de la población sufre del hambre, la miseria y el abandono a causa de la otra mitad que se empeña en mirar hacia otro lado.
Quizás hemos dejado pasar demasiado tiempo para poder remediar tanto destrozo. Quizás estemos aún a tiempo. De lo que no cabe duda es de que aquel ser humano que comenzó a andar erguido hace un millón de años y que con el tiempo se mostró cruel y violento consigo mismo y con el resto de de los seres vivos y el medio en el que vive, también fue capaz de levantar una majestuosa catedral, escribir un bello poema o llevar a cabo una hermosa y heroica acción solidaria. Siempre nos quedará la esperanza y la fe en las bondades del ser humano.

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